El ministro de Defensa polaco, Wladyslaw Kosiniak-Kamysz, anunció la semana pasada que su país construirá búnkeres y trincheras a lo largo de su frontera con Rusia y Bielorrusia, a lo que siguió la confirmación del primer ministro Donald Tusk de que se reforzará la seguridad, incluso con pretextos contra la inmigración ilegal. Sin embargo, la realidad es que esta evolución no tiene nada que ver con la percepción de una amenaza legítima, ya que Rusia no va a invadir Polonia, mientras que el gobierno de coalición liberal-mundialista de Tusk favorece a los inmigrantes ilegales.
Desde enero, el primer ministro ha intentado apelar al patriotismo polaco para distraer la atención de la crisis política interna de su país y de su completa subordinación a Alemania bajo su mandato. Para ello, ha exaltado la causa ucraniana en paralelo con el alarmismo sobre la Tercera Guerra Mundial, que predice que podría producirse a través de una inminente invasión rusa de la OTAN. Sin embargo, lo que siempre ignora deshonestamente es que Estados Unidos ha reafirmado en repetidas ocasiones su férreo compromiso con el Artículo 5.
Szymon Holownia, presidente de la Dieta, posó con un inmigrante ilegal que se infiltró en Polonia desde Bielorrusia con el pretexto de ser un “refugiado” durante una sesión fotográfica celebrada en enero en el hemiciclo del Parlamento. Esta actitud concuerda con los “valores” liberal-mundialistas de su gobierno de coalición, que se venden al público en este contexto como un medio para reemplazar a su población envejecida y mantener así la competitividad de la economía.
Sin duda, el anterior gobierno conservador-nacionalista también fue hipócrita con respecto a las razones de su propio refuerzo fronterizo, ya que también ignoró deshonestamente el compromiso de EE.UU. con el Artículo 5 y fue responsable de traer legalmente a Polonia a 250.000 inmigrantes civilmente diferentes. En el primer caso, se limitó a exagerar la amenaza rusa, como está haciendo Tusk, mientras que en el segundo se refirió al escándalo que estalló el verano pasado antes de las elecciones y que fue cínicamente capitalizado por la oposición.
Volviendo al Gobierno en funciones, esperan reunir a los polacos patriotas detrás de su liderazgo mientras la situación militar-estratégica sigue empeorando para Occidente en Ucrania, con el objetivo suplementario de distraer a algunos de ellos de su entusiasta abrazo a los inmigrantes ilegales. Al fingir que da prioridad a la defensa nacional a pesar de haber cedido grandes franjas de la soberanía polaca a este respecto al Eje angloamericano y a Alemania, Tusk espera desactivar la creciente disensión en su país.
También podría querer condicionar a la opinión pública ante la posibilidad de que Polonia intervenga convencionalmente en Ucrania, ya sea de forma unilateral o junto con Francia y otros países en una “coalición de voluntarios”, con la insinuación de que lo haría con fines de seguridad nacional destinados a defender a Polonia de Rusia. Es prematuro decir con certeza si eso va a suceder, pero no se puede descartar después de que el propio Tusk acaba de admitir que las tropas de la OTAN ya están allí, aunque supuestamente en funciones no de combate.
Lo único que puede saberse con certeza es que la justificación que se esconde tras el último refuerzo fronterizo de Polonia, que continúa el proceso iniciado hipócritamente por el predecesor conservador-nacionalista del gobierno liberal-globalista en funciones, no tiene nada que ver con percepciones legítimas de amenaza. Se están inventando falsos pretextos para justificar estas inversiones masivas de naturaleza en gran medida simbólica, aunque no totalmente, cuyo objetivo principal es promover deshonestamente una agenda política nacional.
*Andrew Korybko, analista geopolítico internacional.
Artículo publicado originalmente en substack de Korybko.
Foto de portada: extraída de substack de Korybko.