El candidato de la MUD, Edmundo González Urrutia, dejó claro que no ocupará el centro de la escena opositora, y que dejará en ese rol a la no candidata María Corina Machado, mientras el número de candidatos opositores se reduce, pero no mucho. Del otro lado, el candidato-presidente Nicolás Maduro se muestra tranquilo y jugando sus cartas con holgura.
El presidente Maduro se sumó el miércoles 1 de mayo a una multitudinaria manifestación por el Día Internacional de los Trabajadores. Una cita obligada desde la llegada de la Revolución Bolivariana, que esta vez debe leerse en clave electoral.
Maduro caminó varias cuadras rodeado de una multitud, y luego encabezó un acto en el Palacio de Miraflores, donde ante delegados de diferentes empresas públicas donde anunció el incremento del «ingreso mínimo integral» de la clase obrera a 130 dólares, equivalentes en bolívares.
“Hace un año les dije, voy a aplicar una fórmula llamada indexación, y lo puse indexado en 30 dólares el ingreso mínimo para optimizar lo poco que ingresa y salió bien, luego lo puse en 70 dólares, el primero de enero lo subí a 100 dólares el ingreso mínimo indexado, controlando la inflación, manteniendo la estabilidad económica, indexado y creciendo paso a paso”, explicó Maduro.
Se trata todavía se trata de un ingreso bajo comparado con los altos precios en dólares, especialmente de los alimentos, que tiene que afrontar los sectores populares venezolanos. Pero no es menos cierto que el gobierno puede exhibir una recuperación económica, que no solo está en los números macro, sino que se percibe de muchas maneras en las calles.
Eso y las fuertes movidas anticorrupción son dos grandes caballitos de batalla de Maduro, para mostrarse como un presidente que mantiene una fuerte hegemonía política y al que, en términos generales, le salen bien las cosas. Un elemento central a la hora de aspirar a su segunda reelección consecutiva.
En la continuidad de la llamada trama PDVSA-Cripto, la prisión preventiva para el ex vicepresidente Tareck El Aissami y sus laderos implica también una fuerte movida de posicionamiento hacia las elecciones del 28 de Julio, que además puede tener más capítulos, según lo indica el fiscal general Tarek William Saab y el propio Maduro.
Las pruebas sobre los contactos fluidos de Samark López, el principal lugarteniente de El Aissami, con los cabecillas de la oposición más radical y destituyente en el momento de peor asedio contra las instituciones venezolanas, es un escándalo que recién comienza.
Campañas sucias y dudas opositoras
Quizás por la certeza conocida pero no asumida públicamente por la oposición de que es el presidente-candidato quien ocupa el centro de la escena política es que comienzan ahora con fuerza las campañas en redes, apoyadas por medios de comunicación adscriptos.
Estas intentan ubicar a Maduro como un presidente débil, acosado por las internas hacia dentro de su gobierno. Otras usinas lo ubican desesperado por negociar su salida, ante una candidatura opositora que, en cualquier escenario, se impondría el 28J.
Pero en la vida real no sucede ni una cosa ni la otra. En una vereda Maduro maneja los tiempos y hace gala de una hegemonía política que envidiarían varios presidentes de por aquí y de más allá. Del otro lado, el experimento de la MUD con el desconocido Edmundo González Urrutia en el tarjetón electoral, pero con María Corina Machado haciendo la campaña tiene un resultado incierto.
No solo porque la tarjeta electoral de la MUD pende de un hilo (hay una decisión pendiente de la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia sobre esto), sino porque dentro mismo de las variopintas filas de la oposición muchos entienden que MCM es un salvavidas de plomo y su centralidad en la escena resta más de lo que suma a la hora de contar votos.
Y hay otro problema central: los partidos que convergen detrás de la tarjeta electoral de la MUD hace mucho que no se miden en elecciones. La última vez fue hace casi una década, en las legislativas de 2015, donde propinaron una formidable derrota electoral al oficialismo, que luego no supieron capitalizar, apurados por terminar con el gobierno por la vía rápida.
Desde aquel momento hasta ahora, muchas cosas cambiaron. Una, el creciente desprecio de las mayorías a las vías insurreccionales. Dos, el creciente descreimiento, también, a la política como lugar común para resolver los problemas sociales, lo que llevó a una creciente abstención en los últimos procesos electorales.
Que ese proceso se revierta es central para las expectativas de lado y lado. Pero hasta ahora, a menos de 90 días ningún análisis que no sea operación política o expresión de deseos, puede hablar con seriedad de una derrota en ciernes del oficialismo. Extraña dictadura la venezolana.
Marcos Salgado* Periodista argentino del equipo fundacional de Telesur. Corresponsal de HispanTV en Venezuela, editor de Questiondigital.com. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
Este artículo ha sido publicado en el portal, estrategia.la
Foto de portada: El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. (AP/Ariana Cubillos/Archivo)