Ucrania se puso celosa como nunca después de que los miembros de la OTAN ayudaran a derribar los misiles iraníes que se dirigían a Israel a principios de este mes, pero no moverán un dedo para ayudar a Ucrania a derribar los rusos. El ministro británico de Asuntos Exteriores, David Cameron, dijo que «la dificultad con lo que sugieres (sobre que el Reino Unido derribe misiles rusos) es que si quieres evitar una escalada en términos de una guerra europea más amplia, creo que lo único que tienes que evitar es que las tropas de la OTAN se enfrenten directamente a las tropas rusas».
El portavoz del Pentágono, John Kirby, respondió a una pregunta similar diciendo: «Mire: conflictos diferentes, espacio aéreo diferente, panorama de amenazas diferente. Y [el presidente Joe Biden] ha dejado claro desde el principio [de las hostilidades en Ucrania] que EE.UU. no va a participar en ese conflicto en un papel de combate.» Sin embargo, el jefe de gabinete de Zelensky, Andrey Yermak, no se tragó sus explicaciones y exigió que Occidente empezara a derribar misiles rusos igual que derribó los iraníes.
El Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, intentó disipar los celos de Ucrania declarando que «si los aliados se enfrentan a la disyuntiva de elegir entre cumplir los objetivos de capacidad de la OTAN o proporcionar más ayuda a Ucrania, mi mensaje es claro: envíen más a Ucrania». Aunque esté diciendo a los miembros que den prioridad a los intereses de Ucrania sobre los suyos propios, no se espera que Kiev se calme, pues sigue sabiendo que la OTAN no acudirá a su rescate en este aspecto como el bloque acaba de hacer con Israel.
Ahí es donde entra en juego la ingeniosa excusa del jefe de la política exterior de la UE, Josep Borrell. Según explicó, «los ataques de Irán sobrevolaron bases aéreas de los ejércitos de Francia, Estados Unidos, Reino Unido y Jordania. Han sobrevolado sus bases, que entonces actuaron en defensa propia. No hay bases aéreas del Reino Unido, ni de Estados Unidos, ni mucho menos de Jordania, por supuesto, en territorio ucraniano o en el territorio que sobrevuelan los misiles rusos. Por lo tanto, no se puede dar la misma respuesta porque las circunstancias no son las mismas».
Se trata de una razón lo bastante creíble como para justificar una intervención convencional de la OTAN en defensa de Israel, sin dar a Ucrania motivos para alegar que hay un doble rasero en juego. La única forma en que Kiev podría intentar dar la vuelta a la tortilla es en el caso improbable de que admita oficialmente la presencia de tropas de la OTAN en su territorio, que el ministro de Asuntos Exteriores polaco, Radek Sikorski, describió como un «secreto a voces» el mes pasado, y señale sus bases para demostrar que el bloque no hace nada mientras los misiles rusos sobrevuelan su territorio.
Sin embargo, es muy poco probable que eso ocurra, ya que representaría un grave riesgo para la seguridad. Los funcionarios ucranianos podrían insinuar que este es el caso y tal vez filtrar información vaga al respecto a sus medios de comunicación nacionales y/o a los medios internacionales a través de sus «agentes de influencia», pero es casi seguro que no van a cruzar la línea roja de revelar detalles específicos que podrían poner en peligro a esas tropas. Borrell, con todos sus defectos profesionales, lo sabe y por eso elaboró la ingeniosa excusa que inspiró este análisis.
Dando crédito a quien lo merece, ha sido un acierto, ya que su explicación es lo bastante coherente como para disipar las quejas de Ucrania sobre el doble rasero de la OTAN y la consiguiente percepción de ser menos importante para el bloque que Israel, cosas ambas que son ciertas pero que ahora pueden negarse de forma más plausible. Ucrania debería aceptar que la OTAN no va a tratarla a ella y a Israel como iguales, con el único consuelo de que algunos miembros le envíen más sistemas Patriot, pero eso no es lo mismo que derribar misiles rusos.
*Andrew Korybko, analista geopolítio internacional.
Artículo publicado originalmente en blog personal de Korybko.
Foto de portda: extraída de artículo original.