En los últimos meses hemos visto cómo la crisis de los agricultores europeos tomó protagonismo en el continente y en los titulares de los medios del mundo. En lo que podríamos llamar la enésima crisis a la que debe enfrentarse la región.
Los trabajadores del sector agricultor de más de diez países europeos, entre ellos: Bélgica, Italia, Alemania, Polonia, Rumanía, Grecia, Portugal, Países Bajos, España, Hungría y Francia se han estado manifestando y protestando durante largas semanas con distintos tipos de medidas que han ido desde el bloqueo de carreteras, lanzamiento de excremento y abono, saboteo de camiones con importaciones extranjeras, tractorazos en las calles que han llevado a enfrentamientos directo con policías y fuertes protestas frente a las sedes europeas durante las reuniones de ministros de agricultura.
Las principales problemáticas que aquejan al sector y los motivos por los cuales se movilizan son variados y se resumen en la situación crítica que el sector está atravesando y que ha llevado al cierre de explotaciones agrícolas y ganaderas como producto de las decisiones políticas de las elites de la Unión Europea (UE).
Principalmente el sector en lucha busca que Bruselas replantee su política agraria y ambiental que perjudica la productividad y la rentabilidad. Específicamente se reclama por la “excesiva” burocracia, las medidas vinculadas a la Política Agraria Común (PAC), el Green Deal, la transición ecológica, el aumento de las importaciones de productos de otros países fuera de la Comunidad Europea. A esto se le suma el encarecimiento del combustible y fertilizantes, y la inflación incontrolable en la que se ve envuelta cualquier sector europeo.
Otro punto de discordia se da frente a las decisiones de las instituciones sobre el apoyo a Ucrania, que no sólo ha provocado el aumento en los costos de producción, sino que también ha llevado a la Comisión Europea a otorgar ventajas comerciales a Ucrania que han beneficiado a las importaciones de granos ucranianos mientras provocó una competencia a la baja perjudicando al sector agricultor de la UE.
Además, los trabajadores reclaman que existe una exigencia hacia ellos sobre una producción segura y sostenible que cumpla con la Agenda 2030, mientras que compiten con actores por fuera de la UE que producen sin esos estándares y compromisos por lo que pueden ofrecer otros precios frente a los cuales se vuelve imposible competir. De aquí también se deriva el fuerte rechazo al posible acuerdo comercial entre la UE y el Mercosur.
Esta llamada revuelta o rebelión de los agricultores europeos, no es más que los trabajadores rebelándose contra las élites europeas, contra las decisiones de los últimos años de una élite que se ha entregado y sigue ciegamente las directrices que vienen de Washington. Una élite que toma decisiones políticas bajo el mandato de EEUU con el supuesto objetivo de hundir a Rusia (enemigo declarado desde el comienzo de la guerra en Ucrania, o más bien desde el enfrentamiento entre la OTAN y Rusia), pero lo único que ha logrado hasta el momento ha sido hundir a Europa.
Con este tipo de decisiones hemos visto cómo se aceleraron y profundizaron las múltiples crisis en todo el continente. Esto, para la UE significa crisis energética, de abastecimiento, inflación, desempleo, desindustrialización, desplazados, monetaria, política, financiera… Pero para EEUU significa, una de sus mayores victorias: que es el hundimiento de Europa, es decir, han logrado cortar los lazos entre Rusia y Europa; todo tipo de proyecto euroasiático ha sido cancelado o retrasado; ralentizar el avance chino, ha hundido al máximo a las dos principales potencias europeas: Alemania y Francia.
Alemania, antes llamada “la gran locomotora europea”, hoy “el enfermo de Europa” se encuentra ahora sumida en profundas crisis, ha sido desmembrada su industria y credibilidad regional e internacional; le hundieron sus proyectos más ambiciosos como fue los Nord Stream I y II (gasoductos que hacían llegar el gas barato desde Rusia, lo que permitía el crecimiento acelerado del país; el aprovisionamiento de energía barata a la región, convirtiendo también a Alemania como país estratégico regional).
Alemania hoy es el pichón del águila que tiene la ilusión de volar del nido por ser el elegido para “representar” el militarismo en la región, en especial en Europa Oriental, hoy también territorio de la OTAN que busca utilizar como cordón de contención y territorio de guerra ante una eventual escalada contra Rusia.
Por otro lado Francia, a quien a través de su líder, Emmanuel Macron, lo ha desterrado de África, lo han dejado afuera del AUKUS y de grandes proyectos comerciales, quitándoles peso político y geopolítico internacional y también quitándoles sus “zonas de influencia” de poder e incluso sus negocios donde más se destacan que es el de la industria militar.
La desindustrialización europea ha sido otra de las grandes victorias de EEUU sobre su “socio y aliado”. Le cortaron el suministro de energía barata proveniente de Rusia a través de sanciones, saboteando los Nord Stream, e imponiendo en territorio estadounidense la ley IRA, una ley de proteccionismo que ofrece subvenciones a las empresas, lo que provocó el traslado de diversas y grandes empresas de Europa a EEUU. A esto también se le suma la paralización del suministro de contenedores por Mar Rojo, provocando por un lado el desabastecimiento de productos pero también poniendo en peligro el negocio de los puertos europeos.
Otras victorias estadounidenses que podemos mencionar tienen que ver con la hipermilitarización del continente a partir de la continuidad de la guerra proxy en Ucrania, que se ha utilizado de excusa para aumentar tanto la presencia militar de EEUU y la OTAN como su ampliación; para aumentar también el gasto en defensa de los distintos países como desde las instituciones europeas; reavivar el debate sobre la construcción y financiación de un defensa y ejército europeo; aumentar la compra de armamentos y tecnología militar a EEUU; e incluso a nivel más proyectivo podemos ver cómo a EEUU le ha servido este avance militarista sobre Europa para ganar terreno sobre el Ártico, nuevo territorio de disputa.
Ahora, la crisis de agricultores europeos deja en evidencia un nuevo avance de Washington en territorio europeo, buscando la destrucción del sector primario de la economía europea: el sector de la agricultura.
Pero también estamos viendo la resistencia a partir de la rebelión de los agricultores. Las protestas de los agricultores a lo largo de toda la región, y aunque se puede analizar las particularidades en cada país, se trata de un síntoma más de la metástasis como consecuencia de las decisiones de una élite europea que no representa al pueblo europeo ni a sus sectores.
Una elite que por un lado prioriza el comercio antes que a su sector agricultor, que se alinea con los intereses de las grandes multinacionales de alimentación ligadas a los fondos de inversión y desarraigadas al territorio europeo, mientras sigue ciegamente las directrices estadounidenses. Una elite que hoy se encuentra fuera del tablero geopolítico también a causa de sus decisiones, y que se encuentra disputando el poder entre ellos frente a las próximas elecciones en el Parlamento Europeo, mientras las ultraderechas ganan terreno y utilizan estas protestas a su favor.
Micaela Constantini, periodista y parte del equipo de PIA Global.
Foto de portada: protesta de agricultores en Bruselas, Bélgica. Foto: AFP