Bloomberg informó el sábado de que «algunas naciones de la UE presionan para debilitar el plan de aplicación de sanciones a Rusia». Bruselas propuso obligar a las empresas de fuera del bloque que compren «artículos de alta prioridad», como semiconductores, a depositar primero una suma en una cuenta de garantía bloqueada. Si se alega que han revendido estos artículos a Rusia, perderán el contrato y al menos la mitad del dinero depositado iría a Ucrania. Según Bloomberg, «los enviados diplomáticos de un grupo de grandes Estados miembros» no están contentos.
Les preocupa que esta propuesta sea inviable y acabe con la competitividad de las propias empresas tecnológicas de la UE, ya que los clientes podrían burlarse de tener que pasar por todos estos obstáculos y preferir hacer tratos sin condiciones con China. Sus preocupaciones también son razonables, ya que quienquiera que haga negocios con esas empresas tecnológicas de la UE estaría esencialmente prestándose voluntario para que el bloque espíe sus actividades con el fin de controlar el cumplimiento extraterritorial de sus sanciones.
Pocos en cualquier parte del mundo se sentirían cómodos con esos términos, por no hablar del escenario de perder la cantidad que se verían obligados a depositar para poder hacer negocios con esas empresas si simplemente se les acusa de violar las sanciones sin ni siquiera ir primero a juicio por ello, algo que no se puede descartar. Por lo tanto, tiene sentido «reducir el alcance de las posibles cláusulas y la lista de bienes que estarían cubiertos por la medida propuesta», como Bloomberg informó que esos enviados quieren hacer.
Los países bálticos y otros que, según el medio, apoyan el mantenimiento de las condiciones originales, no perderán la lucrativa cuota de mercado de los «grandes Estados miembros», ya que no fabrican semiconductores ni otros «artículos de alta prioridad». Lo único que les interesa es restringir el acceso de Rusia a ellos a toda costa, incluso a costa de sí mismos, con el riesgo de ceder cuota de mercado del bloque a China. Basta decir que sólo los ideólogos «se cortarían la nariz para fastidiarse la cara», por así decirlo.
Sin duda, las propias sanciones antirrusas equivalían precisamente a esa política autodestructiva, pero los ideólogos del bloque están menos en boga hoy en día después de que resultara imposible negar que la economía rusa está creciendo realmente, a diferencia de la de muchos miembros de la UE. En consecuencia, existe una posibilidad creíble de que los «grandes Estados miembros» puedan llevar a cabo con éxito las reformas propuestas, pero esto tampoco puede darse por sentado, ya que los ideólogos siguen teniendo cierta influencia en los círculos políticos más influyentes.
*Andrew Korybko, analista geopolítico internacional.
Artículo publicado originalmente en korybko.substack.com
Foto de portada: extraída de korybko.substack.com.