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El “puente terrestre” de Tailandia podría reunir inversiones estadounidenses y chinas

Por Andrew Korybko*- El gran objetivo estratégico es, ante todo, ser pioneros en una alternativa viable al Estrecho de Malaca, aunque idealmente con el objetivo suplementario de conseguir que China y EE.UU. cooperen conjuntamente en ello para acelerar el incipiente deshielo de sus tensiones.

La revista Time publicó un artículo antes de la Cumbre de la APEC celebrada esta semana en San Francisco sobre cómo “Tailandia presenta a nuevos inversores estadounidenses la vieja idea de un atajo en la ruta marítima del sudeste asiático”. El artículo sirvió para dar a conocer los esfuerzos del nuevo Primer Ministro por atraer inversiones estadounidenses y chinas para una serie de megaproyectos que él denomina “Landbridge”. Se refiere a las rutas de carretera y ferrocarril que prevé atravesar el istmo de Kra para reducir el tiempo de transporte en cuatro días y los costes en un 15% en comparación con el estrecho de Malaca.

Dado que las tensiones entre China y EE.UU. empiezan a relajarse un poco, como demuestra la reunión de esta semana entre sus líderes al margen de ese acontecimiento, es posible que ambos protagonistas de la Nueva Guerra Fría dejen de lado su rivalidad sistémica para cooperar conjuntamente en esta iniciativa como medida simbólica de fomento de la confianza. La creación de una alternativa viable al estrecho de Malaca favorece sus respectivos intereses estratégico-económicos, y la colaboración podría acelerar el incipiente deshielo.

No es sólo el comercio de China con África, Europa y Asia Occidental el que podría ampliarse más fácilmente en algún momento en el futuro tras la posible finalización de este megaproyecto, sino también el resto de Asia Oriental y Sudoriental, por no mencionar también el comercio indo-estadounidense. Dado que la inmensa mayoría del comercio exterior chino sigue realizándose por vía marítima, a pesar de los corredores terrestres de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), como los de Asia Central, Myanmar y Pakistán, nadie saldrá perdiendo.

El comercio que ya transita por esas rutas probablemente no se verá afectado por esto, ya que hay una razón económica lógica por la que se utilizan en lugar de las rutas marítimas. Esa misma lógica económica podría seguir impulsando la expansión del comercio a través de estos medios relacionados con la BRI, independientemente del resto del comercio que China realiza actualmente por mar. Esta idea confirma que el “puente terrestre” es realmente un megaproyecto mutuamente beneficioso sin consecuencias de suma cero para nadie.

Otro punto a destacar es que los esfuerzos de Tailandia por diversificar al máximo las partes interesadas en esta iniciativa, sobre todo cortejando la inversión estadounidense y china, pueden asegurar a todos que permanecerá abierta a todos, ya que nadie ejercería una influencia sobre Bangkok que pudiera obligarla a excluir a otros. Al equilibrar las inversiones de los principales protagonistas de la Nueva Guerra Fría, como pretende hacer su nuevo primer ministro, tal escenario quedaría desacreditado, lo que serviría para atraer aún más inversiones de otras fuentes.

El gran objetivo estratégico es, ante todo, ser pioneros en una alternativa viable al estrecho de Malaca, aunque idealmente con el objetivo suplementario de conseguir que China y Estados Unidos cooperen conjuntamente en ello para acelerar el incipiente deshielo de sus tensiones. Aunque la rivalidad entre ambos continúe agravándose por el motivo que sea, al menos cada uno sabría que el otro no podría dejarle fuera de esta ruta, lo que podría evitar que Tailandia se convirtiera en objeto de competencia entre ellos.

*Andrew Korybko es un analista político estadounidense especializado en la transición sistémica mundial hacia la multipolaridad.

Artículo publicado originalmente en el blog del autor.

Foto de portada: Extaída de portal portuario.

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