Nigeria puede tener un nuevo presidente, pero los desafíos que enfrenta el país son muy familiares. En su discurso de toma de posesión, el presidente Tinubu se comprometió a hacer de la seguridad la principal prioridad de su administración, repitiendo la promesa panglossiana incumplida por sus dos predecesores.
Casi una década después de que el secuestro de 276 niñas en edad escolar en Chibok provocara la indignación internacional, la creciente crisis de seguridad de Nigeria no muestra señales de disminuir. El número de secuestros ahora ha alcanzado proporciones epidémicas, convirtiéndose en una característica lamentable y totémica de la criminalidad desenfrenada de Nigeria. Las causas sociales, económicas y religiosas de la violencia entre comunidades siguen sin abordarse. Mientras tanto, Nigeria se encuentra en el nexo de las redes de terrorismo transnacional que desestabilizan el Sahel.
El discurso del presidente Tinubu siguió un patrón deprimentemente predecible. A pesar de la evidente urgencia de la situación de seguridad y la importancia del tema a lo largo de una prolongada campaña electoral, su discurso dejó en claro que no tiene ningún plan. Las promesas de reformar la doctrina y la arquitectura de seguridad de Nigeria carecieron de detalles, y su promesa de aumentar la inversión en seguridad no se cuantificó.
Los líderes nigerianos no pueden darse el lujo de contemporizar. Tampoco pueden continuar con el actual enfoque ineficaz e inconexo de la seguridad nacional. Abordar la crisis requerirá un nivel de recursos, imaginación y colaboración internacional que hasta ahora ha estado ausente.
El Reino Unido ha sido un socio de larga data, aunque vacilante, de los sucesivos gobiernos nigerianos desde la independencia. Durante demasiado tiempo, ha seguido una estrategia impulsada por el desarrollo en Nigeria, manteniéndose alejado de la cooperación militar y de seguridad más allá de la simbólica Asociación bilateral de Seguridad y Defensa, que ha tenido un impacto insignificante sobre el terreno. Esto debe cambiar.
Si bien el historial de derechos humanos de Nigeria lo convierte en un socio problemático, Gran Bretaña tiene un papel decisivo que desempeñar para evitar que el país descienda de un estado frágil a un estado fallido. Lograr una reforma efectiva del sector de la seguridad es clave para cultivar la policía, los servicios de seguridad y el ejército que Nigeria necesita con urgencia. Esta es una de las muchas áreas en las que la experiencia británica podría marcar la diferencia.
Sin embargo, hay poco que sugiera que el Reino Unido le está dando a Nigeria la prioridad que se merece. La crisis del costo de vida y la inflación obstinadamente alta han limitado la capacidad del Reino Unido para ejercer influencia internacional. Mientras tanto, la guerra en Ucrania ha ocupado con razón el centro del escenario. A pesar de estas prioridades políticas contrapuestas, el Reino Unido no puede permitirse descuidar la situación en Nigeria.
Si bien cuenta con la economía más grande de África, el país también alberga la población más grande del mundo de personas que viven en la pobreza extrema. Alrededor de un tercio de los nigerianos están desempleados, y la ausencia de oportunidades económicas alimenta el terrorismo, la emigración y la inseguridad, todo lo cual amenaza la seguridad nacional de Gran Bretaña. El gobierno del Reino Unido no puede permanecer pasivo ante la creciente inestabilidad en Nigeria. Tampoco puede darse el lujo de esperar que la nueva administración tenga éxito donde sus predecesores fracasaron.
No hay nada que sugiera que el nuevo gobierno de Nigeria tenga la voluntad o la imaginación para detener la marea. La intransigencia estratégica de Gran Bretaña hacia Nigeria debe terminar. Es hora de que el Reino Unido reconozca que tiene intereses reales en juego en Nigeria, así como la capacidad de influir en el cambio. Todo lo que falta es la voluntad política para actuar. Y el tiempo se está acabando.
*Ayo Adedoyin, CEO de la Organización Internacional para la Construcción de la Paz y la Justicia Social.
Artículo publicado originalmente en Argumentos Africanos
Foto de portada: El presidente Tinubu inspecciona una guardia de honor el 12 de junio, Día de la Democracia. Su respuesta a la crisis de seguridad de Nigeria no ha sido impresionante. Foto cortesía: Asiwaju Bola Ahmed Tinubu.
