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La división interna es la mayor amenaza para la unidad del Sudeste Asiático

Por Joseph Chinyong Liow*- A medida que la rivalidad entre las grandes potencias proyecta su larga sombra sobre el Sudeste Asiático, el imperativo de la unidad regional se hace más urgente. Sin embargo, la diversidad, las divisiones y las disputas siguen siendo rasgos característicos de la región que suponen una importante amenaza para la unidad.

Las diferencias de culturas, lenguas, religiones, experiencias históricas, sistemas políticos y vías de desarrollo han configurado el Sudeste Asiático tal y como es hoy. Desde el punto de vista geopolítico, estas diferencias hacen que el reto de forjar la unidad sea una tarea especialmente onerosa.

Durante la Guerra Fría, la diversidad se manifestó en la división ideológica del Sudeste Asiático en Estados comunistas y no comunistas. Esta división también asumió una expresión geográfica en términos de la división entre el Sudeste Asiático continental (mayoritariamente comunista) y el marítimo (no comunista).

Sin embargo, la imagen que se desprende de un análisis más detallado es mucho más compleja. Entre los Estados comunistas continentales había clientes chinos y soviéticos, en un momento en que la división sino-soviética estaba en su apogeo. Aunque las relaciones entre los Estados marítimos no comunistas eran más armoniosas, seguían estando plagadas de sospechas y desconfianzas residuales, muchas de las cuales adoptaban la forma de disputas de soberanía derivadas de proyectos de descolonización.

Desde 2022, la diversidad también se ha manifestado en las posturas de los Estados regionales con la guerra en Ucrania. Potencias regionales como Vietnam (por sus antiguos vínculos con Rusia) e Indonesia (por su principio de no alineación en política exterior) han adoptado posturas cautelosas, mientras que Singapur ha condenado abiertamente al Kremlin y ha impuesto sanciones unilaterales.

Por su parte, la junta militar que tomó el poder en Myanmar en febrero de 2021 ha sido, como era de esperar, uno de los más firmes partidarios de Rusia. Aunque otros Estados del Sudeste Asiático votaron en las Naciones Unidas para condenar «la invasión rusa», han evitado adoptar posturas más firmes.

Luego vienen las divisiones. Uno de los retos más acuciantes para la cohesión de la ASEAN es la crisis de Myanmar. Aunque la ASEAN se ha esforzado por mantener una apariencia de unidad en sus esfuerzos por presionar a los dirigentes de la junta de Myanmar, las diferencias entre los Estados miembros sobre esta cuestión disminuyeron las perspectivas de que la organización resolviera la crisis.

En vísperas de la reunión de ministros de Asuntos Exteriores de la ASEAN, que se celebrará en Yakarta en febrero de 2023, Tailandia se desmarcó de la exclusión formal de la junta de las conversaciones regionales por parte de la organización y se acercó a ella de distintas formas. En diciembre de 2022, Tailandia organizó una «consulta informal abierta» con la Junta en la que participaron otros Estados del sudeste asiático. En febrero de 2023, Tailandia invitó a Myanmar a la Reunión Plus de Ministros de Defensa de la ASEAN sobre seguridad marítima, que copresidió con Estados Unidos.

La postura visiblemente acomodaticia de Tailandia contrasta con la de varios otros Estados miembros de la ASEAN que siguen presionando a la junta de Myanmar para que acate el consenso de cinco puntos acordado en la cumbre extraordinaria de 2021. El primer ministro malasio, Anwar Ibrahim, incluso se puso en contacto con su homólogo tailandés el 10 de febrero de 2023, instando a Bangkok a adoptar una postura más firme contra la junta. Estas divisiones impidieron que la ASEAN emitiera una declaración conjunta en el segundo aniversario del golpe.

Las persistentes líneas divisorias en el Sudeste Asiático han dado lugar periódicamente a disputas diplomáticas e incluso a conflictos discretos. Por ejemplo, en 2013, militantes del archipiélago filipino de Sulu desembarcaron en el estado malasio oriental de Sabah para reivindicar la soberanía del histórico sultanato de Sulu sobre ese territorio. La situación sirvió para recordar que la reivindicación filipina del territorio malasio de Sabah sigue sin resolverse.

En el sudeste asiático continental, existen diferencias entre los Estados ribereños del Mekong por la iniciativa unilateral de Laos de construir presas -con ayuda china- en tramos del río que pasan por territorio laosiano. En el sudeste asiático marítimo, un alto funcionario de un Estado miembro de la ASEAN calificó de «acontecimiento desafortunado» y de «inconveniente para la ASEAN» la decisión de Filipinas de someter en 2013 a un tribunal internacional su caso contra China por sus disputas territoriales en el mar de la China Meridional.

Los detractores han criticado a menudo a la ASEAN por su incapacidad para resolver las diferencias entre los Estados miembros. Esta crítica revela un malentendido fundamental sobre el papel y las limitaciones de la ASEAN. Desde su creación, el principal objetivo de la ASEAN ha sido crear un entorno más propicio para la cooperación entre los Estados del Sudeste Asiático. También trata de gestionar sus diferencias de forma que éstas no obstaculicen las aspiraciones más amplias de mejorar la cooperación. Aunque el éxito de la ASEAN en este sentido ha sido desigual, nunca se pensó que fuera la panacea para todos los problemas de la región.

En este sentido, no debe sorprender que los Estados miembros nunca hayan utilizado el mecanismo del Alto Consejo previsto en el Artículo 14 del Tratado de Amistad y Cooperación. La resolución de las disputas en las que se han visto implicados los Estados del Sudeste Asiático se ha producido normalmente a través de la mediación de terceros y de los esfuerzos de instituciones internacionales como el Tribunal Internacional de Justicia.

El Sudeste Asiático ha experimentado un gran avance desde los años de la Guerra Fría, cuando se la describía como una «región de revueltas». Sin embargo, a pesar de la atención prestada a la rivalidad entre grandes potencias y sus consecuencias para la seguridad regional, persisten los conflictos intramuros.

A menos que los Estados del Sudeste Asiático pongan orden en la región, el reto de fomentar la tan necesaria unidad regional frente a la agudización de la rivalidad entre las grandes potencias se agudizará, al igual que las consecuencias de su incapacidad para hacerlo.

 *Joseph Liow es Decano y Catedrático Tan Kah Kee de Política Comparada e Internacional en la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales de la Universidad Tecnológica de Nanyang.

Artículo publicado originalmente en East Asia Forum.

Foto de portada: Ciudadanos protestan contra el golpe de Estado realizado por parte del Ejército en Mandalay, Myanmar, el 28 de febrero de 2021. Agencia Anadolu

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