Trump, un presidente que se define más por su pragmatismo económico que por una ideología firme, regresa a la Casa Blanca en medio de un contexto internacional complejo, en el que abundan conflictos no resueltos y tensiones estratégicas que la administración demócrata anterior dejó sin resolver o incluso exacerbó.
Su retorno plantea interrogantes sobre cómo Estados Unidos redefinirá sus alianzas en Asia y Medio Oriente, dos regiones donde las prioridades estratégicas de Washington están profundamente entrelazadas con sus intereses de seguridad y hegemonía económica.
Es crucial tener en cuenta que, aunque Trump se posicione al frente de la política exterior, el verdadero motor detrás de las decisiones en el ámbito de seguridad y defensa sigue siendo el Pentágono, una institución que mantiene una visión a largo plazo que no siempre coincide con los intereses o el enfoque del presidente en funciones.
Este análisis explora las posibles transformaciones que podría implementar Trump, así como los desafíos y “trampas” dejadas por la administración demócrata, que buscarán limitar o encauzar sus movimientos en la arena internacional.
La Estrategia con China: De la Contención a la Competencia Abierta
Uno de los ejes más relevantes de la política exterior de Trump será su relación con China, país que ya enfrenta una guerra comercial y tecnológica sin visos de resolver. La administración Biden intensificó estas tensiones mediante sanciones y restricciones en sectores estratégicos como los semiconductores y la inteligencia artificial, buscando frenar el avance chino en tecnología. Trump retomará esta “diplomacia de presión”, aunque desde una óptica que combina confrontación y negociación.
Con su perfil de hombre de negocios, Trump podría presionar a China mientras explora oportunidades para obtener concesiones favorables en materia comercial. Sin embargo, su pragmatismo podría inclinarlo a buscar una “paz económica” que permita a ambas potencias asegurar un espacio de competencia más controlado.
No obstante, las restricciones impuestas por el Pentágono, que ve a China como la principal amenaza a la hegemonía de Estados Unidos, podrían frenar cualquier intento de acercamiento.
En este contexto, el eje Indo-Pacífico cobra una importancia renovada, con Trump probablemente apoyando al grupo Quad (Estados Unidos, India, Japón y Australia) como mecanismo de equilibrio de poder. India, especialmente, podría recibir un respaldo significativo en defensa y comercio, consolidándose como un socio clave en la estrategia estadounidense para contener la influencia china en Asia.
Reanudación del Diálogo con Corea del Norte: Pragmatismo en Acción
Uno de los momentos más inusuales de la primera administración Trump fue su acercamiento a Kim Jong-un, el líder de Corea del Norte país que por décadas había sido aislado en el tablero internacional. Aunque no se alcanzaron acuerdos definitivos en el tema nuclear, la predisposición de Trump para negociar en términos que otros presidentes habían evitado marca un posible resurgimiento de las conversaciones con Corea del Norte.
La administración de Biden, al dejar este conflicto en suspenso, crea una oportunidad para Trump de retomar el diálogo desde una óptica de negocio: en la que Estados Unidos busque trabar el desarrollo de las relaciones entre Corea del Norte y la Federación Rusa a la vez de buscar reducir las “amenazas” de Pyongyang mediante incentivos económicos y promesas de reducción de sanciones.
Sin embargo, el Pentágono observa con cautela cualquier pacto que pueda significar concesiones a Corea del Norte, por lo que Trump deberá equilibrar su enfoque personal con las directrices de seguridad nacional.
La apertura de Trump al diálogo con Corea del Norte también le permitirá reposicionar a Estados Unidos como un mediador en la región, reduciendo la influencia que China ha ganado en Corea del Norte a través de su apoyo financiero y diplomático.
Japón y Corea del Sur: La Seguridad Como una Transacción
Otra de las prioridades de Trump en Asia es redefinir las relaciones de seguridad con sus aliados tradicionales, Japón y Corea del Sur. Durante su mandato anterior, Trump ya había planteado la idea de que ambos países aumentaran su contribución a los costes de defensa, un enfoque que probablemente retomará ahora que su pragmatismo y su perfil empresarial regresan a la Casa Blanca.
Desde la óptica de Trump, el “paraguas de seguridad” que Estados Unidos ofrece a estos países debería financiarse de manera más equitativa. Si bien Japón y Corea del Sur consideran esencial la presencia militar estadounidense para contrarrestar las amenazas en la región, Trump presionará para que aumenten su inversión en defensa, incluso planteando que asuman más responsabilidad en sus propias estrategias de defensa regional. Esto no solo reduciría los costos para EE. UU., sino que permitiría que las fuerzas estadounidenses se enfoquen en otras áreas claves en donde ha estado poniendo su énfasis en los últimos tiempos como lo es el Comando Sur y Latinoamérica en linea general.
No obstante, esta postura tiene sus riesgos. La retirada parcial de tropas o la disminución de presencia militar podría interpretarse como una señal de debilidad, algo que tanto China como Corea del Norte podrían explotar. Aquí nuevamente surge la influencia del Pentágono, que podría limitar los movimientos de Trump en este sentido, priorizando la estabilidad de las alianzas asiáticas.
AUKUS y la Alianza en el Indopacífico
En los últimos años, el pacto AUKUS (Australia, Reino Unido y Estados Unidos) ha ganado prominencia como una estrategia para contrarrestar la expansión china en el Indopacífico. La administración Trump impulsará este acuerdo, especialmente en el sector de tecnología avanzada y defensa, donde ve oportunidades tanto de lucro como de fortalecimiento estratégico. AUKUS servirá de base para proyectos de defensa conjuntos, como submarinos nucleares, que fortalecerán la presencia de Estados Unidos y sus aliados en esta zona crítica.
India, vista como una potencia emergente con el potencial de contrarrestar a China, jugará un papel clave en esta estrategia. Trump buscará fortalecer y ampliar desde todos los sectores los lazos con Nueva Delhi mediante acuerdos de cooperación militar y económica, consolidando así un bloque en el Indo-Pacífico que combine intereses de seguridad con incentivos comerciales. La intención de Trump de estructurar alianzas flexibles le permitirá adoptar un enfoque menos dependiente de la OTAN, concentrándose en acuerdos que generen beneficios concretos en cada caso.
Medio Oriente: El Caso de Gaza y Palestina
Uno de los legados más polémicos de la administración Trump ha sido su apoyo incondicional a Israel, materializado en el reconocimiento de Jerusalén como capital israelí y en la retirada de apoyo a organizaciones palestinas.
Sin embargo, esta nueva administración podría adoptar un enfoque diferente respecto al conflicto en Gaza y Palestina. Aunque su relación con Israel sigue siendo fuerte, Trump puede optar por una posición que busque una paz negociada, motivada por la necesidad de reducir tensiones en una región que afecta la estabilidad global.
La administración Biden heredó un conflicto agudizado, donde la política de asentamientos y los ataques en Gaza han alimentado una narrativa de agresión continua. Trump podría buscar una solución que ponga fin a esta escalada, aunque con una postura pragmática que se distancie de una crítica explícita a Israel.
Su objetivo sería reducir la carga diplomática de Estados Unidos en el conflicto palestino-israelí, permitiendo que otras potencias, como Rusia y la República Popular China, tomen un rol más prominente en las negociaciones, mientras él se concentra en fortalecer la estabilidad en otras áreas de interés.
Los Desafíos Internos
A pesar de la fuerte impronta personal que Trump imprime en la política exterior, la verdadera autoridad en materia de seguridad reside en el Pentágono, una entidad con una agenda a largo plazo que no siempre coincide con la visión del presidente en turno. Durante su primera administración, Trump encontró resistencia por parte de los altos mandos militares, y en este segundo mandato no será diferente.
El Pentágono prioriza la contención de China y la estabilidad en el Indo-Pacífico, sin compromisos que consideren riesgosas o costosas las negociaciones con Corea del Norte. Esta disparidad de prioridades podría generar tensiones en la administración Trump, limitando su capacidad de redefinir la política exterior según sus propios términos.
La reelección de Donald Trump abre un nuevo capítulo en la política exterior estadounidense, marcado por la confrontación con China, la redefinición de alianzas en Asia y una posible estabilidad negociada en Medio Oriente. Sin embargo, esta administración enfrentará las trampas y desafíos heredados de la administración demócrata, así como las restricciones impuestas por el propio Pentágono, que seguirán condicionando las decisiones en materia de seguridad.
Tadeo Casteglione*. Experto en Relaciones Internacionales y Experto en Análisis de Conflictos Internacionales, Diplomado en Geopolítica por la ESADE, Diplomado en Historia de Rusia y Geografía histórica rusa por la Universidad Estatal de Tomsk. Miembro del equipo de PIA Global.
Foto de portada: Carmen Luna
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