Europa

Europa se prepara para la economía de guerra

Por Vladímir Kornílov* –
El Parlamento Europeo va a aprobar con carácter de urgencia la Ley de Apoyo a la Producción de Munición, previamente aprobada por la Comisión Europea y los líderes de la UE.

Europa está pasando a una economía de guerra. Si piensan que esto es una exageración, no se trata en absoluto de nuestra imaginación. El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, lo afirmó sin rodeos, diciendo que, de lo contrario, los europeos se enfrentarían a lo peor: el fin de la guerra en Ucrania. Los medios de comunicación proeuropeos también califican las próximas medidas de «plan industrial de economía militar».

El caso es que esta semana (la votación está prevista para el miércoles-jueves) el Parlamento Europeo va a aprobar con carácter de urgencia la Ley de Apoyo a la Producción de Munición, previamente aprobada por la Comisión Europea y los líderes de la UE. El nombre del proyecto de ley (Act in Support of Ammunition Production) se ha elegido deliberadamente para que las siglas enfaticen la urgencia del momento: ASAP en inglés suele significar «Tan pronto como sea posible». La esencia de la propuesta es la asignación de 500 millones de euros a la producción de armamento para su posterior envío a Ucrania.

Hay pocas dudas de que los legisladores europeos apoyarán este proyecto. Así lo demuestra, al menos, el hecho de que 618 eurodiputados votaran (como «accidentalmente» el 9 de mayo) a favor del procedimiento acelerado, con sólo 90 abstenciones o votos en contra. Pero a pesar de esta aparente unanimidad, ya existe un acalorado debate en torno al proyecto de ley en el seno de diversos partidos y facciones.

Por ejemplo, el periódico il Fatto Quotidiano se hizo eco de la indecisa posición de los demócratas italianos. Por un lado, no quieren ir en contra de sus votantes; por otro, temen no mostrar solidaridad con la facción del Parlamento Europeo. Sin embargo, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, ya eligió la vía del enfrentamiento con sus propios votantes cuando leyó los resultados de las últimas encuestas y dijo que arriesgaría la popularidad de su gobierno para seguir apoyando a Ucrania.

Y el hecho de que la clase dirigente europea entiende el estado de ánimo de la sociedad queda claramente demostrado por sus intentos más activos de manipular estos mismos sondeos de opinión. Por ejemplo, el otro día muchos medios de comunicación se refirieron alegremente a la encuesta de SWG con el titular: «¡La mayoría de los italianos apoya el armamento de Ucrania!

De hecho, este sondeo revela que el 51% de los italianos no está en contra del envío de armas al régimen de Kiev (con un 31% en contra). Pero los medios de comunicación tratan de no subrayar o simplemente ignoran el hecho de que el 51% suma dos componentes: sólo el 22% está de acuerdo en suministrar armas hasta que «Rusia no sea derrotada» y el 29% quiere que las armas contribuyan a las negociaciones y a la paz, «incluso con la cesión de territorios ucranianos». De acuerdo, un matiz importante, pero se ignora estudiadamente, lo que es una manipulación flagrante.

Del mismo modo, la corriente dominante está obstruyendo activamente la iniciativa de un referéndum nacional en Italia contra el suministro de armas a Ucrania. Las esperanzas de los organizadores del plebiscito están ahora vinculadas a una manifestación contra la guerra en Cerdeña prevista para el 2 de junio. Hay indignación por los planes del gobierno de empezar a entrenar a pilotos ucranianos específicamente en su isla, y varias poderosas organizaciones pacifistas y sindicales tienen la intención de celebrar una manifestación masiva bajo el lema «¡Estamos ocupados por la OTAN!».

Las mismas tendencias se observan también en otros países europeos. Un ejemplo muy revelador en este sentido fue la reciente acción con el izado de un tanque ruso derribado en el centro de Ámsterdam, con el que los «halcones» europeos han recorrido toda Europa. Las autoridades de la ciudad habían pensado sacar partido del tema bélico, pero la alcaldesa Femke Halsema se encontró con una feroz oposición a la acción por parte de los residentes locales. Preguntan con razón: ¿por qué las autoridades no pusieron al lado un tanque ucraniano derribado, si no se trataba de una broma rusófoba habitual?

Por el contrario, muchos holandeses, siguiendo el ejemplo de acciones similares en Berlín, arrojaron flores al tanque en señal de apoyo a Rusia, acompañadas de eslóganes como «¡Negociaciones, no escalada!» y «¡Dejad de suministrar armas a Ucrania!». Viendo que algo había salido mal, el organizador del «evento», el director de la plataforma de debate de ámbito nacional De Balie, Yuri Albrecht, tuvo incluso un rifirrafe con un periodista que se limitó a preguntarle cuánto le pagaba la OTAN por semejante propaganda.

Así pues, las pasiones están a flor de piel y van en aumento. Por supuesto, hay que apoyar y desarrollar estas tendencias en la sociedad occidental. Hace un siglo, el movimiento europeo bajo el lema general «¡Manos fuera de Rusia!» desempeñó un papel importante a la hora de frustrar la intervención en nuestro país. En aquella época, el joven Estado soviético disponía de muchas menos herramientas para influir en este sentimiento, pero aun así consiguió burlar eficazmente las prohibiciones de la censura y las fronteras. No cabe duda de que ahora disponemos de muchas más herramientas de este tipo.

*Vladímir Kornílov, politólogo.

Artículo publicado originalmente en RIA Novosti.

Foto de portada: © AP Photo / Francisco Seco. La bandera frente a la sede de la UE en Bruselas. Foto de archivo

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