Lula volvió de China con una nueva granizada de problemas que afrontar. Y ahora, todas las soluciones pasan por el Congreso.
Hasta ahora no se sabe de dónde salió el disparo que hizo la CNN cuando filtró imágenes secretas el 8 de enero, ni cuál era la dirección. Esta maniobra huele a represalia contra el gobierno, ya que los grandes medios de comunicación están claramente descontentos con el reposicionamiento de la política exterior de Lula. Viniendo de la CNN, una agencia de noticias norteamericana, no cabe duda. ¿Y cómo llegaron las imágenes a la cadena? A través de la Policía Federal o de la propia Gabinete de Seguridad Institucional, demostrando que el jefe del Gabinete, el general Gonçalves Dias, «perdió el control de las tropas». ¿Sería esta una buena oportunidad para desgastar al gobierno? Podría serlo. Nadie sabe aún cuál es la base real de Lula en el Congreso, y el descontento popular empieza a aparecer en los sondeos de opinión.
En este caso, la caída de Gonçalves Dias abre el camino para la instalación de un Comisión Parlamentaria de Investigación Mixta (CPMI) para el 8 de enero controlado por la oposición justo cuando llegue al Congreso la propuesta del nuevo marco fiscal. Pero si esta era la intención, podría resultar contraproducente. Después de todo, el gobierno sintió el golpe y también empezó a defender la CPI. Además de eso, Lula ha hecho un esfuerzo para reducir la presencia de militares en los altos mandos y la sustitución de Gonçalves Dias por Ricardo Cappelli sería un paso más para desmantelar el aparato militar montado por el general Heleno y colocar la GSI bajo control civil, evalúa Rodrigo Lentz, o incluso extinguirla.
El problema es que el gobierno no tiene control sobre los tiempos políticos del proceso, como quedó claro esta semana. Aún así, el hecho forma parte de un conjunto más amplio de acciones, que incluye un proyecto que autorizaría a la CGU a investigar irregularidades cometidas por militares en el ejercicio de funciones públicas. Además, las imágenes difundidas por la CNN tienden a legitimar la Operación Lesa Pátria de la PF, que recientemente detuvo a un teniente coronel de la Fuerza Aérea por su implicación en los actos de enero, así como a respaldar al STF que formó mayoría para procesar a los implicados en los actos del 8 de enero, además de las posibles conexiones entre estos y el Gabinete Odio de la familia Bolsonaro.
A su regreso de China, Lula trajo un bagaje de acuerdos, perspectivas de futuro, pero también nuevos problemas. El balance general es indudablemente positivo. El gobierno consiguió actualizar su agenda internacional, sobre todo después de que las conversaciones con Joe Biden y la Unión Europea no prosperaran. Igualmente importante es que los acuerdos firmados con China van más allá del sector agroexportador, incluyendo la colaboración en las áreas de investigación espacial, inversiones en tecnología de las comunicaciones, cooperación industrial y lucha contra el hambre.
Como era de esperar, las críticas de Lula a la participación de los miembros de la OTAN en la guerra de Ucrania generaron el descontento de Estados Unidos y quejas en los medios de comunicación locales. Lula incluso llegó a un compromiso al día siguiente, pero la señal de cambio ya se ha dado. Y si para Brasil es más difícil asumir un papel de neutralidad para mediar en el conflicto entre la OTAN y Rusia, las compensaciones son ventajosas: Brasil consolida su relación con las potencias del Este, puede soñar con un lugar en el Consejo de Seguridad de la ONU y la propuesta de un acuerdo nuclear con Rusia puede cobrar vida. Más cerca de casa, Lula apuesta también por estrechar lazos con los países vecinos, empezando por la reconstrucción de UNASUR, y también por el pago de las deudas atrasadas de Brasil con el Fondo de Convergencia Estructural del Mercosur (FOCEM), pendientes desde 2014.
*Lauro Allan Almeida y Miguel Enrique Stédile son los editores del boletín O Ponto del Instituto de Estudios Contemporaneos.
Este artículo fue publicado por Brasil de Fato.
FOTO DE PORTADA: Congreso, Brasil.