Además, la llegada del presidente sirio y su delegación coincidió con las conversaciones técnicas de los viceministros de Asuntos Exteriores de Irán, Rusia, Siria y Turquía, que debían celebrarse los días 15 y 16 de marzo y que tenían por objeto allanar el camino para una reunión de los ministros de Asuntos Exteriores. Al parecer, las conversaciones no se celebraron. Por casualidad o deliberadamente, la visita de Bashar Assad coincidió también con el 12º aniversario del inicio de las protestas en Siria, que más tarde se convirtieron en una sangrienta guerra civil en la que participaron numerosas fuerzas externas.
La visita del presidente sirio a Rusia destaca sobre todo porque se produce en un contexto de cambios y acontecimientos muy importantes en la región.
El contexto cambiante
El final de 2022 y el principio de 2023 depararon muchas sorpresas diplomáticas en Oriente Próximo. En su mayor parte, fueron la continuación lógica de la ardua labor diplomática de los países implicados y de los grandes procesos de transformación que se han venido desarrollando en los últimos años, iniciados ya en 2010 y que conducen inevitablemente a la formación de un nuevo sistema regional de relaciones. Pero son precisamente los acontecimientos de los últimos meses los que apuntan a la aparición de nuevas tendencias que, si se desarrollan adecuadamente, podrían dar lugar a resultados constructivos.
Así, a finales de diciembre de 2022, los ministros de Defensa e Inteligencia de Rusia, Siria y Turquía se reunieron en Moscú e iniciaron el proceso oficial para establecer gradualmente relaciones entre Ankara y Damasco y establecer un nuevo formato de interacción regional, así como para resolver la crisis siria. La reconciliación sirio-turca es uno de los componentes indispensables para resolver el conflicto en la República Árabe Siria.
El trágico terremoto de febrero de 2023 aceleró el proceso de restablecimiento de los lazos de Siria con los países árabes de la región. El ministro de Asuntos Exteriores de EAU fue uno de los primeros en visitar Damasco, los ministros de Asuntos Exteriores de Jordania y Egipto visitaron Siria por primera vez en años de conflicto, y el presidente egipcio mantuvo su primera conversación telefónica con su homólogo sirio. Arabia Saudí envió varios aviones con ayuda humanitaria a Siria por primera vez, y Bashar al-Assad visitó Omán por primera vez desde que comenzó la guerra.
También son dignos de mención los acuerdos del 13 de marzo entre Irán y Arabia Saudí, que decidieron restablecer relaciones diplomáticas y desarrollar la cooperación. Dado que Teherán es uno de los socios clave de Damasco, y siempre que las relaciones irano-saudíes evolucionen en una dirección positiva (o al menos de forma no conflictiva), es probable que también tengan un impacto constructivo en las relaciones sirio-saudíes. Y la decisión de Riad afectará, a su vez, al resto de la región. En este sentido, cabe destacar también la importante declaración del ministro de Asuntos Exteriores saudí en la Conferencia de Seguridad de Múnich de que el aislamiento y la política de statu quo sobre Siria no funcionan y que tarde o temprano será necesario un diálogo con Damasco.
También es importante el hecho de que el interés de Estados Unidos por Siria sigue ausente, mientras que la atención a Oriente Medio continúa menguando. Aunque su presencia militar en la región y sus capacidades operativas permanecen intactas, la voluntad de Washington de implicarse en los problemas regionales está disminuyendo. Esta tendencia conduce lógicamente a lo inevitable: una mayor autonomía y actividad de los Estados regionales. Esto afecta sobre todo a Turquía, Irán, Arabia Saudí y los EAU. Los socios tradicionales de Estados Unidos en la región están empezando a aplicar políticas más autónomas que hace 8-10 años, a perseguir sus intereses nacionales, a diversificar su cartera de asociaciones y a cubrir riesgos.
Todo ello está contribuyendo a crear un entorno más propicio para reducir los conflictos en la región y dar a Siria la oportunidad de resolver gradualmente sus problemas.
La agenda
Tradicionalmente, las relaciones bilaterales figuran en el orden del día de las reuniones entre jefes de Estado. Sin embargo, en el caso de Siria, esto siempre va acompañado de una serie de cuestiones relacionadas con la resolución de los problemas humanitarios y socioeconómicos y la búsqueda de compromisos y concesiones para hacer avanzar el proceso de arreglo. Más aún en las circunstancias actuales, en las que se avecina una normalización sirio-turca que requiere el enfoque más cauteloso y equilibrado.
Según el presidente sirio, las conversaciones y la reunión de la comisión intergubernamental ruso-siria fueron muy diferentes esta vez. «Se centró … en los proyectos de inversión y en el acuerdo que hay que firmar. Se trata de 40 proyectos específicos de inversión en energía, electricidad, petróleo, transporte, vivienda, áreas relacionadas con la industria y muchas otras áreas, pero con proyectos claramente definidos», dijo Assad. Si estos proyectos se llevan realmente a cabo, podrían contribuir significativamente a la recuperación gradual de la economía siria.
Siria necesita más que nunca ayuda humanitaria y económica, especialmente tras el catastrófico terremoto de febrero de 2023. Además de los envíos regulares de ayuda humanitaria a Siria, la Cruz Roja rusa desplegó una unidad móvil de ayuda médica en Latakia a principios de marzo, y un hospital multiprofesional ruso con un equipo multidisciplinar de médicos del Centro Federal de Medicina de Catástrofes del Ministerio de Sanidad ruso empezó a trabajar en Alepo. Durante las conversaciones, Putin aseguró a su homólogo sirio la continuidad de la ayuda.
Al mismo tiempo, la exclusión temporal de seis meses de los bienes humanitarios para Siria de las sanciones estadounidenses no mejora en nada la situación de la crisis del combustible. No hay gasolina suficiente para las ambulancias, los grupos electrógenos, la maquinaria y los tractores para retirar los escombros, por no hablar de la reconstrucción a gran escala. En este contexto, es especialmente importante el calentamiento de las relaciones entre Siria y otros países árabes acelerado por el terremoto. La ayuda humanitaria y económica de los países del Golfo ya está contribuyendo significativamente a superar la crisis, y su sostenibilidad podría ayudar a la recuperación económica del país. En este contexto, Moscú lleva tiempo contribuyendo a reconstruir las relaciones de Damasco con sus vecinos y los países árabes, para los que la reintegración de Siria en la economía regional es un elemento importante de su política. En este contexto, la dificultad de las negociaciones entre Moscú y Damasco radica en que este último, entendiendo que se está produciendo una normalización gradual e inevitable (desde su punto de vista), no es demasiado partidario de compromisos y concesiones.
Otra cuestión problemática es la normalización de las relaciones entre Damasco y Ankara. A pesar de los acuerdos generales y los planes de los presidentes ruso y turco de restablecer el diálogo con Damasco, existe una lógica interna tanto en Siria como en Turquía. Tras las conversaciones de ayer con Putin, en una entrevista concedida a RIA Novosti, Bashar al-Assad reiteró su planteamiento: su encuentro con R.T. Erdogan sólo será posible «cuando Turquía esté dispuesta de forma clara y sin incertidumbres a una retirada total [de los militares turcos] de Siria, al fin del apoyo al terrorismo y al retorno a la situación anterior a la guerra en Siria». Ankara tiene sus propias prioridades y lógica, y es que la normalización de las relaciones con Siria debe incluir:
- La resolución de la cuestión kurda y la determinación del estatuto de los grupos armados kurdos que Turquía considera terroristas;
- El regreso de los refugiados sirios a sus hogares;
- El proceso político, las reformas y la reconciliación con la oposición.
- Acordar estos puntos es un proceso complejo. Ankara no retirará sus fuerzas armadas de Siria sin garantías sobre sus cuestiones prioritarias, especialmente el problema kurdo. Y no podrá resolverse mientras las fuerzas estadounidenses permanezcan en el noreste de Siria.
En cuanto al retorno de los refugiados sirios desde Turquía (unos 3,5 millones), a pesar de las declaraciones tanto de Moscú como de Damasco, no están preparados para el retorno masivo de sirios a sus hogares por varias razones de peso:
- La difícil situación socioeconómica de Siria. A corto plazo, el gobierno sirio no dispone de infraestructuras y recursos económicos suficientes para acoger a un gran número de refugiados que regresan.
- El coste de mantener y reintegrar a millones de refugiados supondría una carga insostenible para la débil economía siria y podría llevarla al colapso.
- El sentimiento antigubernamental persiste entre los refugiados; la residencia compacta de masas marginadas crea riesgos de aumento de la inestabilidad y las protestas, alimenta el mercado negro y amenaza la estabilidad social.
- Las regiones de Siria situadas a lo largo de la frontera con Turquía no están preparadas para la adaptación e integración de los nuevos retornados.
Además, existe escepticismo entre los académicos sobre las perspectivas de un proceso político en Siria. Damasco no está dispuesto a hacer concesiones a la oposición siria, a la mayoría de cuyos representantes considera terroristas o desconectados de la realidad y al servicio de los intereses de otros países. Además, tras 12 años de guerra y los incipientes procesos de normalización con los países de la región, Damasco no tiene ninguna motivación para hacer concesiones. Además, en vísperas de las elecciones de mayo en Turquía, Siria se da cuenta de que los avances en la normalización sirio-turca pueden ayudar a R. Erdoğan a ganar puntos adicionales. Esta es probablemente la razón por la que B. Assad no tiene prisa por reunirse con Erdogan.
Rusia, al mediar en la normalización sirio-turca, intenta garantizar unas condiciones aceptables para avanzar. Ahora está claro que se trata de un proceso extremadamente complejo y largo, dado que tanto Damasco como Ankara tienen una serie de serias exigencias mutuas. Y la tarea de Moscú es convencerles de que inicien el proceso de negociación sin condiciones previas. Así, las conversaciones técnicas programadas para el 16 de marzo por los viceministros de Asuntos Exteriores de Rusia, Irán, Siria y Turquía en Moscú fueron aplazadas indefinidamente por «razones técnicas». Tal vez tal decisión se debiera a la visita de B. Assad a Moscú y a los resultados de las conversaciones. El 15 de marzo, el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, no sólo se reunió con su homólogo sirio, sino que también mantuvo una conversación telefónica con el ministro de Asuntos Exteriores turco por la noche. Es muy posible que las partes aún no estén preparadas para una reunión de este nivel. Los motivos del aplazamiento pueden ser varios, pero no anulan el avance ya iniciado hacia la normalización de las relaciones sirio-turcas.
Aunque la visita de B. Assad a Moscú no trajo consigo un acuerdo decisivo, se produjo en un momento muy importante y confirmó la importancia del expediente sirio para Rusia, y su importancia para la región, contrariamente a lo que afirman muchos observadores, que Moscú está reduciendo su atención a Siria. Rusia sigue desarrollando la cooperación económica con Damasco, al tiempo que continúa mediando en los esfuerzos de reconciliación dentro del país y normalizando las relaciones de Damasco con sus vecinos, los Estados árabes. Moscú sigue buscando nuevos enfoques para resolver el conflicto lanzando nuevas vías regionales, como el formato Rusia-Irán-Siria-Turquía, que podría introducir una nueva dinámica positiva. Teniendo en cuenta otros procesos regionales (normalización irano-saudí, turco-saudí, etc.) y globales (transformación del mundo unipolar, aparición de nuevos centros regionales de poder, desarrollo del multivectorismo, etc.), todo ello crea en última instancia probablemente las condiciones más favorables para avanzar en la vía siria en los últimos 10 años.
*Alexei Khlebnikov es experto en Oriente Medio y política exterior rusa, Máster en Política Internacional, Hubert Humphrey School of Public Policy, Universidad de Minnesota. Escuela Hubert Humphrey de Política Pública, Universidad de Minnesota, Máster en Asuntos Internacionales, Universidad Nacional de Investigación Lobachevsky
Artículo publicado originalmente en el consejo de asuntos internacionales de Rusia (RIAC).
Foto de portada: El presidente ruso Vladímir Putin (derecha) y su homólogo sirio Bashar Assad se estrechan la mano durante su reunión el miércoles 15 de marzo de 2023, en el Kremlin, en Moscú. AP