Hay una obsesión que está al borde del delirio de nuestro gobierno con el país hermano de Nicaragua. El presidente de Chile, con una insolencia extrema, se atreve a llamar al gobierno de Nicaragua como “régimen” y al presidente de ese país hermano lo cataloga como “dictador”. Ahora en un arranque de irresponsabilidad ofreció asilo político a estos saboteadores, que deberán vivir a expensas del dinero de todos los chilenos,
Cuesta comprender este grado de vehemencia que ocupa el gobierno de Chile, contra un país soberano, que ha estado luchando durante décadas contra el imperialismo norteamericano y por liberarse de las garras del neoliberalismo, que tanto daño ha provocado en los países de América Latina.
El gobierno de Chile, junto a numerosos partidos y conglomerados políticos que lo componen, se declara de izquierda. Pero se ha acostumbrado en este último tiempo a atacar a los gobiernos antiimperialistas de la región como Nicaragua, Cuba y Venezuela. Es decir, sigue las mismas directrices del país norteamericano y de los países de la OTAN y la Unión Europea.
Los supuestos “presos políticos” que fueron liberados por el gobierno de Nicaragua, no son presos de conciencia, como la prensa internacional los cataloga. Son saboteadores que recibían dinero extranjero de las ONGs, que operaban en el país de Sandino y que conspiraban para derrocar al gobierno por intermedio de la violencia. Estaban a cargo, dirigían y financiaban las trancas (barricadas), asesinato de policías y atentados a bienes públicos y privados.
Hay que recordarle al presidente de Chile que en Nicaragua existe la democracia plena y no “dictadura”, como en forma insolente se refiere a un país extranjero y soberano. El presidente Daniel Ortega fue elegido por las urnas por amplia mayoría. La democracia funciona mediante los poderes legislativo y judicial y que estos son independientes del ejecutivo. Por lo tanto, detener y encarcelar a estos supuestos “presos políticos” es una facultad propia de uno de los poderes de Nicaragua.
Nos duele que nuestro gobierno se una a la matriz de la opinión pública de occidente y se preste para este tipo de condenas innecesarias para un país hermano. Nicaragua por hoy requiere la solidaridad internacional y nuestro compromiso de irrestricto apoyo a esta nueva oleada de sabotajes y conspiraciones.
No aceptamos ese argumento de comparar la dictadura de Pinochet que encarcelaba opositores y les negaba la nacionalidad por motivos políticos. Este es un escenario totalmente diferente y nos indigna saber que se ocupa esta argucia para justificar la traición a los principios básicos del internacionalismo.
Nicaragua nos necesita y debemos apoyarla sin miramientos ni vacilaciones.
Hugo Farías Moya* Vocero del Colectivo Profesionales por el socialismo
Este artículo fue publicado por codigorojochile.cl
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