El triunfo de los representantes de Revolución Ciudadana en los comicios celebrados el domingo 5 de febrero, ha sido una clara demostración de que el pueblo ecuatoriano después de lidiar con la estafa política de Guillermo Lasso, y la traición de Lenin Moreno, ha decidido despegar hacia un nuevo horizonte.
Esta respuesta electoral es la continuación de la lucha de calle que el gobierno trató de desvirtuar y encorsetar junto a la burocracia del congreso, sin observar que los legítimos reclamos del pueblo ecuatoriano tenían un trasfondo político que ha quedado de manifiesto con los resultados expresados en el referéndum y en el crecimiento territorial de su acérrimo enemigo, el correísmo.
Lasso sabe que, tras esta derrota, en la que intentó concentrar poder para avanzar sobre las instituciones, su situación es más frágil que en junio del año pasado, cuando tuvo que enfrentar diversas movilizaciones en rechazo a su política económica y social. Hoy cuenta con niveles muy bajos de aprobación ciudadana, que rondan entre el 12 y el 30%, según diferentes consultoras de opinión, y un repunte de la oposición electoral que puede complicar aún más, el siguiente tramo de su gestión.
El No, se impuso en las 8 preguntas de la consulta por más del 50%.
En la primera pregunta, sobre la extradición de ecuatorianos por delitos vinculados al crimen organizado internacional, la negativa fue del 51,4 % frente al 48,5 % del sí; en la pregunta número dos sobre la autonomía de la Fiscalía, la derrota del sí fue por el 56%; en la siguiente que planteaba la reducción del número de miembros de la Asamblea se impuso el No por 52,8%; en la cuarta pregunta que planteaba exigir a los movimientos políticos un número mínimo de afiliados el No ganó con el 54%.
En el resto de las preguntas el No, se impuso por más del 50% impidiendo que el ejecutivo pudiera avanzar sobre los mecanismos de control como el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (Cpccs), al que pretendía quitarle la facultad de designar autoridades, como el contralor; como la modificación en la elección de los miembros del Cpccs; entre otras facultades consagradas en el Art. 207. de la Constitución ecuatoriana.
En el caso del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, también se vieron favorecidos los candidatos propuestos por el correísmo.
En lo que concierne al despliegue territorial, los resultados de las elecciones seccionales, que todavía en algunos lugares están en revisión, muestran una expansión institucional de las fuerzas de Revolución Ciudadana posicionadas en 9 provincias de las 24 que tiene el país, entre ellas las 3 más pobladas, ganando también 61 alcaldías, como Quito y Guayaquil, donde se encuentra concentrado el poder político y económico de Ecuador.
El resultado de las elecciones seccionales muestra a Guayaquil como la mayor derrota para Lasso y su política neoliberal tras 30 años de gestión del Partido Social Cristiano que lo coronaban como un bastión histórico de la derecha. La victoria del candidato de RC5 Aquiles Álvarez, y de Cynthia Viteri como alcalde, muestran una síntesis de cuál es la situación general expresada electoralmente.
En Quito, Pabel Muñoz, obtiene la alcaldía y Paola Pabón es reelecta en la prefectura, con un dato significativo, Muñoz gana en la populosa barriada de Calderón con la mayoría de los votos, siendo esta la parroquia más grande de Quito con cerca de 300.000 habitantes.
El despegue
En este momento de crisis sistémica, todo indica que esta derrota de Lasso, puede ser el detonante que impulse su salida antes de las próximas presidenciales de 2025.
Este “voto castigo”, marca un antes y un después en la política ecuatoriana y de acuerdo a como los sectores populares lean esta derrota del oficialismo, se podrían volver a ver situaciones similares a las que congregaron a la gente en las calles para reclamar por la grave situación económica sin resolver.
No es una posibilidad a desdeñar, si vemos con que prontitud Guillermo Lasso salió a hacer un llamado a la unidad convocando a un “gran acuerdo nacional” para solventar las demandas de los ecuatorianos.
Ante esto, las respuestas fueron contundentes, por un lado, el expresidente Rafael Correa expresaba que, el llamado realizado por el mandatario Guillermo Lasso sobre un «acuerdo nacional» no era sincero y estaba lleno de cinismo al tiempo que aseguraba que “un gran acuerdo nacional pasa por adelantar las elecciones”.
El presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), Leónidas Iza, otro de los triunfadores en las elecciones del 5 de febrero, manifestaba ante la prensa que no acudirían al llamado del mandatario ecuatoriano, afirmando que no regresarán a ningún espacio con el gobierno nacional, sentenciando: “¿Creen que vamos a sentarnos frente al presidente que ha mentido mil veces?”.
Por su parte, el presidente de la comisión de fiscalización del congreso ecuatoriano, Fernando Villavicencio, expresó que el presidente Lasso debe dar un paso al costado y mencionó la posibilidad de optar por la “muerte cruzada”, circunstancia en la que se interrumpe el periodo de funciones de los legisladores y del jefe del Estado, y se convoca a elecciones generales para la reposición de estos cargos.
Para desgracia del presidente Lasso, el Tribunal Contencioso Electoral aceptaba el recurso de apelación a la revocatoria de su mandato
Y, como si alguien hubiera pateado el hormiguero, miembros de la Fiscalía General de Ecuador allanaban este viernes 10 de febrero las oficinas de la Presidencia de la República, de la empresa estatal Petroecuador y acudían a las residencias de varios funcionarios y ex altos funcionarios de Petroecuador como parte de una investigación por sospecha de corrupción.
Es difícil de imaginar que Lasso cuente con la “magia” que lo mantenga en el gobierno hasta el 2025, de momento si la crisis se profundiza saldrá del gobierno con un país incendiado y con mayores responsabilidades para terminar sus días en la cárcel.
Oscar Rotundo* es analista internacional y editor del equipo de PIA Global
Foto de portada: AP/Dolores Ochoa