1) La deuda externa es siempre un mecanismo de dominación y de condicionamiento de la economía de los países deudores. Incluso se agrava el nivel de subordinación con los acuerdos con el FMI, que es el auditor del pago de ésta, pero esencialmente de primarización de su economía.
2) En el caso particular de la Argentina, el gobierno de Cambiemos se endeuda por más de u$s 100.000.000.000 y, pese a que el presidente Alberto Fernández afirmó que iba a investigar la deuda hasta las últimas consecuencia, no lo hizo y, a la vez hace que sean los jubilados y pensionados con sus menores remuneraciones en términos de poder adquisitivo (éstas se ajustan por una combinación del ingreso de la Anses y del salario promedio del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación –Ripte que, en 2022 fue del 77 % contra una inflación medida por el IPC del Indec del 94,8 %). En la disminución de los subsidios a la energía y al transporte. En la menor transferencia a las provincias (disminuyendo su gasto público) y hasta en la lentificación de las obras públicas.
3) Las cien primeras empresas endeudas en divisas en los cuatro años de gestión de Cambiemos lo hicieron por u$s 24.679.000.000 y ninguna de ellas puede demostrar en sus estados contables (memoria y balances) de donde detrajeron los recursos. Y las cien primeras personas lo hicieron por u$s 822.600.000 y tampoco lo pueden demostrar en sus presentaciones en las declaraciones juradas ante la AFIP. Por ende, hay delito de evasión fiscal y fuga y el gobierno no solo no la investigó, sino que acuerda con el FMI la totalidad del pago y acuerda con los acreedores privados que no se investigue. Porque como dice uno de los mayores referentes del Frente de Todos, «esa deuda la paga el pueblo», mientras una minoría parásita y rentista fuga millones y millones de dólares.
4) La deuda genera condicionantes en el presente que hacen que, por ejemplo, en el año 2022 la Canasta Básica Total (que necesita una familia para vivir y no ser pobre) se incrementó en un 100,3 % y la Canasta Básica Alimentaria (que una familia requiere para no ser indigente) lo hizo en un 103,8 %. Esto explica los altos niveles de indigencia y de pobreza, dado que el aumento en promedio de las remuneraciones registradas es menor a esos porcentajes. Trabajadores que tienen un empleo en blanco y perciben remuneraciones por debajo de la línea de pobreza. Y trabajadores informales que trabajan y son pobres.
5) Genera condicionantes hacía el futuro como es el caso de la explotación de gas y petróleo a seis mil metros bajo el nivel del mar y a 307 kilómetros de la costa marplatense. O la explotación de las minas de oro de Valedero en San Juan o de Bajo La Lumbrera o Agua Rica en Catamarca. O la explotación y utilización del agua para extraer litio y minerales raros de nuestra puna. O el fracking (fracturación hidráulica) en Vaca Muerta. O el empleo sin control de glifosato y otros plaguicidas en los campos. O el desmonte masivo para sembrar o criar animales, todo en aras de exportar a como dé lugar.
Todo ello en beneficio de grandes empresas y grandes capitales y en desmedro de nuestro presente y futuro, solo para pagar la deuda externa que benefició a esas mismas grandes empresas y a esos capitales.
Es peor, muchas de esas empresas beneficiadas con la compra de dólares, han tomado paralelamente deuda externa. Por ejemplo, el grupo Arcor (Arcor; Bagley; La Campagnola; La Serenísima, etc.) liderado por la familia Pagani, se endeudó en dos obligaciones negociables por u$s 500.000.000 para comprar su participación en La Serenísima, con lo que no solo tiene rol preponderante en los mercados de galletitas, golosinas, chocolates, mermeladas y dulces, sino también en productos lácteos. A la vez compró (entre 2016-2019) u$s 360.000.000. Bien el BCRA de Alberto Fernández le vendió desde $ 62 que era el precio oficial del dólar en diciembre 2019 a $130 —que fue el valor en abril de 2022— para que pagara esa deuda, sin tomar en cuenta las compras que hizo y que en sus balances no puede demostrar ni siquiera que podría haber comprado solo u$s 67.000.000 (y compró 360.000.000). Obviamente el rol preponderante le permite fijar los precios sin respetar los costos, que en economía se llama renta oligopólica y lo hace por dominio del mercado.
Las grandes empresas en la Argentina internacionalizan sus precios. Esto es, venden al mercado local si y solo si es al mismo precio que obtienen en el exterior y con un tipo de cambio arbitrario.
Esto es, por ejemplo, la botella de litro y medio de aceite de girasol Cocinero de Molinos Río de la Plata, se vende en Europa a 2,48 euros. El girasol se produce acá, se prensa acá para hacer el aceite, se envasa acá, viaja diez kilómetros a Europa y en la Argentina se debe pagar entre $ 850 y $ 900 por esa mercadería (con lo que toman un tipo de cambio en torno a los u$s 360).
Qué se discute
Sin embargo, incluso en el campo nacional y popular, no se discute el tema de la deuda externa. Se hace un olvido intencional y cobarde para no dar el verdadero y principal debate. Que la deuda la paguen los que la tomaron y no el pueblo argentino mediante políticas fiscales y de precios que imponen las grandes empresas, que pagan impuestos mínimos y fijan los precios que quieren.
La inflación y el ajuste cambiario permanente es el camino elegido para disminuir los salarios reales, jubilaciones y pensiones y con ello deprimir todo el mercado interno, que solo acumula y apuntala las ventas al exterior, que son en un 65 % (como lo fue en 2022) materias primas y alimentos y el 25 % de la industria se debe básicamente a la automotriz donde grandes empresas del sector emplean la baratura de nuestra mano de obra, energética e impositiva y demás condiciones para vender desde la Argentina a Brasil y al resto de la región.
Se genera, de esa manera, un modelo dependiente donde la prioridad es vender lo que sea afuera, y es lo que explica por qué produciendo el año pasado más de 120.000.000 de toneladas de granos (declaradas) tengamos que parte de nuestro pueblo no puede tener dos comidas diarias.
Tenemos un déficit habitacional de tres millones de viviendas y contamos con recursos (arena, piedra, cal, cemento, ladrillos, estructura de hormigón, aberturas de aluminio o madera, azulejos, mosaicos, grifería, etc.) y mano de obra real y potencial y no se la emplea para que la población consuma menos alimentos y menos energía y aumenten los saldos exportables o disminuyan las importaciones.
Es más, Vaca Muerta y otros yacimientos garantizan que disminuye la importación de energía en 2023, respecto a 2022. Nos autoabasteceremos en 2024 y vamos a ser exportadores netos de energía desde 2025. ¿A quién beneficia?
Y todo lo hacemos en el «altar» de la deuda. Es más, los dos principales candidatos de la Embassy, Sergio Massa y Horacio Rodríguez Larreta, insisten que el plan del FMI es el que debe seguir la Argentina a rajatabla para poder «honrar» la deuda. No se la investiga. Si en el seno del pueblo no se lo plantea y exige como principal tarea a realizar, será como quieran ellos.
Horacio Rovelli* Licenciado en Economía por la Universidad de Buenos Aires. Profesor a cargo de la asignatura Política Económica de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA), y de Instituciones Monetarias e Integración Financiera Regional en la Facultad de Ciencias Económicas (UBA). Miembro de la Comisión de Economía de la Fundación Estado, Trabajo y Producción. Fue director nacional de Programación Macroeconómica en el Ministerio de Economía y Finanzas de la Nación. Autor de numerosos trabajos publicados sobre los temas económicos y financieros.
Este artículo fue publicado originalmente en esferacomunicacional.ar
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