Para comprender en su dimensión global es necesario contar con algunos antecedentes que nos remontan al comienzo del gobierno de Evo Morales. Recordemos que en el inicio de la Asamblea Constituyente los mecanismos para trabar su realización fueron los famosos 2/3, el tema de la Capitalidad, y finalmente las autonomías.
El 2019 fue una estrategia bien planeada e impulsada desde el país del norte con la ayuda de la OEA y el departamento de Estado de los EE.UU. para exigir que Evo Morales deje el gobierno mediante un Golpe de Estado.
Tras la elección de Luis Arce la derecha boliviana se siente dolida al no ver que haya resultados a sus propósitos tras el golpe, ensaya otras estrategias para continuar erosionando al gobierno, llega la hora de otros berrinches y van buscando pretextos para ese fin.
Motivaciones no les ha faltado para continuar desgastando al gobierno con otros pretextos, como la exigencia de derogar leyes en materia de salud, curiosos hechos como el ocultamiento de artículos de primera necesidad, los conflictos reiterados de Adepcoca, maestros en las calles en protestas por cualquier motivo y mineros auríferos sitiando las calles de La Paz.
Y finalmente llega el tema del Censo como el gran pretexto para consolidar sus pretensiones mayores de convulsionar el país. Meten la idea de un cabildo (escrito y avalado solo por tres personas: Camacho, Calvo y Cuellar) para justificar su dizque hazaña que es una “lucha heroica” nacional de pedir Censo para 2023, cuando ni ellos lo entienden, ni están convencidos de ello.
¿Un Censo para el 2023 o el 2024? ¿Alguien cree a estas alturas que Camacho y su grupo de choque los cívicos, alguna vez hablaron con la verdad cuando se acuartelaron en su consigna de realizar el registro nacional el 2023, pese a la fundamentación científica que obligó a reprogramar el proceso censal para el 2024?
Los operadores mediáticos del Comité cruceño ponen énfasis en una sola de las partes en conflicto a fin de reforzar la narrativa de la “protesta pacífica”, que no lo es a causa de innumerables muestras de intolerancia y agresividad, con dosis de racismo, como el impedir el paso de ambulancias y automóviles que transportan a personas enfermas.
En el inicio del llamado “paro indefinido” fueron tan agresivas unas imágenes del Subgobernador de la Chiquitanía golpeando con látigo a mujeres ayoreas a quienes además insulta con evidentes muestras de racismo. La violencia en esas tierras se tiñe, de los peores matices y también es señal de un espíritu feudal que no se ha erradicado.
Otros datos muestran hasta dónde el Gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho cree ser el único con poder de mando y exceso de autoritarismo, sacando una “lista de traidores” que merecerán, dice él, en tono seguro, “muerte civil”; más pronto que tarde las redes sociales se llenaron de listas con hasta 33 nombres, entre ellos el de la Ministra de la Presidencia, cruceña y del Alcalde de la capital.
Esos son únicamente unos cuantos datos de cómo operan tres sujetos que al no contar con argumentos continúan su berrinche y van con el objetivo de ampliar sus pretensiones de buscar un movimiento nacional con el respaldo de cívicos que, curiosamente, no se suman tal como ellos esperaban.
Mientras el panorama se muestra así, al otro lado de la vereda y a casi de cumplir dos años de iniciado su mandato, el presidente Luis Arce da otra señal al país cuando recibe el apoyo de más del 51% de la población boliviana y valora de forma positiva su gestión de Gobierno, según la última encuesta del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG).
La nueva encuesta de CELAG, décima que realiza la institución en Bolivia desde 2019, muestra que la sociedad boliviana continúa respaldando al Gobierno Nacional, cuya cabeza Luis Arce recoge una imagen positiva en el 47,8% de los encuestados.
El aval de la ciudadanía se sustenta en la buena valoración de la gestión económica, la cual recibe el beneplácito de casi la mitad de los bolivianos.
En cambio, en el espacio político de la oposición los apoyos son magros: la mayor parte de quienes manifiestan rechazo contra el gobierno actual opina que la oposición no tiene un liderazgo definido y al ser consultados sobre los sentimientos que les despiertan los principales referentes de la oposición el 75% manifiesta sentir indiferencia, decepción o rechazo.
Complementariamente, la imagen positiva de los principales referentes de la oposición que ostentan cargos de elección popular se ubica por debajo del 40%: Fernando Camacho registra un apoyo solo del 22,6%, Manfred Reyes Villa un 35,7% y Eva Copa 34,1%.
Por último, siete de cada diez bolivianos tienen una consideración negativa del papel que desempeñan los medios de comunicación en el país, ya que consideran que defienden intereses económicos y políticos en lugar de informar.
Finalmente, volviendo al tema de inicio diremos que Santa Cruz se encuentra entrampada por ese trio de dictadores (Camacho, Calvo y Cuellar), que a fuerza del miedo tiene sometida a gran parte de la población, porque existen también sectores que resisten esta forma de administrar los intereses públicos.
Librarse de esa dictadura precisa de un espíritu democrático sólido, de un conjunto de personas que tenga coraje y aguante en sus principios ideológicos para terminar con este mecanismo de dominio y sumisión, convencimiento pleno de quienes resistieron hasta el final, como fueron cuatro mujeres mineras para derrotar a un dictador en 1977 y de los que en la Glorieta y en Oruro en 2008, soportaron el embate de lo que se opusieron a una nueva Constitución.
Lo vivido y resistido hasta hoy nos lleva a reconocer y comprobar esa lógica que, los que tomaron el poder ayer de cualquier modo (golpes, mega alianzas partidarias y otros) hoy pretenden volver a esas aventuras, porque de la manera democrática nunca lo lograron y lo lograrán.
Luis Camilo Romero* comunicador boliviano para América Latina y el Caribe
Imagen de portada: El pueblo boliviano acompaña al gobierno que tiene una aprobación del 47,8% en su gestión de gobierno