La Organización para la Unidad Africana (predecesora de la Unión Africana) decidió en 1963 mantener las fronteras coloniales tal y como habían sido establecidas por las potencias coloniales para evitar posibles conflictos fronterizos. Sin embargo, arraigados en elementos económicos, culturales e históricos, los movimientos secesionistas y de autodeterminación han persistido en África. En los últimos años hemos asistido a un resurgimiento de este tipo de conflictos con la guerra de Tigray, la escalada del conflicto en el Camerún anglófono y la ruptura del alto el fuego en el Sáhara Occidental. Aunque el mundo académico y los medios de comunicación le han prestado poca atención, también ha resurgido un antiguo movimiento secesionista en el corazón de Ghana.
Tras la Primera Guerra Mundial, las potencias vencedoras se repartieron las colonias africanas de una derrotada Alemania, incluido el pequeño protectorado de Togolandia. La mitad occidental del territorio fue entregada a los británicos, que la unificaron con la Costa de Oro (actual Ghana), mientras que la mitad oriental se convirtió en el Togo francés. El pueblo ewe rechazó esta partición artificial que hizo que quedase dividido en dos territorios diferentes. Sin embargo, la unión con la Costa de Oro fue ratificada en un referéndum en 1956 y seguida por la creación del estado independiente de Ghana en 1957. Aunque la opción de unificarse con Ghana ganó con el 58% de los votos, las regiones Ewe del sur votaron a favor de permanecer bajo el mandato de la ONU.
Tras la unificación, el gobierno ghanés dividió el territorio en varias regiones. En la actualidad, Togolandia Occidental se corresponde en su mayor parte con la región de Volta, además de con algunos territorios de las regiones Norte, Alto Este y Alto Oeste. Mientras el presidente de Ghana, Kwame Nkrumah, abogaba por la integración de Togo como séptima región de Ghana, el gobierno togolés se opuso a la división de Togolandia y del pueblo ewe. El entonces presidente togolés Sylvanus Olympio pidió la unificación de Togolandia Occidental con Togo. Esta cuestión creó fuertes tensiones entre ambos países, que se calmaron tras el asesinato de Olympio en 1963.
Desde entonces, muchos togoleses han seguido luchando por el derecho a la autodeterminación. El Movimiento de Liberación Nacional de Togolandia Occidental (conocido como Tolimo) ganó popularidad en la década de 1970 tras presentar una reclamación oficial ante la Organización para la Unidad Africana apoyando la unificación de la antigua Togolandia británica con Togo. La represión del gobierno ghanés tras un intento de golpe de estado liderado por los ewe ghaneses en 1975, unido a la disminución del apoyo del gobierno togolés desde 1978, provocaron el declive del Tolimo. El movimiento secesionista entró en una fase de letargo hasta su reciente reaparición bajo el liderazgo de nuevos grupos.
En 2017, la Homeland Study Group Foundation (HSGF), una plataforma creada para defender los derechos de la población de Togo Occidental, anunció su intención de declarar la independencia del territorio. Varios miembros de la organización fueron detenidos, acusados de traición y posteriormente puestos en libertad. El HSGF desarrolló entonces una fuerte campaña de promoción y, ese mismo año, Togolandia Occidental se convirtió en miembro de la Organización de Naciones y Pueblos No Representados (UNPO). El gobierno central acusó al HSGF de tener una milicia armada, mientras que el HSGF mantiene su apoyo a la no violencia. El líder del HSGF, Charles Kormi Kudzordzi, fallecido a finales de 2021, fue detenido por cargos de conspiración en 2019 junto con decenas de miembros del HSGF.
En 2019, se formó el Frente de Restauración de Togolandia Occidental (WTRF), una organización político-militar que aboga abiertamente por la lucha armada contra el gobierno de Ghana. En septiembre de 2020 llevó a cabo una declaración unilateral de independencia para establecer un estado soberano de Togolandia Occidental. Los miembros del movimiento independentista levantaron barricadas en las carreteras, atacaron comisarías y saquearon depósitos de armas en el distrito de Tongu Norte. Su líder, Togbe Yesu Kwabla Edudzi, instó a las fuerzas de seguridad ghanesas a abandonar el territorio. Los disturbios se saldaron con numerosas detenciones, varios heridos y un muerto. En enero de 2022 seis activistas fueron detenidos cuando se dirigían a recoger unas armas que supuestamente iban a ser utilizadas para robar el Banco de Ghana.
A finales de 2020, circuló por las redes sociales un vídeo en el que aparecían varios activistas uniformados y armados que se autodenominaban Dragones de Togolandia Occidental. En su declaración el grupo afirmaba tener 4.000 miembros armados en un país vecino dispuestos a tomar control del territorio y luchar por la independencia. Sin embargo, la falta de información sobre este grupo desde entonces ha hecho sospechar que la proclamación era sólo una campaña de propaganda.
En los últimos años el gobierno ha aumentado progresivamente la presión contra el HSGF, deteniendo a muchos activistas, aumentando la securitización del problema y declarando su intención de poner fin a las aspiraciones secesionistas. Durante el ejercicio de registro de votantes en 2020 el gobierno desplegó el ejército en la región. Aunque la medida se adoptó supuestamente para asegurar la frontera con Togo en el contexto de la pandemia de la COVID-19, hubo acusaciones de que la acción pretendía detener el registro de togoleses en la región. Varios expertos hacen hincapié en el problema subyacente que puede suponer la securitización de las disputas secesionistas. Las soluciones militares rara vez ponen fin a los movimientos secesionistas, que incluso pueden ver incrementados sus agravios. Una mejor estrategia consiste en fomentar el consenso político sobre la necesidad de encontrar una paz duradera que aborde los agravios y disminuya la preponderancia de las narrativas polarizadas.
La falta de una respuesta adecuada que aborde los agravios y las demandas de la población de Togolandia Occidental, junto con la creciente securitización del problema, podría provocar una reacción adversa no deseada. La situación podría seguir la estela de otros conflictos secesionistas de la región, como el del Camerún anglófono, que rápidamente se convirtió en un conflicto armado con el gobierno camerunés. Este riesgo podría combinarse con otros, como la expansión de los movimientos yihadistas hacia el sur o la creciente piratería en el Golfo de Guinea, lo cual supondría una amenaza real para la estabilidad de Ghana. No obstante, Ghana es ampliamente reconocida como uno de los países más pacíficos de África, así como un ejemplo exitoso de democracia africana con tres décadas de sistema democrático multipartidista ininterrumpido. Es importante recalcar que existe espacio para soluciones locales, como el mecanismo de paz autóctono utilizado para resolver un conflicto de caciques en Dagbon o el papel que el Consejo Nacional de Paz y el Centro Internacional de Formación para el Mantenimiento de la Paz Kofi Annan (KAIPTC) podrían desempeñar en el apoyo a los esfuerzos de paz a diferentes niveles en Togolandia Occidental. Es crucial seguir como conflicto se desenvuelve y apoyar la resolución democrática y pacífica de las tensiones, abordando las causas de las mismas y evitando una posible escalada que podría amenazar la estabilidad de uno de los países más pacíficos de África.
*Ignacio Madurga especialista en Relaciones Internacionales y Economía (URJC). Interesado en geopolítica, historia y relaciones internacionales. Especialmente África y América Latina.
Artículo publicado en Descifrando la Guerra, editado por el equipo de PIA Global