Apoyándose en su derecho constitucional, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, renovó la orden, que fue aprobada por la Asamblea Nacional. La determinación oficial abarca tropas y equipo militar ruso, así como siete países latinoamericanos para ingresar al país y participar en «intercambio de experiencias, ejercicios de entrenamiento y operaciones de ayuda humanitaria».
En una cuestión de estrategia política, que intenta negar a Rusia con la intención de que la OTAN absorba a Ucrania, EE. UU. se opuso a la renovación a la luz del conflicto ucraniano-ruso, pero los funcionarios esperaban que hiciera falta poco para frustrar la decisión de Ortega.
Con el éxtasis estadounidense habitual, declaró: «Consideramos que esto es una provocación del régimen de Nicaragua», dijo Brian Nichols, jefe de asuntos del hemisferio occidental del Departamento de Estado, a DW-TV en la Cumbre de las Américas de la semana pasada en Los Ángeles. La pregunta que no quiere callarse es si Ucrania, Finlandia y Suecia son poco si es absorbida por la OTAN y sus misiles.
Hay un hecho revelador en la acción de Nicaragua ya que la asamblea aprobó la medida el martes luego de que Estados Unidos sancionara a 93 funcionarios nicaragüenses, entre jueces, fiscales, legisladores y funcionarios del Ministerio del Interior por la detención de 180 presuntos presos políticos.
En la práctica, la determinación permitirá el ingreso a Nicaragua de 230 soldados rusos a partir de julio y durará hasta fin de año para patrullar el Pacífico junto al Ejército de Nicaragua.
Roberto Salinas-Leon, director del Centro para América Latina de Atlas Network, amenazó con una mayor presión económica. «Más sanciones podrían conducir a una demostración ‘duplicada’ de un falso sentido de ‘soberanía nacional’». Y prosiguió el discurso: “El pueblo de Nicaragua será el que más sufrirá este nuevo impasse”, agregó. “Ciertamente no invitar a Ortega a la Cumbre de las Américas resultó ser la decisión correcta”.
Con un gran apoyo popular, Ortega permanece en el poder durante 15 años, y durante ese tiempo, las relaciones entre los dos países se tornaron más tensas debido a una serie de problemas, entre los que destacan las acusaciones de injerencia estadounidense.
El presidente nicaragüense prontamente declaró su apoyo a la operación de seguridad estratégica rusa en Ucrania e hizo que Nicaragua se abstuviera de condenar a Rusia en una votación de la ONU y también votó en contra de sacar a Rusia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
“A pesar de las sanciones estadounidenses e internacionales, Ortega continúa saludando a su gobierno como resultado de la representación democrática, torturando y encarcelando a cualquiera que se atreva a interponerse en su camino”, dijo León. «¿Cuál es la respuesta apropiada frente a tal desafío y el deterioro significativo de las relaciones entre Estados Unidos y Nicaragua?» preguntó Salinas-León.
La versión estadounidense siempre es deconstruir naciones o líderes que no están bajo su mando. Al fin y al cabo, cuál es el parámetro para aliados como Arabia Saudí que mata periodistas en embajadas o Israel que genocida palestinos e incluso le quitó la vida a la periodista Sherine Abu Aqla, en pleno trabajo, a la luz del día y bien identificada. Un mundo, dos opiniones opuestas.
Notas:
*Periodista
Fuente: Portal Alba