La escasez de petróleo y gas que se comienza a observar en un horizonte cada día más cercano es directamente proporcionalmente inverso al fin de la guerra en Ucrania. Desde allí es que la preocupación de muchos países de Europa y Occidente se han lanzado en una carrera por contar con estos productos, vitales para mover la maquinaria que impulsa la rueda del capitalismo industrial. En esa búsqueda, por ejemplo, EE.UU, ve con muy buenos ojos hacer negocios con una Venezuela que no deja de ser su enemigo político en Sudamérica. Tampoco le tiembla la garra imperial a la hora de decidir ocupar militarmente territorios en África o de subvencionar golpes político militares en tierras africanas ricas en recursos naturales.
Argelia, en el norte de África, ya ha jugado sus fichas, y puso en marcha el tablero geopolítico que hoy lo ubica en el centro de las miradas y los intereses que genera “su” gas. Aunque siempre ha sido un socio más que fiable, serio y ventajoso en el plano energético para los países del sur de Europa, estos siempre han menospreciado, devaluado y subestimado la contribución argelina a su desarrollo en el sector energético. Es más en muchas ocasiones han minimizado sus importaciones energéticas con fines políticos. Nunca han valorado los esfuerzos argelinos a la hora de vender su gas y petróleo a precios inmejorables, de los más baratos del mercado. Siempre han creído que Argelia estaba en la obligación de rubricar esos acuerdos comerciales o que no tenía otras alternativas para vender sus recursos energéticos. Pero el tiempo les ha demostrado que ni lo uno ni lo otro, que lo real es que Argelia es un estado serio que cumple sus compromisos y contratos sin pedir nada a cambio, cuestiones muy usuales en el trato de los europeos con otros estados.
Hoy ese ítem de “no pedir nada a cambio” es justamente lo que está en juego y el ejecutivo argelino lo sabe y lo pone de su lado a la hora de negociar.
Un claro ejemplo es cuando a fines del año pasado el presidente Tebboune decidió cerrar el suministro del Gasoducto Magreb Europa (GME), que envía gas a España y Portugal por primera vez desde su inauguración hace 25 años. En su oportunidad, en un no tan lejano 1° de noviembre de 2021, Amar Belani, el enviado especial de la presidencia argelina para la cuestión del Sáhara Occidental y los países del Magreb expresó: «Este oleoducto fue una apuesta al futuro. Una promesa de nuestro sincero compromiso llevado por las aspiraciones de los pueblos del Magreb. Fue la expresión tangible de nuestra profunda convicción sobre la importancia de la integración regional y el valor añadido de las infraestructuras llevadas a cabo desde la perspectiva del Magreb»
La crisis diplomática provocada por el cambio de postura de Sánchez respecto al Sáhara Occidental ha alejado aún más las posibilidades de reapertura incluso a estancado la oportunidad de aumentar la producción del gasoducto Medgaz, que es el único que en estos momentos trae gas a España desde Argelia.
Este escenario ha alterado los planes del fondo de inversión estadounidense BlackRock que gestiona Medgaz que conduce el gas a la península a través de Almería, que es clave para el sistema energético español. De hecho los planes de ampliación están detenidos sin saber si alguna negociación destrabará el conflicto. Argelia permanece en una clara postura político-diplomática.
El volumen de gas que hoy llega de Argelia ronda los 10 bcm anuales y Blackrock, el fondo de inversión estadounidense que, junto con Naturgy y Sonatrach, gestiona el gasoducto planificaba aumentarlos a 16 bcm, incrementando las obras de infraestructura necesarias para ese aumento en la capacidad. Pero ese proyecto yace en un cajón junto con el de la construcción de un segundo tubo por el lecho marino.
Al inicio del conflicto entre Rusia y Ucrania BlackRock solicitó un estudio para elevar la capacidad del Medgaz, pero tras producirse la visita de Pedro Sánchez a Marruecos y con ella el cambio de postura del gobierno ibérico con respecto al Sáhara Occidental y la crisis que esto acarreo con Argel, el departamento técnico de Medgaz comunicó que se cancelaba el proyecto.
Argelia no es el problema
Argelia es uno de los mejores exportadores de gas (sino el mejor calificado) en liderar la clasificación de países «altamente confiables» en el suministro de gas a sus clientes. Esto según se desprende del informe trimestral de la Organización de Países Árabes Exportadores de Petróleo (OAPEC). Esta confiabilidad se da incluso tomando en cuenta la caída del suministro de gas a España, que marca aproximadamente un 25% menos que en el mismo periodo del año pasado, pero sin embargo Argelia se mantiene en el rango medio con entre 2,5 y 3 millones de toneladas de gas natural licuado (GNL) e hidrógeno.
La OAPEC recordó que Argelia abastece de gas «en un momento en que Europa busca diversificar sus fuentes de suministro» como consecuencia de la crisis energética que se está generado por la guerra en Ucrania. Además el organismo resalta en el informe las intenciones argelinas de imponerse como un «actor importante en el campo del hidrógeno verde y jugar un papel importante en el camino de la transformación energética en los próximos años, basado en energías renovables y redes de transporte de gas que les unan a los mercados europeos».
El objetivo europeo de la exportación de gas desde los yacimientos argelinos y por ende la confiabilidad que mencione la OAPEC, se sustenta en los fríos números que arrojan los libros contables del mercado. Por ejemplo estos datos indican que Argelia es el décimo país productor de gas natural del mundo, el séptimo exportador mundial y el primero en exportar petróleo y gas a España, quien importa del país norteafricano el 54 % del gas industrial que consume.
China y sus inversiones en el horizonte argelino
Ante la negativa mencionada del fondo norteamericano BlackRock, de continuar con los proyectos planteados en pos de mejorar la capacidad de producción y conducción de gas en Argelia, China se postula como el reemplazante natural para invertir en el gas y el petróleo argelino.
La empresa argelina de hidrocarburos, Sonatrach, y la china Sinopec Oil & Gas Limited (SOOGL), han firmado un acuerdo para el reparto de la producción de petróleo. Este acuerdo en principio se detalla que será por los próximos 25 años, la zona de influencia que se menciona en el texto del acuerdo sería en los pozos ubicaos en el este del país y con un valor de más de 490 millones de dólares.
Este contrato fue rubricado por el vicepresidente enargado de la actividad de exploración y producción de “Sonatrach”, Mohamed Slimani, y el gerente general de SOOGL, Wu Xiuli. La ceremonia de firma del acuerdo tuvo lugar en presencia del Ministro de Energía y Minas, Mohamed Arkab, el representante del Embajador de China en Argelia, Chen Zhong, el Consejero Delegado de Sonatrach, Toufik Hakkar, así como representantes de ambas empresas.
En el marco de este contrato, Sontrach y su socio chino se comprometen a realizar un programa de trabajos de desarrollo y explotación de acuerdo con el plan de desarrollo aprobado, cuyo objetivo es la recuperación y mejora de hidrocarburos en el campo de Zarzaitine, ubicado en Illizi en el sur del país.
Este programa incluye la renovación de varias unidades de extracción de gas natural, así como la creación de hasta 12 nuevos pozos, que ahondarían en la colaboración argelino-china en la producción de hidrocarburos. Este acuerdo cierra una serie de negociaciones que se han llevado a cabo en el marco del memorando de entendimiento firmado entre las dos empresas el 20 de mayo de 2021 y refleja el deseo de las dos partes de continuar su histórica asociación y fortalecer su cooperación en el campo de la producción de hidrocarburos.
De esta manera Argelia se posiciona, desde el norte africano, en un lugar de privilegio ante los avatares venideros que indican que la falta de gas vía Rusia o del este europeo van a complejizar el suministro de gas y petróleo necesario para la industria europea. Las piezas ya están en juego, y el gobierno de Tebboune se perfila para ser el gran ganador en el juego estratégico que plantea la geopolítica actual.
*Beto Cremonte es periodista, Comunicador Social y docente en la Facultad de Comunicación Social de La Plata (U.N.L.P), estudiante avanzado de la Tecnicatura Universitaria en Comunicación Pública y Política de la Universidad Nacional de La Plata (U.N.L.P)