En esta ocasión, la potencia a la deriva excluyó nuevamente a Cuba e incorporó a su lista de detractores de la “democracia” a Venezuela y Nicaragua.
En un mundo incierto y de clara crisis civilizatoria, el Gobierno norteamericano insiste en su posición unipolar y en continuar la base doctrinal monroista de su política exterior, particularmente hacia América Latina y el Caribe, creyendo erráticamente que estas regiones son su patio trasero y que puede continuar dictando decisiones, incidir en las políticas de los países, bloquear y excluir.
La Cumbre de las Américas es el espacio donde Estados Unidos decide analizar los problemas y desafíos que enfrenta el continente americano, así como fortalecer sus estrategias integracionistas económico-comerciales con base en la promoción de tratados y acuerdos comerciales bilaterales. Las Cumbres de las Américas han estado rodeadas de encuentros y desencuentros, evidenciando las contradicciones, desacuerdos, tensiones y choques altisonantes entre presidentes; además se han conformado como el escenario donde ha quedado de manifiesto la geopolítica unilateral norteamericana de la mano de la Organización de Estados Americanos (OEA).
La Cumbre de las Américas cuenta con la participación de 34 países, los cuales a su vez componen la OEA: Antigua y Barbuda, Argentina, Bahamas, Barbados, Belice, Bolivia, Brasil, Canadá, Colombia, Costa Rica, Chile, Dominica, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, Granada, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Saint Kitts y Nevis, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Suriname, Trinidad y Tobago, Uruguay, y Venezuela. Cuba es la nación que se encuentra suspendida de este organismo desde 1962.
Los “consensos hemisferios” al estilo de Washington no buscan ni el combate al Covid-19 ni enfrentar los desafíos que ha impuesto la pandemia y mucho menos debatir sobre temas fundamentales que atañen todos los países del hemisferio. Por el contrario, en un afán desesperado por mantener su supremacía y sus capacidades privilegiadas en cuanto al acceso y control del mundo, pretende imponer sus intereses ante la clara pérdida de su hegemonía imperial. A continuación, un breve recuento de las ocho Cumbres de las Américas, de las cuales solo en dos participó Cuba.
En 1994 se celebra en Miami la I Cumbre de las Américas, con la participación de 34 naciones, excluida Cuba. En esta Cumbre se decide la creación de un Pacto para el Desarrollo y la Prosperidad: Democracia, Libre Comercio y Desarrollo Sostenible en las Américas con base en una agenda común y orientado en tres temas centrales: las prácticas democráticas, la integración económica y la justicia social. En la Declaración de Principios se reconoció la Carta de la OEA, que establece que la democracia representativa es indispensable para la estabilidad, la paz y el desarrollo de la Región; además se llamó a preservar y fortalecer la comunidad de democracias de las Américas, claro, acorde con los criterios de democracia que dominan los centros capitalistas.
El foro no solo destacó la integración económica como mecanismo de prosperidad y crecimiento y resaltó las bondades del libre comercio, sino que fue el espacio propicio para que Estados Unidos impulsara la creación de una zona de libre comercio en América (ALCA) y con ello continentalizar la integración hegemonizada por este país.
En el 2005 se realiza la IV Cumbre de las Américas en la ciudad argentina de Mar del Plata. En su Declaración “Crear Trabajo para Enfrentar la Pobreza y Fortalecer la Gobernabilidad Democrática”, considerando al 2004 como el mejor año económico de la Región en más de dos décadas, José Miguel Insulza, entonces Secretario General de la OEA, señaló algunas condiciones esenciales para que este esfuerzo tuviera éxito: el crecimiento, el equilibrio macroeconómico, los mercados abiertos y la promoción de la iniciativa económica privada. En el encuentro se hizo referencia a las dificultades en el proceso de avance del proyecto hemisférico, convocando para el siguiente año a reuniones para avanzar y superar los tropiezos de su concreción. En el documento se reflejan las posturas divergentes y de rechazo en relación al Área de Libre Comercio promovida por Estados Unidos que más tarde Mar del Plata sería el testigo de su sepultura.
En 2012, en la VI Cumbre “Conectando las Américas: Socios para la Prosperidad”, celebrada en Cartagena de Indias, se discutieron seis temas centrales: la integración física regional, el acceso y utilización de las tecnologías (TIC), desastres naturales, seguridad y reducción de la pobreza y la desigualdad. La Cumbre concluye con desacuerdos políticos, con fuertes debates, sin consenso y sin Declaración Final. El rechazo al aislamiento y al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos a Cuba fue evidente, generalizado y considerado inaceptable, los países latinoamericanos exigieron la presencia de Cuba en las Cumbres.
Al respecto, Fernando Lugo, presidente de Paraguay, expresó: “Consideramos inaceptable la ausencia de Cuba en este encuentro de los países democráticos de las Américas y, como manifestamos en otras ocasiones, esperamos que sea la última cumbre sin la participación de todos los países y, en este caso, sin la participación de Cuba”.
La VII Cumbre, histórica por lo acontecido el año 2012, se llevó a cabo en Panamá y por primera vez Cuba interviene y participa con Estados Unidos de manera conjunta en un encuentro hemisférico. En este hecho histórico el presidente cubano Raúl Castro expresó la firme voluntad de Cuba de establecer un diálogo respetuoso y a la convivencia civilizada con Estados Unidos “dentro de nuestras profundas diferencias”. Asimismo, convocó a establecer “relaciones hemisféricas, basadas en el Derecho Internacional y en el ejercicio de la autodeterminación y la igualdad soberana”, centrada en “el desarrollo de vínculos mutuamente provechosos y en la cooperación para servir a los intereses de todas nuestras naciones y a los objetivos que se proclaman”.
La plenaria de la Cumbre contó con la participación de la presidenta de Argentina Cristina Fernández y los presidentes Tabaré Vázquez de Uruguay; Daniel Ortega de Nicaragua; Rafael Correa de Ecuador; Ollanta Humala de Perú, y Horacio Cartes de Paraguay, quien saludó la presencia de Cuba en la Cumbre afirmando que “nunca debió estar ausente por exclusión”.
Por su parte, Barack Obama, presidente de Estados Unidos, se refirió al cambio en la política estadounidense con respecto a Cuba como el inicio de una nueva relación entre ambos países. Aunque la Casa Blanca ya había declarado a Venezuela como un “inusual y extraordinario peligro para la seguridad nacional”, bajo la Orden Ejecutiva 13692 del 8 de marzo de 2015, la cual ha sido renovada en reiteradas ocasiones por el presidente Trump y en el año 2021 por el presidente Biden.
El Compromiso de Lima es el documento suscrito en la VIII Cumbre, celebrada en Perú en 2018. El documento convoca a los Estados Miembros a eliminar la burocracia, fortalecer la independencia judicial y recomienda la participación del sector privado en la formulación de políticas públicas anticorrupción, así como proteger a los informantes, periodistas y funcionarios involucrados en hacer cumplir la ley. Con estas iniciativas se pretendió fortalecer el Sistema Interamericano de Lucha contra la Corrupción. En la Cumbre se adoptó la “Declaración sobre la situación en Venezuela” en una clara “preocupación” por este país y de la política injerencista de Washington a través de los gobiernos latinoamericanos alineados a sus intereses.
Sin duda las voces disidentes en contra de la exclusión cobran cada vez mayor fuerza, destacando la postura de México con el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien retoma la filosofía de la política exterior mexicana desde hace 70 años y que en la actualidad tiene una vigencia renovada y con un horizonte más directo hacia Latinoamérica. Adicionalmente se cumple 60 años de la expulsión de Cuba de la OEA, organismo caduco que reitera de forma permanente su condición de ministerio de colonias estadounidenses. Las voces disidentes debían seguirse sumando con la consigna: “O todos o ninguno”, y avanzar hacia los principios de la no intervención en asuntos internos de los pueblos, la autodeterminación y el respeto a las decisiones de las naciones, es una utopía ante una región tan fragmentada.
Notas:
*Doctora. en Economía Política del Desarrollo, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
Fuente: /correodelalba.org/