Las vibraciones acaban sacudiendo a la gobernanza y también a las relaciones regionales. En el otro extremo, Somalia vuelve a respirar esperanza en un delicado contexto de seguridad, mientras EE.UU mueve sus fichas de nuevo.
Lo que empezó siendo un pulso entre potencias extranjeras ha acabado afectando, claramente, a la política nacional, a la seguridad de los ciudadanos y, ahora también, a las relaciones regionales. Las últimas noticias sobre Mali hablan de la liquidación del G5 Sahel, el mecanismo de cooperación regional para combatir la violencia, y de un intento de golpe de Estado, en ambos casos, con la sombra de un país extranjero. Estas luchas subterráneas por la influencia acaban afectando a la gobernanza porque justifican las purgas internas. En el caso de Somalia, otro foco de inestabilidad, la elección de un nuevo presidente, ha despertado nuevas esperanzas.
El Sahel, entre golpes de estado y manifestaciones
“En un intento malsano de romper el impulso de la Refundación de Mali, un pequeño grupo de oficiales y suboficiales malienses antiprogresistas intentó dar un golpe de Estado en la noche del 11 al 12 de mayo de 2022. Estos soldados fueron apoyados por un estado occidental. El intento se frustró gracias a la vigilancia y la profesionalidad de las fuerzas de defensa y seguridad malienses”. Es el texto de un comunicado emitido el pasado 16 de por el portavoz del gobierno de Mali, el Coronel Abdoulaye Maiga. El anuncio de un nuevo intento de golpe de estado en el país es demoledor. La mención a la participación de un “estado occidental” en ese ataque es todavía más inquietante.
La actualidad política en Mali es frenética en los últimos meses. La actual junta militar que gobierna el país está intentando dar un giro radical al timón de la posición geoestratégica de Mali, en un contexto social y políticamente complicado, marcado por la superposición de crisis económicas, el creciente hartazgo de la ciudadanía y un clima de inseguridad por las acciones de los grupos armados que no consiguen neutralizar. Una de las tendencias más claras es la voluntad de romper lazos con Francia, antigua potencial colonial y aliado tradicional desde la independencia del país; mientras que, sin demasiadas confirmaciones oficiales, se refuerzan las vinculaciones con un nuevo socio, Rusia.
Precisamente el anuncio de esta conspiración militar frustrada se produjo solo un día después de otra notificación igualmente trascendental. El gobierno de Mali anunciaba el 15 de mayo su decisión de “retirarse de todos los órganos e instancias del G5 Sahel, incluida la Fuerza conjunta”. El G5 Sahel es un mecanismo de cooperación regional en materia de seguridad que permite la colaboración militar en la lucha contra los grupos armados que ha puesto contra la cuerdas a los gobiernos de la región y, de manera general, han extendido el terror entre la ciudadanía. Las autoridades de Mali justifican esa decisión por el aplazamiento injustificado de la reunión en la que el país debía asumir la presidencia de este organismo. “La oposición de algunos estados del G5 Sahel a la presidencia de Mali está vinculada a las maniobras de un Estado extra-regional que pretende desesperadamente aislar a Mali”, vuelve a deslizar el comunicado.
Estos movimientos se producen menos de dos semanas después de que el mismo gobierno de Mali anunciase el 2 de mayo el abandono unilateral de los acuerdos de cooperación militar con Francia, después de que las relaciones entre los dos antiguos socios se hayan ido degradando rápidamente, ante la apuesta del nuevo gobierno maliense por una colaboración con agentes rusos en materia de seguridad.
Chad, baluarte de la colaboración con Francia
Paralelamente, en Chad, uno de los países de la región que sigue siendo el baluarte de la colaboración con Francia, se produjeron el fin de semana pasado manifestaciones que degeneraron en ataques a establecimientos de marcas galas y en la muestra de banderas rusas. La lectura de la movilización, impulsada por algunas organizaciones de la sociedad civil y por personalidades de la oposición política, se ha simplificado como una muestra del creciente sentimiento anti francés en la región y el pulso por la influencia política con Rusia. Sin embargo, el fenómeno tienen muchos más matices y es mucho más complejo. Algunos de estos grupos denuncian que Francia es el principal valedor del actual gobierno, al que acusan de haber tomado el poder a través de un golpe de estado blando.
El último presidente electo, Idriss Déby, con un historial controvertido de respeto de los derechos humanos y las garantías democráticas, murió oficialmente en abril de 2021 cuando lideraba una acción militar contra una rebelión en el norte del país. Fue sustituido inmediatamente por su hijo Mahamat Idriss Déby, al frente de una junta militar de transición que suspendió la Constitución y las instituciones. Algunos de los colectivos implicados consideran que la movilización es, en realidad, una movilización prodemocracia.
Un grupo de mineros llevan un mes sepultado en Burkina Faso
Se ha cumplido ya un mes sin noticias de los ocho mineros que quedaron sepultados en la mina de zinc de Perkoa, al oeste de la capital de Burkina Faso, Uagadugú. Las labores de rescate realizadas durante todo este tiempo mantenía la esperanza de llegar hasta un espacio dentro de las galerías conocido como “cámara de rescate”, se trata de un cubículo situado a unos 570 metros de la superficie, pensado para situaciones de emergencia y equipado con comida y agua para, al menos, tres semanas. Sin embargo, los equipos de salvamiento llegaron hasta el lugar el pasado martes y regresaron a la superficie con malas noticias. Se encontraba completamente vacía, con lo que las esperanzas de encontrar con vida a los ocho mineros, seis de ellos burkineses, un zambiano y un tanzano, se reducen drásticamente. La mina cuenta con otro de estos espacios, pero a 720 metros de profundidad y los expertos ven poco probable que los trabajadores hubiesen podido llegar hasta ese lugar.
El accidente se produjo después de unas lluvias torrenciales ocurridas el 16 de abril, que pillaron desprevenidos a los responsables y los empleados de la explotación minera, debido a que se produjeron fuera de la temporada húmeda. Las precipitaciones desbordaron la capacidad de drenaje de la mina y la anegaron rápidamente. La mayor parte de los trabajadores consiguieron salir con vida, pero ocho de ellos, que se encontraban por debajo del nivel de los 520 metros de profundidad, no consiguieron llegar hasta la superficie. Desde entonces no se han producido contactos por radio con ellos, ni se han podido recoger indicios de que se encuentren con vida.
La sepultación accidental de 8 mineros ha sacudido a la opinión pública del país. Se ha extendido la desazón hacia los propietarios de la mina, la compañía canadiense Trevali Mining Corp, a los que se acusa de una lenta y poco decidida intervención en los primeros momentos del desastre
La tragedia ha sacudido a la opinión pública del país. Por un lado, se ha extendido la desazón hacia los propietarios de la mina, la compañía canadiense Trevali Mining Corp, a los que se acusa de una lenta y poco decidida intervención en los primeros momentos del desastre. Por otro lado, hay quejas por la poca atención prestada por los medios internacionales, que hubiese podido movilizar una mayor solidaridad y recursos para las labores de búsqueda. En las últimas semanas, es habitual encontrar en las conversaciones de los burkinses referencias al espectacular despliegue realizado para el rescate de los mineros de la mina San José en Chile en 2010.
El pesar y el descontento se dirigen también hacia las autoridades del país a las que acusan de falta de diligencia, a pesar de que después de que se haya alcanzado la primera cámara de rescate, el ministro de Minas, Jean Alphonse Somé, ha asegurado que se acabarán de drenar todas las galerías y que los equipos de emergencia “continuarán descendiendo aún más, hasta las entrañas de la tierra, para ver si nuestros hermanos han conseguido refugiarse en algún lugar” y de que se haya prohibido a los gerentes de la mina abandonar el país mientras se desarrollan las investigaciones sobre lo ocurrido.
Coincidiendo con este desastre, el 11 de mayo se produjo en Camerún un accidente de ua avioneta que costó la cvida de 11 personas. Además de los dos miembros de la tripulación, los otros nueve fallecidos trabajaban para la empresa Cameroon Oil Transportation Campany (Cotco S.A), tres de ellos como empleados de esta compañía y otros seis para firmas subcontratadas. Cotco S.A. es la compañía que gestiona el oleoducto que transporta el petroleo extraído en Chad hasta la costa camerunesa, participada por los grupos estadounidenses ExxonMobil y Chevron y por los gobiernos camerunés y chadiano. La avioneta trasladaba a los trabajadores de Cotco S.A. desde la capital Yaundé hasta Belabo, en el este del país, cuando se estrelló prácticamente a mitad de camino en una zona boscosa de Nanga Eboko, por causas que todavía se desconocen.
Relevo en el poder en Somalia a la sombra del “Blackhawk derribado”
Hassan Sheikh Mahamud es el nuevo presidente electo de Smalia, después de las elecciones celebradas el domingo 15 de mayo. Mohamud, que ya lideró el país entre 2012 y 2017, sustituye a Mohammed Abdullahi Mohamed, conocido como “Farmaajo”, en el cargo desde 2017. La elección de Mohamud pone fin a un complejo proceso electoral que, de hecho se ha demorado durante más de un año, debido a desacuerdos en el complejo sistema de votación indirecta al que el país se ha visto abocado tras décadas de inestabilidad y a la propia situación de inseguridad que se vive en la actualidad; un retraso que permitía, por otro lado, al presidente saliente prolongar su mandato en la práctica.
Este sistema indirecto supone que 328 representantes de las fuerzas con poder regional en las diferentes zonas del país se encargaron el domingo de escoger el nombre de Hassan Sheikh Mohamud. Lo hicieron en un recinto prácticamente fortificado en la principal base militar de las fuerza de interposición de la Unión Africana debido a los graves problemas de seguridad y la amenaza de ataques de los miembros de Al Shabab y otros grupos armados. Estos representantes escogieron entre 36 candidatos y necesitaron tres vueltas para llegar a la elección de Hassan Sheikh Mohamud.
La elección del nuevo presidente somalí, Hassan Sheikh Mohamud se llevó a cabo en un recinto prácticamente fortificado en la principal base militar de las fuerza de interposición de la Unión Africana debido a los graves problemas de seguridad y la amenaza de ataques de los miembros de Al Shabab
Al día siguiente de la elección, el presidente estadounidense Joe Biden firmó una orden para desplegar cientos de soldados de las fuerzas especiales del país norteamericano en Somalia, al mismo tiempo que autorizó al Pentágono a cometer ataques puntuales contra una serie de líderes de Al Shabab señalados. Trump había retirado las tropas estadounidenses de Somalia, con lo que Biden da marcha atrás a esa decisión y señala directamente la amenaza del grupo armado somalí contra EE.UU. Aunque en los últimos años, los soldados estadounidenses han desarrollado diferentes operativos de mantenimiento de la paz, de interposición, de lucha antiterrorista o de instrucción de tropas somalíes, la presencia militar en este país está marcada por los hechos ocurridos en octubre de 1993 conocidos como la batalla de Mogadiscio, en la que las fuerzas especiales estadounidenses desplegaron una operación para atrapar a un líder rebelde, sin éxito y con una derrota moral provocada por las imágenes de los soldados caídos.
Crisis institucional en Guinea Bissau
El Presidente de Guinea-Bissau, Umaro Sissoco Embaló, ha acabado de rubricar (por el momento) la crisis institucional en la que se encuentra inmersa el país de África Occidental. Embaló anunció el lunes la disolución del parlamento y la celebración de nuevas elecciones legislativas antes de final de año, posiblemente el 18 de diciembre, según su plan inicial. Sin embargo, esta decisión pone de manifiesto la delicada situación en la que se encuentra la gobernanza del país, que no ha terminado de recuperarse de la crisis poselectoral. Tras las últimas elecciones presidenciales, Umaro Sissoco Embaló, fue proclamado presidente electo del país el 1 e enero de 2020, pero su principal contrincante, Domingos Simões Pereira, impugnó los resultados, a partir de ese momento, la desconfianza y los rencores han impedido que se cierre la brecha social y política.
La situación se agravó con el supuesto intento de golpe de estado, que todavía no ha quedado aclarado, ocurrido en febrero de este año. A partir de ese momento, Embaló ha pretendido procesar a Pereira considerándolo responsable del ataque, pero se ha encontrado con el obstáculo de la asamblea nacional que se ha negado a retirar la inmunidad parlamentaria del líder opositor. De la misma manera, a partir del levantamiento, la CEDEAO ha decidido deslegar una fuerza de estabilización en el país que Embaló ha acogido con entusiasmo, pero que no ha recibido la autorización del Parlamento. Finalmente, la tensión se ha traducido en fractura y la orden de disolver el órgano legislativo refleja la complicada situación del país.
Un David keniano contra el Goliat tecnológico Meta
La economía digital aparece como una oportunidad de desarrollo para África. Pero tampoco se puede perder de vista que sobre este sector pesa la sombra de una amenaza: la de reproducir las dinámicas de desigualdad y de injusticia de la explotación de otros ámbitos de la economía, lo que ya se conoce como “el extractivismo digital”. Daniel Motaung es el protagonista de una historia que ya ha empezado a marcar un hito. Él trabajaba en Nairobi para Sama, una empresa que se encarga de ofrecer servicios para las grandes empresas tecnológicas. En este caso, Motaung se encargaba de moderación de contenido para Facebook, es decir, de visualizar el contenido susceptible de ser considerado inapropiado para poder suprimirlo.
Un trabajador keniano acaba de presentar una demanda contra Meta (la empresa matriz de Facebook) y contra Sama. Asegura que las condiciones de trabajo impuestas por la compañía violan la constitución del país
Motaung, que ya denunció las malas condiciones laborales en un reportaje de TIME hace unos meses, acaba de presentar una demanda contra Meta (la empresa matriz de Facebook) y contra Sama. Asegura que las condiciones de trabajo impuestas por la compañía violan la constitución keniana. Motaung ha asegurado que los vídeos que se vio obligado a ver le han provocado un Trastorno de Estrés Post Traumático y que sufre secuelas provocadas por la falta de condiciones adecuadas, sobre todo, en términos de atención y acompañamiento psicológico. Las compañías señaladas se han defendido asegurando que cuidan a sus moderadores de contenido. Sin embargo, la abogada del demandante ha señalado una de las cuestiones clave de esta lógica de deslocalización de la industria digital. “Si en Dublín, la gente no puede mirar contenido perjudicial durante dos horas, esa debería ser la regla en todas partes. Si necesitan tener un psicólogo de guardia, eso debería aplicarse en todas partes”, ha reclamado Mercy Mutemi, la abogada de Motaung.
*Carlos Bajo Erro es periodista en la revista de actualidad africana Wiriko
Artículo publicado en El Salto, editado por el equipo e PIA Global