Francia, que acaba de retirarse derrotada de Mali, conoce muy bien los secretos de la crisis de seguridad que comenzó en el norte de su antigua colonia en 2012 y desde entonces con diferente operaciones militares (Serval y Barkhane), como ya hemos repetido hasta el aburrimiento, no solo no pudo (¿no quiso?) contenerlos, sino todo lo contrario, esas antiguas bandas, que poco se diferenciaban de simples contrabandistas del desierto entonces, hoy se han estructurado en dos poderosas organizaciones: Jama’at Nusrat al Islam wal Muslimeen o JNIM (Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes) que responde a al-Qaeda, y la franquicia del Dáesh, Estado Islámico en el Gran Sáhara (EIGS), que se han expandido a Burkina Faso y Níger, países en los que sus acciones son casi cotidianas generando miles de muertos y millones de desplazados, lo que ha provocado que grandes áreas de esos países hayan quedado prácticamente deshabitadas, como el norte de Burkina Faso y la región de Tillabery, en el oeste de Níger.
La decisión del presidente Emanuel Macron de terminar con la Operación Barkhane de 5.500 hombres se funda en dos razones centrales: Las elecciones presidenciales del próximo mes de abril, donde Macron se juega la reelección, por lo que el gasto de la misión militar, que supera los mil millones de euros, los escasos logros y las más de 50 bajas que tuvo desde su inicio sin duda serán tenidos en cuenta por el electorado francés. Al tiempo del notorio resquebrajamiento de las relaciones entre Bamako y París tras el golpe de mayo, el segundo en menos de un año, las Fuerzas Armadas de Mali (FAMa) lideradas por el coronel Assimi Goïta decidieron dejar de seguir a pie juntillas las órdenes del Elíseo y buscar una salida nacional a los graves problemas de Mali, que no son solo de seguridad, y lo que era exigido por las mayorías malíes donde habita un profundo rechazo a las políticas imperiales de Francia, como también se está registrando en Burkina Faso, Níger y Chad.
El desacuerdo entre el Coronel Goita y Macron ha obligado al francés a desistir de su anunciada visita a Bamako, donde se reuniría con el Coronel, para ajustar el fin de la Barkhane, que comenzó hace quince días (Ver Derrota y gatopardismo: Francia en Mali). Según París la suspensión se produjo por razones de salud de Macron, quien pretende tener alejada de la campaña presidencial la debacle del Sahel.
Francia intentará salvar su honor, tantas veces perdido, colaborando con unos pocos efectivos en la nueva aventura europea en el Sahel, conocida como Operación Takuba, la que con solo 900 efectivos de unos, hasta ahora, diez países europeos y alguno africano, pretende contener las acciones de las bandas aliadas a al-Qaeda y el Dáesh que desde 2013 no han dejado de progresar.
Tovarisch Shugaley
Si la pesadilla francesa en el Sahel, por su propia inoperancia, no permitía a Francia ni a sus socios occidentales descansar en paz, un nuevo espectro ha comenzado a agitar sus noches y a ese fantasma que ahora recorre África se le conoce como el Grupo Wagner.
Con mucho de despecho, París ha denunciado una importante actividad de aviones de transporte rusos en el aeropuerto de Bamako donde también, según los galos, en sus cercanías se han levantado, de manera urgente, campamentos para albergar a los “mercenarios” rusos.
Según las mismas fuentes esa operación, además del transporte aéreo por fuerzas rusas trayendo a los hombres de la Wagner, ha transportado grandes cantidades de bultos, armas y víveres y algunos geólogos que habrían llegado a estudiar los recursos mineros del país africano.
Curándose en salud, la Unión Europea (UE) la semana pasada estableció una serie de sanciones contra la compañía Wagner, personas y entidades vinculadas con la empresa rusa, debido a su implicación en “graves violaciones de los derechos humanos” en países donde ha operado, como torturas y ejecuciones extrajudiciales. Este periodista desconoce si la UE ha tomado decisiones similares respecto a las decenas de empresas de seguridad (mercenarios) occidentales que pululan en todas las guerras, como la simpática Blackwater, responsable de innumerables matanzas en las que fueron asesinados miles de inocentes a lo ancho del Tercer Mundo, como las que sucedieron en Faluya (Irak) en 2004 o en la plaza Nisour (Bagdad) en 2007, cuyos responsables fueron indultados por Donald Trump. Dada la cantidad de demandas contra Blackwater y su dueño y fundador Erik Prince, el killer favorito del régimen norteamericano, la empresa debió cambiar su nombre en dos oportunidades primero a Xe Services LLC y después a Academi, para seguir operando con la seguridad y libertad que toda empresa privada merece.
Francia, tras la irrupción de los jóvenes coroneles en el golpe del 2020, no supo calibrar la verdadera dimensión de ese movimiento que estaba muy lejos de querer protagonizar un golpe africano más y al parecer ha llegado para establecer en Mali un nuevo orden, lo que Macron creyó poder impedir solo con la amenaza de retirar sus tropas. Coacción que fue neutralizada por los coroneles prácticamente con una llamada telefónica a Moscú, donde varios de los nuevos líderes del país saheliano habían realizado diferentes cursos de capacitación en cuerpos del Ejército ruso.
Emmanuel Macron intentó la ímproba tarea de disuadir, en una conversación telefónica, al presidente Putin para que interceda ante el dueño de Wagner, Yevgeny Prigozhin, informándole de que involucrarse en Malí no es una buena opción, a pesar de sus éxitos en Siria, Ucrania, Libia o República Centroafricana.
Por su parte, en un comunicado firmado por el portavoz del Gobierno malí, el influyente coronel Abdoulaye Maiga, también ministro de Administración Territorial, rechaza las acusaciones europeas y exige que el Gobierno del que forma parte sea juzgado “por sus actos y no por rumores” y explica además que, al igual que la Misión De Formación Europea o EUTM, siglas de la European Union Training Mission in Mali, las fuerzas rusas presentes en el país se limitan fortalecer las capacidades operativas de las Fuerzas de Defensa y Seguridad Nacional del país.
Por su parte, desde Washington el pasado día 22, el secretario de Estado Antony Blinken, ya advirtió al Gobierno malí sobre las “consecuencias financieras y la desestabilización del país” si permiten la llegada del Grupo Wagner. Lo que podría resumirse en un crecimiento exponencial de las acciones terroristas alentadas, armadas y financiadas por la CIA, como tantas otras veces ha sucedido o un repentino conflicto con alguno de sus vecinos, todavía subsumidos a las órdenes de París.
Por su parte Rusia parece haber llegado a Mali para quedarse por una larga temporada en la que le serán de muchísima utilidad los análisis del el politólogo y sociólogo Maxime Shugaley, quien ya ha llegado a el país saheliano, al parecer destacado por el Kremlin, para que realice un profundo análisis en Bamako y otras regiones del país para trazar un mapa sociológico de la actual situación de donde Moscú pueda elaborar un plan concreto sobre las políticas que deberá implementar para sacar a Mali del atolladero.
Shugaley ha ensayado una razón acerca del fracaso francés en Mali cuando opinó que “París aún no comprende que ha comenzado la fase de oposición a sus modos coloniales”, sus antiguos métodos de violencia y terror aplicados para someter tantos países durante décadas, los que hoy le resultan inservibles, por lo menos en Mali, por lo que no tiene otro recurso que el de crear fantasmas como las acciones del grupo Wagner o el surgimiento de un nuevo tiempo soviético.
*Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central
Artículo publicado en Rebelión, editado por el equipo de PIA Global