Europa

El silencio del Parlamento Europeo

Por Leyla Carrillo Ramírez* –
La persistencia del Parlamento Europeo en acusar a Cuba evidencia que no se ha recuperado de los fracasos del 17 de julio ni el 15 de noviembre.

Un parlamento nacional se ocupa de legislar, sugerir y supervisar el cumplimiento de las normas adoptadas por mayoría simple o colegiada, según la constitución de cada país. En algunos casos los curules se denominan, indistintamente, senadores, congresistas, diputados o parlamentarios.

En los parlamentos regionales, temáticos o nacionales, confluyen diputados en representación de sus respectivos países y debaten asuntos heterogéneos, no siempre esperados o útiles para sus electores. Así sucede que el diputado del Parlamento Europeo por Baviera, Normandía o Galicia no responde necesariamente a los intereses de sus correligionarios, a quienes rinde cuentas anual o bienalmente, o sea, alejado de la realidad de sus votantes. Sin embargo, percibe un salario elevado, que proviene del aporte de sus contribuyentes.

En Europa y otros continentes resulta habitual el receso navideño, extendido hasta la segunda semana de enero del nuevo año, período en el que la población acostumbra a abandonar las grandes ciudades. Diciembre es un mes atípico, dedicado al descanso y las fiestas, que distiende la atención de mayorías, aunque también abarca a minorías establecidas en los países balcánicos, mediterráneos y centrales, quienes junto a los inmigrantes y residentes en los suburbios carecen de recursos para celebrar.

El escenario decembrino sugiere indagar ¿por qué la prisa del Parlamento Europeo para celebrar una sesión que cuestione el comportamiento de los derechos humanos en Cuba, precisamente en vísperas navideñas? Las pascuas se asocian a la bondad, la concordia, la solidaridad y la paz. Sin embargo, la resolución europarlamentaria del 16 de diciembre se incorpora al prolongado bloqueo, las sanciones y el acoso exacerbados por Estados Unidos, precisamente, en el peor año de la pandemia en un continente que se precia de cristiano, filantrópico y pacífico.

Simultáneamente, el Parlamento Europeo adoptó otra resolución contra Nicaragua, sobre el resultado electoral, a pesar de haberse comprobado la legalidad comicial por organizaciones extranjeras.

Es como si actores ocultos y solapados se empeñasen en que Cuba sea castigada por tratarse de un país “frágil”, violatorio de los derechos humanos, en sintonía con la instigación constante de sucesivos gobiernos estadounidenses y algunos europeos para acelerar un cambio de régimen. La persistencia del Parlamento Europeo en acusar a Cuba evidencia que no se ha recuperado de los fracasos del 17 de julio ni el 15 de noviembre cuando el imperialismo en su conjunto apostó por la eliminación de un régimen socialista que les estorba. Por eso arremete, una vez más, contra el gobierno cubano y, de paso, sirve a los intereses de Washington.

El Parlamento Europeo, reúne a 751 eurodiputados, con mayoría de partidos de derecha y centro, preponderantes en la legislatura actual. Con ese antecedente, al revisar la proporción partidista en el Europarlamento resulta visible que la correlación de fuerzas allí representada responde, salvo honrosas excepciones, a partidos de derecha o de extrema derecha, simpatizantes de corrientes extremistas expandidas por varios países europeos y Estados Unidos.

La reciente resolución emitida contra Cuba es la cuarta desde la nueva legislatura, pero evidencia la polarización de fuerzas entre sus escaños, porque de los 751 parlamentarios, votaron a favor 393, mientras que 150 se opusieron, 119 se abstuvieron y 89 se ausentaron, que representa una votación del 54 %.

La mencionada resolución repite acusaciones emitidas en junio, septiembre y noviembre de 2021 e introduce otras sobre “abusos sistemáticos contra manifestantes, disidentes políticos, líderes religiosos, defensores de los derechos humanos y artistas independientes, detenciones arbitrarias, torturas y malos tratos”.

Completan su injerencia contra la soberanía y autodeterminación cubanas, la exigencia de “liberar inmediata e incondicionalmente” a varios opositores (los mismos planteados por el gobierno estadounidense) y a todas las personas detenidas por el ejercicio de su derecho a la libertad de expresión y de reunión pacífica” y señala la persecución contra los premios Sájarov, que el gobierno cubano “retire las acusaciones penales abusivas y permita a los exiliados regresar al país”. Lo más drástico entre sus propuestas es que los países integrantes de la UE establezcan sanciones bilaterales y la suspensión del Acuerdo de Diálogo y Cooperación entre ésta y Cuba.

La resolución del europarlamento, emitida el 16 de diciembre ignora que Cuba es un Estado socialista de derecho y que las detenciones no son arbitrarias ni se producen desapariciones –como abunda en algunos países latinoamericanos- porque quienes delinquen son presentados a juicio, con derecho a la defensa.

La resolución del Parlamento omite, especialmente, que los desórdenes y vandalismos en una escala muy limitada fueron engendrados por una agresión comunicacional a mediano y largo plazos, incluida la instigación a una oposición política, mediática y comunicacional, fomentada por el gobierno estadounidense, en medio de las condiciones materiales más difíciles enfrentadas por Cuba debido al reforzamiento del bloqueo y a los impactos de la pandemia de COVID-19. Todo ello con repercusión sobre la alimentación, salud, suministro del servicio eléctrico, el alza de los precios y las dificultades cotidianas.

Los episodios del 11 de julio y las amenazas fallidas para repetirlos el 15 de noviembre, tras la algarabía azuzada por las redes sociales, personas y organizaciones afines a Washington han sido tergiversados, nuevamente, para exacerbar un ambiente de odio e inestabilidad que acelere un cambio de régimen en Cuba, ambicionado por los polos de poder.

Esta vez el Parlamento Europeo prescindió de referirse a las prácticas excluyentes contra minorías e inmigrantes en territorio europeo; al abandono a su suerte y la deportación de quienes huyen de las guerras, las epidemias y la hambruna; los ataques policiales contra quienes protestan contra la inequidad, el desempleo y el desahucio, como son las acciones permanentes contra los chalecos amarillos; la exacerbación del racismo y la xenofobia; la represión contra nacionalistas catalanes y vascos; el incremento del índice de pobreza al 16,1% en Alemania (el país más industrializado de la Unión) después de la pandemia de COVID-19 entre otras transgresiones de los derechos humanos.

El Parlamento Europeo se obnubila al aceptar con discreción y naturalidad los ataques y agresiones de paramilitares y de las mal denominadas fuerzas del orden en países latinoamericanos, donde en un bienio se cuadruplicaron los crímenes selectivos contra movimientos sociales, minorías y exguerrilleros y las lesiones contra manifestantes.

El Parlamento también evidenció su apoyo a los golpistas-racistas bolivianos que ofendieron la bandera Wiphala (identificación cultural de los países andinos). Tampoco se preocupó por los derechos religiosos cuando los golpistas intentaron derribar el friso de la Cámara de Diputados, presidido por el dios andino Viracocha ni protestaron por las masacres en Senkata y Sacaba. Y para completar, los eurodiputados voltearon el rostro para no acusar a la presidenta de facto y varios ministros golpistas por asesinatos, soborno, lavado de dinero, compra ilícita de armas y gases lacrimógenos para reprimir al pueblo, hasta que la justicia norteamericana los acusó.

Varios derechos humanos son conculcados durante prolongados conflictos, cuando se viola el Derecho Internacional Humanitario, durante la incorporación de países eurocomunitarios a coaliciones dirigidas por Estados Unidos en Asia y el Medio Oriente. Entre esos derechos se hallan los de la vida, la paz, la alimentación, la salud, la educación y el medio ambiente. El Parlamento Europeo, en cambio, no alza su voz para condenar las atrocidades.

Los drones lanzados contra la población civil en Afganistán, el prolongado genocidio, expropiación y colonización del territorio palestino por Israel; el bloqueo contra Irán; el uranio empobrecido utilizado contra los iraquíes y el uso del gas sarín contra Siria (a la que han acusado falsamente de utilizarlo) no son derechos conculcados que preocupen a los parlamentarios. Por ello sería saludable que los 393 votantes del Parlamento Europeo levantaran su voz para condenar las atrocidades, que inciden sobre los derechos humanos de esos pueblos, en lugar de insistir con sus resoluciones emitidas contra Cuba y otros países acechados en el mundo.

Tampoco los parlamentarios promotores y votantes de la ofensiva resolución recuerdan que los países africanos no pueden salir del subdesarrollo, originado por la herencia colonial, bajo el impacto de la explotación y el control de sus recursos naturales por las transnacionales y el incumplimiento del compromiso de los países más ricos con las Naciones Unidas de aportar el 0,7% de su Producto Interno Bruto, con la finalidad de contribuir al desarrollo de los más pobres del planeta. Los diputados confabulados contra Cuba tampoco perciben que la hambruna, las pandemias y otros males, solo incrementan el éxodo migratorio y el terrorismo, que tanto preocupa a los europeos.

Se repite que los parlamentarios confabulados contra Cuba contradigan con esta nueva resolución la votación unánime de la Unión Europea, en favor de la resolución que rechaza el bloqueo comercial, económico y financiero de Estados Unidos ejercido contra Cuba por 62 años. A pesar del malsano hábito de acompañar la citada votación, año tras año, con la aclaración por un representante de los 27 países de una sistemática crítica contra las “violaciones de los derechos humanos en el país antillano”. La resolución resulta significativa porque también entra en contradicción con la reciente propuesta de 114 congresistas estadounidenses para que el gobierno de ese país reconsidere la política relacionada con Cuba.

Las luces del Parlamento Europeo en Estrasburgo comienzan a apagarse y sus puertas se cierran, hasta que el continente regrese a la normalidad en enero (si la pandemia no arrecia nuevamente o la Unión se involucra en un nuevo conflicto). Pronto la quietud en sus predios presidirá el espacio en que la sensatez pudo haber callado, evitando así un nuevo estigma para partidos europeos específicos y algunos personeros de Washington. Afortunadamente no todos son sordos, mudos ni ciegos cuando enjuician al resto del mundo.

Referencias bibliográficas:

Carrillo Ramírez, Leyla. El silencio del Parlamento Europeo. (2) 26/12/2018; Nomenclatura, 29/8/19; El silencio del Parlamento Europeo (3) 25/6/2021 y Lecciones y Reflexiones. 17/07/21 www.cipi.cu

Macías Tovar, Julián. http://cubadebate.cu/noticias/2021/12/investigación-confirma-la-perversa-utilización-de-redes-sociales-contra-cuba-lanzada-desde el exterior 12/9/2021-42

Rodríguez Parrilla, Bruno. Ministro de Relaciones Exteriores. Conferencia de Prensa 13/7/2021

http://misiones.minrex.gob.cu/es/articulo/informacion-de-interes-ante-nueva-maniobra-contra-cuba-en-parlamento-europeo Información de interés ante nueva maniobra contra Cuba en Parlamento Europeo

https://www.europarl.europa.eu/news/es/press-room/20211210IPR19224/el-pe-reclama-a-cuba-la-liberacion-inmediata-de-todos-los-presos-de-conciencia. El PE reclama a Cuba la liberación inmediata de todos los presos de conciencia. 16-12-2021

https://www.vozdeamerica.com/a/parlamento-europeo-resoluciones-cuba-nicaragua/6357555.html Parlamento Europeo aprueba resoluciones sobre Cuba y Nicaragua

*Leyla Carrillo Ramírez, jurista, graduada en la Universidad de La Habana. Postgrados y diplomados auspiciados por instituciones académicas en La Habana, Berlín, Moscú, Madrid y Salamanca. 1960-1999. Diplomática en varios países europeos. Investigadora del Centro de Investigaciones de Política Exterior sobre la Unión Europea, los escenarios de ésta y temas de la agenda global.

Artículo publicado en CIPI.

Foto de portada: Parlamento Europeo. PATRICK SEEGER EFE.

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