Las sanciones y contra-sanciones son la nueva norma en la escalada de la Guerra Fría que enfrenta a Estados Unidos y Rusia. Mientras Ucrania, apoyada por Occidente, se prepara para una posible invasión rusa, Moscú espera ahora que Washington y Bruselas introduzcan nuevas restricciones a sus instituciones financieras.
Mientras Rusia concentra tropas cerca de la frontera ucraniana y Kiev realiza inspecciones en los refugios antiaéreos de la capital, sigue siendo muy dudoso que estalle una gran guerra este invierno.
Aun así, se espera que Estados Unidos y la UE sigan imponiendo sanciones a Rusia, entre ellas un posible bloqueo del acceso de Rusia a SWIFT, la amplia red de mensajería que utilizan los bancos y otras instituciones financieras para dar instrucciones rápidas de transferencia de dinero en todo el mundo.
El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, ha pedido a Estados Unidos que imponga «sanciones preventivas» a Moscú, mientras que funcionarios estadounidenses han anunciado recientemente que las nuevas medidas contra el Kremlin serán «extremadamente significativas y aislantes para Rusia, los negocios rusos y el pueblo ruso».
Los llamamientos punitivos de Occidente para excluir a Rusia de SWIFT no son nuevos, ya que las amenazas de bloquear su acceso se produjeron por primera vez en 2015. Así, Moscú empezó a hacer preparativos a través de una alternativa a SWIFT conocida como Sistema de Transferencia de Mensajes Financieros (SPFS), pero aun así Rusia sigue muy vinculada a las instituciones financieras mundiales y, por tanto, a SWIFT.
En 2019, el entonces primer ministro ruso Dmitri Medvédev dijo que Moscú consideraría el bloqueo de SWIFT como un acto de guerra. Desde entonces, el Kremlin parece haber hecho ciertas paces con la amenaza: Los funcionarios rusos ahora hablan abiertamente de la necesidad de desviarse del uso de los sistemas de pago internacionales controlados por Occidente.
Incluso los bancos bielorrusos se están preparando para el endurecimiento de las sanciones occidentales mediante la adhesión al SPFS ruso. En 2020, alrededor del 20% de todas las transferencias bancarias nacionales rusas se hicieron a través del SPFS, aunque el sistema aún no es un sustituto completo de SWIFT para los pagos internacionales. SWIFT conecta a más de 11.000 bancos en más de 200 países, y cerca de 32 millones de transacciones diarias pasan por el sistema.
El SPFS, por su parte, tiene más de 400 usuarios rusos y a finales de 2020 solo 23 bancos extranjeros de Armenia, Bielorrusia, Alemania, Kazajistán, Kirguistán y Suiza estaban conectados a la alternativa SWIFT.
La desconexión de Rusia de las transacciones financieras mundiales, sea cuando sea, tendría inevitablemente graves consecuencias para la economía. Por un lado, la desconexión pondría fin automáticamente a todas las transacciones internacionales, y una vez que se prohíba a los bancos rusos utilizar el SWIFT, el país no podrá pagar las importaciones ni recibir pagos por las exportaciones.
Los principales exportadores rusos, incluidos los de los sectores cruciales de la energía, la agricultura o el ejército, serán los más perjudicados en un escenario así. Una prohibición de SWIFT también aislaría a los bancos rusos del mercado europeo, y hay dudas sobre cómo los países europeos podrían seguir comprando gas ruso.
Además, también es cuestionable si la Federación Rusa podría seguir haciendo negocios como de costumbre con China, dado que los bancos chinos no están hasta ahora tan dispuestos a unirse al SPFS. Hipotéticamente, los bancos rusos podrían formar parte del Sistema de Pagos Interbancarios Transfronterizos de China (CIPS), una versión china de SWIFT creada en 2015.
Tras las conversaciones mantenidas por el Presidente ruso Vladimir Putin y su homólogo chino Xi Jinping el 15 de diciembre, el Kremlin anunció que Rusia y China planean desarrollar estructuras financieras compartidas que les permitan profundizar en sus vínculos económicos de forma que los Estados extranjeros no puedan influir en ellos.
Una vez que la Federación Rusa sea expulsada de SWIFT, surgirán inevitablemente intermediarios que ayuden a eludir las restricciones, pero el hecho de que Rusia deje de estar vinculada al sistema bancario mundial supondrá un choque para el sector financiero nacional.
Sin embargo, esto no significa necesariamente que Moscú se enfrente a un Armagedón financiero, aunque es probable que los ciudadanos rusos tengan que aprender a vivir sin Visa y Mastercard. Al mismo tiempo, cabe esperar que el Kremlin amplíe el SPFS a nivel internacional, y las naciones que pretendan seguir importando petróleo y gas natural ruso probablemente tendrán que unirse al nuevo sistema de transacciones bancarias de Rusia.
El Parlamento de la UE ya ha adoptado una recomendación para excluir a Rusia del sistema internacional de pagos, y se espera que Estados Unidos también presione a sus socios europeos para que rompan sus vínculos financieros con el Kremlin. Sin embargo, estos llamamientos podrían ser contraproducentes, ya que obligarán de facto a muchos países a utilizar los competidores de SWIFT, ya sea SPFS o CIPS, para seguir comerciando con Rusia.
Existe un precedente geopolítico. En marzo de 2012, bajo la presión de Estados Unidos, los bancos iraníes se desconectaron de SWIFT al endurecerse las sanciones internacionales contra Teherán por su controvertido programa nuclear. Como resultado, las exportaciones de petróleo de Irán se desplomaron de unos 2,5 millones de barriles diarios en 2011 a alrededor de un millón en 2014.
En 2016, se restableció el acceso de Teherán como parte del acuerdo nuclear con Irán, conocido como JCPOA, pero dos años después el servicio financiero mundial volvió a incluir a los bancos iraníes en su lista negra. A diferencia de Rusia, Irán ya estaba aislado antes de la prohibición de SWIFT, lo que significa que el país geográficamente más grande del mundo tendrá más dificultades para adaptarse a la nueva realidad financiera.
La expulsión de los bancos rusos de SWIFT no es ciertamente la medida financiera más dolorosa que Estados Unidos puede imponer contra el Kremlin. Si Washington decide dirigir las sanciones contra las instituciones financieras estatales y privadas de Rusia, las consecuencias para la economía rusa serían posiblemente más graves que la pérdida de SWIFT.
*Nikola Mikovic, analista político en Serbia. Su trabajo se centra sobre todo en las políticas exteriores de Rusia, Bielorrusia y Ucrania, con especial atención a la energía y la «política de oleoductos».
Artículo publicado en Asia Times.
Foto de portada: Un rublo ruso con las agujas del Kremlin al fondo. Foto: AFP