Europa

La gira del presidente francés Macron por el Golfo, ¿complicó la política regional de EEUU?

Por Andrew Korybko* –
Estos tres resultados podrían complicar la política regional de EE.UU. e incluso podrían interpretarse como una forma asimétrica de venganza por el robo del subacuerdo nuclear sin precedentes de Francia con Australia.

El presidente francés Emmanuel Macron visitó el pasado fin de semana los países del Golfo, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Catar y Arabia Saudí, en un viaje de dos días. Su gira regional se saldó con varios resultados importantes. El primero es que París y Abu Dhabi cerraron un acuerdo de 16.000 millones de euros para 80 aviones de combate Rafale mejorados y 12 helicópteros de combate Airbus, lo que supone el mayor acuerdo armamentístico de Francia hasta la fecha. Llega unos meses después de que Estados Unidos y el Reino Unido le arrebataran a Francia el subacuerdo nuclear con Australia por valor de 31.000 millones de euros.

En segundo lugar, Macron anunció durante su estancia en Doha que algunos países de la UE estaban estudiando la posibilidad de abrir una misión diplomática conjunta en Kabul para servir de enlace con el gobierno de facto de los talibanes. Sin embargo, señaló que esto no implicaría un reconocimiento formal de su autoridad. Hay que recordar que la capital qatarí fue el escenario de las conversaciones de paz entre Estados Unidos y los talibanes. También es el lugar donde muchos diplomáticos extranjeros interactúan informalmente con los talibanes, ya que el grupo tiene una oficina política allí.

Y, por último, el presidente francés mantuvo una llamada telefónica conjunta durante su estancia en Riad entre el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, y el primer ministro libanés, Najib Mikati, con el objetivo de apaciguar sus recientes diferencias. Otra crisis entre ambos estalló inesperadamente después de que el ministro de Información libanés (que dimitió el viernes) criticara antes la guerra liderada por Arabia Saudí en Yemen. Macron demostró así que Francia sigue siendo crucial para gestionar las disputas en su antigua colonia levantina.

Estos tres resultados podrían complicar la política regional de EE.UU. y posiblemente incluso ser interpretados como una forma asimétrica de venganza por haber robado a Francia el subacuerdo nuclear sin precedentes con Australia. Para explicarlo, a pesar de la reciente mejora de las relaciones entre los emiratíes e iraníes, los primeros siguen desconfiando de las supuestas intenciones nucleares de los segundos y se muestran escépticos ante los esfuerzos liderados por Estados Unidos para renegociar el acuerdo nuclear. El armamento de Francia a los EAU pretende mantener un equilibrio militar-estratégico regional.

En cuanto al segundo escenario, Estados Unidos ha presionado a sus socios para que mantengan las distancias con los talibanes hasta que éstos cedan a las presiones norteamericanas para realizar unilateralmente reformas sociopolíticas de gran calado. El pragmático desafío de Macron a esta exigencia tiene como objetivo gestionar la inminente crisis humanitaria de ese país devastado por la guerra. Demuestra que Francia se comporta de forma cada vez más independiente, haciendo casi intencionadamente lo contrario de lo que dice Estados Unidos para mostrar su enfado con AUKUS.

En cuanto al último de los objetivos de Macron, está señalando que Francia competirá para llenar el vacío diplomático-estratégico que ha dejado en las regiones del Levante y el Golfo tras la progresiva retirada de Estados Unidos de allí, al pivotar hacia el intento de «contener» a China en Asia-Pacífico. Los socios tradicionales de EE.UU., como Arabia Saudí, desconfían cada vez más de él por esa razón, así como por sus actuales negociaciones nucleares con Irán. Por ello, Francia se ha dado cuenta inteligentemente de que podría sustituir la menguante influencia de Estados Unidos.

Todo esto complica la política estadounidense. El hegemón unipolar en declive ya no domina la región de Asia Occidental en la que antes ejercía su dominio. Su política de volteo allí a lo largo de las tres últimas administraciones (Obama-Trump-Biden) ha preocupado a sus aliados tradicionales. Estados Unidos ya no es considerado como un socio fiable, sino como un actor interesado que tiene como único objetivo promover sus intereses estratégicos a corto plazo. Francia está furiosa después de AUKUS y compite activamente para reemplazar la influencia de Estados Unidos allí.

El hecho de armar a los EAU es especialmente significativo teniendo en cuenta las afirmaciones anteriores de Estados Unidos sobre los crímenes de guerra cometidos por todos los bandos de la guerra de Yemen, en la que Abu Dhabi solía desempeñar un papel destacado. Washington también ha criticado recientemente a Riad por sus supuestas violaciones de los derechos humanos, lo que habría sido impensable bajo la administración anterior. Francia, que ha estado recientemente en el extremo receptor de las políticas egoístas de Estados Unidos, es probable que sea vista como una fuerza de equilibrio simpática por los EAU, Qatar y Arabia Saudí.

A medida que la influencia francesa en Asia Occidental aumenta en paralelo al declive de la influencia estadounidense en la zona, Washington tendrá que aprender a apreciar a París y a sus socios regionales tradicionales en lugar de darlos por sentado. Su afán por «contener» a China a toda costa ha causado un enorme daño autoinfligido a la estrategia estadounidense en Europa (Francia) y Asia Occidental (EAU, Arabia Saudí). Los vacíos que está dejando en esas partes de Eurasia están siendo llenados por Francia y otros, con implicaciones estratégicas poco claras a largo plazo.

Lo único que puede saberse con certeza en este momento es que la política estadounidense en esos espacios estratégicos se está complicando por una combinación del daño autoinfligido que ha supuesto su «Pivot to Asia» y el oportunismo geopolítico de Francia y otros. Hay posibilidades creíbles de que surjan nuevos órdenes regionales, con el resultado final de que se acelerarán los procesos multipolares en ellos. Esto erosionará aún más la decreciente influencia de Estados Unidos en Europa y Asia Occidental, abriendo posiblemente nuevas oportunidades para todos.

*Andrew Korybko, analista estadounidense.

Artículo publicado en One World.

Dejar Comentario