El aumento de precios en el mercado del gas europeo se han precipitado extremadamente en los últimos meses, incluso cuando en julio se pensaba que ya había alcanzado el máximo, pero a comienzo de este mes los precios marcaron el máximo histórico. A esto se le suma el aumento de la escasez de energía y de las reservas de gas en toda Europa.
No obstante, no se trata de una problemática que afecte únicamente a Europa, los precios mundiales de gas natural, carbón y petróleo también se han disparado en este último tiempo.
La particularidad que pone a Europa frente a una gran crisis se debe a su gran dependencia de la importación energética.
Vulnerabilidad estratégica
Para abordar las causas del incremento de precio del gas natural en Europa es necesario analizar por un lado las causas estructurales, y por otro las causas coyunturales.
Como ya mencionamos, la crisis energética no sólo es una problemática que atraviesa a Europa, sino a todo el mundo. Se trata de una crisis sistémica que se intercala con otras crisis como la crisis climática o ecológica social, o la crisis financiera, con la escasez de bienes comunes y el voraz consumo humano. Una crisis como la energética se ve profundamente desarrollada en Europa, especialmente en la UE, debido a su enorme dependencia en materia energética.
Para la Unión Europea es esencial asegurar el suministro estable de energía y garantizar su posesión frente a las crisis energéticas, ya que son el mayor importador de energía del mundo.
Según informan desde el sitio oficial de la Unión Europea sobre energía, de la Oficina Europea de Estadística, más conocida como Eurostat, “En la UE en 2019, la tasa de dependencia fue del 61%, lo que significa que más de la mitad de las necesidades energéticas de la UE se cubrieron con importaciones netas”.
A la crisis estructural se le suman las crisis coyunturales que han profundizado aún más la crisis atravesada por la región europea. Podemos mencionar la pandemia por covid-19, el agotamiento de las reservas energéticas propias, la baja en la producción de energía a partir de las fuentes renovables, especialmente la eólica, y el crecimiento económico y demográfico de China e India.
A partir de la reactivación económica luego de las medidas adoptadas por la pandemia en 2020 puede atribuirse el crecimiento de la demanda en combinación con una escasez de reservas propias. No obstante, como explica Leonid Savin “La explicación que atribuye el alza al crecimiento de la demanda y la caída de la oferta esconde un panorama mucho más complejo, donde varios factores financieros, políticos y estratégicos tienen un papel primordial”, especialmente la especulación y los intereses geopolíticos en juego. Estados Unidos presiona a la UE para que no firme contratos de larga duración con Rusia, el país del cual más depende la Comunidad Europea, ya que según Washington, Rusia utiliza el gas como arma geopolítica. Esto produce un gran debate al interior de la UE, en donde hay países predispuestos a consolidar acuerdos con Rusia, y otros países que defienden la posición atlantista de no profundizar la dependencia hacia Moscú.
Leonid Savin, explica claramente que debido a esa presión estadounidense “se ha producido una disminución de los contratos de larga duración en la Unión Europea, mientras que han aumentado sus compras en los mercados spot (o cash), donde se compran volúmenes de gas que se pagan en efectivo durante el transcurso del día. Es sustancial la diferencia entre esos dos mercados. Con los contratos de larga duración se compra el gas a bajo precio –precio que se mantiene durante años. Pero en los mercados spot se compra gas a precios muy volátiles, generalmente mucho más altos, determinados por la especulación financiera en las bolsas del mercado”.
Otra causa importante tiene que ver con la elevada demanda de gas en Asia. El crecimiento económico y demográfico en países asiáticos, especialmente en China e India han aumentado la demanda de energía mundial. China, EEUU y la UE son los mayores consumidores de energía del mundo, y la UE es el más dependiente y con escasas reservas propias, lo que la vuelve vulnerable frente a crisis estructurales y escenarios geopolíticos inciertos.
A este contexto, se le suma que las energías renovables que ya están en funcionamiento en la región europea aún no son capaces de asegurar el suministro constante de electricidad ya que dependen de las condiciones climatológicas y eso lo vuelve incierto. Asimismo, la transición a energías renovables ha impulsado el aumento del precio del carbono a partir del impuesto fronterizo al carbono, lo que también pone en riesgo y disputas geopolíticas con otros países que no aceptan pagar dicho impuesto. Por ejemplo, en 2012, se intentó introducir el impuesto en las empresas de transporte aéreo extranjeras, pero fue fuertemente rechazado por países como EEUU, China, India, Japón y Rusia.
La vulnerabilidad estratégica no sólo se da debido a la dependencia de todos los Estados de la UE de la importación de energía como gas, petróleo y carbón, sino también por la distribución desigual entre los países miembros con menos recursos energéticos y con fuerte dependencia del suministro externo, que incluso les ocasiona un dilema geopolítico ya que son pocos los países proveedores. Mientras que ciertos países como Francia o España cuentan con varios proveedores, otros países dependen de un único proveedor externo, como en el caso de Eslovaquia o Finlandia respecto a Rusia.
La seguridad energética depende de factores como la disponibilidad de energía, los precios, los actores que controlan el comercio, los acuerdos comerciales, las infraestructuras o la falta de ellas, las condiciones climatológicas y las relaciones diplomáticas y geopolíticas. La Eurostat publicó el indicador que muestra hasta qué punto una economía depende de las importaciones para satisfacer sus necesidades energéticas.
Las relaciones comerciales y geopolíticas entre países afectan la seguridad energética, disputas como la de Moscú y Kiev por el precio del gas que pasa por el gasoducto y que suministra gas desde Rusia a la UE de manera directa, han llevado al bloque promover estratégias, acuerdos, políticas comunes para ampliar las rutas y fuentes de suministro y así prevenir futuras crisis. Una de ellas ha sido la que obliga a los Estados miembros de la UE, desde 2009, a mantener un mínimo de reservas de petróleo para un mínimo de consumo de 61 días. También se propusieron medidas para paliar la falta de interconexión de las redes eléctricas al interior de la UE, como mejorar y construir la infraestructura necesaria, principalmente para aquellos países del este de Europa que no estaban conectados e integrados a la red Europea y se veían más afectados. Por ejemplo, en 2015 se creó la Unión de la Energía que buscaba reforzar la integración en el mercado interno, mejorar la eficiencia del sector, descarbonizar la economía en línea con el Acuerdo climático de París y desarrollar investigación e innovación relacionadas con la energía. En 2016 se estableció el ‘principio de solidaridad’ en el que los Estados miembros deben ayudar a sus vecinos frente a las crisis de interrupciones en el suministro. Respecto a medidas externas, la UE ha trazado acuerdos diplomáticos con los países proveedores para desarrollar nuevas rutas de tránsito.
Desde el sitio oficial de la Unión Europea sobre energía describe que “La estabilidad del suministro energético de la UE puede verse amenazada si una alta proporción de las importaciones se concentra entre relativamente pocos socios externos. En 2019, casi dos tercios de las importaciones de petróleo crudo extracomunitarias provinieron de Rusia (27%), Irak (9%), Nigeria y Arabia Saudita (ambos 8%) y Kazajstán y Noruega (ambos 7%). Un análisis similar muestra que casi las tres cuartas partes de las importaciones de gas natural de la UE procedían de Rusia (41%), Noruega (16%), Argelia (8%) y Qatar (5%), mientras que más de las tres cuartas partes de los combustibles sólidos (en su mayoría carbón) las importaciones se originaron en Rusia (47%), Estados Unidos (18%) y Australia (14%)”.
Por lo tanto, Rusia, Noruega y Argelia son los mayores proveedores de gas natural convencional de la UE. Si bien con Noruega no existe riesgo geopolítico, ya que poseen buenas relaciones y es miembro de la OTAN, con países como Rusia, Argelia o Irak el panorama se tensa. Washington es el principal proveedor de gas natural licuado para la UE, por ello proyectos como el Nord Stream II molestan a EEUU. Por eso, EEUU acusa a Rusia de usar la dependencia energética europea como arma geopolítica o impone sanciones a las empresas constructoras del gasoducto Nord Stream II.
Al mismo tiempo, el pasado y actual colonialismo europeo en África busca reforzarse en ese continente rico en bienes comunes. La atención puesta en el Mediterráneo también es clave, especialmente en el Mediterráneo oriental a partir del descubrimiento de las reservas de gas natural que han provocado la escalada de tensiones entre Grecia, Chipre y Turquía, en donde también participan Egipto e Israel.
Por último, no podemos dejar de mencionar la importancia del Mar Negro por donde pasan dos importantes gasoductos que abastecen a la UE pasando por Turquía y los Balcanes. Cobra sentido la enorme presencia de la OTAN a lo largo de este año a partir de los ejercicios militares realizados en los territorios que están entre el Mar Negro y el Mar Báltico incluyendo los Balcanes Occidentales y el Mediterráneo.
Si bien se han llevado adelante diversas medidas para la integración y seguridad energética comunitaria, los intereses geopolíticos, económicos y comerciales de cada país individual de la UE pesan a la hora de poder cumplir con los objetivos y la agenda “verde” europea.
La UE posee una enorme dependencia de los combustibles fósiles. “Casi el 40% de la electricidad consumida en la UE proviene de centrales eléctricas que queman combustibles fósiles” informan desde el sitio oficial de la UE sobre energía. Asimismo, del total de la energía generada en la UE en 2019, el 71% provino de combustibles fósiles, del petróleo (36%), del gas (22%) y del carbón (13%).
A partir del esquema realizado por El Orden Mundial, con datos de Eurostat, podemos constatar las diferencias que existen entre los países miembros. Aquellos que producen más energía son Alemania, Francia, España e Italia. No obstante, Francia produce el 71% con energía nuclear, Alemania aún depende de un mayor porcentaje de energías no renovables.
Otros países como Luxemburgo, Lituania, Austria, Dinamarca, Croacia, Suecia y Portugal producen más de la mitad de su electricidad a partir de energías renovables. Por otro lado, Chipre utiliza el petróleo para producir el 90% de su electricidad; Malta, basa el 88% de su suministro en el gas; y Polonia, utiliza el carbón para producir el 73% de su energía.
Para lograr el abandono del carbón cada Estado miembro se encuentra en posiciones distintas, Suecia, Bélgica y Austria son los que han logrado soltar el carbón para la producción de energía, mientras que en Polonia el 73% de la energía procede del carbón. La mitad de las centrales energéticas de carbón de la UE han cerrado o se han comprometido a cerrar antes de 2030. Las instituciones financieras han establecido políticas de restricción al carbón y diversos bancos comerciales propusieron planes para no financiar más proyectos de carbón en todo el mundo.
Por último, algunos mapas de El Orden Mundial nos ayudan a comprender la producción de energía renovable, tanto en Europa como en el mundo. Al parecer, los países nórdicos, Noruega, Finlandia, Dinamarca y Suecia llevan la delantera en la producción de energía a partir de fuentes renovables. A nivel internacional, la energía hidroeléctrica es la producción de energía renovable más importante, produciendo cerca del 16% de la electricidad que se genera en el mundo. El 5,3% de la producción mundial de electricidad se da a partir de la energía eólica, teniendo a China, India y Estados Unidos como los mayores productores eólicos terrestres, y el Reino Unido productor de energía eólica en plantas marítimas. Por último, la energía solar produce el 2,6% de la electricidad mundial, destacándose nuevamente China, Estados Unidos e India.
El Pacto Verde Europeo
Para lograr la seguridad y autonomía energética, la UE busca paliar las crisis a través de la transición energética reemplazando los combustibles fósiles por energías renovables. Se considera que la (in)seguridad energética y la crisis del cambio climático van de la mano, por lo que la solución debe ser pensada desde un enfoque que conecte la política energética con la política climática.
Por ello, en 2019 la UE aprobó el Pacto Verde Europeo con el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a un 55% para 2030. Además, la estrategia busca el desarrollo económico para soltar la producción y lograr una neutralidad de carbono para 2050, por lo que pretende aumentar la eficiencia en el uso de recursos, restaurar la biodiversidad y frenar la contaminación.
Frente a la crisis a partir de la pandemia, el Pacto Verde Europeo supone la ‘cuerda de salvamento’ a través de los fondos Next Generation buscan financiar (1,8 billones de euros) parte de la transición energética para lograr una economía ‘moderna y competitiva’ que transforme el modelo productivo y especialmente corte la dependencia de la producción del carbón. En este caso, la UE deberá prestar mayor atención a no profundizar las desigualdades mencionadas entre los Estados miembros con menos recursos energéticos, falta de conexión interna con el resto de la Comunidad y con mayor dependencia de únicos proveedores externos.
¿Qué constituye un combustible fósil, y qué una fuente de energía renovable? Según el sitio oficial de la UE sobre energía, “El combustible fósil es un término genérico para las fuentes de energía natural no renovables como el carbón, el gas natural y el petróleo que se formaron a partir de plantas y animales (biomasa) que existieron en el pasado geológico (por ejemplo, hace cientos de millones de años). Los combustibles fósiles están basados en carbono y actualmente satisfacen la mayoría de las necesidades energéticas humanas”. Por otro lado, “Las fuentes de energía renovable, también llamadas renovables, son fuentes de energía que se reponen (o renuevan) de forma natural. Las fuentes de energía renovables incluyen las siguientes: Biomasa (biocombustibles sólidos): material orgánico, no fósil de origen biológico, que puede utilizarse para la producción de calor o la generación de electricidad. Incluye: carbón vegetal; madera y desperdicios de madera; licor negro, bagazo, desechos animales y otros materiales y residuos vegetales. Biogás, biocombustibles líquidos, residuos renovables, energía hidroeléctrica, energía geotérmica, energía eólica, energía solar, mareomotriz”.
El Pacto Verde Europeo no sólo impacta y seguirá impactando en la economía de la UE sino que también afectará a las economías y al comercio de otros países a partir de la reestructuración y la reducción de las importaciones. En primera instancia con las importaciones de carbón, luego de petróleo y por último de gas, hasta lograr un abandono completo del carbón e importantes reducciones de petróleo y gas en planificaciones posteriores a 2030. Estos últimos años han demostrado que los desafíos para cumplir esos objetivos son enormes por un lado seguirán arrastrando la crisis energética que es estructural, y también se enfrentan a posibles riesgos y crisis como lo fue la pandemia, ciberataques, catástrofes naturales, condiciones climáticas que juegan en contra o disputas geopolíticas y diplomáticas.
Al mismo tiempo, el crecimiento económico de China e India también han puesto en duda esos objetivos, ya que el flujo de energía se redirecciona hacia estas regiones y por lo tanto limita la entrada a la UE, exponiendo su vulnerabilidad y haciendo tambalear la seguridad energética europea.
Y aunque la crisis climática, ecológica y social esté desbordando el planeta, y se encuentre en la agenda de las discusiones en los organismos internacionales, dos tercios de la energía global se produce en centrales termoeléctricas dependientes de combustibles fósiles, especialmente del carbón, pero también del gas y el petróleo. Por lo tanto el reto de la transición energética es un desafío desigual en el mundo.
Particularmente, la descarbonización de la energía es uno de las temáticas más debatidas ya que si bien se trata de uno de los combustibles más contaminantes las capacidades de las centrales eléctricas de carbón han aumentado a partir del crecimiento de la demanda de China e India, que junto a Indonesia, Japón y Vietnam están planeado construir más centrales de carbón. China ha sido fuertemente criticada debido a la financiación de proyectos de energía de carbón en el extranjero. Por lo que en la Asamblea General de las Naciones Unidas del mes pasado el presidente chino Xi Jinping se comprometió a que “China se esforzará por alcanzar un pico de emisiones de dióxido de carbono antes de 2030 y lograr la neutralidad de carbono antes de 2060. Esto requiere un trabajo tremendo y haremos todo lo posible para alcanzar estos objetivos. China intensificará el apoyo a otros países en desarrollo en el desarrollo de energía verde y baja en carbono, y no construirá nuevos proyectos de energía a carbón en el extranjero”.
Por lo tanto, un descenso en la financiación china en las plantas de carbón del mundo sin dudas generará conflictos con la industria del carbón, con los países comprometidos, con el abastecimiento energético mundial y el comercio mundial.
‘Lo nuclear’ y el gas natural
A comienzos de este año, varios sindicatos que representan al sector de la energía y la energía nuclear, pidieron a la Presidenta de la Comisión Europea que se evalúe la incorporación de la energía nuclear como parte de la taxonomía europea por cumplir con el Pacto Verde. Argumentaron que de no ser así, la industria nuclear y las industrias intensivas de electricidad sufrirían un impacto negativo.
Desde el Parlamento Europeo explican que “La energía nuclear es una alternativa a los combustibles fósiles que genera pocas emisiones de carbono y constituye un elemento esencial de la combinación energética de 13 de los 27 Estados miembros. Representa cerca del 26 % de la electricidad producida en la Unión. Sin embargo, a raíz del accidente de Chernóbil en 1986 y de la catástrofe nuclear de Fukushima (Japón) en 2011, ha surgido una intensa polémica en torno a la energía nuclear”.
En abril de este año, el Parlamento Europeo anunció la decisión de incluir la energía nuclear en la taxonomía, pero aún se excluye la nuclear y el gas de las normas de financiación ecológica. La etiqueta de “sostenible” es necesaria para ser parte de las inversiones verdes, sin embargo, la UE aún debe adoptar una posición al respecto. Por eso, la Comisión Europea tendrá la responsabilidad de investigar junto a un grupo de expertos técnicos para determinar los criterios técnicos de selección.
Este decisión ha abierto un gran debate al interior de la UE, ya que hay países que se oponen a catalogar a la energía nuclear como ‘verde’ debido a sus desechos radioactivos o las experiencias de Fukushima y Chernobyl; no obstante, Bélgica, Bulgaria, República Checa, Finlandia, Francia, Hungría, Rumania, Suecia, Eslovaquia y Eslovenia son los países que apuestan por la energía nuclear proponiendola como sustituto de los combustibles fósiles, especialmente del carbón, en la transición energética.
En el caso del gas natural, considerado como un combustible de transición entre los combustibles fósiles y la energía verde, especialmente para soltar el carbón la situación se vuelve más compleja. La UE produce apenas un 8% de gas natural, es decir tiene una fuerte dependencia de la importación, especialmente de Rusia, Noruega y Argelia. Esto es una desventaja para la Comunidad Europea ya que debe competir con otros compradores, en particular con Asia, que están dispuesta a pagar más. Por lo tanto, proyectos como el gasoducto Nord Stream II se vuelven más atractivos, incluso después de haber criticado, impuesto sanciones y muchas trabas a su desarrollo. El gas natural se ha vuelto de vital importancia para las relaciones geopolíticas y diplomáticas de la UE ya que los proveedores son pocos, la dependencia es alta y las infraestructuras de la cual dependen los suministros no se reemplazan fácilmente.
En principio podríamos decir que el Pacto Verde Europeo está constituyendo un fracaso, porque si bien se ha descarbonizado gran parte del sistema eléctrico, aún dependen fuertemente de energías importadas, especialmente de los combustibles los fósiles; la producción de energía a partir de fuente renovables no proporcionan un suministro seguro y constante; la reservas se agotan enseguida; dependen de las relaciones geopolíticas mundiales; y el principal objetivo de ‘proporcionar a los consumidores de la UE (hogares y empresas) energía segura, sostenible, competitiva y asequible’ no se está cumpliendo.
*Micaela Constantini, periodista y parte del equipo de PIA Global.
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