Gaza es una de las ciudades más antiguas del mundo. Su existencia se remonta al siglo XV antes de Cristo. En las lenguas semíticas, su nombre significa «fuerte, feroz», una definición que, hoy en día, representa muy bien el sentido de la resistencia de Gaza para enfrentarse a un enemigo poderoso pero cobarde y traicionero.
El escritor Eduardo Galeano simplificó el apartheid que siguen sufriendo los palestinos con el bloqueo impuesto a la Franja de Gaza por Israel desde 2007. Escribió que Gaza «se ha convertido en una trampa desde que Hamás ganó limpiamente las elecciones en 2006».
Durante estos 14 años de bloqueo, la ocupación israelí ha privado a los palestinos de sus derechos básicos, como el derecho a una vida digna, ejerciendo un castigo colectivo que puede considerarse un crimen de guerra según el derecho internacional y el derecho internacional humanitario.
Israel ha convertido la Franja de Gaza en un lugar insoportable, tal y como lo describen las Naciones Unidas, ya que el asedio la ha convertido en la mayor prisión al aire libre del mundo, recordando a los campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial, tan utilizados por los sionistas como forma de chantajear al mundo y encubrir sus crímenes. Además, el bloqueo se caracteriza por ser un genocidio a cámara lenta de los palestinos de Gaza, que se suma al sufrimiento diario de la vida bajo asedio y a las repetidas agresiones, que no hacen más que empeorar las condiciones de vida de los residentes.
Desde 2007, Israel ha impedido la entrada de cientos de tipos de bienes y materias primas en Gaza, así como la exportación de muchos productos industriales y agrícolas a Cisjordania, debido al cierre de la mayoría de los accesos comerciales, algunos de los cuales han sido eliminados por completo. Esta actitud es una violación del Acuerdo Económico de París de 1994 y del Acuerdo de Cruce, firmado con los israelíes, bajo los auspicios de Estados Unidos y Europa, el 15 de noviembre de 2005, cuando los colonos israelíes se retiraron de la Franja de Gaza.
El bloqueo israelí también ha generado resultados más terribles para Gaza: el 80% de la población tiene ingresos por debajo del umbral de pobreza, el 50% de la gente sufre de desempleo y a muchos residentes, incluidos los estudiantes, se les prohíbe sistemáticamente viajar.
Gaza tiene la mayor densidad de población del mundo
La Franja de Gaza, de 365 kilómetros cuadrados, habitada por más de dos millones de palestinos, es una de las zonas más densamente pobladas del mundo, con unos 6.000 habitantes por kilómetro cuadrado, de los cuales más del 70% son niños o jóvenes, sin derecho a agua potable, electricidad y medicamentos.
El pasado mes de mayo, la ocupación israelí lanzó su última agresión contra la Franja, que duró 11 días y dejó 259 palestinos muertos, entre ellos 66 niños y 41 mujeres. Además, el ataque dejó a 75.000 personas desplazadas de sus 1.447 casas y pisos destruidos; otras 13.000 propiedades dañadas; 15 hospitales, 68 escuelas, 43 mezquitas y 1 iglesia dañadas o destruidas; y más de 450 instalaciones comerciales e industriales que dejaron de funcionar. El coste de los daños sufridos por la Franja de Gaza tras la agresión del 11 de mayo supera los 500 millones de dólares, según las últimas estimaciones publicadas por el Banco Mundial.
El director del Banco Mundial para Gaza y Cisjordania, Kanthan Shanhar, afirmó que la ya crónica crisis humanitaria se ha agravado tras este último ataque, con una caída del 0,3% del producto interior bruto (PIB) para 2021, frente a un crecimiento anual del 2,5% antes de la destrucción provocada por los ataques de Israel. Gaza tiene una alarmante tasa de desempleo del 50% y más de la mitad de su población vive en la pobreza.
El ejército de Israel, como el más sofisticado del mundo, sabe a quién mata y dónde lo hace. No mata por error, sino por horror, genocidio y limpieza étnica, como ha hecho desde la fundación del Estado judío en 1948. Para los militares israelíes, las víctimas civiles no son más que «daños colaterales» causados por las guerras imperiales y colonialistas. En Gaza, de cada diez «daños colaterales», tres son niños; y por cada cien civiles adultos muertos, uno es israelí.
Mientras tanto, la izquierda sionista, siempre diligente a la hora de condenar los «atentados» atribuidos a los grupos de resistencia palestinos que luchan contra el bloqueo y el apartheid de Israel, guarda silencio en complicidad con el genocidio a cámara lenta cometido por las fuerzas israelíes desde 1948.
Después de 14 años de un asedio asfixiante, sin duda ha llegado el momento de que las instituciones internacionales cumplan con sus deberes legales y humanitarios hacia los palestinos de la Franja de Gaza, Cisjordania y los territorios asignados a Israel desde 1948, garantizando la satisfacción de sus necesidades básicas. Las naciones del mundo tienen el deber de ayudar a liberar a los palestinos de Gaza de la mayor prisión al aire libre y de ejercer una presión real y seria sobre las autoridades de ocupación israelíes para que se abran todos los pasos de Gaza para la circulación de personas y mercancías y para que se ponga fin inmediatamente a este injusto bloqueo.
El Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás), así como las demás organizaciones de la resistencia palestina, han hecho hincapié en la lucha por la paz construida sobre la base de la justicia y esperan el día en que la libertad, el derecho al retorno y la independencia se hagan realidad, cuando los palestinos puedan establecer su propio Estado independiente y contribuir activamente a la seguridad y la prosperidad del mundo.
*Sayid Marcos Tenório es historiador y especialista en Relaciones Internacionales. Es vicepresidente del Instituto Brasil-Palestina (Ibraspal) y autor del libro Palestina: del mito de la tierra prometida a la tierra de la resistencia (Anita Garibaldi/Ibraspal, 2019. 412 p). Correo electrónico: sayid.tenorio@uol.com.br – Twitter: @HajjSayid