El anuncio realizado por Macron ha sembrado numerosas incógnitas sobre el futuro de la influencia de Francia en la región puesto que esta operación, iniciada en 2014, ha sido uno de los principales pilares de la política francesa hacia el África Subsahariana y ha permitido al país galo garantizar la seguridad de sus considerables intereses económicos en la zona. Sin embargo, antes de poder especular sobre este futuro incierto, resulta necesario aclarar lo que ha implicado y en que contexto se ha estado realizando la Operación Barkhane, para lo cual debemos hablar primero de los acontecimientos de la última década en el principal país donde se ha estado desarrollando: Mali.
El conflicto de Mali
En 2012, y como consecuencia indirecta de la guerra de Libia, se producía en el norte de Mali la conocida como rebelión tuareg de 2012 o rebelión del Azawad. El Movimiento de Liberación Nacional de Azawad (MLNA) protagonizó, junto con otros grupos armados y milicias de la zona, una rebelión armada que, ante el colapso del ejército maliense, obtuvo importantes éxitos llevando a la captura de la mayor parte del norte del país y a la declaración de independencia de Azawad, nombre por el cual denominan los tuareg a la mitad norte de Mali, el 6 de abril de 2012. Tras los éxitos iniciales esta alianza de grupos armados colapsaría sobre si misma al iniciarse un conflicto interno entre las facciones nacionalistas, encabezadas por el MLNA, y las yihadistas, encabezadas por Ansar Dine y el Movimiento por la Unidad y la Yihad en África Occidental (MOJWA), que acabaría con la victoria de los grupos yihadistas.
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El temor al establecimiento de un emirato islámico en el corazón del Sahel y las solicitudes de ayuda lanzadas tanto por el gobierno de Mali como por la Comunidad Económica del África Occidental (ECOWAS) llevarían a que, entre octubre de 2012 y febrero de 2013, se lanzaran varias iniciativas militares para apoyar al gobierno de Bamako tales como la AFISMA, la EUTM Mali o la Operación Serval.
La Operación Serval, iniciada por Francia el 11 de enero de 2013, implicaría el despliegue de 5000 soldados franceses en el Mali que, durante algo más de un año, lucharían junto con el ejército maliense y las fuerzas de la AFISMA para recuperar el control de las principales ciudades del norte del país. Sin embargo, la liberación de las ciudades malienses no implicaría ni la derrota de los grupos yihadistas, que continúan siendo una amenaza hasta la actualidad, ni el regreso de la paz a Mali, puesto que el desplazamiento de poblaciones y la creación de milicias de autodefensa debido a la guerra provocaría el surgimiento (o resurgimiento) de conflictos entre diversos grupos étnicos.
A la lucha contra los grupos armados yihadistas y al conflicto interétnico debemos sumarle la marcada inestabilidad política de Mali que ha llevado a que entre 2012 y 2021 se hayan producido tres golpes de Estado por parte del ejército. Estas acciones han provocado un marcado deterioro en las relaciones entre las autoridades malienses y sus aliados internacionales, particularmente Francia, que consideran que el gobierno de Bamako no es un socio fiable con el cual colaborar.
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La Operación Barkhane y la guerra sin fin
La naturaleza trasnacional de la amenaza yihadista, y la extensión de los intereses franceses por sus antiguas posesiones coloniales, llevaría a que Francia lanzara en 2014 la Operación Barkhane. El lanzamiento de este nuevo marco operativo sería utilizado por Francia para reestructurar todas sus operaciones militares en la región centrándolas en torno a un único “pilar francés de la lucha antiterrorista en la región del Sahel”. El objetivo declarado de esta misión era apoyar a los países del conocido como G5 Sahel (Burkina Faso, Chad, Mali, Mauritania y Niger) en su lucha contra los distintos grupos yihadistas de la región.
La nueva operación tendría algunos importantes éxitos iniciales como la eliminación de Ahmed Al-Tilemsi, líder del grupo yihadista Al-Mourabitoun, en diciembre de 2014, pero pronto quedaría claro la lucha contra estos grupos sería largo recorrido y que tendría un importante precio para Francia.
Un vehículo blindado francés (VBCI) gravemente dañado durante una emboscada. Este ataque ocurrió en la región de Gao en el noreste de Mali. 1/07/2018
Siete años más tarde, la lucha contra el yihadismo en el Sahel está considerada como una guerra sin final a la vista que es cada vez más impopular tanto en Francia, donde el 51% de la población se opone a la intervención, como en algunos de los países de la región, donde se combinan los reclamos soberanistas con el incremento en la popularidad de otras potencias.
Francia como columna vertebral de una nueva fuerza internacional
En el mismo discurso que anunciaba el fin de Barkhane, realizado justo antes de la cumbre del G7, el presidente francés también señalo su intención de mantener un diálogo con sus socios europeos y africanos para dar paso a una nueva fuerza internacional que encabece la lucha contra el terrorismo yihadista en el Sahel. Aún no tenemos información clara sobre esta iniciativa, aunque las autoridades francesas afirmaron que sabríamos más sobre la misma a finales de junio, pero lo cierto es que se ha producido una considerable especulación sobre si el presidente francés estaría tratando de articular un Barkhane “europeo”.
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Esta es una idea interesante ya que actualmente existe una iniciativa que, si bien hoy en día está muy lejos de tener las dimensiones y objetivos de Barkhane, podría servir de base para la construcción de dicha fuerza internacional. En marzo de 2020, los gobiernos de Bélgica, Dinamarca, República Checa, Estonia, Alemania, Mali, Níger, Países Bajos, Noruega, Portugal, Suecia, Reino Unido y Francia publicaban un comunicado conjunto en el cual se anunciaba el lanzamiento de la denominada “Task Force Takuba” una nueva fuerza internacional que, bajo el mando de la Operación Barkhane, tendría como objetivo “asesorar, asistir y acompañar” a las Fuerzas Armadas de Mali.
La Task Force Takuba comenzó a operar en julio de 2020, aunque no alcanzó su capacidad operacional plena hasta abril de 2021, desplegando unidades multinacionales en ciudades como Gao (Francia – Estonia) o Menaka (Francia – R. Checa). Esta presencia podría ampliarse en el futuro según vaya incrementándose el número de países que se incorporan a la coalición, actualmente hay 8 países que habrían mostrado interés en hacerlo, y los recursos que destinen estos a la misma.
Como ya indicábamos antes Takuba no ha sido diseñada para sustituir a Barkhane, nada más lejos, pero lo cierto es que no sería la primera vez que una misión auxiliar europea, aunque en este caso no esté bajo el amparo de la Unión, crece considerablemente con el paso del tiempo y acaba absorbiendo las funciones de la misión principal después de que esta sea suspendida.
Sea como sea, lo cierto es que estamos ante un potencial punto de inflexión en la relación entre Francia y el Sahel que está plagado de incógnitas. La forma que tome esta nueva fuerza internacional, si es que finalmente sale a la luz, resultará clave para determinar el rumbo que tomaran las dinámicas de una región en la que actualmente varias potencias no-occidentales, entre las que destacan Rusia y Turquía, están tratando de ganar influencia y sustituir a las antiguas metrópolis europeas.
Nota:
*Graduado en Ciencias Políticas por la Universidad de Salamanca, Master por la Universidad Complutense y la Universidad Camilo José Cela. Las Relaciones Internacionales han sido su principal campo de interés profesional y personal. Interesado especialmente en las Grandes Potencias y Oriente Medio
Articulo publicado por primera vez en Descifrando la Guerra