África

El conflicto en Libia preocupa a Argelia y Túnez

Por PIA Global
El presidente de Argelia, Abdelmadjid Tebboune, afirmó que su país estaba dispuesto a «intervenir de una manera u otra» en Libia. El país del norte africano se ha convertido en una guerra de legitimidad y en una guerra por controlar los recursos naturales que existen en el país, en concreto el petróleo. El oro negro ha sido siempre la codiciada riqueza tanto de Oriente Medio como en el Norte de África.

El tan apreciado combustible ha marcado la evolución de algunos de los conflictos más sangrientos del siglo XXI, como el de Libia. Los intereses geopolíticos de países como Rusia o Turquía y el desprecio de las complejidades del país han llevado a la nación norteafricana al borde del abismo. El conflicto que ha asolado a esta nación es motivo de preocupación para países como Argelia y Tunez. 

Recién estrenado en su cargo, el presidente argelino, Abdelmajid Tebboune, aseguró entonces que “la seguridad de Libia es una extensión de nuestra propia seguridad”, por lo que “la mejor manera de preservar nuestra seguridad regional sigue siendo la cooperación y la asistencia mutua con nuestros vecinos para enfrentar el terrorismo y el extremismo”. Asimismo, Tebboune señaló la necesidad de consolidar los esfuerzos internacionales para alcanzar una solución a este conflicto a través de medios políticos y diplomáticos. La capital de Argelia pretendía asumir el papel de mediador entre las partes beligerantes en el conflicto libio, una guerra que amenaza a la estabilidad regional. 

El ministro argelino, Sabri Boukadoum, ha subrayado que las posiciones comunes de Argelia y Túnez sobre el tema libio “no tienen nada que ver con el petróleo o los intereses económicos”. Así, Boukadoum ha defendido que lo más importante para ambos líderes es “la estabilidad de Libia y el respeto de su integridad territorial”. El diplomático argelino ha asegurado tener esperanza en que los esfuerzos de Túnez y su país contribuyan a alcanzar un acuerdo político en Libia y ayuden a crear un “estado fuerte, unido y estable”.  “Salvar a Libia es nuestro deber por los lazos de vecindad y las relaciones históricas sólidas”, recalcó el diplomático.

Russian Foreign Ministry/Handout via REUTERS-El ministro de Asuntos Exteriores de Argelia, Sabri Boukadoum

Túnez también muestra preocupación

Por otra parte, el ministro tunecino Noureddine Erray ha asegurado que “se puede afirmar que Túnez y Argelia son los únicos dos estados que no tienen agenda en Libia”. El diplomático señaló que su intención es restaurar la unidad y la estabilidad de Libia a través de soluciones pacíficas y consensuadas entre los propios libios. “El caso de Libia es delicado y afecta directamente a la seguridad nacional de nuestros países”.  Además, destacó una nueva “oportunidad” para hablar sobre la cuestión palestina, “una causa importante para la nación árabe”. “Túnez y Argelia trabajarán seriamente para defender los derechos del pueblo palestino y para hacer frente a todos los intentos israelíes de socavar la legitimidad internacional”, agregó.

En lo que respecta a la acción árabe conjunta hizo hincapié en que ambos países consideran que este sistema necesita una reforma profunda que le permita hacer frente a los desafíos actuales. El presidente de Túnez, Kais Said, también se ha reunido con el ministro de Asuntos Exteriores de Argelia para analizar la situación en la región, particularmente en Libia. 

El ministro de Relaciones Exteriores de Túnez, Noureddine Erray, dijo que Túnez está de acuerdo con Argelia con respecto a la crisis en Libia.

Durante una entrevista, emitida el 9 de junio en Al-Jazeera, el presidente argelino dijo que había considerado una intervención en Libia porque consideraba a “Trípoli una línea roja”. “No aceptamos que la capital de un país del Magreb esté ocupada por mercenarios. Íbamos a intervenir”, aseguró Tebboune. A la pregunta de si se trataba de una internación militar, el presidente respondió diciendo que Argelia habría intervenido de una “manera u otra: no íbamos a quedarnos de manos cruzadas”. 

El presidente Tebboune confirma así el cambio en la doctrina de defensa de Argelia. La reforma constitucional, deseada por el jefe de Estado y adoptada por el referéndum el 1 de noviembre de 2020, abre la vía a un posible despliegue del Ejército argelino en el extranjero. Hasta ahora, Argelia había descartado cualquier intervención militar fuera de sus fronteras en nombre del antiimperialismo. Sin embargo, a partir de ahora autoriza a su Ejército a participar en operaciones de mantenimiento de paz en el marco del respeto a los principios y objetivos de las Naciones Unidas, la Unión Africana y la Liga Árabe. La nueva Constitución otorga al presidente, comandante supremo de las Fuerzas Armadas y ministro de Defensa, el derecho a movilizar a las tropas, con la aprobación de dos tercios del Parlamento. 

Por su parte, el ministro argelino de Exteriores, Sabri Boukadoum, señaló durante su visita al presidente tunecino, Kais Saied, el 29 de septiembre, su intención de salir del “esquema clásico” de las relaciones bilaterales y defendió una nueva visión de la diplomacia. En el caso libio, el responsable apostó por coordinar una estrategia común para buscar una vía política, lejos de la injerencia extranjera y basada en el dialogo interlibio “constructivo” con el objetivo de preservar su seguridad nacional, su unidad y su soberanía. 

Argelia y Tunez han reforzado sus relaciones bilaterales para hacer frente a la inseguridad provocada por el conflicto libio y el Sahel. Además de las tropas leales a Haftar y a Sarraj, en esta fuera participaba una serie de actores como las redes de crimen organizado o las milicias armadas. Esta situación se recrudece por la porosidad de las fronteras y la inseguridad estructural presentes en la región. Todo ello ha favorecido la aparición de una economía de guerra de la que se benefician amplios sectores de la población, grupos de crimen organizado o redes de terrorismo. 

La pobreza e inseguridad alimentaria, el subdesarrollo o la corrupción se han instalado a las puertas de estos dos países. A estos acontecimientos hay que añadir las crisis multidimensionales provocadas por el terrorismo y el crimen organizado transnacional. Argelia teme que este conflicto aumente las fragilidades y tensiones presentes en la región y que estas amenazas se vean multiplicadas por la presencia de potencias extranjeras. Por esta razón había querido reclamar su lugar en el tablero libio insistiendo en que el futuro de la nación norteafricana solo lo pueden decidir los propios libios. 

AFP/ LNA War Information Division-El mariscal Haftar reuniéndose con el ministro de Asuntos Exteriores de Argelia, Sabri Boukadoum, en la ciudad de Bengasi, en el este de Libia

Rusia y Argelia: ¿socios o competidores?

En este escenario, el presidente de Argelia Abdelmadjid Tebboune ha mantenido conversaciones telefónicas con su homólogo ruso, Vladimir Putin. Los dos líderes han confirmado su intención de fortalecer aún más la asociación estratégica ruso-argelina en varias esferas, incluida la coordinación en el mercado mundial del petróleo con respecto al acuerdo de la OPEP + y la cooperación en la lucha contra la pandemia de coronavirus, de acuerdo con un comunicado oficial emitido por el Kremlim.

Asimismo, tanto Tebboune como Putin han mostrado su preocupación por los últimos eventos ocurridos en Libia y han señalado la necesidad de consolidar los esfuerzos internacionales para alcanzar una solución a este conflicto a través de medios políticos y diplomáticos. Los dos jefes de Estado han decidido intensificar su actuación para “facilitar el establecimiento de la paz y la seguridad” de la nación norteafricana. La capital de Argelia pretende asumir el papel de mediador entre las partes beligerantes en el conflicto libio, una guerra que amenaza a la estabilidad regional.

Vladimir Pitin y Abdelmadjid Tebboune

El Ejército Nacional Libio liderado por el mariscal de campo Jalifa Haftar cuenta con el apoyo de Jordania, Arabia Saudí, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Sudán y Rusia; mientras que el Gobierno de Trípoli, respaldado por los Hermanos Musulmanes y reconocido internacionalmente por Naciones Unidas, recibe ayuda militar de Turquía y Qatar. En este complejo escenario, el país presidido por Recep Tayyip Erdogan ha advertido de que no habrá alto el fuego hasta que Haftar se retire.

Durante la conversación han discutido sobre el papel de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). “Ambos líderes han acordado continuar con las consultas y la coordinación con los miembros de la OPEP y sus socios para la estabilización del mercado internacional de petróleo”.

La alianza OPEP+, responsable de cerca del 60 % de la producción mundial de crudo, acordó a principios del mes de junio extender el recorte de sus suministros, por un total de 9,7 millones de barriles diarios (mbd). A lo largo de esta semana, los miembros de esta alianza se reunirán para evaluar “las condiciones del mercado energético, los niveles de producción y el cumplimiento del acuerdo”.

Las relaciones diplomáticas entre Rusia y Argelia han ido cambiando a lo largo de los últimos años. Sin embargo, uno de sus mejores momentos que en 2006, cuando se anunciaron importantes acuerdos sobre la venta de armas rusas a Argelia, así como un arreglo de la deuda del país norteafricano con el gigante ruso, explicaba por aquel entonces el think tank Middle East Policy Council. Durante los años posteriores estas relaciones se fueron enfriando. No obstante, el petróleo y la pandemia del coronavirus han vuelto a acercar a dos naciones que, en estos momentos, juegan un rol fundamental en el desarrollo del conflicto libio.

Fuente: https://atalayar.com/