Nuestra América

COLOMBIA. ¿LA GUERRA O LA PAZ? (PARTE IV)

Por: Tony López R*. – Este nuevo capítulo de La Guerra o la Paz en Colombia, recoge en apretada síntesis los aspectos más trascendentales de los últimos días para explicarnos los orígenes y razones que tiene el pueblo colombiano de mantenerse firme en las demandas que ha venido haciendo y en las que han venido teniendo importantes éxitos los manifestantes.

La juventud y los sectores populares en las calles defendiendo la vida

En estos 26 días los éxitos han demostrados la debilidad del Gobierno, pero no han logrado aún con la fuerza que tienen estas manifestaciones, los cambios esenciales, como por ejemplo lograr la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente Corporativa, que es la que puede modificar la deformada Constitución de 1991 y dar una solución final a los graves problemas que aquejan a este pueblo.

Una Asamblea Constituyente Corporativa cuyos delegados no solo sean, los mismos del Partido Liberal, Conservador, y las disidencias de estos agrupados hoy en Cambio Radical, Partido de la U y el Centro Democrático, los que por 200 años han mantenido la opresión del pueblo colombiano.

Los integrantes a esa Asamblea Constituyentes deben ser representados por organizaciones sociales, políticas y económicas, con una mayoritaria representación obrera, campesina, indígena, estudiantil, afrodescendientes, juveniles y de género. Organizaciones políticas además de las ya arriba señaladas, que incluyan al Partido Comunista, la Unión Patriótica, Marcha Patriótica y Congreso de los Pueblos.

Esa será la solución a la grave crisis, estructural que hoy enfrenta el fallido Estado colombiano y solo así podrán lograr cambios y modificaciones a la actual política de este gobierno y dar un rumbo a la defensa nacional del país que hoy, está subordinada a los intereses económicos, políticos, militar y diplomáticos de los Estados Unidos y no a los intereses nacionales. Eso lo demuestra las 9 bases militares estadounidenses acantonadas en Colombia.

Las grandes manifestaciones y justos reclamos, no se trata de una Revolución Molecular Disipada, como argumenta el señor Álvaro Uribe Vélez, quien trajo a Bogotá, al chileno Alexis López, militante neofascista y defensor del dictador Augusto Pinochet, un “descalificado” teórico de la extrema derecha, que ni en el mundo académico chileno se le conoce y algunos intelectuales y profesores, precisan que este señor es un delirante neonazi. Su visita a Bogotá a propuesta de Uribe, fue para impartir cursos a la alta oficialidad y academia militar colombiana, cuyo objetivo es respaldar la filosofía de militarizar el país y justificar la represión a sangre y fuego ante el supuesto “peligro de la Revolución Molecular Disipada”.

Se multiplican las detenciones arbitrarias en lo que la clase gobernante dice que es una «Democracia»

El análisis y punto de vista, de varios profesores de la Universidad del Externado, participante en el seminario virtual sobre ¿Cuál Revolución Molecular Disipada?, organizada por el Departamento de Derecho Constitucional, precisaron luego de un importante debate que todo es:

“Una interpretación tergiversada de la Teoría de la Revolución Molecular, desarrollada por el filósofo francés, Félix Guattari, que Alexis López cambia la teoría y la utiliza para justificar la represión de la protesta que tiene lugar en el momento en el país”.

Ese concepto, traído por los pelos por el ex senador Álvaro Uribe Vélez, es el que ha utilizado para justificar la represión, como sugirió en su Twitter a las Fuerzas Militares y de Policía, “usar sus armas de fuego y tirar a matar a los manifestantes”. Uribe utiliza muy bien un mensaje para influir sobre la población, así fue cuando el plebiscito de aprobación a los Acuerdo de Paz, en octubre del 2016 que afirmó que, si apoyaban el SI, el “castrochavismo ocuparía el sillón presidencial en la Casa Nariño” y ganó el uribismo con el NO. Pero NO el pueblo, que, por primera vez en la historia, vota a favor de la guerra.

Estoy convencido que, en esta ocasión, ese noble pueblo, que hoy está en las calles defendiendo sus intereses, ahora le crean el cuento de la teoría neofascista, que propaga el ex senador Uribe Vélez.

Ese pueblo ha salido a manifestarse pacíficamente a reclamar justicia social y los intereses que le pertenecen, tener dignos empleos, con justos salarios, salud y educación gratuita para toda la población, viviendas dignas y un sistema de justicia que responda al pueblo, ajustado a un Estado de derecho.

Los gobiernos verdaderamente democráticos están obligados a satisfacer esas necesidades, como cuando se comprometen y lo propagan en sus campañas electorales los candidatos presidenciales, gobernadores y alcaldes y después no cumplen nada.

Los gobiernos colombianos de estos últimos años no han gobernado para el pueblo, ellos solo han gobernado para las trasnacionales gringas y europeas y para el capital financiero, industrial, comercial y agrario, de la oligarquía, alimentando además a una buena parte de funcionarios públicos corruptos, algunos de los cuales están vinculados al narcotráfico, según muestran muchas informaciones públicas, y el mismo Álvaro Uribe Vélez, según el informe del Pentágono, donde lo sindica de ser en la lista de extraditable el No 82.

El pueblo pasó de la resistencia al reclamo y ahora se apresta a ir por sus derechos

La derrotada ley tributaria así lo demostraba, pero los escándalos entre otros de las 500 empresas estatales privatizadas, y los emprendimientos entre ellos los de Odebrecht, y la presa de hidro-Ituango, son ejemplos muy claros, que no debe dejarle duda a nadie de cómo esta política es la causa y origen de los justos reclamos populares.

A todo lo arriba explicado, se une el uso de las Fuerzas Militares y de Policía para reprimir al pueblo, pueblo que es el que debe ser defendido por esa fuerza pública, que hoy las reprime, tortura, mata y abusan sexualmente, todo esto denunciado ante la opinión pública y los organismos internacionales de derechos humanos. Al respecto la CIDH ha condenado las graves violaciones a los Derechos Humanos, según el portal La Creciente se han producido 2387 casos de violencia policial, 52 homicidio y 379 desaparecidos.

Según el Estado ha informado a la CIDH que se han llevado a cabo 9,623 protestas en unos 974 municipio de Colombia de los 1,100 existentes en el país. Y calculan que 1 millón 493,791 personas han participado. Lo más grave es que al menos en 1,038 manifestaciones se han presentados más de 52 fallecidos, 979 heridos, de ellos 33 con afectación visual, 87 actos de violencia sexual cometidos presuntamente por agentes de la policía, con la lamentable muerte de una adolescente de 17 años en Popayán abusadas por 4 policías y ella por tal humillación se suicidó.

Todos estos datos han sido entregados por el Gobierno a la CIDH, pero ONG de derechos humanos precisan que estas cifras están muy por debajo de lo real. Por ejemplo, de las cifras de la Fiscalía que reporta 132 desaparecidos, resulta alarmante que de las 276 que en días pasados que la misma Fiscalía, habían reportado de desaparecidas, algunas están apareciendo si vida muchos arrojados al rio como el caso de Cristian Torres, que apareció el 14 de mayo en la ciudad de Leiva, Nariño. Existen otras cifras sobre desaparecidos en varios Departamentos, de los que no se hablan.

Aquí tienen parciales resultados, de lo que ha provocado sacar a las Fuerzas Militares y de la Policía a enfrentar a las pacificas manifestaciones y la orden del ex senador Uribe Vélez de hacer uso de las armas. Y atribuir que esa salvaje represión es para contrarrestar una tal llamada Revolución Molecular Disipada, que no existe.

Colombia siempre fue un territorio, ambicionado por Estados Unidos, eso se puso de manifiesto, desde que nuestro Libertador Simón Bolívar y nuestro José Martí, señalaron el peligro que representaba el vecino del norte para la soberanía e independencia de nuestros países.

La historia colombiana dio un vuelco importante, cuando a fines del gobierno del liberal Virgilio Barco, comenzó una incipiente apertura al libre mercado, pero está tomo fuerza, cuando asume la presidencia en 1990, el presidente César Gaviria, quien aplicó de manera radical y ortodoxa, la política del modelo neoliberal, siguiendo el asesoramiento de los Chicago Boys.

Primó el llamado Consenso de Washington y a partir de allí Colombia con tantas riquezas naturales cayó en brazos de las grandes trasnacionales, afectando seriamente la economía nacional. Solo los grandes empresarios y terratenientes colombianos han ganado fortunas y según diversos medios de prensa alternativos, afirman que, muchos de los importantes empresarios están vinculados o se benefician con la industria del narcotráfico.

Lo más dramático de esa decisión en Colombia, de abrazar a principio de la década del 90 el modelo neoliberal, que ya estaba en decadencia y fracasado, los ha llevado a la actual crisis. Varios de los países ricos en América del Sur, con potencialidades que les permitía incluso cerrarse y no depender de importaciones y ser autosuficiente como Argentina. Un buen ejemplo, es este país, de cómo los gobiernos de Carlos Menen y luego Mauricio Macri, lo llevaron a empobrecer y lo dejaron en la ruina. Nada distinto ha sido en Chile, Brasil, Ecuador y Perú, entre otros países.

Esta es la causa de la grave crisis económica, que ha provocado ese gran empobrecimiento en Colombia donde el 42.5 por ciento de la población está en los niveles críticos de pobreza, 4 millones de colombianos en la pobreza extrema, y una desigualdad donde hasta la clase media hoy, está sufriendo las consecuencias de este modelo.
En el próximo artículo, abordaremos los últimos 25 años de los gobiernos colombianos, pero seguiremos dándole seguimiento a la actual crisis, cuyas proporciones, reclamos, resistencia, heroísmo, están indicando que el establishment cambia o lo cambian.

Notas:

*Periodista, politólogo, analista internacional.

Fuente: Radio Clarín de Colombia

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