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¿QUIEN VA RESPONDER POR LAS MUERTES DURANTE LA PANDEMIA?

Por Ana Laura Dagorret*- El Senado de Brasil inició esta semana los trabajos de la Comisión Parlamentaria de Investigación que busca apurar acciones y omisiones del gobierno federal durante la pandemia.

Uno de los mayores miedos del presidente brasileño se materializó esta semana: la instalación en la Cámara de Senadores de la Comisión que investigará quienes son los responsables del avance de la pandemia en el territorio. La respuesta es el motivo por el cual el gobierno buscó de todas las maneras posibles evitar que se investigue la gestión de la crisis sanitaria: Jair Bolsonaro es uno de los responsables por impulsar una estrategia institucional para la propagación del coronavirus, documentada en un estudio de la Universidad de San Pablo que incluye innumerables declaraciones del presidente contra el aislamiento y las vacunas, además de medidas para entorpecer el combate por estados.

Hasta el momento, más de 400 mil familias lloran sus pérdidas mientras faltan medicamentos para intubación en los hospitales y se flexibilizan las cuarentenas producto de la presión de empresarios amigos del gobierno. Algunos especialistas advierten que la vacunación lenta y la falta de una política federal para impulsar el aislamiento pueden llevar a una tercera ola más agresiva que deje al país en el umbral del medio millón de muertes para junio. La pregunta acerca de quienes son los responsables es el objeto de la CPI, que la próxima semana escuchará las declaraciones de tres ex ministros de salud y que inquietan al propio presidente.

Tanto Henrique Mandetta, despedido por promover el aislamiento y por ganar popularidad (es conocida la obsesión del presidente por ser la principal figura de su gobierno), como Nelson Teich, que renunció por negarse a prescribir hidroxicloroquina como tratamiento precoz contra la covid, prometen brindar declaraciones como mínimo comprometedoras. Sin embargo, la gran preocupación hacia dentro del Ejecutivo pasa por el testimonio del ya exministro Eduardo Pazuello, quien fue reemplazado en el cargo tras el desgaste de la popularidad del presidente por la demora en la llegada de vacunas y por los trágicos eventos de Amazonas, donde la falta de oxígeno provocó la muerte por asfixia de varias personas.

Pazuello llegó al cargo como títere de Bolsonaro y duró lo que duró (cerca de un año en el cargo y más que sus antecesores durante la pandemia) por acatar los deseos del presidente en relación al tratamiento precoz y a la inmunidad del rebaño. Según Bolsonaro, lo mejor era dejar que las personas se contagien lo más rápido posible para poder así retomar cuanto antes la actividad económica interrumpida por las cuarentenas. El saldo de esa política sanitaria anticientífica es uno de los motivos por el cual la Corte Suprema mandó a instalar la Comisión en el Senado.

“Es muy simple: uno manda y el otro obedece” dijo Pazuello en octubre de 2020 tras ser desautorizado por Bolsonaro en la negociación para la compra de 46 millones de dosis de la vacuna CoronaVac. Es exactamente eso lo que el Ejecutivo buscará evitar que diga el ex ministro cuando le toque declarar en el Senado, lo cual podría comprometer al propio Pazuello y a una parte importante del Ejército brasileño que participa del gobierno.

La preocupación por el avance de la Comisión pudo verse en la declaración del hijo del presidente, el senador Flavio Bolsonaro, en la previa a la instalación de la misma. “El presidente [del Senado] Rodrigo Pacheco está siendo irresponsable, porque está asumiendo la posibilidad de que, durante los trabajos de este CPI, ocurran muertes de senadores, asesores, empleados de esta Cámara, debido a Covid, porque en algún momento las sesiones tendrán que ser presenciales. Por el momento no todo el mundo está vacunado», dijo Flavio, en un rapto de abandono del negacionismo y defensa del aislamiento tan duramente atacado por su padre.

 

El senador Flavio Bolsonaro durante la sesión que dio inicio a la CPI de la pandemia.

 

Por su parte, el relator de la Comisión Renan Calheiros, responsable por construir la narrativa del resultado de la investigación y considerado más un opositor que un independiente, dejó claro en el inicio de los trabajos de la CPI cual es el escenario que se viene: “No ha sido la casualidad ni el azote divino lo que nos ha dejado en esta situación. Hay responsables, hay culpables, por acción, omisión, negligencia o incompetencia, y tendrán que rendir cuentas. Esa será la respuesta para reconectar con el planeta. Los crímenes contra la humanidad nunca prescriben y son transnacionales. Slobodan Milosevic y Augusto Pinochet son ejemplos históricos. Hagamos nuestra parte” dijo el senador tras ser nombrado relator y en un momento en que gana fuerza la consigna Bolsonaro genocida.

Ante este inicio que representó una serie de derrotas con mensajes claros dirigidos al Ejecutivo, la prensa hegemónica brasileña repitió reiteradas veces una frase que da cuenta de la inestabilidad política que se avecina: «CPI se sabe cómo empieza pero no se sabe cómo termina». Sin ánimos de anticipar resultados, lo cierto es que a poco más de un año y medio de las elecciones presidenciales que el actual presidente ya afirmó que pretende disputar, la cancha aparece desfavorablemente inclinada. En el peor de los casos, el resultado de la CPI podría costarle no sólo el mandato sino la anulación de sus derechos políticos (un problema aún mayor teniendo en cuenta la cantidad de denuncias a las cuales podría responder, ya sin fueros). En el mejor de los escenarios, tanto para Bolsonaro como para la democracia brasileña, el actual mandatario llegaría a su campaña electoral tal vez sin chances de disputar una eventual segunda vuelta, lo cual lo dejaría humillado y debilitado y a su proyecto de poder gravemente herido.

 

*Ana Laura Dagorret es periodista, corresponsal en Río de Janeiro y parte del equipo de PIA Noticias.