Europa

Zelensky enmarañado: su paso por la ONU, reunión con Biden y las inquietantes declaraciones de Nuland

PIA Global comparte tres análisis sobre los últimos eventos que tuvieron como protagonista al líder ucraniano: su paso por la ONU, la reunión con Biden y declaraciones de Nuland.

Ucrania y el mundo

Por Nahia Sanzo Ruiz de Azua, periodista. Artículo publicado originalmente en Slavyangrad.

Como cada año desde 2014, y especialmente desde 2022, Ucrania ha preparado a conciencia la semana en la que la diplomacia mundial se da cita en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Con reproches cruzados sobre la falta de un éxito decisivo en la contraofensiva de verano, principal apuesta occidental para 2023, el principal objetivo del ejecutivo de Zelensky era precisamente mantener la centralidad que la cuestión ucraniana adquirió hace un año y medio. Un protagonismo, que Kiev ha logrado por medio de una trabajada estrategia de comunicación y el favor del aparato mediático occidental, dispuesto a resaltar el sufrimiento ucraniano de una manera muy diferente al de otras guerras más lejanas y en las que la población no es europea.

Conseguir mantener ese favor es el prerrequisito fundamental para poder seguir exigiendo el armamento y la financiación que hacen posible que las Fuerzas Armadas de Ucrania puedan continuar luchando y que el Estado pueda mantener al menos una parte de su estructura y su economía. En una guerra en la que Ucrania dice estar luchando por su independencia y su soberanía, la realidad es precisamente la contraria: la dependencia de Kiev de sus socios no solo es máxima, sino que es creciente. Eso implica la necesidad de mantener el favor de los países occidentales y garantizar que las dificultades de producción de material y munición en los países europeos no supongan un problema de suministro  y que la fatiga de la guerra no obligue a Ucrania a una negociación en la que se viera obligada a un compromiso. A juzgar por las constantes declaraciones en contra, ese parece ser el mayor temor de los representantes de Kiev: verse obligados a una negociación en la que irremediablemente haya algo que ceder.

Pese a no corresponderse con la correlación de fuerzas ni con la situación sobre el terreno, Ucrania ha dejado claro que el único resultado que está dispuesta a aceptar es su victoria completa, una en la que no se tenga en cuenta el factor civil de la guerra y no haya concesiones ni de territorio ni de derechos a la población de esos territorios. Una vez más, Zelensky insistió en la idea de que “todos los rusos” han de abandonar Ucrania. Es posible que el presidente ucraniano esté refiriéndose únicamente a las tropas rusas, aunque los precedentes apuntan a que no es solo esa población sino toda aquella que se identifique con Rusia la que el Gobierno desea que se marche. Mucho antes de que las tropas rusas violaran las fronteras de Ucrania, de una forma un tanto condescendiente, Zelensky apeló a esas personas, “por el bien de sus hijos”, a abandonar sus hogares y mudarse a Rusia. Hace mucho tiempo que nadie esconde ya el objetivo de crear una Ucrania puramente nacionalista.

Ya entonces, las intenciones estaban claras. Ahora, la guerra ha dado a Ucrania el apoyo incondicional que llevaba años exigiendo para lograr resolver el conflicto, que precede a la llegada de las tropas rusas, por la vía unilateral, sin compromiso ni concesión alguna. La actuación de Ucrania en el proceso de Minsk es suficiente indicio del autoritarismo de las autoridades ucranianas. Durante los siete años de conversaciones, Kiev nunca dio pasos hacia la implementación de la hoja de ruta, que siempre consideró inaceptable por no resolver la cuestión de Crimea y por ver en los derechos culturales, lingüísticos y políticos a Donbass una concesión inasumible. La realidad es que esa mínima autonomía cultural rompía la posibilidad de crear una Ucrania unitaria, centralizada y con un nacionalismo impuesto desde arriba en las regiones que lo han rechazado. El compromiso, incluso cuando la contrapartida era la recuperación del territorio, siempre estuvo fuera de toda duda. La guerra con Rusia ha facilitado notablemente la narrativa ucraniana, que ya antes de 2022 partía de la base de la agresión rusa, pero que con la generalización del conflicto a todo el país ha supuesto la llegada del apoyo incondicional que Kiev llevaba años exigiendo.

Esa centralidad que ha adquirido la guerra en Ucrania, que no ha dejado lugar para otras guerras y otros sufrimientos humanos que se producen en lugares fuera de Europa, y el apoyo militar, financiero y político que ha adquirido Kiev le ha dado también una sensación de superioridad en la capacidad de dictar los únicos términos aceptables para la finalización de la guerra. Para un Estado que depende absolutamente del apoyo constante y creciente de sus aliados, esa arrogancia es precisamente la estrategia elegida para seguir exigiendo más apoyo de sus países aliados y también de aquellos que no lo son. De la misma manera que el discurso de unidad de la población ucraniana, ampliamente adoptado por la prensa, prefiere olvidar a la población ucraniana que se identifica con Rusia y que ha luchado y lucha contra las Fuerzas Armadas de Ucrania, la idea de unidad frente al agresor ignora que gran parte de los países del planeta se han mantenido neutrales. Entre ellos se encuentran los dos países más poblados, India y China, que no solo se han negado a imponer sanciones a Rusia, sino que se han beneficiado de las oportunidades económicas que ha supuesto la necesidad rusa de redirigir sus productos a mercados lejos de su tradicionalmente prioritario mercado europeo.

Sin embargo, nada de eso impide que Ucrania continúe explotando el discurso de íntegro apoyo nacional e internacional a Ucrania. “Pese a las diferencias de visión, el mundo está unido en cosas básicas: Rusia tiene que perder, el restablecimiento de la integridad territorial de Ucrania es imperativo de la restauración del respeto al derecho internacional”, escribió, confundiendo el mundo occidental y el mundo, Mijailo Podolyak tras la intervención de Zelensky. Horas antes, el ministro de Asuntos Exteriores de China, segundo país más poblado del planeta, se había reunido con Sergey Lavrov en una reunión en la que ambos estuvieron de acuerdo en que la guerra no puede resolverse sin tener en cuenta las exigencias rusas. Es más, gran parte de las propuestas de paz o negociación existentes tienen en cuenta cuestiones como la de Crimea, región que ha mostrado claramente su desinterés por regresar bajo control ucraniano.

Nada de eso importa ni para los políticos ucranianos ni para la prensa que les apoya.  “Zelensky llama a la unidad en un dramático discurso en la ONU”, tituló CNN después de la comparecencia del presidente ucraniano en la Asamblea General de Naciones Unidas, en el que utilizó todos y cada uno de los puntos principales de la narrativa ucraniana para exigir más ayuda militar a Ucrania y más sanciones y aislamiento de Rusia. Sin embargo, de forma un tanto extraña, el presidente ucraniano abrió su discurso con en una nota inesperada refiriéndose a las armas nucleares.

Zelensky, que aunque elogió la estrategia de no proliferación, afirmó también que “no debería ser la única estrategia para proteger al mundo de esta guerra final”. Como ya hiciera en el pasado el director de cine y activista nacionalista ucraniano Oleh Sentsov en su discurso de aceptación del Premio Sajarov -una persona que, no hay que olvidar, había luchado por la eliminación de las armas nucleares-, el presidente ucraniano recordó, sin mucha sutileza, la renuncia nuclear de Ucrania. En claro tono de reproche a sus aliados por obligar a Kiev a renunciar a unas armas nucleares que ni siquiera eran propias sino de la Unión Soviética y posteriormente a Rusia como Estado sucesor, Zelensky afirmó que “Ucrania renunció al que era el tercer arsenal nuclear más grande del mundo. En aquel momento, el mundo decidió que Rusia debía convertirse en el guardián de ese poder”. En realidad, los códigos de ese armamento se encontraban en Moscú, por lo que ese arsenal habría sido inútil sin la transferencia de esos mecanismos, algo que podría haberse considerado incluso proliferación nuclear. Aun así, Zelensky insistió en su discurso en que “la historia ha demostrado que era Rusia quien merecía más el desarme nuclear, allá por los años 90. Y Rusia lo merece ahora, los terroristas no merecen disponer de armas nucleares”, sentenció el presidente de Ucrania en lo que parece un primer paso para sugerir a sus socios la instalación de armas nucleares en su territorio a modo de defensa. No se trata de la primera ocasión en que Zelensky da a entender las aspiraciones nucleares de Ucrania, algo que en el pasado ha causado gran preocupación en Rusia y una respuesta de teoría de la conspiración de Occidente, dispuesto siempre a cegarse ante las tendencias autoritarias y tremendamente beligerantes de sus proxis ucranianos.

En su discurso, y en sus posteriores apariciones mediáticas en Estados Unidos, en las que ha repetido hasta la saciedad que “no se puede confiar en el mal”, Zelensky introdujo también otros aspectos habituales, como el de la deportación de niños -Ucrania ha calificado de deportación, por ejemplo, que se trasladara a niños y niñas de Donbass a pasar el verano en campamentos bielorrusos-, la idea del uso del hambre como arma y la utilización de las centrales nucleares como elemento de chantaje. En un gran ejercicio de proyección, Zelensky acusó a Rusia de causar hambre en el tercer mundo con el bloqueo del grano ucraniano que, como hemos conocido gracias a los datos de los envíos realizados durante el año en que estuvo en vigor la Iniciativa de Grano del Mar Negro, fue destinado fundamentalmente a países como China, España y Turquía. El argumento del uso del hambre como arma recuerda que el presidente ucraniano se negó a levantar el bloqueo de Donbass impuesto por su predecesor Petro Poroshenko precisamente para causar una situación humanitaria que hiciera imposible la viabilidad de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk.

El tercer elemento, el del uso de las centrales nucleares como elemento de chantaje es también, cuando menos, curioso. Una vez más Zelensky acusó a Rusia de bombardear la central nuclear de Zaporozhie, la única central nuclear de Ucrania bajo control ruso y que ha sido bombardeada por Ucrania precisamente para crear una situación que hiciera inviable su defensa. La hipocresía del presidente ucraniano en este sentido es flagrante. Sin embargo, con un tono de telepredicador similar al de su patrón, Joe Biden, que afirmó que “el camino adelante será largo y difícil. Pero si perseveramos, prevaleceremos. Si mantenemos la fe, mostraremos que es posible”. Discursos vacíos que solo buscan mantener el statu quo y obligar a todos aquellos países que se han desmarcado de la intención de Ucrania de ampliar al máximo la guerra a plegarse a la versión oficial, una simplificación extrema de la guerra en la que el bien se enfrenta al mal.

Zelenski pide al Congreso de EEUU que supere sus divisiones y desbloquee 24.000 millones en ayuda militar

Por Javier de la Sotilla, corresponsal en Washington. Antes trabajó en EFE, La Vanguardia, Amnistía Internacional Catalunya y El Mercantil. Artículo publicado originalmente en elDiario.es.

El presidente de Ucrania acude también al Pentágono y se reúne en la Casa Blanca con su homólogo, Joe Biden, el último día de su gira por Estados Unidos

Después de participar esta semana por primera vez en la Asamblea General y en el Consejo de Seguridad de la ONU en Nueva York, Volodímir Zelenski ha aterrizado este jueves en Washington con un objetivo: tratar de mantener vivo el apoyo militar de su aliado más fiable.

En la capital de Estados Unidos, se ha reunido durante la mañana en el Capitolio con congresistas, que tienen en sus manos la aprobación de un nuevo paquete de ayuda militar y humanitaria de 24.000 millones de dólares (poco más de 22.500 millones de euros), impulsado por la administración de Joe Biden. Durante la tarde, el mandatario ucraniano asistirá a una invitación de su homólogo a la Casa Blanca y se reunirá con altos mandos militares en el Pentágono.

Tras 19 meses de hostilidades, en los que EEUU ha invertido más de 75.000 millones de dólares (más de 70.000 millones de euros), las encuestas comienzan a detectar un cierto cansancio entre los estadounidenses. Un sentimiento que se traslada a la Cámara de Representantes, donde Zelenski ha tratado de convencer esta mañana a los republicanos -que tienen mayoría- para que superen sus divisiones internas y aprueben el paquete de ayuda propuesto por Biden. Los demócratas quieren incluir este impulso en la votación de presupuestos, que el Congreso debe sacar adelante antes de que termine el mes si quiere evitar el catastrófico cierre de gobierno.

Por ello, no es de extrañar que, en su segunda visita a Washington desde que empezó la guerra en Ucrania, la primera parada del presidente haya sido el Capitolio. Ahí ha mantenido una reunión a puerta cerrada con el presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, y el líder de la minoría demócrata, Hakeem Jeffries. El republicano McCarthy, nombrado en enero tras 15 votaciones, vuelve a estar entre la espada y la pared con el asunto de Ucrania, pues el ala dura de su partido se opone al apoyo militar.

Zelenski se ha reunido con congresistas en el Capitolio de Washington. EFE/EPA/MICHAEL REYNOLDS

“¿Dónde está la rendición de cuentas sobre el dinero que ya hemos gastado?”, dijo McCarthy. “¿Cuál es el plan para la victoria? Creo que eso es lo que los estadounidenses quieren saber”. El speaker de la Cámara Baja, que ya cedió ante la facción más ultra del partido para promover una investigación de impeachment contra el presidente Biden y su hijo Hunter, ha evitado que Zelenski intervenga en una sesión especial en el Congreso, como sí hizo en su anterior viaje a Washington.

Tras la reunión con McCarthy y Jeffries, el presidente ucraniano se ha dirigido hacia el Senado, a invitación del líder de los demócratas, Chuck Schumer, para una sesión a puerta cerrada con los senadores. A su salida, Schumer ha confirmado a los periodistas el mensaje que ha trasladado Zelenski a los senadores: “Si no logramos la ayuda, perderemos la guerra”.

Zelenski reclama misiles de largo alcance

El presidente ucraniano se encuentra ahora en el Pentágono para una reunión con el encargado de Defensa, Lloyd J. Austin, y se dirigirá esta tarde a la Casa Blanca para otra reunión con Biden.

El apoyo militar a Ucrania está en el centro de la política exterior de la Administración estadounidense, que enmarca el conflicto como una “batalla entre el autoritarismo y la democracia”. Desde el principio de la guerra, EEUU ha proporcionado armas de infantería, misiles antitanque, de defensa antiaérea, artillería pesada, drones de combate, tanques, vehículos tácticos y sistemas de radar y comunicaciones, y ha autorizado la venta de bombas de racimo por parte de otros países.

Pero el mandatario ucraniano hace meses que reclama con insistencia un nuevo nivel de ayuda militar: el envío de sistemas de misiles tácticos de largo alcance (ATACMS, por su acrónimo en inglés). “La defensa aérea estará entre las principales prioridades en mis reuniones”, ha avanzado Zelenski en un tuit después de aterrizar en Washington, en el que ha recordado que “anoche, Rusia lanzó otro ataque masivo con misiles contra Ucrania” y ha llamado a “trabajar juntos para privar a Rusia de su potencial terrorista”.

Varias informaciones apuntan a que la Casa Blanca está evaluando el envío de ATACMS, aunque todavía no ha tomado una decisión firme. “Estamos debatiendo este asunto en el Gobierno y, por supuesto, estamos en conversaciones al respecto con nuestros socios ucranianos”, dijo este miércoles uno de los portavoces de la Casa Blanca, John Kirby. Esta posibilidad ya fue mencionada por Biden en julio, durante la cumbre de la OTAN en Vilna (Lituania) y, desde entonces, Ucrania ha aumentado su insistencia.

El país europeo argumenta que los ATACMS, con un alcance de unos 300 kilómetros, son necesarios para neutralizar los lanzamisiles rusos en Crimea, península clave retomada por Rusia en 2014, desde donde acostumbra a atacar la ciudad ucraniana de Odesa. Sin embargo, Washington se ha mostrado reticente hasta el momento, puesto que estos misiles de largo alcance podrían llegar a golpear localidades rusas, lo que provocaría una escalada de las hostilidades y una respuesta rusa contra EEUU.

“Estamos tratando de evitar una Tercera Guerra Mundial”, insistió Biden la semana pasada.

La ayuda asciende a más de 75.000 millones de dólares

El presidente ucraniano ya visitó el Capitolio y la Casa Blanca en diciembre, aunque se encontró un clima político muy distinto al de este jueves: fue recibido con el trato de un héroe por la entonces presidenta de la Cámara Baja, Nancy Pelosi, que lo invitó a dar un discurso en prime-time ante la presencia de congresistas y senadores. Zelenski aprovechó la tribuna para agradecer la ayuda estadounidense, que tildó de “vital” para llegar a un “punto de inflexión” en la guerra, y aseguró que el apoyo no es una cuestión de “caridad”, sino “una inversión en la seguridad global”.

Nueve meses después, la inversión asciende a más de 75.000 millones de dólares en varias partidas: asistencia humanitaria (más de 3.500 millones de euros), financiera (casi 25.000 millones de euros) y apoyo militar (poco menos de 44.000 millones de euros), según los datos del Kiel Institute for the World Economy. Y la guerra se encuentra en un momento clave para la credibilidad de las tropas ucranianas, inmersas en una contraofensiva que avanza a un ritmo más lento de lo esperado. Sin un horizonte claro de cuánto se alargará, la aprobación del nuevo paquete de ayuda será crucial en el probable escenario de estancamiento.

“Hemos evolucionado el envío de capacidades militares a medida que evolucionaba la guerra y sus necesidades”, defendió ayer Kirby en rueda de prensa. “Hemos tenido un impacto significativo en la capacidad de los ucranianos para defenderse y avanzar en esta contraofensiva”. Sin embargo, el portavoz de la Casa Blanca asegura que “no hay un cheque en blanco para Ucrania: todo lo que enviamos lo hacemos con la aprobación del Congreso”.

Según la última encuesta publicada por la CNN, la mayoría de estadounidenses (55%) está en contra de la autorización de más gasto en apoyo a Ucrania. El paquete que está actualmente en discusión, de 26.000 millones de dólares y por iniciativa del Gobierno de Biden, está incluido en la votación de los presupuestos, que deben ser aprobados en la Cámara de Representantes antes del próximo 30 de septiembre a medianoche.

Es decir, si no se llega a un acuerdo en dos semanas, EEUU se podría dirigir a una situación de cierre de gobierno, que corte la financiación para los servicios públicos, dejando a los empleados de la administración sin sueldo, entre otras consecuencias.

Reunión en Nueva York con Lula

La visita a Washington llega en una ajetreada semana para la agenda de Zelenski, que compareció el martes ante la Asamblea General de las Naciones Unidas y el miércoles ante el Consejo de Seguridad. En sus primeras comparecencias en la ONU desde el inicio de la guerra, el mandatario ucraniano denunció la invasión rusa, alertó del riesgo de una escalada nuclear y pidió reformar el Consejo para despojar a Rusia de su derecho a veto, que considera el principal obstáculo para terminar la guerra.

Horas después, el miércoles por la tarde, mantuvo una reunión en Nueva York con su homólogo brasileño, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, en la que escenificaron una reconciliación de sus Gobiernos. La ambigüedad de Lula con respecto a la guerra y el plan de paz propuesto a principios de año, que no reconocía la existencia de un país agresor y otro agredido, fue visto con recelo por los ucranianos.

De este modo, la reunión de ayer sirvió para destensar las relaciones, al menos de cara a la galería: “Después de nuestra honesta y constructiva discusión, hemos dado instrucciones a nuestros equipos diplomáticos para que trabajen en los próximos pasos en nuestra relación bilateral y en los esfuerzos de paz”, publicó Zelensky en X.

La declaración de Nuland que preocupa al régimen de Kiev

Por Piccole Note, un blog editado por Davide Malacaria.

Los nacionalistas ucranianos están preocupados. Algo se ha atascado en el aceitado mecanismo que hasta ahora les había garantizado el poder absoluto y los beneficios de la avalancha de dinero que afluye a Kiev para alimentar la guerra.

En notas anteriores, Indianpunchline analizó el viaje a Kiev del jefe del Departamento de Estado, Tony Blinken, sobre el que supuestamente se cernía el fantasma de un Endgame, y el enfado de los halcones con el jefe de la CIA, Williams Burns, y el consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, acusados de frenar el compromiso de EEUU con Kiev.

En Kyivpost una sorpresa del mismo tenor. Según Stash Luczkiw, el discurso de Victoria Nuland en la Conferencia anual sobre Estrategia Europea de Yalta, celebrada en Kiev a principios de septiembre, hizo saltar las alarmas sobre un posible cambio en el apoyo de Estados Unidos a Ucrania.

Tras elogiar a la actual número dos del Departamento de Estado por su inquebrantable apoyo a Ucrania, Luczkiw explica que es precisamente esta proximidad lo que hace aún más preocupante el distanciamiento mostrado en su discurso.

Nuland y los territorios controlados por Rusia

Hablando en línea en una conferencia sobre «El camino a la victoria: una visión del gobierno de EEUU», escribe Luczkiw, Nuland causó «alarma y preocupación». No tanto por lo que dijo, sino por cómo lo dijo -dudosa, cautelosa, evasiva- y por lo que se esforzó en no decir -a saber, que Ucrania debe ganar, que Rusia debe ser derrotada, que Ucrania debe unirse a la OTAN».

«La moderadora Natalia Gumeniuk presionó repetidamente a Nuland para que se aventurara más allá de la línea oficial» observada por EEUU – condensada en la fórmula: estaremos junto a Ucrania «mientras sea necesario» – y «para que ofreciera una imagen más clara de lo que significa ‘victoria’ desde la perspectiva de Washington»

«Nuland se centró más bien en el verbo ‘prosperar’: una Ucrania victoriosa debe ser una Ucrania próspera, repitió una y otra vez. Sin embargo, aclaró su punto de vista afirmando que EEUU debe ayudar a Ucrania a «acelerar el proceso de prosperidad en las partes no ocupadas de Ucrania»».

«Varias veces en el transcurso del discurso se refirió a las zonas no ocupadas de Ucrania, como si quisiera subrayar que Rusia ocupará partes del territorio ucraniano durante mucho tiempo».

Estados Unidos podría tirar a Ucrania bajo el autobús

«[…] Para mitigar los recelos, se dedicó a repetir que EE.UU. nos apoyará durante mucho tiempo -aunque todo el mundo sabe que los compromisos a largo plazo de EE.UU. a menudo tienen dificultades para sobrevivir a un cambio de guardia, especialmente cuando ese compromiso se convierte en una cuestión electoral, como seguramente lo será la ayuda a Ucrania en 2024.»

«Teniendo en cuenta que Nuland ha sido durante mucho tiempo una ardiente partidaria de la resistencia ucraniana a Moscú, la cautela percibida en sus declaraciones parece haber sido impuesta desde el exterior. Los rumores (normalmente difundidos por funcionarios anónimos) sugieren que el Departamento de Estado de EE.UU. es más agresivo que otros funcionarios de la administración Biden, como el director de la CIA William Burns y el consejero de Seguridad Nacional Jake Sullivan».

«Dada la fricción entre la lenta contraofensiva [ucraniana] y las cuestiones inherentes a un año electoral […] parece como si Nuland estuviera preparando a la opinión pública ucraniana para una especie de acuerdo ‘creativo’ con Moscú».

«En cuanto a los ucranianos, el temor es que Nuland y sus superiores estén discretamente dispuestos a tirar a Ucrania debajo del autobús para preservar alguna ventaja hegemónica percibida (¿quizás sobre China?) – o al menos para preservar los números de Biden en las encuestas de la próxima campaña electoral presidencial.»

Las preocupaciones expresadas por Luczkiw no se limitan a los nacionalistas ucranianos. El partido de la guerra estadounidense también alberga temores similares, hasta el punto de que hoy Jim Geraghty en el Washington Post lanza una severa advertencia a la administración Biden en un artículo titulado: «Washington, ni siquiera intentes decirle a Zelenskyj que se comprometa».

Duda: Ucrania se ahoga

La percepción de que Estados Unidos podría dar un paso atrás está bastante extendida. Esto explica la durísima intervención del presidente polaco, Andrzej Duda, en una rueda de prensa en Nueva York (lugar significativo), hablando del feroz desacuerdo con Kiev sobre la prohibición de Polonia, Hungría y Eslovaquia a la importación de trigo ucraniano, donde dijo: «Ucrania se está comportando como un ahogado que se agarra a todo lo que puede […] Un ahogado es muy peligroso, puede arrastrarte al abismo… puede ahogar al rescatador».

Y concluyó: «Debemos velar por nuestros intereses y lo haremos con eficacia y decisión». Palabras firmes, tanto que Zelensky le acusó de connivencia con los rusos, echando más gasolina al fuego. Hoy Varsovia ha anunciado que dejará de enviar armas a Kiev.

Por supuesto, el tema es la cuestión del trigo. Pero la metáfora utilizada por Duda describe mucho más que una disputa sobre el grano. En resumen, hay un tira y afloja dentro del imperio -y en las colonias- por la continuación de la guerra. Ya lo veremos.

Pd: Incidente durante la reunión Zelensky – Netanyahu en Nueva York. El primer ministro israelí acostumbra a acompañar sus discursos con ilustraciones, señala Haaretz. Así que pidió a sus colaboradores un mapa de Ucrania, pero le dieron un mapa de los años 60, cuando Kiev aún formaba parte del bloque soviético… un error bastante peculiar, dada la rareza de este tipo de mapas. Pero alguien se dio cuenta y evitó la metedura de pata, que sigue siendo, sin embargo, bastante curiosa. Así son las rarezas de la geohistoria.

Foto de portada: diseño de PIA Global.

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