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Victoria de Connolly en Irlanda: neutralidad, crítica a la militarización europea y tensiones geopolíticas

Por Denis Warrior, desde Líbano. –
La victoria arrolladora de Catherine Connolly en las elecciones presidenciales de Irlanda del 25 de octubre de 2025 representa mucho más que un cambio de gobierno ceremonial.

Con el 63% de los votos, la candidata independiente de izquierda vence a la democristiana Heather Humphreys del Fine Gael y se convierte en la décima presidenta de Irlanda —tercera mujer en ocupar el cargo— en un contexto geopolítico convulsionado. Su elección plantea interrogantes fundamentales sobre el futuro de la neutralidad irlandesa, las relaciones con la Unión Europea y la OTAN, y el papel de Irlanda en un continente europeo cada vez más militarizado.

El triunfo de Connolly no es un accidente electoral: es el síntoma de una profunda crisis de representación, de un desencanto juvenil con el establishment político tradicional, y de una resistencia creciente a la militarización europea que Bruselas impulsa tras la invasión rusa de Ucrania. Aunque el cargo presidencial irlandés es mayormente ceremonial, su voz resuena internacionalmente y su elección envía señales inequívocas sobre el rumbo que sectores importantes de la sociedad irlandesa desean tomar.

El dato más preocupante de la jornada electoral no fue quién ganó, sino quién no participó. Con apenas el 46% de participación —uno de los registros más bajos en elecciones presidenciales irlandesas— más de la mitad del electorado eligió no acudir a las urnas. La comparación es reveladora: en 2018, votó el 56,1% del padrón; ahora, 10 puntos porcentuales menos.

Pero la cifra que realmente sacudió al establishment fue el número de votos nulos: 213.738 boletas anuladas, un aumento de diez veces respecto a 2018, cuando representaron apenas el 1,2%. En 2025, los votos en blanco y nulos alcanzaron el 13,2% del total. La Comisión Electoral irlandesa reconoció que existe un “número significativamente más alto de lo normal” de votos anulados y que “claramente será necesaria una reflexión más profunda” sobre la insatisfacción de los votantes.

Simón Harris, viceprimer ministro, admitió que las boletas anuladas evidencian “el número de personas en Irlanda que ahora se sienten claramente desafectadas o desconectadas de la política”. Analistas señalan que muchos votantes conservadores anularon sus votos en protesta por la falta de candidatos de derecha en la contienda. Figuras conservadoras instaron públicamente a anular el voto ante la ausencia de opciones que representaran sus intereses.

La aritmética política es elocuente: Connolly ganó con el apoyo efectivo de apenas el 29% del electorado total (63% de 46%). Irlanda, como Argentina, celebra victorias construidas sobre la abstención masiva y el rechazo generalizado al sistema político tradicional.

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El perfil de Connolly: de abogada laborista a símbolo de la izquierda antiestablishment

Catherine Connolly, de 68 años, nació en Galway, ciudad del oeste de Irlanda donde desarrolló toda su carrera política inicial. Abogada de profesión y psicóloga de formación, ingresó a la política a través del Partido Laborista, siendo elegida concejala en el Ayuntamiento de Galway y ejerciendo como alcaldesa entre 2004 y 2005. Sin embargo, en 2007 abandonó el laborismo tras disputas internas y se presentó a las elecciones generales como independiente.

No obtuvo escaño hasta 2016, cuando finalmente ingresó al Dáil (cámara baja del parlamento irlandés). En 2020 se convirtió en la primera vicepresidenta de la cámara baja, posición que le otorgó visibilidad nacional y la plataforma para lanzar su candidatura presidencial. A lo largo de su carrera, Connolly ha defendido el matrimonio igualitario, los derechos reproductivos y políticas progresistas en temas sociales, lo que le valió el respaldo del electorado joven.

Aunque se presentó formalmente como candidata independiente, Connolly contó con el apoyo explícito del bloque progresista irlandés: Sinn Féin (el antiguo brazo político del IRA y principal partido de oposición), el Partido Laborista, los Socialdemócratas, People Before Profit, el Partido Verde y Solidarity. Esta coalición de izquierda logró movilizar al electorado joven, urbano y descontento con el bipartidismo tradicional de Fine Gael y Fianna Fáil que gobierna Irlanda desde hace un siglo.

Su campaña se caracterizó por un estilo directo, uso intensivo de redes sociales —incluyendo videos virales jugando al fútbol en las calles de Dublín— y mensajes concretos sobre la crisis habitacional, el costo de vida y el militarismo europeo. Connolly logró conectar con una generación que no se siente representada por los partidos tradicionales y que rechaza el discurso hegemónico sobre defensa y seguridad que domina en Bruselas.

La neutralidad irlandesa: tradición histórica bajo ataque sistémico

La neutralidad militar irlandesa no es un capricho político, sino el resultado de una tradición histórica arraigada en el antiimperialismo y la independencia postcolonial. Bajo el liderazgo del revolucionario socialista James Connolly (sin parentesco con la presidenta electa), el movimiento independentista irlandés adoptó el lema “No servimos ni al rey ni al káiser, sino a Irlanda”, encapsulando una versión antiimperialista de la neutralidad.

Esta tradición se manifestó en la neutralidad de Irlanda durante la Segunda Guerra Mundial, su apoyo a las Naciones Unidas y misiones de paz posteriores, y su rechazo a unirse a la OTAN en 1949 porque Gran Bretaña era miembro. Irlanda participa desde entonces en el programa de Asociación para la Paz de la OTAN, que permite cierta cooperación e interoperabilidad, pero se mantiene fuera de la alianza militar.

Sin embargo, en los últimos años, la neutralidad irlandesa enfrenta presiones sin precedentes. La invasión rusa de Ucrania en 2022 cambió radicalmente el panorama de seguridad europeo. Finlandia y Suecia, países neutral durante décadas, abandonaron su no alineamiento y se unieron a la OTAN en 2023. Incluso Austria y Suiza, sinónimos históricos de neutralidad, tomaron medidas para condenar la agresión rusa, como la decisión suiza de albergar una oficina de enlace de la OTAN en Ginebra.

Irlanda, junto con Austria y Malta, permanece como uno de los únicos tres Estados miembros de la UE militarmente neutrales. Pero documentos filtrados del Departamento de Defensa irlandés revelan la presión que enfrenta esta posición. Un briefing de enero de 2025 advierte que el nuevo entorno de seguridad ya está ejerciendo presión sobre la posición irlandesa: “Este es el contexto desafiante que enfrenta Irlanda en términos de nuestro compromiso con la UE en asuntos de defensa. Hasta ahora, la posición de Irlanda y la de otros estados militarmente neutrales ha sido aceptada. Sin embargo, el clima geopolítico cambiante, la adhesión de los estados previamente neutrales de Finlandia y Suecia a la OTAN, y el consiguiente aumento del enfoque en la industria de defensa y asuntos de defensa más amplios probablemente resultará en una menor tolerancia o comprensión de esta posición en el futuro”.

El gasto militar de Irlanda es el más bajo de la UE: apenas el 0,25% del PIB, frente al 1,35 mil millones de euros asignados en 2025. Esto representa solo la mitad del gasto de Malta, un país con una décima parte de la población irlandesa. En la cumbre de la OTAN de La Haya en 2025, otros países europeos se comprometieron a gastar el 5% de su PIB en defensa, ampliando aún más la brecha entre Irlanda y sus vecinos miembros de la OTAN.

John O’Brennan, profesor Jean Monnet de Integración Europea en la Universidad de Maynooth, afirma que muchos responsables políticos en la UE están en un estado de “incredulidad” sobre la posición de Irlanda en materia de defensa. Desde Letonia, donde se reunió con académicos y políticos, O’Brennan subraya cómo la invasión rusa de Ucrania cambió el juego para la mayoría de los países de la UE en política de seguridad y defensa, especialmente entre los estados de Europa oriental y central: “Debido a que la seguridad es ahora tan importante después de la invasión, y debido a que hemos hecho tan poco, hay simplemente un desconcierto de que no lo tomemos en serio”.

Connolly vs. la militarización europea: comparaciones con el nazismo y críticas a la OTAN

Las declaraciones de Connolly sobre defensa y militarismo europeo han causado alarma en círculos políticos europeos y estadounidenses. En octubre de 2025, durante una discusión en University College Dublin, Connolly comparó el impulso de Alemania para aumentar su gasto militar con su rearme en la década de 1930 bajo el nazismo: “Alemania está impulsando su economía defendiendo la causa del complejo industrial militar. Me parece que hay algunos paralelos con los años 30”.

La comparación generó indignación en Alemania y otros países europeos. Durante los debates presidenciales, su rival Heather Humphreys le reprochó: “Ha logrado insultar a nuestros aliados. Ha insultado a Alemania, ha insultado a Francia, ha insultado al Reino Unido, nuestro vecino más cercano, ha insultado a Estados Unidos. Eso no queda sin consecuencias. Si es presidenta de este país, tiene que reunirse con otros líderes y otros jefes de Estado, ¿y cómo va a hablarles?”.

Connolly no retrocedió. En los debates, afirmó ser “absolutamente pro-europea” pero insistió en el derecho a cuestionar: “Hacer preguntas sobre el complejo industrial militar y la dirección que está tomando la brújula en Europa no es lo mismo que ser antieuropea. Soy una europea comprometida y una europea comprometida hace preguntas”.

Sobre la OTAN, Connolly ha sido particularmente crítica. Describió la participación de Irlanda en el programa de Asociación para la Paz de la OTAN como “una traición del idioma inglés porque es una asociación para la guerra”. Cuando se le preguntó sobre la guerra en Ucrania, condenó la invasión rusa pero también criticó el “belicismo” de la OTAN antes del conflicto. Ha votado en contra de los tratados de Niza y Lisboa de la UE y ha condenado firmemente la Política Común de Seguridad y Defensa de la UE.

En declaraciones parlamentarias, Connolly afirmó que “Irlanda nunca podrá tener un ejército. No necesitamos un ejército”. Irónicamente, como presidenta se convierte en comandante en jefe de las Fuerzas de Defensa irlandesas, incluidas las Fuerzas Aéreas, el Servicio Naval y el Ejército.

El Triple Lock: batalla por el corazón de la neutralidad

El gobierno irlandés ha anunciado planes para “reformar” el Triple Lock, el mecanismo que obliga a que los despliegues en el extranjero de más de 12 soldados sean aprobados por la ONU, el gobierno y el Dáil. Connolly ve esto como una abolición disfrazada de reforma: “El Triple Lock está en el corazón de nuestra neutralidad. La neutralidad es una de las políticas más importantes que tenemos. Debe usarse de manera proactiva para que podamos traer paz lo mejor que podamos en el mundo”.

El taoiseach (primer ministro) Micheál Martin había declarado anteriormente que el Triple Lock está en “el núcleo de nuestra neutralidad”, razón precisa por la que ahora busca eliminarlo. Para el gobierno, abolir el Triple Lock significa tener discreción total en relación con los despliegues militares para poder ofrecer apoyo de espectro completo al imperialismo de la UE y Estados Unidos. La legislación para abolir el Triple Lock está prometida antes de finales de julio de 2025.

Connolly ha prometido defender el Triple Lock y ha propuesto un referéndum sobre cualquier intento de eliminarlo. Esta posición la enfrenta directamente con el gobierno de coalición Fianna Fáil-Fine Gael y con las presiones de Bruselas y Washington.

Uno de los episodios más controvertidos de la campaña fue la reaparición de un video de 2016 donde Connolly aparece defendiendo el Brexit como “un primer paso para exponer a la UE”. En el video, Connolly dice: “A pesar de la proyección del miedo y la manipulación total del mismo para forzar un resultado deseado, el electorado no fue engañado. Brexit no es el problema, Brexit es la consecuencia del problema, que es el fracaso de una élite gobernante y gobiernos complacientes, incluido el nuestro, para darse cuenta del déficit democrático que es una parte integral de la UE”.

Connolly ha negado ser pro-Brexit, afirmando que solo estaba “respetando el proceso democrático”. Sin embargo, el video confirma su euroscepticismo estructural. Connolly ha alabado al académico izquierdista pro-Brexit Chris Bickerton y ha rechazado la sugerencia de que la Unión Europea es un “proyecto de paz”.

El exembajador irlandés ante la UE, Reino Unido e Italia, Bobby McDonagh, advirtió durante la campaña que los comentarios de Connolly serían interpretados por los vecinos europeos de Irlanda como oposición a la UE: “Una presidenta que es escéptica sobre la Unión Europea en la medida en que lo es Connolly tendría la plataforma y el potencial para alienar a los socios más cercanos de Irlanda y socavar nuestra posición”.

Sin embargo, las encuestas muestran que la posición de Connolly no refleja la opinión pública irlandesa sobre la UE. Una encuesta de Amárach Research de 2025 para European Movement Ireland indica que el 82% de las personas en la República de Irlanda apoyan la membresía continua de la UE. Otra encuesta de Eurobarómetro de marzo de 2019 mostró que si se celebrara un referéndum sobre la membresía de la UE, el 83% de las personas en Irlanda votarían a favor de permanecer, el segundo resultado más alto de la UE.

El Brexit también ha reabierto la cuestión de la reunificación irlandesa. Connolly ha instado al gobierno a prepararse para la unificación, haciéndose eco del llamado de la líder del Sinn Féin, Mary Lou McDonald, para un referéndum antes del final de la década. Una presidencia de Connolly puede no garantizar la unificación, pero haría el tema más difícil de ignorar.

Connolly ha sido una crítica abierta de Israel por su ofensiva en Gaza, posición que le ha ganado apoyo entre los jóvenes progresistas, pero también críticas de quienes temen que aliene a Estados Unidos y otros aliados occidentales. Ha afirmado que Hamás es “parte del tejido social del pueblo palestino” y ha comparado los ataques israelíes con genocidio.

Durante la campaña, Connolly prometió viajar a Palestina para declarar en persona su apoyo a la población, un gesto que marcaría un giro significativo en la política exterior irlandesa. También ha apoyado firmemente el Proyecto de Ley de Territorios Ocupados, que busca prohibir el comercio entre Irlanda y los asentamientos ilegales israelíes en territorio palestino.

Esta posición contrasta con la de Humphreys, quien en debates iniciales cuestionó el impacto de tal legislación: “En justicia, ¿va a hacer alguna diferencia en términos de lo que está sucediendo en Israel?”. Más tarde pareció modificar su posición, aunque nunca especificó claramente si los servicios deberían incluirse en el proyecto de ley.

Foto: @catherinegalway (X)

Impacto en Europa: preocupación en Bruselas y Londres

La victoria de Connolly ha generado preocupación en capitales europeas y en Londres, con quien Irlanda comparte un Área Común de Viaje. El Royal United Services Institute (RUSI) advierte que tanto Bruselas como el Reino Unido deben acelerar la planificación para lo que significaría un gobierno liderado por el Sinn Féin en los próximos cinco años para la cooperación en seguridad y defensa de la UE y británico-irlandesa.

El profesor Tobias Lock, de la Universidad de Maynooth, intentó minimizar el impacto: “Ella no estará involucrada en la política del día a día, obviamente, no es parte de su función y tampoco estará involucrada en la presidencia irlandesa de la UE”. Sin embargo, otros analistas son menos optimistas. El expresidente estonio Toomas Hendrik Ilves respondió a las críticas del presidente saliente Michael D. Higgins sobre el aumento del gasto de defensa de la OTAN después de la invasión rusa de Ucrania: “¿Esta gente tiene algún sentido de autoconciencia, su geografía privilegiada o la conveniencia de siquiera comentar como beneficiario de la seguridad implícita de la OTAN?”.

Irlanda asumirá la presidencia rotatoria de la UE en el segundo semestre de 2026, precisamente cuando Connolly estará consolidando su mandato. Su voz crítica sobre la militarización europea resonará en un momento clave para las discusiones sobre defensa, gasto militar y relaciones con la OTAN. El gobierno irlandés enfrentará el desafío de proyectar una imagen de compromiso europeo mientras su presidenta expresa públicamente reservas fundamentales sobre la dirección del bloque.

Trump, Groenlandia y la presión estadounidense

La elección de Connolly coincide con el segundo mandato de Donald Trump en Estados Unidos, quien ha amenazado con poner fin a 80 años de garantía de seguridad estadounidense para Europa e incluso ha hecho comentarios amenazantes sobre Groenlandia, territorio de Dinamarca, miembro de la OTAN y la UE. Esta incertidumbre sobre el compromiso estadounidense significa que hay menos tolerancia para la posición tradicional de Irlanda sobre asuntos de defensa.

Connolly ha señalado que Estados Unidos, Inglaterra y Francia son países que “definitivamente no se puede confiar en ellos” y que su motivación radica en “desarrollar la industria militar, aumentar el número de guerras, continuar guerras, normalizar guerras y obtener enormes ganancias”. Estas declaraciones, junto con su escepticismo sobre la OTAN, plantean interrogantes sobre las relaciones entre Dublín y Washington durante su presidencia.

El caso Sinn Féin: ¿anticipo de un cambio de gobierno?

La gran pregunta que surge de la victoria de Connolly es si representa un fenómeno aislado o el anticipo de un cambio político más profundo. El Sinn Féin, que respaldó estratégicamente a Connolly desde el inicio de su campaña, es actualmente la segunda fuerza en el Dáil y lidera la oposición. En las elecciones generales de noviembre de 2024, el Sinn Féin obtuvo 34 escaños, quedando en segundo lugar detrás del Fianna Fáil.

Tanto el Fianna Fáil como el Fine Gael han manifestado repetidamente que no trabajarían con el Sinn Féin, alegando su política de izquierdas y sus vínculos históricos con el Ejército Republicano Irlandés (IRA). Sin embargo, el respaldo del Sinn Féin a Connolly y su victoria arrolladora sugieren que existe un electorado considerable dispuesto a apoyar una alternativa de izquierda al bipartidismo centenario.

La líder del Sinn Féin, Mary Lou McDonald, declaró tras las elecciones generales: “Entendemos que ese voto fue por el cambio, por un cambio de gobierno, y nosotros haremos todo lo que podamos, una vez terminada la votación y ocupados los escaños, para perseguir ese objetivo”. Un gobierno liderado por el Sinn Féin representaría la primera vez en la historia de la República de Irlanda que la izquierda lidere el Ejecutivo.

Tanto Bruselas como Londres deberían prepararse para esta posibilidad. Un gobierno del Sinn Féin probablemente adoptaría posturas similares a las de Connolly sobre neutralidad, militarización europea, y relaciones con la OTAN. También impulsaría con fuerza la agenda de reunificación irlandesa, complicando las relaciones con el Reino Unido en un momento delicado post-Brexit.

El analista de Foreign Policy tituló un artículo en 2022: “Irlanda es el eslabón más débil de Europa”. El texto argumentaba que Irlanda se niega a asumir la responsabilidad de su propia defensa y que esto está siendo cada vez más notado en toda Europa. La negligencia política generacional ha llevado a un deterioro continuo en la efectividad y la moral de las tropas en servicio. A diferencia de Suecia y Finlandia, Irlanda no ha reevaluado su neutralidad tras la invasión de Ucrania. A diferencia de Alemania, Irlanda no ha tenido una epifanía repentina de que ha amanecido una nueva era con mayores requisitos de seguridad.

Sin embargo, la elección de Connolly sugiere una lectura diferente: Irlanda no es el eslabón más débil, sino el disidente más audaz. En un continente que se militariza aceleradamente, que aumenta exponencialmente su gasto en armamentos, y que subordina cada vez más su política exterior a la lógica de la confrontación con Rusia, Irlanda representa una voz alternativa.

El gasto militar de la UE aumentó un 30% entre 2021 y 2024. Países como Alemania, Francia y Polonia han anunciado programas de rearme masivos. La Comisión Europea bajo Úrsula von der Leyen impulsa una integración militar sin precedentes. En este contexto, la neutralidad irlandesa —y la voz crítica de Connolly— no son síntomas de debilidad, sino expresiones de resistencia a un militarismo que muchos irlandeses consideran peligroso e innecesario.

Como señala el medio progresista Rupture, “Irlanda nunca ha tenido un Ejecutivo liderado por la izquierda y en los últimos años la coalición bipartidista de centroderecha formada por Fine Gael y Fianna Fáil ha ostentado el poder. La victoria de Connolly se explica como un síntoma del rechazo al bipartidismo y un giro a la izquierda de los jóvenes irlandeses”.

La victoria de Catherine Connolly en las elecciones presidenciales irlandesas es un fenómeno complejo que trasciende el resultado electoral. Representa el triunfo de una candidatura antisistema en un cargo ceremonial que, paradójicamente, tiene enorme capacidad simbólica. Connolly asume la presidencia en un momento crítico: cuando Europa se militariza, cuando la OTAN presiona a sus socios, cuando Estados Unidos se retira del multilateralismo, y cuando las crisis de representación erosionan la legitimidad democrática en todo el continente.

Su elección plantea preguntas incómodas: ¿Es sostenible la neutralidad irlandesa en un contexto de guerra en Ucrania y tensión creciente con Rusia? ¿Puede Irlanda mantener su tradición pacifista mientras participa en una Unión Europea cada vez más militarizada? ¿Qué sucede cuando la voz presidencial contradice la política oficial del gobierno en asuntos de defensa y seguridad?

Las respuestas no son evidentes, pero una cosa es clara: la victoria de Connolly no es un fenómeno aislado. La baja participación electoral, el aumento exponencial de votos nulos, el respaldo juvenil masivo a una candidata crítica del establishment, y el ascenso del Sinn Féin configuran un panorama de cambio político profundo en Irlanda.

En un continente donde la militarización se presenta como inevitable, donde la subordinación a la OTAN se asume como natural, donde la voz crítica se estigmatiza como antieuropea, Irlanda —con Connolly como presidenta— puede convertirse en un laboratorio de resistencia democrática. O en un campo de batalla entre tradición e integración, entre neutralidad y alineamiento, entre pacifismo e inevitabilidad de la guerra.

La historia dirá si la neutralidad irlandesa sobrevive a las presiones geopolíticas del siglo XXI, o si Irlanda termina siguiendo el camino de Finlandia y Suecia hacia la integración plena en la arquitectura militar atlántica. Mientras tanto, Catherine Connolly representa algo cada vez más escaso en Europa: una voz disidente con mandato democrático que se atreve a cuestionar el consenso belicista.

Denis Warrior* Analista geopolítico, es miembro del Observatorio sobre Terrorismo en Asia Occidental

Foto de portada: Connolly llega al castillo de Dublín para el recuento de votos en las elecciones presidenciales de Irlanda (25.10.2025) / Niall Carson/PA Wire/picture alliance

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