Una pretensión que se fue materializando a través de mecanismos políticos, económicos y militares. Un plan estratégico en el cual se desconocía a las soberanías y a la autodeterminación de los pueblos de nuestra América, pues se los contemplaba como una extensión de sus propias fronteras (su patio trasero) desde el sistema hegemónico que presagiaban construir.
Ese chauvinismo con el cual los Estados Unidos se arrogan una condición de superioridad, procede de la estirpe colonialista que lo acompaña desde la unión de aquellas trece colonias británicas asentadas en la costa este de América del Norte y que le dieran nacimiento como país.
Un chauvinismo que aparece en acción cada tanto, como en la Décima Conferencia Panamericana celebrada en Caracas en el año 1954, cuyo tema principal giró en torno a la situación de Guatemala, pues el gobierno del presidente Eisenhower, recreando la doctrina Monroe en el marco de la guerra fría, pretendió utilizar la conferencia continental para desestabilizar al gobierno soberano de Jacobo Arbenz, situación que sucediera posteriormente por la vía militar.
Si la doctrina Monroe fue una respuesta a la construcción independentista grancolombiana liderada por Simón Bolívar y otros libertadores del continente, la estrategia desestabilizadora de Eisenhower en la Décima Conferencia Panamericana contra Guatemala, fue la puesta en marcha de un proceso golpista y de diciplinamiento para que los gobiernos acataran el nuevo orden internacional derivado de la segunda guerra mundial.
Con el tiempo, volveríamos a visibilizar claramente la imposición de esa doctrina en el centro y sur de nuestro continente con dictaduras genocidas y democracias tuteladas en las décadas del 70, 80 y 90, no sólo para consumar el saqueo de los recursos naturales, sino también para desmontar a los Estados nacionales y transformar a los países en zonas económicas funcionales a la operatoria organizacional imperialista.
La irrupción en el naciente siglo XXI de gobiernos nacionalistas revolucionarios y antimperialistas en nuestro continente, tuvo un momento de sublime consumación en la derrota del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), en la IV Cumbre de las Américas, organizada para el 4 y 5 de noviembre de 2005 en Mar del Plata, Argentina.
En ella, el nuevo liderazgo nuestroamericano comenzó a marcar el camino multilateral complementario, que hoy se proyecta en el creciente escenario multipolar que, no sólo significa una nueva oportunidad contrahegemónica al neomonrroismo norteamericano para los pueblos del sur global, sino también, un nuevo desafío para el imperialismo que pretende, a como dé lugar afianzar su dominio en lo que considera su área de influencia inexpugnable.
Hoy la estrategia monrroista para afrontar ese desafío se encuentra dentro de un proyecto internacional más ambicioso denominado un “Orden Mundial Basado en Reglas”, signado por el desarrollo de dos guerras en las que es participe directo, las de Ucrania contra la Federación de Rusia y la de Israel contra la soberanía del pueblo palestino.
En el sur de nuestra Patria Grande, Estados Unidos vuelve a utilizar con mayor énfasis su arsenal de “Guerra Híbrida” para apoderarse de nuestros recursos naturales y para encuadrar tras su aventura guerrerista a los gobiernos nuestroamericanos, como lo hiciera con los gobiernos de Europa, a los que ya les queda poco y nada por sacar.
Es cada vez más evidente, que la derrota política de los distintos gobiernos denominados progresistas en los últimos años y el reacomodamiento de las derechas neoliberales, están acompañando una agenda desestabilizadora y destituyente en la región, esto se percibe con claridad en la situación de guerra híbrida en el Estado plurinacional de Bolivia y ante la arremetida contra el gobierno de Gustavo Petro en Colombia, en la complacencia regional con el gobierno golpista de Dina Boluarte en Perú, en lo que arrojará la elección entre un nuevo texto constitucional manipulado por la derecha neoliberal o la constitución pinochetista, este 17 de diciembre en Chile, y la reconfiguración geopolítica hacia el eje unipolar que produce la asunción de Peña en Paraguay, de Noboa en Ecuador y Milei-Macri en Argentina para el nuevo escenario político 2024.
Esta circunstancia neomonrroista, tiene su ribete más álgido en la nueva provocación montada por el protectorado norteamericano de Guyana contra la República Bolivariana de Venezuela en el diferendo limítrofe sobre el Esequibo.
Las acciones unilaterales sobre el territorio de la Guyana Esequiba y sobre la plataforma continental marítima, desarrolladas por el gobierno de Irfaan Ali, al otorgar permisos a la ExxonMobil y otras empresas, son alentadas y respaldadas por el Comando Sur de los Estados Unidos, con quien mantienen una estrecha relación para defender los intereses de la ExxonMobil.
La demostración concreta de que el gobierno títere de Guyana está implicado en una nueva aventura destituyente hacia Venezuela es su actitud injerencista al dirigirse a la Corte Internacional de Justicia para pedirle que detenga el referendo del 3 de diciembre en Venezuela, o sea, que desconozca los artículos 5 y artículo 71 de la CRBV que tiene previsto, como en otros países, la figura del referendo para consultar al pueblo venezolano sobre asuntos de máximo interés de la nación. Guyana le está pidiendo a la Corte que desconozca el orden constitucional y jurídico vigente en Venezuela e impida que se lleve a cabo ese referendo.
Esta situación excede el marco de una disputa territorial ya que Guyana está resuelta a seguir adelante con su proyecto de irrespeto al acuerdo de Ginebra y se transforma en una peligrosa acción antidemocrática cuya aspiración concreta tiene como fin el derrocamiento del presidente constitucional de Venezuela Nicolás Maduro.
Estados Unidos sabe que el referéndum del 3 de diciembre, viene desarrollándose con una fuerte movilización popular y que esas fuerzas patrióticas en tensión, están preparadas para una resistencia política, y en el caso de una nueva provocación armada, militar.
También sabe, que el gobierno bolivariano enfrentará el próximo año una contienda electoral en condiciones complejas, derivadas del bloqueo criminal que lo acorrala económicamente, pero que al estar al frente de la defensa de los intereses de la Patria, mediante la unión cívico- militar, su posición electoral se fortalece.
Estados Unidos especula poder suplir el petróleo venezolano que fluye por el levantamiento arbitrario y parcial de las sanciones, con el que se produzca en esta nueva operación de saqueo en combinación con el protectorado guyanés que dirige Irfaan Ali, y así volver a asfixiar la economía venezolana para doblegar al pueblo por hambre. Pero, además, la instalación de una base del Comando Sur en territorio guyanés, abre un nuevo capítulo hacia la desestabilización del gobierno legítimo de Venezuela y de la región.
El 2024 será un año de resistencia que deberá ser abordado por la militancia antimperialista y los gobiernos democráticos con decisión y coraje, en un mapa regional adverso a los intereses de los pueblos y de la unidad nuestramericana. La solidaridad y la acción política serán fundamentales para impedir que se consolide este nuevo intento neocolonialista de someter a los pueblos arrebatándoles sus conquistas e hipotecando su futuro.
Oscar Rotundo* Analista político, editor de PIA Global
Foto de portada: EFE – Miguel Gutiérrez