Y la noticia se vuelve urgente cuando, a contramano de la tradición histórica, el ahora muy condicionado gobierno de la República Cooperativa de Guayana empieza a desandar los acuerdos y las instancias de diálogo en torno a la controversia territorial que tenía con Venezuela y frente a Naciones Unidas, y cumple las orientaciones que el Departamento de Estado norteamericano le viene sugiriendo para asegurarse el acceso a su riqueza mediante las emblemáticas Chevron y Exxon.
En otra etapa histórica, con la hegemonía del Reino Unido del siglo XIX, el Laudo Arbitral de París de 1899 falló a favor de la situación colonial en beneficio de Gran Bretaña, en una resolución meteórica que evidenciaba la arrogancia de la Corona y ante la cual Venezuela era débil y temerosa de perder incluso la desembocadura del Orinoco que siempre pergeñaron los británicos por el norte y lusitanos por el sur.
La doctrina Monroe que le disputará a Gran Bretaña y las potencias europeas su presencia en el continente, el neocolonialismo norteamericano, las ínfulas izquierdistas de la elite guyanesa crecientemente independentista, y la persistencia de la reclamación caraqueña volvieron el laudo de Paris írrito e inválido; y se construyó en 1966 el Acuerdo de Ginebra, entre Venezuela y la todavía Guyana Británica.
Con Guyana en franco proceso de descolonización en plena guerra fría con un programa izquierdista.
Con la obvia inspiración de la diplomacia norteamericana el condicionado gobierno de Guyana, electo en una muy discutible elección desplazando al histórico Partido Progresista del Pueblo, violando el Acuerdo de Ginebra, acude a la Corte de la Haya en el intento de revalidar el laudo de París del siglo xix.
Y la Corte de La Haya en 2020 acepta intervenir en el caso. Los onerosos buffet de abogados que representan a Guyana están íntimamente y vergonzosamente relacionados con los directivos de la Exxon.
En principio de año 2021 Venezuela emite el decreto de protección del territorio en disputa planteándolo como “Territorio para el desarrollo de la Fachada Atlántica”. A la vez y en medio de un golpe de estado continuado y una guerra comercial feroz; Venezuela asiste al intento de militarización de la región de parte del Comando Sur.
Es importante remarcar que la Exxon promueve guerras fratricidas como lo señala el título de este artículo.
Ya en la década del 30 del siglo pasado, la Standar Oil de la familia Rockefeller, antecesora de la empresa Exxon, fue una de las dos grandes petroleras que instigaron la guerra fratricida entre Paraguay y Bolivia, en el afán de quedarse con los yacimientos de la región.
Promediando la centuria de aquellos acontecimientos, de nuevo, la empresa reconvertida en Exxon Mobil encara una profusa campaña que anuncia bienestar y crecimiento en Guyana y que logra tener, a partir de la promesa del bienestar de la renta energética, al gobierno guyanés como un verdadero títere de la compañía. Al punto de haber roto precipitadamente las lógicas diplomáticas con las que desarrolló toda su historia como estado nacional independiente.
En 2015 la compañía estadounidense Exxon Mobil descubre una inmensa cuenca petrolera en el mar territorial que justamente Venezuela viene reclamando como su “fachada atlántica” ahora protegida por el decreto ad hoc.
Ya dos décadas atrás, el Servicio Geológico de Estados Unidos calificó la cuenca Guyana-Surinam como “la segunda cuenca sin explotar más prospectiva a nivel mundial”. Y desde entonces las petroleras norteamericanas celebraron numerosos contratos y permisos de explotación con el gobierno de Guyana.
Fenomenales campañas de propaganda en las que interviene directamente la USAID se han instalado en la otrora república cooperativa para imponer el discurso y la agenda de la modernización y el crecimiento; y esto, claro está, a expensas de la enorme renta energética en la medida de las explotaciones que desarrollan Exxon y Chevron entre otras.
El crecimiento que se espera en el segundo país más pobre del hemisferio es formidable. “En 2025, el PIB (de Guyana) aumentará entre un 300% y un 1.000%. Esto es gigantesco. Será el país más rico del hemisferio y, potencialmente, el país más rico del mundo”, dijo el embajador estadounidense en Guyana, Perry Holloway, reafirmando la intención de ofrecer las operaciones de ExxonMobil como la condición básica del desarrollo económico y social de la República Cooperativa de Guyana.
Los incontables permisos de explotación y las facilidades ofrecidas por el gobierno de Guyana a las empresas petroleras norteamericanas exponen la promesa de un crecimiento seguro y una cuantiosa renta petrolera, lo cual no quita que los bandolerismos de las compañías hayan abusado del condicionado gobierno y se hayan aprovechado en contratos leoninos donde se aseguran tasas de ganancia fantásticas correspondiendo a la Exxon en un año 120 veces el presupuesto nacional como ganancia de su explotación petrolera en el país.
La renta petrolera aún no se consolida y ya se registra una modificación sensible en la estructura productiva del país cuyo principal síntoma es la caída de la producción y exportación de arroz, principal cultivo de exportación y consumo.
Estados Unidos está desarrollando un redespliegue regional a partir de su tendencial declinación global, y en particular en la zona busca construir una relación de tutelaje neocolonial sobre Guyana a los efectos de consolidar un dominio geoestratégico en la zona noroccidental suramericana que se proyecta al Caribe, controla la salida del Orinoco, y pivotea entre Venezuela y Brasil, además de la enorme riqueza energética que posee.
Otros actores también intervienen en la compleja relación de Guyana con Venezuela; por caso Cuba cultiva una histórica relación con la República Cooperativa de Guyana y enfrenta una incómoda situación diplomática permaneciendo en una neutralidad que sólo está favoreciendo los intereses de la Exxon. Brasil en tanto, aún con el gobierno del PT de Lula mantiene vigentes sus intereses geopolíticos planteados ya en la época del Barón de Rio Branco, siempre desde el siglo xix está atento a la salida noratlántica por del macizo sudamericano y por tanto siempre sostuvo y reconoció los reclamos de Guyana aún a pesar de propios intereses, en una maniobra para contener la potencialidad de Venezuela.
China viene desde los 70 del siglo xx cultivando con la ex colonia británica una relación privilegiada en concesiones y permisos de explotación de todo tipo de riquezas (recursos minerales, madereros, o de combustibles fósiles); y por su parte Guyana fue el primer país del Caribe angloparlante en reconocer la política de “una sola China”. Específicamente en la Guayana Esequiba hay diversas actividades económicas chinas que son evidentes y van desde las millones de hectáreas destinadas a la extracción de maderas preciosas, hasta los gigantescos proyectos hidroeléctricos. Además, por ser sede permanente del Caricom importa una singular situación en cuanto a las redes diplomáticas que puedan tenderse. Hay planes de modernización de aeropuerto y comunicaciones. Y hay que atender el creciente interés en el potencial hídrico y aurífero que tradicionalmente explotan en esos territorios capitales canadienses, noruegos, holandeses o británicos. Lo mismo q la explotación de diamantes, de bauxita, de litio y de uranio, donde los capitales chinos han desplazado capitales occidentales.
Como conclusión y expectantes del plebiscito inminente que habilitará al gobierno venezolano a reimpulsar sus reclamaciones, se avizora un muy complejo escenario geopolítico y geoeconómico que limita aún en su legitimidad las reclamaciones bolivarianas. Demasiados intereses en juego, en el marco de un redespliegue necesario y vital de los Estados Unidos, con China como socio privilegiado y con sus vecinos Cuba y Brasil neutralizados, el gobierno de Maduro encara su legítimo reclamo a conciencia de estos inconvenientes no menores.
Con una crisis de abastecimiento energético en ciernes la región se vuelve prioritaria para las potencias globales, en el marco de la guerra comercial y del golpe de estado continuado, mitigado por un parcial levantamiento de sanciones, la República Bolivariana de Venezuela plantea una contraofensiva para terminar de saldar su integridad territorial.
Fernando Esteche*, dirigente político, Doctor en Comunicación Social y director general de PIA Global.
Foto de portada: impactovenezuela.com/