La visita del nuevo presidente sirio, Ahmed al-Sha’ra, a Moscú no fue un mero contacto diplomático; marcó un período en el que se está redefiniendo el equilibrio de poder en Oriente Medio. Esta visita ofreció pistas sobre el nuevo rumbo de la política exterior siria y mostró claramente cómo Rusia desea reposicionar su presencia en la región.
La nueva Siria en busca de una dirección
Esta primera visita oficial de al-Sha’ra al Kremlin tiene un significado simbólico para comprender cómo Siria ha entrado en una “nueva era” después del período de Bashar al-Assad. Al-Sha’ra no fue a Moscú para solicitar la extradición de Assad, o para llevar a cabo una reunión puramente protocolaria. La verdadera razón detrás de la visita fue el cuello de botella económico de Siria y el dilema de seguridad. El país está efectivamente fragmentado: en el norte bajo la sombra de las fuerzas kurdas apoyadas por Estados Unidos , en el sur bajo las de Israel, y en el este bajo bases estadounidenses . A pesar de la retórica de “desescalada”, Occidente no ha relajado las sanciones, y la ayuda financiera ha seguido siendo simbólica. Como lo expresó al-Sha’ra, Siria necesita entre 600 y 900 mil millones para la reconstrucción, y no hay ningún país occidental dispuesto a asignar esa cantidad. En consecuencia, Damasco ha vuelto su mirada a Moscú.
Bases, economía y seguridad: un nuevo pacto en la ecuación
Las mayores fichas de negociación para el gobierno sirio son las bases militares rusas en Tartus y Hmeimim. Para Moscú , estas bases no son solo centros logísticos en el Mediterráneo , sino también la garantía de profundidad operativa en África y Oriente Medio . Como lo expresó el corresponsal militar Oleg Blokhin , “A cambio de las bases, al-Sha’ra pedirá cuatro cosas fundamentales: combustible, grano, armas y dinero”. Esto tiene como objetivo no solo aliviar el colapso económico, sino también fortalecer la mano de la autoridad central. En un momento en que Rusia está agobiada por su “operación militar especial”, esta negociación se ha convertido en una dependencia mutua nacida de la necesidad de ambas partes. Al preservar las bases, Moscú mantendrá su presencia en el Mediterráneo; a cambio, Damasco cederá parcialmente su autonomía política para alimentos, energía y apoyo militar. Esto indica que, en el nuevo período, Siria está avanzando hacia una política exterior basada no en la independencia sino en la “flexibilidad estratégica”.
Evaluaciones de expertos rusos y reflexiones en los medios rusos
Los medios de comunicación rusos y los círculos de expertos consideraron la visita de Ahmed al-Sha’ra a Moscú no solo como un gesto diplomático, sino como una “prueba de legitimidad” para la nueva era de Siria. La apertura del Kremlin significa, en efecto, que Moscú reconoce a la nueva administración de Damasco. Sin embargo, este reconocimiento no constituye una alianza incondicional; forma parte de una estrategia de equilibrio cuidadosamente elaborada .
Izvestia interpretó la reunión como una «búsqueda por parte de Siria de un renovado equilibrio en sus relaciones con Rusia». El informe enfatizó que «tras el cambio de poder en Siria, Moscú adoptó una actitud cautelosa de espera, que ahora está dando paso a un acercamiento gradual con la visita de Al-Sha’ra».
Anton Mardasov, del Consejo Ruso de Asuntos Internacionales, evaluó la estrategia del Kremlin hacia Siria de la siguiente manera: «Las bases militares rusas se han convertido no solo en un elemento de seguridad para el equilibrio interno de Damasco, sino también en un pilar de legitimidad política. La nueva administración quiere utilizar la presencia rusa como contrapeso a la influencia estadounidense. Moscú, por su parte, está aprovechando esta oportunidad para consolidar su presencia estratégica en la región».
El experto en Oriente Medio Kirill Semenov resumió el significado de la reunión del Kremlin de la siguiente manera: «Este contacto consolidó, a ojos de Rusia, la legitimidad de la nueva administración siria. Moscú ya no ve a Damasco como un actor temporal, sino como un socio permanente. Los acuerdos sobre las bases podrán revisarse, pero la base de la presencia militar rusa en la región no cambiará».
Igor Korotchenko, editor jefe de la Revista de Defensa Nacional, expresó un análisis similar . Enfatizando la intención de Rusia de reanudar la cooperación técnico-militar, Korotchenko afirmó: «Hmeimim y Tartus no son solo bases militares; son centros logísticos y de seguridad para la reconstrucción de Siria». En su opinión, Damasco ahora considera la existencia de estas bases no como una presión externa, sino como una garantía de seguridad nacional.
El experto ruso en economía, Vladimir Akhmedov, destacó un punto diferente. Según él, la cuestión no es solo el estado de las bases, sino también la red económica que debe reconstruirse en torno a ellas. «Muchos acuerdos energéticos y de infraestructura firmados durante la guerra deben actualizarse. Las empresas rusas se preparan para volver a operar en Siria. El regreso de Tatneft, en particular, no es meramente simbólico; es la primera señal de reintegración económica».
El corresponsal militar Oleg Blokhin explicó con claridad el marco de la negociación entre el Kremlin y Damasco: «Para Rusia, las bases son indispensables; para Siria, son la clave para acceder a recursos vitales. Al-Sha’ra exige combustible, grano, armas y dinero. Moscú considera estas demandas como un intercambio legítimo a cambio de la continuidad de las bases».
Otro experto, Al-Shami , explica el futuro de la cooperación militar entre ambos países con el concepto de “flexibilidad”: “La nueva administración no es ideológica, sino pragmática. Esta flexibilidad permite a Rusia permanecer en Siria y a Damasco conservar su propio margen de maniobra”.
Las palabras del ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, resumen el marco diplomático de toda esta mentalidad estratégica: «Nuestra presencia en Siria no tiene únicamente fines militares. Las nuevas condiciones nos exigen vincular la función de nuestras bases con la ayuda humanitaria y la estabilidad regional».
Periódicos como RIA Novosti y Kommersant interpretaron la declaración de Lavrov como una señal de moderación en la nueva política de Moscú hacia Siria. Desde esta perspectiva, Rusia ya no aspira a ser una mera potencia militar; quiere consolidarse como un actor clave en la construcción del orden regional.
En resumen, la opinión predominante en los círculos de expertos rusos es que «las relaciones entre Rusia y Siria están avanzando hacia un nuevo modelo de equilibrio basado en la dependencia mutua, en lugar de los viejos reflejos de alianza». A medida que Damasco recupera a Moscú, Moscú está redefiniendo el coste de permanecer en Siria.
Reflexiones en los medios occidentales: pragmatismo y decepción
La prensa occidental , por su parte, interpretó la visita con frialdad pero con cautela. The Guardian destacó el esfuerzo de Moscú por proteger sus bases militares en Damasco y mejorar las relaciones con la nueva administración. The New York Times escribió: «Ambos líderes quieren abrir una nueva página en sus relaciones», mientras que France24 interpretó el silencio público sobre el asunto de Asad y las bases como una «estrategia diplomática de silencio».
Pero el comentario más claro vino de Reuters : “El anuncio de Al-Sha’ra de que se adherirá a los acuerdos pasados con Moscú significa que las bases rusas en Siria están seguras”. Esta declaración resonó con clara decepción en los medios occidentales, ya que indicaba que Damasco no está volviéndose hacia Occidente, sino hacia Rusia.
Conclusión: La verdadera dirección de la nueva Siria
Esta reunión en el Kremlin, más allá de ser un contacto diplomático, constituye un «reinicio geopolítico» que define el futuro de la Siria de posguerra. Si bien el giro de Al Sha’ra hacia Rusia parece más una necesidad que una opción, esta necesidad también proporciona a Siria cierto margen de maniobra.
Al salvaguardar sus bases e influencia, Rusia fortalece su posición en la ecuación regional; mientras tanto, Damasco, incluso bajo la sombra de Moscú, intenta reconstruir la capacidad estatal. En el núcleo de esta relación reside un pragmatismo obligatorio nacido de la necesidad mutua.
Hoy en día, la “nueva Siria” parece menos un actor independiente que un régimen que coloca su estrategia de supervivencia dentro de la misma ecuación que Moscú.
Pero incluso eso, después de años de guerra civil, puede considerarse un progreso para Damasco, porque ahora no se trata de una guerra sino de una política de equilibrio .
*Yıldıran Acar politólogo.
Artículo publicado originalmente en UWI (United World International).
Foto de portada: Prensa rusa
