Los estadounidenses ofrecieron enviar equipo militar ruso en servicio en el ejército colombiano a Ucrania, según lo confirmó el presidente de ese país, Gustavo Petro, en Buenos Aires en la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
“Nosotros no tomamos partido. Estamos del lado de la paz -afirmó Petro-. Por lo tanto, ni una sola pieza del equipo ruso, en cualquier condición que se encuentre en nuestro territorio, será utilizada en este conflicto. <…> América Latina, en lugar de apostar en qué bloque permanecerá, la OTAN o Rusia, debe exigir la paz».
En la geopolítica mundial, América Latina es recordada en último lugar, incluso en la era de la transformación global de todo y de todos. De todas las regiones del mundo, resulta ser la “menos importante”, no se puede comparar no sólo con Europa, Oriente Medio, el Sudeste Asiático, India o China, sino incluso con África, por la que hay una feroz lucha de todos los jugadores clave.
América Latina es una especie de outsider que no interesa en particular a nadie, que en realidad no afecta nada: ya no parece ser el «patio trasero» de Estados Unidos, pero una enorme cantidad de problemas internos en cada uno de los países de la región no les permite cooperar y convertirse en un jugador de pleno derecho en la arena mundial. Está en construcción un mundo multipolar y en él participan tanto las grandes potencias mundiales como las asociaciones regionales (no sólo la UE sino otras como la ASEAN). Además, el papel de estos últimos no hará sino aumentar. Los rezagados corren el riesgo de seguir siendo objeto de manipulación.
Al mismo tiempo, estamos hablando de una parte considerable de la humanidad: América Latina son dos tercios de mil millones de personas (comparable a Europa), viviendo en 34 estados. Todo un continente, excepto Estados Unidos y Canadá. Está claro que Estados Unidos históricamente lo ha considerado propio e incluso ahora su poder -financiero, económico, militar e ideológico- supera con creces las capacidades combinadas de todos los latinoamericanos. Pero los latinoamericanos no quieren integrarse alrededor y debajo de Estados Unidos, porque en este caso ni siquiera serán un socio menor, sino simplemente un sirviente.
Es obvio que Estados Unidos ya tiene un gran impacto en América Latina: la economía de México, uno de los dos países más grandes de la región, está casi completamente ligada a Estados Unidos. Pero esto no niega el deseo de los estados latinoamericanos de construir su propio proyecto de integración, basado en sus propias fuerzas, y no en la dependencia de los americanos. Este momento de la historia ofrece a los latinoamericanos una oportunidad única para iniciar una verdadera integración. No porque la atención de los Estados se desvíe hacia las áreas europea y del Pacífico, sino porque ahora mismo se están formando las reglas del futuro orden mundial.
Por eso, no es de extrañar que, pese a que Joe Biden también fue invitado al foro de la CELAC (pero no acudió), el líder chino Xi Jinping se dirigió a los participantes de la cumbre (aunque no en persona, sino con un mensaje de video), declarando su pleno apoyo a los procesos de integración en la CELAC. China ha sido durante mucho tiempo el socio comercial más importante para muchos estados latinoamericanos y el volumen de préstamos crece cada año. Pero, además de la oposición estadounidense, los chinos se ven obstaculizados por la inestabilidad interna de los países de la región y su dependencia de las instituciones financieras internacionales (es decir, occidentales).
Por eso, la idea de crear una moneda común («sur» en español), expresada por el presidente brasileño Lula, quien volvió al poder, está lejos de ser sólo de trascendencia regional. El propio Lula lo dijo: «Si todo dependiera de mí, siempre comerciaríamos con otros países en monedas nacionales para no depender del dólar. ¿Por qué no intentar crear una moneda común para los países del MERCOSUR o para los países BRICS?».
Si bien el MERCOSUR reúne solo a cuatro naciones de la región -aunque entre ellas las dos más grandes de América del Sur (Brasil y Argentina), un acuerdo sobre el uso de una moneda única en el comercio sería un paso poderoso para avanzar hacia un mercado común y obtener una verdadera independencia financiera. Es claro que la creación de una moneda común (que no sustituya a la nacional en los propios países), incluso para el MERCOSUR, llevará muchos años.
El principal obstáculo es la pésima situación financiera de Argentina, que ha sobrevivido a varios defaults, pero que sin independencia no podrá salir de la crisis. Por primera vez, la gente comenzó a hablar de una moneda común en América Latina a fines de los años 80, pero ahora la situación global es diferente y la comprensión de la necesidad de una acción real es mucho más clara.
Las palabras de Lula sobre los BRICS no son casuales: la alianza ruso-china-india es el centro de reunión de todo el mundo no occidental, incluso en la construcción de un nuevo sistema financiero. Si hasta ahora sólo Brasil está incluido en los BRICS entre los países latinoamericanos, pronto Argentina (que ya lo ha solicitado) también puede unirse y entonces el tema de una moneda común para los latinoamericanos será aún más relevante. No sólo para el comercio con Rusia y China, sino en general para su comercio con todo el mundo. Porque de lo contrario, no se puede ni soñar con ningún papel independiente de América Latina en el nuevo mundo y a Brasil, que pretende ser el líder de la región y el motor de la integración, no le será fácil mantener su posición dominante.
En nuestro país, América Latina es recordada con mayor frecuencia en relación con la confrontación global con los Estados Unidos y, al mismo tiempo, se habla de los tres países de la región más cercanos a nosotros, de hecho aliados: Cuba, Venezuela y Nicaragua. Pero aun teniendo en cuenta la importancia de las relaciones bilaterales con ellos (incluidas las puramente militares), el apoyo a la integración latinoamericana y la participación de la región en la desdolarización, construyendo una alternativa al orden mundial occidental, es de la mayor importancia para nosotros. Porque esto es lo que acerca el inicio de un nuevo orden mundial post-atlántico.
Piotr Akópov* Periodista, columnista de RIA Nóvosti
Este artículo fue publicado originalmente por RIA Nóvosti con el título EL “PATIO TRASERO” DE LOS ESTADOS UNIDOS BUSCA SALVARSE DEL DÓLAR/Traducción y adaptación Hernando Kleimans.
Foto de portada: