África Análisis del equipo de PIA Global

Un sol rojo chino en el amanecer africano

Escrito Por Beto Cremonte

Por Beto Cremonte*-
China continúa y reafirma sus intenciones de seguir comerciando con el continente africano.

La semana pasada  el flamante ministro de Relaciones Exteriores de China, Qin Gang visitó algunos países africanos en los que el gigante asiático tiene intereses estratégicos. Energía, infraestructura y materias primas africanas vienen siendo parte del horizonte comercial chino, que a contraposición de los intereses europeos o de los EE.UU, la diplomacia africana ve con muy buenos ojos estas inversiones, ya que la oferta china les deja una serie de ventajas y los aleja del eje y la presión intervencionista que ofrecen las viejas recetas occidentales.

Las declaraciones del ministro de Relaciones Exteriores de China, Qin Gang, de que los prestamistas multilaterales y los acreedores comerciales deberían ser los principales culpables de la crisis de la deuda de algunos estados africanos se presenta como una réplica apenas velada a los críticos occidentales que acusan a China de una diplomacia de «trampa de la deuda». En este sentido cabe recordar que la decisión de China de renunciar al cobro de al menos 23 préstamos, que habían sido otorgados a 17 países africanos y además de esto redirigió unos 10 mil millones de dólares, que mantenía en sus reservas del Fondo Monetario Internacional, al continente africano afianza su posición como la principal fuerza económica en África y le quita esa pequeña luz de esperanza que aun tienen los Estados Unidos y la Unión Europea, y los obliga a esforzarse aún más  para aumentar su influencia hacia los gobiernos africanos.

Otro punto excluyente en este análisis es que decir que la gira de Qin por  Etiopía, Gabón, Angola, Benin y se produce a menos de un mes de que Estados Unidos, el presidente Biden, invitara a la casi totalidad de los miembros de la UA,  buscando así mejorar las relaciones diplomáticas con los países miembros en algunos casos, en otros sí fortalecer los lazos geoestratégicos que los unen y en otros, con algunas particularidades, tentarlos con ofertas “inmejorables” y promesas venideras.

El canciller chino, Qin Gang (Dcha.) y el presidente de la Comisión de la Unión Africana, Moussa Faki Mahamat, en Addis Abeba, Etiopía, 11 de enero de 2023. (Foto: Getty Images)

Joe Biden, en el cierre de la cumbre en Washington, se comprometió con África a contribuir e impulsar el papel del continente en la escena internacional, abogando por otorgarle una silla en el G20. También se comprometió a crear un fondo de ayuda humanitaria. Estas medidas, junto a la promesa de 2.000 millones de dólares adicionales en ayuda humanitaria para hacer frente a la inseguridad alimentaria aguda y que en los próximos tres años, “trabajando en estrecha colaboración con el Congreso de Estados Unidos, tienen previsto destinar 55.000 millones de dólares en África para avanzar en las prioridades que comparten y para apoyar la agenda 2063”, estas medidas se asemejan mucho a las braceadas desesperadas de un náufrago que ve como el horizonte se aleja cada vez más. Claramente la influencia de Rusia Y en especial la oferta comercial de China tiene intranquilo al país del norte de América.

Si bien EE. UU. y la Unión Europea no intentarán igualar el tamaño de la inversión en infraestructura de Beijing en África, están intentando intensificar sus relaciones diplomáticas y económicas en África, ansiosos por evitar perder más terreno frente a China.

El G-20 y la crisis climática el gran desafío de África

Con las tres potencias apoyando la membresía permanente de la Unión Africana en el Grupo de los 20 (G20), así como un asiento permanente de África en el Consejo de Seguridad de la ONU, es probable que las líneas divisorias entre el este y el oeste con respecto a las relaciones con África se centren en el papel de las instituciones financieras internacionales, es decir, la membresía y participación accionaria en el FMI y el Banco Mundial. Esta competencia puede intensificarse a medida que ambas instituciones, con sede en Washington, publiquen sus planes para reformas radicales antes de sus reuniones próximas. Y allí es donde el continente africano apoya sus esperanzas y seduce a las potencias que buscan quedarse con una porción de la oferta africana. Ya hemos mencionado que la moneda de cambio por esos negocios difiere según el oferente interesado. Seguridad, armas y apoyo estratégico ante los grupos violentos del Sahel, por ejemplo (Rusia); infraestructura, créditos blandos, y tecnología de punta (China) y las viejas recetas neoliberales de empréstito que ofrece occidente, ligados al intervencionismo político, social y militar.

Otro escenario para las rivalidades institucionales será la lucha sobre qué países contribuyen al nuevo fondo de financiamiento climático para compensar a los países más afectados por el clima extremo. EE.UU y la UE insisten en que China, como el mayor emisor de gases de efecto invernadero, debe contribuir. En este sentido Beijing parece que vuelve a aventajar a sus “rivales”, ya que saca a relucir su flamante  estatus oficial como una economía en desarrollo con la segunda población más grande del mundo y su ingreso promedio per cápita que es una fracción del que disfrutan otros países del G7. Una vez más el gigante asiático demuestra que el discurso occidental se cae y queda en “off side” ante la realidad.

«África debería ser un gran escenario para la cooperación internacional, no un escenario para la competencia de los principales países», dijo Qin, en una conferencia de prensa conjunta con el presidente de la Comisión de la Unión Africana, Moussa Faki Mahamat, en la nueva sede de los Centros Africanos para el Control y la Prevención de Enfermedades en Addis Abeba, una obra que fue financiada por China.

Durante esta gira el ministro de Relaciones Exteriores de China, Qin Gang, rechazó las afirmaciones que acusan China de estar creando trampas de deuda en África. A lo largo de esta nota hemos desarrollado algunos ejemplos que se afincan y defienden la postura de Qin, quien afirmó que, en años recientes, los países africanos han promovido activamente el desarrollo económico y social, pero que la insuficiencia de fondos se ha convertido en el principal cuello de botella que restringe la prosperidad y revitalización de África. Añadiendo, además, de que China siempre se ha comprometido a ayudar a África a aliviar la carga de su deuda.

El canciller chino hizo estas declaraciones durante su visita a Etiopía, el primer punto de la gira por África. Allí Qin afirmó que el problema de la deuda de África es esencialmente una cuestión de desarrollo y añadió que China seguirá respetando la voluntad del pueblo africano, promoviendo la cooperación para beneficiar al pueblo africano y facilitar el desarrollo conjunto. «China se ha comprometido a ayudar a África a reducir la carga de la deuda y participa activamente en la iniciativa de suspensión de la deuda del G20. Hemos firmado con la mayoría de los países africanos la suspensión y el alivio de la deuda. Somos el miembro del G20 que más deuda ha suspendido a los países en desarrollo. Hemos tratado casos individuales relativos a Etiopía, Chad y Zambia. China ha anunciado la reanudación de los préstamos intergubernamentales sin intereses que vencían en 2021 para los países africanos. Y transferiremos 10 mil millones de dólares al FMI para los países en desarrollo», dijo Qin Gang, ministro de Relaciones Exteriores de China, luego de su reunión con el primer ministro etíope, Abiy Ahmed.

Los expertos financieros interpretaron la inclusión de Angola, Benin y Gabón en el itinerario como una señal de que los puertos de Beijing planean expandir sus proyectos de infraestructura de la Franja y la Ruta en África occidental y central.

Es así como el gigante se acerca cada vez más a un continente que ve en esas inversiones chinas el camino hacia el cumplimiento del horizonte trazado en la Agenda 2063. La crisis climática, la pandemia y los procesos geopolíticos internos y externos están achicando los márgenes de error para un continente que ya no puede soportar nuevos desatinos. Hoy más que nunca la población del continente africano necesita de medidas concretas y no de promesas vagas que solo persiguen intereses unilaterales.

*Beto Cremonte es docente, profesor de Comunicación Social y Periodismo, egresado de la UNLP, Licenciado en Comunicación Social, UNLP, estudiante avanzado en la Tecnicatura superior universitaria de Comunicación pública y política. FPyCS UNLP.

Foto de portada: ministro de Relaciones Exteriores de China, Qin Gang

Acerca del autor

Beto Cremonte

Docente, profesor de Comunicación social y periodismo, egresado de la Unlp, Licenciado en Comunicación social, Unlp, estudiante avanzado en la Tecnicatura superior universitaria de Comunicación pública y política. FPyCS Unlp