‘Cambio de régimen’ es una frase popular que denota una intervención sutil de una potencia o potencias extranjeras (en su mayoría occidentales) para cambiar los gobiernos en el mundo en desarrollo. A veces, esta intervención no es tan sutil, como lo demuestran las guerras debilitantes en Irak, Siria, Libia, Afganistán y otros lugares. El objetivo es desalojar a los gobiernos que se perciben como antioccidentales y reemplazarlos por regímenes que no sean hostiles a los intereses occidentales, si no abiertamente amistosos. De hecho, se creía ampliamente que el cambio de gobierno en Sri Lanka en 2015 fue diseñado por ciertas fuerzas externas.
Sri Lanka ocupa una posición geográfica privilegiada en Asia, justo en el centro de las rutas de navegación Este-Oeste. Esto lo convierte en el centro de todas las miradas en esta región. Además, se cree que Sri Lanka tiene yacimientos de petróleo por un valor aproximado de 250.000 millones de dólares estadounidenses, aunque llevará varias décadas explotarlos comercialmente. Muchos actores globales y regionales tienen interés en los desarrollos en Sri Lanka. Una Sri Lanka política y socialmente inestable no beneficia a ninguno de estos países, incluidos India, China y Estados Unidos.
De ahí la gran atención prestada por todos estos países y bloques regionales como el Dialogo de Seguridad Cuatridaleral (QUAD) y la Iniciativa de la Bahía de Bengala para la Cooperación Técnica y Económica Multisectorial (BIMSTEC) a los acontecimientos políticos actuales en Sri Lanka, que han incluido el nombramiento de un nuevo Primer Ministro y un Gabinete renovado. El primer ministro Ranil Wickremesinghe es el más adecuado para este papel, ya que es un estadista mayor con vínculos de larga data con el mundo occidental y con países como la India. A pesar de que el movimiento de protesta ‘Aragalaya’ continúa con el objetivo declarado de enviar a casa a todo el Gobierno y a los 225 miembros del parlamento (MP), el Gobierno ha estado negociando en silencio con una serie de países y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para reactivar la economía y devolver la normalidad a la vida de las personas afectadas por interminables colas para muchos artículos de primera necesidad.
Sin embargo, ciertos partidos políticos, académicos y otros han logrado crear una impresión en la sociedad de que Sri Lanka no recibirá ayuda internacional mientras el presidente Gotabaya Rajapaksa y el primer ministro Wickremesinghe permanezcan en el poder. Dicen que la ayuda internacional llegará una vez que dejen el cargo por su propia voluntad o sean derrocados democrática o no democráticamente. Este es un análisis fundamentalmente defectuoso del status quo actual. El mundo, sin embargo, no funciona de esta manera.
En primer lugar, el presidente y el gobierno de Sri Lanka han sido debidamente elegidos por el pueblo en elecciones que los observadores internacionales consideraron libres y justas. El mandato que recibieron sigue intacto y solo puede ser cambiado por otra ronda de elecciones. Cualquier ‘Cambio de Régimen’ por cualquier otro medio es ilegal y no será reconocido por la Comunidad Internacional. Por ejemplo, Myanmar, donde un golpe militar reemplazó a la administración elegida democráticamente hace un par de años, sigue siendo rechazado por la comunidad internacional.
En cuanto al presidente, solo hay dos formas de destituirlo de su cargo (salvo la propia renuncia y la muerte): una elección presidencial y una moción de juicio político. Quedan 28 meses más para las elecciones presidenciales y el juicio político es un proceso bastante enrevesado que fracasó una vez en Sri Lanka. En cuanto a un nuevo mandato para los representantes del pueblo, casi todos los partidos políticos están de acuerdo en que se deben realizar elecciones generales, tal vez dentro de un año, con un posible gobierno interino o de todos los partidos en el período intermedio.
Dados estos hechos, es muy poco probable que cualquier otro país u organización esté dispuesto a intervenir directa o indirectamente en Sri Lanka para el Cambio de Régimen.
Por otro lado, muchos países se han horrorizado por el sufrimiento de la gente de Sri Lanka y les gustaría ampliar la asistencia. La embajadora estadounidense, Julie Chung, expresó sucintamente esta opinión cuando dijo que es inexacto que algunos países estén esperando un cambio de gobierno para ofrecer ayuda o asistencia a Sri Lanka. Esta es una declaración inequívoca que no deja dudas sobre cómo la comunidad internacional ve los acontecimientos en Sri Lanka.
En una sesión interactiva con un grupo de periodistas locales en su residencia, la embajadora dijo que había información errónea de que la comunidad internacional estaba reteniendo ayuda o asistencia en este momento de necesidad para Sri Lanka. “He dicho que Estados Unidos apoya a Sri Lanka. Nuestro apoyo no depende de quién esté sentado en la silla presidencial o en la silla del primer ministro”, dijo.
Sin embargo, enfatizó la necesidad de una buena gobernanza, reformas positivas que reflejen las voces de las personas y transparencia. Las reformas políticas y las reformas económicas están entrelazadas y deberían ir en paralelo, agregó. También aclaró que Estados Unidos no ha impuesto sanciones a terceros países que obtengan petróleo ruso, lo cual es importante en el contexto de Sri Lanka tratando de obtener petróleo de ese país.
Su declaración categórica puede haber frustrado las esperanzas de aquellos que buscaban una intervención internacional en Sri Lanka en esta etapa. Si bien la intervención internacional puede sonar bien en el papel, en realidad es dañina a largo plazo, ya que algunos de estos países buscan cumplir con sus agendas ocultas a través de sus representantes locales.
Necesariamente tenemos que encontrar una solución local o nacional a largo plazo para nuestros problemas actuales, incluso si aceptamos la asistencia monetaria internacional a corto plazo de varios donantes para superar la escasez crónica de bienes y la recesión económica general. Las mejores soluciones a nuestros problemas aún deben encontrarse dentro de un marco democrático y dentro de nuestros valores sociales.
Foto de portada: The associated press