La previsible falta de resultados significativos en las conversaciones que se han producido esta semana entre Rusia, Estados Unidos y la OTAN en busca de una reconfiguración de la seguridad en el continente europeo en un momento de grandes tensiones en las relaciones político-diplomáticas ente Moscú y Washington ha dado paso a una nueva ronda de histeria mediática sobre las intenciones rusas en Ucrania, Europa y el mundo. Así lo espera al menos el general Wesley Clark, que en un artículo en The Washington Post alegaba ayer que las vistas de Putin están puestas más allá de Ucrania.
Han pasado ya más de dos meses desde que fuentes de la inteligencia de Estados Unidos comenzaran a filtrar a la prensa, siempre dispuesta a alertar de la inminente invasión rusa de la que han advertido anualmente desde 2015 (a excepción de 2020, el año de la pandemia, cuando el coronavirus dominó la agenda informativa y no hubo alerta de invasión) sin que se haya producido invasión alguna. En aquel momento, las tropas ucranianas habían intensificado notablemente sus bombardeos en la línea de contacto en Donbass en busca de obligar a las tropas de la PRD y la RPL a responder al fuego y alegar así que era Rusia quien infringía la tregua. Aunque inicialmente Ucrania negó los informes estadounidenses de grandes movimientos de tropas rusas hacia la frontera de Ucrania, tanto los aliados europeos como Kiev se sumaron finalmente a una histeria que, como se ha visto en estos meses, no estaba justificada.
A esa situación de estable inestabilidad en el frente de Donbass -Kiev sigue negándose a negociar con Donetsk y Lugansk o a implementar los puntos políticos de los acuerdos de Minsk, el bloqueo económico de Donbass perdura y no se han detenido completamente los bombardeos del frente desde que comenzó la guerra, pero no hay avances territoriales sustanciales, por lo que la línea del frente continúa estable- se suma ahora la tensión diplomática ente Rusia y Estados Unidos por la agresividad de Washington y las exigencias de Moscú de recibir garantías de no expansión de la alianza hacia el este.
El fracaso de las conversaciones de esta semana, en las que, como era de esperar, Estados Unidos no ha aceptado las propuestas rusas, ha alentado una más hostil retórica hacia Rusia. Si Estados Unidos se ha lanzado a presentarse como fuerza de paz y acusar a Rusia de planear acciones ofensivas, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, no ha esperado a rechazar formalmente y por escrito las propuestas rusas para declarar ante los medios que la alianza ya decidió incluir a Georgia y Ucrania, aunque aún no haya decidido el momento. Ante la evidente falta de voluntad de diálogo de Estados Unidos y la OTAN, Rusia ha reaccionado con paciencia, aunque el viceministro de Asuntos Exteriores Ryabkov, que encabezó la delegación rusa en Ginebra esta semana, no rechazó la posibilidad de posicionar armamento ruso en Cuba o Venezuela.
Un comentario que no fue más allá de ni confirmar ni desmentir algo ante la pregunta de los periodistas ha sido suficiente para causar una respuesta de Estados Unidos, que ha prometido responder en caso de que sucediera. Como mostró la crisis de los misiles en los años 60, la presencia de armamento ruso en los países soberanos que Estados Unidos ve como su patio trasero es considerado un acto de agresión. Sin embargo, como apunta Moscú, la presencia de tropas y la posibilidad de la presencia de misiles de la OTAN en lugares como Ucrania es algo por lo que Rusia no tiene derecho a quejarse, ya que supone una injerencia en la soberanía ucraniana.
En este contexto, no han tardado en proliferar aún más en la prensa occidental, que durante casi ocho años ha ignorado la guerra en Donbass salvo para alegar posible invasión rusa, los artículos que alertan sobre la posibilidad de agresión rusa. La prensa sigue alegando que Rusia ha acumulado 100.000 tropas en las fronteras de Ucrania (una cifra entre la que se cuentan las tropas rusas de Crimea, estacionadas allí desde antes de 2014 y que es claramente insuficiente para la invasión por tres lugares diferentes que plantean algunos “expertos») y aunque no hay señal alguna de preparación de guerra, continúan alertando de la situación como si de una situación límite se tratara. Y si la invasión se ha retrasado, habría sido, según aseguran varios medios estadounidenses, a causa del templado invierno de este año en Ucrania. La falta de hielo dificultaría, según medios como The New York Times, el avance de los tanques rusos. Es más, la prensa asegura que Biden ha incluido en el equipo a meteorólogos que le ayuden a prever cuándo Putin podría dar la orden de invasión.
Y frente a noticias que pudieran parecer una broma, el viernes CNN anunciaba una primicia: Rusia estaría preparando una “provocación” contra sus propias tropas en Donbass -es decir, contra las tropas de la RPD/RPL- para culpar a Ucrania del ataque y utilizarlo como justificación para la introducción de tropas en Ucrania. La información, que no puede calificarse de primicia, sino de filtración interesada de la inteligencia de Estados Unidos, se extendió rápidamente por el resto de medios estadounidenses e internacionales. La posibilidad de que Rusia vaya a atacar a las tropas de Donetsk y Lugansk para culpar a Ucrania se da por hecha y ningún desmentido ruso va a cambiar esa percepción.
Sin embargo, no hace falta más que haber seguido el desarrollo del conflicto en Donbass y el proceso de negociación de una resolución pacífica -en el que Rusia ha sido la principal defensora de continuar con el proceso de Minsk, eso sí, aplicándolo en su literalidad, también los puntos políticos que exigen una negociación directa entre Kiev y Donetsk y Lugansk a la que Ucrania se niega- para saber que, si lo hubiera deseado, Rusia no habría precisado de provocación alguna. Hasta ahora, Rusia ha intervenido lo mínimo para garantizar que no pudiera haber victoria militar de Ucrania contra Donbass, obligando así a Kiev a negociar con Donetsk y Lugansk. Ese ha sido el objetivo de Moscú durante todos estos años.
Frente a provocaciones imaginadas por la inteligencia estadounidense, la realidad de los hechos dice que los más de siete años de continuada agresión militar y económica de Ucrania contra Donbass, que han causado la muerte de miles de civiles y la huida de cientos de miles, son un argumento mucho más potente para intervenir en defensa de la población civil de Donetsk y Lugansk que los utilizados por Estados Unidos y la OTAN en las últimas décadas para justificar sus guerras.
Artículo publicado en Slavyangrad.