Hipótesis para pensar la nueva situación
En este artículo abordaremos la situación de la guerra en Ucrania sin incursionar en el plano de la táctica u operacional. Sino que intentaremos interpretar algunas posibilidades que en apariencia se abren para este conflicto (como para el resto del mundo) a partir del contundente triunfo de Donald Trump en las pasadas elecciones en los EEUU.
El nuevo presidente de la potencia occidental ha señalado con insistencia que llevaría adelante una serie de políticas destinadas a potenciar el poder de los EEUU en la disputa por el nuevo orden mundial. Para ello en general promete cambios culturales y económicos, proteccionismo, nacionalismo, tradicionalismo. En lo que hace a la arena de las RRII y la geopolítica sus declaraciones indicarían un retroceso del “globalismo”, o de la implicación del gobierno de los EEUU en su promoción, con un repliegue haca los EEUU poniendo eje en la disputa económica y geopolítica con China. En concreto Trump señaló que él daría por terminadas todas las guerras que comenzaron bajo la administración demócrata, y su máximo énfasis lo puso en la Guerra de Ucrania, la que según señalaba pondría fin antes de su misma asunción. Tal es así que el presidente Bielorruso Anatoli Lukashenko declaró que si Trump logra tal loable objetivo lo propondrá a Premio nobel de la paz.
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Lukashenko no hablaba en sorna. Pero también señalaba que, para terminar la guerra de Ucrania, no solo bastaba la voluntad genuina de Trump; que existen otros actores que son parte de la resolución.
Claro, primero esta Rusia, segundo Europa, tercero la misma Ucrania, cuarto el poder supranacional de las instituciones gobernadas por los globalistas como la OTAN y la UE para empezar; y por último, los que los conspiranoicos conservadores llaman poderes ocultos, pero que en realidad son los grupos de poder supranacionales que tiene presencia y poder en segmentos importantes de la economía, las finanzas, el aparato cultural etc. dentro del mismos EEUU. Es evidente que Trump no puede imponer unilateralmente su opción, quizás sí a Ucrania, quizás altere la relación de fuerzas en la burocracia de la OTAN, pero los demás grupos guerreristas son más inciertos.
Para comenzar Trump debe llegar a un acuerdo con Putin. O mas bien, para no caer en el discurso de que la política rusa depende de un hombre, una especie de dictador, y la sociedad es ajena, debe llegar a un acuerdo que satisfaga a Rusia.
Inmediatamente después del triunfo de Trump el Wall Street Journal anunció que había un plan para la paz. Consistía en congelar el frente ya, que esa fuera la base de la nueva frontera (suponemos que aproximadamente), que por 20 años Ucrania no ingresaría a la OTAN, que las fuerzas armadas ucranianas podían ser entrenadas por occidente, pero fuera de Ucrania, y que Kiev debía en forma inmediata reconocer la soberanía rusa sobre Crimea y los territorios que hoy Rusia ha ganado. No sabemos si es un plan posible de Trump, o si es el plan del WSJ (o de quienes a través de este diario operan). Pero sin dudas hay algunos puntos débiles en él.
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Veamos cual es la situación actual de la guerra. Primero, más allá de todas las aseveraciones del establishment mediático propagandista, Ucrania esta perdiendo, con claridad. Algo que era muy probable. Las ilusiones que algunos parecían aceptar de que Rusia podía llegar a perder en batalla el Donbas y hasta Crimea, rozaron siempre la fantasía. Una fantasía que parecen haberse creído los decisores guerreristas occidentales (más a nivel político que militar). Por ello se desgastó Ucrania en algunas ofensivas inviables. Quizás con alguna victoria parcial de cierto peso podría pensar en conseguir mejores condiciones de negociación con Rusia. Cuando eso fue posible debieron aprovecharlo (después de los éxitos en Karkov y Jerson). Pero esos éxitos (que ya hemos analizado con sus virtudes y limitaciones), fueron exageradas para crear un relato fuera de lugar en el que Rusia, y especialmente sus FFAA, estaban al borde del colapso y eran unos ineptos. Por lo tanto, Ucrania debía emplearse a fondo pata apastar a las fuerzas rusas y recuperar todo el territorio. Eso fue una apreciación equivocada que llevo a las FFAA de Kiev a desarrollar una “gran ofensiva” que terminó en un fracaso total de consecuencias estratégicas como vemos hoy. Desde allí Ucrania nunca se recuperó. En cambio, las FFAA rusas aumentaron su poder, su número, sus capacidades etc.
Desde Bajmut, pero sobre todo desde la victoria en Advitka, el ejercito ruso no para de avanzar. Muy poco, con victorias de poca resonancia. Cada una no implica ni siquiera un éxito operacional. Pero en un año ya son innumerables victorias que en su conjunto hace que veamos en todo el frente un avance ruso importante, sin que haya semana de detención. Hay combates que en su amplia mayoría son victorias y avances rusos. Ucrania no puede detener esa constante progresión. Si bien los datos que se estiman de bajas y destrucción de material se encuentran muy manipulados, lo cierto es que sin dudas ambas partes debe haber sufrido muchas bajas. Pero lo que los hechos muestran es sean las que sean las bajas rusas, no han impedido que este país disponga de las fuerzas necesarias para cubrir combates en todo el frente, sin detenerse por todo este año. Y que cuando Ucrania abre un nuevo frente, con la idea de que Rusia deba desviar recursos de su ataque principal en el Donbas (la ofensiva en dirección de Pokrovsk), los rusos reúnen nuevas fuerzas con bastante rapidez sin afectar sus operaciones en otros frentes.
Lo que vemos hoy es que la misma operación de intento de correr el eje y desbalancear a Rusia desarrollada sobre Kursk, ha naufragado. Que este nuevo frente absorbe fuerzas ucranianas ante una contraofensiva rusa que parece estar en condiciones de recuperar todo el territorio. Sin que por ello se detengan los ataques en la zona de Donbas. Y se empeñen fuerzas en nuevas ofensivas que terminan obteniendo victorias en los que otrora eran baluartes de la resistencia ucraniana, como Vhuledar, o se estén proyectando sobre la misma Liman que fue la máxima victoria real ucraniana en la ofensiva sobre Karkov de hace ya dos años. No nos vamos a extender más. Pero es importante entender en escenario militar para ver cuál es la situación y las cartas que tiene Rusia en la mano para la negociación que se esta desarrollando.
Si vamos hacia otros escenarios del conflicto la situación rusa tampoco le implica ningún apresuramiento. En el plano económico el PBI ruso impulsado por la demanda militar y los precios internacionales de sus productos primarios exportables, está en crecimiento. La situación social de la población es estable y en mejora, sin desocupación ni caída de los salarios o las prestaciones sociales. En el plano de las relaciones internacionales, Rusia consiguió superar los intentos occidentales de transformar a la potencia euroasiática en un estado paria. Comercia con la mayoría de los países del mundo, que acuerdan mecanismos para intentar sortear las presiones de occidente geopolítico. Y de hecho las presiones occidentales solo logran que el resto de los países del mundo se sumen a iniciativas de mecanismos logísticos, financieros y comerciales alternativos, tendiendo a debilitar más rápidamente la propia hegemonía de las instituciones occidentales. Y allí está el crecimiento de los BRICS.
Sin que con esta lectura pretendamos que la guerra es un jardín de rosas para Rusia, y que en el mediano plazo las consecuencias negativas de un conflicto como este se notaran. O que una prolongación sin resolución del conflicto puede ir deteriorando su actual ventaja estratégica y operacional. Lo cierto es que si ponemos una foto (la foto de la guerra en el inicio de las negociaciones), está cerca de ser muy buena para Rusia. A eso podríamos agregar la crisis y desorientación de la Unión Europea, encabezada por ese gigante invertebrado y miope que es Alemania, conducida por una trup de progres globalistas guerreristas que parecen no tener idea de los intereses de su país. Y no tenemos dudas que el triunfo de Trump dará alas a gente como Meloni u Orban en los intentos de reconfigurar a la UE. Y que quizás impongan un quiebre a las barreras contra la “ultraderecha”, que se encuentra en la puerta del poder en varios países tan importantes como Francia o la misma Alemania. Vaya ultraderecha nazifascita que (al menos en público) apuesta a la Paz, a una mayor democracia de las instituciones europeas y les habla a sus trabajadores. O quizás sería mejor preguntarse ¿Quienes gobiernan Europa para que intereses?
Con este escenario el gobierno ruso podría intentar imponer reivindicaciones de máxima, alguna vez mencionadas por Putin u otros dirigentes rusos. Y muy anunciadas por los fanáticos de Rusia en el mundo: todo el territorio de Odesa hasta Karkov pasando por Dnipro (la Novo Rusia), y la transformación del resto de Ucrania en un estado de soberanía limitada, sin FFAA (desnazificación) y con una fuerte vigilancia y tutela internacional (neutralización), pusimos entre paréntesis los eufemismos rusos para sus reivindicaciones de máxima.
Creemos que eso no es posible de ser aceptado por EEUU, ya que más que conseguir la Paz implicaría para Trump conceder una derrota ante sus propios partidarios. Sin embargo, creemos que las posiciones extremas son parte de la negociación. No podemos nosotros señalar cual será el resultado ya que como indicamos, esto aun no sucedió y hay otros actores. Pero si fueran solo Rusia y EEUU la cuestión iría entre estos extremos y estaría en algún punto medio. No creemos que (más allá de algunas correcciones territoriales) Rusia obtenga mucho más de lo que ya ha ganado en el campo de batalla (y allí quedará el problema de las anexiones declaradas de las cuatro provincias hoy parcialmente ocupadas). Y difícilmente Ucrania pierda completamente su soberanía, aunque si podría haber algún tipo de desmilitarización en algunas zonas claves y la obtención de algunos privilegios a Rusia en algunas regiones. También creemos que Rusia no puede dejar a Trump con las manos vacías, mantener su amistad, imaginamos, sería muy importante. Y no creemos imposible saldar esta guerra hoy, en una situación en la que tanto Trump como Rusia se pueden mostrar victoriosos con un acuerdo moderado. Claro Europa globalista sufrirá una gran derrota; y Ucrania quedara muy maltrecha, aunque esto último es un hecho con cualquier resultado.
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Pero no nos debemos olvidar de los demás actores. Especialmente de la UE. Como señalamos en otros artículos la UE y especialmente Alemania corren con gran parte de costo de la guerra. De hecho, dentro del derrumbe alemán donde todos los sectores industriales caen. Rheinmetall, el gigante de defensa, ha pegado un salto de importancia. Es el productor de los muy requeridos Leopard. Pero es sin dudas absolutamente insuficiente. Ucrania necesita de todo en una cantidad enorme. Millones de municiones de todo tipo; cientos de vehículos de todo tipo; cientos de misiles, dispositivos antiaéreos de todo tipo, drones de todo tipo. La insustituible inteligencia y apoyo en información desde satélites hasta el campo de batalla. Cosas que Alemania no puede de ninguna manera otorgar (ni toda Europa) si EEUU no acompaña.
Podríamos pensar que, si los guerreristas europeos consiguen seguir enquistados en la UE y en Alemania, quizás podría inducir a Ucrania a negarse a aceptar los términos que Putin y Trump puedan acordar y la guerra seguir. Allí entraríamos en otro escenario. Trump descargaría la culpa de la guerra a Europa y la dejaría sola. Con lo que los globalistas progresistas europeos deberían multiplicar su gasto, y solo se haría efectivo militarmente si una parte sustancial de ese gasto va hacia el complejo militar industrial de los EEUU. No creemos que Trump haga un “embargo de armas” a Europa sin dudas.
Pero allí entramos en otro tema que consideramos de inviable solución para la Europa globalista progresista. Primero, ese esfuerzo de guerra no es compartido por su población. Segundo que caería aun mas sobre las espaldas de votantes europeos que se inclinarían mas hacia los ya victoriosos partidos del nuevo “nacionalismo patriótico” (como prefieren ser llamados) o ultraderecha fascista (como lo llaman los progresistas globalistas). Y, por último, creemos que una política (cualquier política autónoma) de Europa en el escenario internacional requiere de fuerzas armadas poderosos propias, con cientos de miles de hombres en condiciones de pelear, y un espirito que no existe en ese continente. Para que entendamos. Y pongamos en perspectiva. La Argentina que no es hoy un país muy combativo, y una población que pareciera estar ajena a las cuestiones nacionales, podemos compararla con Europa. En Europa (occidental) menos de 10% de la población está dispuesta a sumarse a sus FFAA para defender su país. En Argentina ese porcentaje estaría entre el 40 y el 50% (poco, pero es algo). Imaginemos para pelar por ¡Ucrania!!!!
Volvamos a Alemania. El rearme alemán bajo el Tercer Reich, fue un plan en el que toda la industria era arrastrada mediante un keynesianismo militar planificado. Rusia activa su industria mediante un complejo militar que se articula con cadena logísticas nacionales e internacionales reguladas para su propio beneficio. EEUU dispone de un enorme complejo militar industrial privado, pero de una magnitud destacada que afecta su economía también keynesianamente. Y así podríamos poner ejemplos de menor envergadura. Alemania no dispone de una política de este tipo, de hecho, ha venido aun en la época de Merkel, desarmando su complejo militar y deslocalizando fabricas (hacia china en algunos casos destacados). El crecimiento de Rheinmetall no es el crecimiento de Alemania, al menos con los gobiernos actuales sin un plan en ese sentido. Y eso lo podríamos generalizar a Europa con matices.
Aunque es de destacar algunas alertas en las elites, como las manifestada en el Informe Draghi, o la propuesta de desarrollar una industria de defensa europea nacional (país por país) pero en red. Veremos. No es cuestión de este artículo, ya que para lo que hace la guerra de Ucrania es tarde para que Europa esté preparada en la coyuntura.
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Ucrania es mas sencillo de analizar solo ateniéndonos a la realidad. Y aunque las informaciones estén muy tergiversadas y haya opiniones tan divergentes que parecen hablar de países distintos, lo cierto es que no es muy difícil ver desde una perspectiva amplia su situación deduciendo con un buen grado de certeza. En términos militares (ya hemos señalado la situación estratégica rusa) Ucrania se encuentra a la defensiva en todo el frente. Sus ofensivas más ambiciones (de distinto tipo) la de Zaporiya hace un año y las recientes de Kursk han fracasado. Una catastróficamente, la otra solo en sus objetivos, sean estos de mínima o máxima. A pesar de la difusión del desgaste ruso, de sus innumerables bajas y pérdida de material, lo cierto es que Ucrania es la que sufre en la práctica las consecuencias del desgaste. Pareciera estar sin suficientes tropas, con dificultades de reclutamiento, con carencias de material, y muy alta carencia de municiones. En el terreno de combate táctico, paso a paso las fuerzas ucranianas no paran de retroceder, despacio. Pero ya es un año de retrocesos, lo que no puede ser interpretado como una táctica, sino como una debilidad estructural que no pueden superar. En muchos casos se haba de que, en cada victoria de cierta importancia rusa, occidente contiene el aliento ante el posible colapso.
Digamos que militar mente la situación en este momento de negociación de la paz no puede ser peor. Ucrania depende en todo de occidente. Tanto para sus fuerzas armadas, como para sostener el funcionamiento de la dañada infraestructura civil, la administración del estado, el paraguas diplomático, etc. Aunque es de destacar que a pesar de la propaganda rusa (la dirigida al público de partidarios simples) hay suficientes ucranianos que resisten estoicamente y el funcionamiento del país se mantiene en los mínimos necesarios, como que sus FFAA, sin dudas agotadas y con cierta desmoralización, no se quiebran. Mas allá de la opinión política que uno tenga debe ser valorarlos en ese sentido. Sabiendo que, más allá de los seres humanos que son ucranianos, todo lo que les permite pelear materialmente viene de occidente. Y aquí entra la cuestión de Trump.
Zelenzky ha insistido en forma obstinada en que Kiev sea admitida en la OTAN y que Occidente provea a Ucrania de sus mejores armas en mucho mayor cantidad. No solo él, sino los informes y análisis de los militares (que ya presentamos en otros artículos) señalan que solo con una ayuda en armas mucho mayor Ucrania podría tener posibilidades. Lo cierto es que hasta ahora la ayuda ha sido muy grande, pero por “cuotas” y con “limites”. Quien escribe no duda de que con mas o menos ayuda una victoria ucraniana es mas que difícil, pero sin dudas es imposible no perder en una situación como la que se dio realmente. No entendemos cómo se produjo el razonamiento occidental al respecto, ya que la situación actual de por sí muy mala, es de lo menos mala que se podía esperar.
Insistimos, la operación inicial rusa fracaso por un muy mal análisis de inteligencia sobre lo que iría a suceder, y se envió una fuerza de invasión realmente poco numerosa y con planes erróneos para enfrentar una resistencia solida en un país grande. Pero una vez que Rusia se movilizó, el balance de fuerzas se fue corrigendo inexorablemente y Ucrania solo podría resistir (solo resistir) con una cada vez mayor y más masiva implicación de occidente. Cuestión que ahora parece ir en sentido contrario.
Ucrania no ingresara a la OTAN, como era de esperar. EEUU correrá el cuerpo. Europa solo es capaz de pelear a través de terceros, no está en condiciones políticas ni morales de luchar por ninguna causa que requiera movilizar a la población. A veces a quien escribe le resulta chocante escuchar a las ministras alemanas en sus declaraciones al respecto, como les afecta el triunfo de Trump (casi en el corazón) y la incapacidad de hacer otra política parece colocarlas/os al borde de un ataque de nervios.
Lo cierto es que Ucrania sin ayuda no puede continuar la guerra, en un sentid literal sus FFAA colapsarían y las fuerzas rusas podría avanzar hasta la frontera polaca. No es que consideremos esta opción posible. EEUU no llegaría a ese nivel de abandono. Los europeos, no todos, pero quizás si algunos podrían reaccionar e intentar ocupar una parte del país o hacer algún otro esfuerzo. Una victoria rusa de ese nivel es de difícil imaginación y quizás no deseable para Rusia. Recodemos que Ucrania no es un país en el que solo hay una elite “ucronazi” que oprime y engaña a las masas. Hay masas de ucranianos que podrían ser un problema a una situación de ocupación total rusa y un gobierno títere muy evidente, esas cosas (para todos los bandos) se deben disfrazar. Pero si afirmamos que Ucrania deberá aceptar la partición que las potencias resuelvan y solo “opinar” al respecto.
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Los actores del establishment OTAN-UE sin dudas deben estar conmovidos por el triunfo de Trump. Esperando ver que es lo que en realidad va a hacer el caudillo republicano (y puede hacer). Pero no olvidemos que EEUU es la OTAN, sin la decisión y participación de los EEUU la OTAN no es operativa en el nivel que conocemos. Señalamos varias cosas. Una, EEUU no dejará ni olvidará la OTAN, es un aparato de seguridad que los yanquis necesitan para garantizarse que el Atlántico norte sea un lago propio. Y eso es algo fundamental para poder concentrarse en la lucha con China. Lo que, si hará Trump, quizás con mucha más decisión que Obama o Biden, es “obligar” a los europeos a compartir los gastos. Y sacar a la OTAN de ser punta de lanza militar del globalismo progresista. O lo intentará. Después dependerá de los europeos hacerse cargo de su propia defensa con mayor esfuerzo. O sea, tener ejércitos más grandes, más equipados y más dispuestos a poner hombres y muertos en combate propios, o aparentar eso. Básicamente en lo inicial, subir el presupuesto militar y poner en marcha un complejo industrial militar más potente. O si no, lo que sería ideal para EEUU, dedicarse a compra armas a Washington.
Europa es compleja y diversa. Cada país tiene su propia política exterior, sus FFAA y sus propias dinámicas políticas. La unidad económica es la de un mercado común, con una moneda común lo que les quita autonomía en ese nivel; pero la UE no es un “estado”, ni federal ni nada parecido. Sino una burocracia escindida del conjunto que resuelve políticas y las negocia con las partes y en su interior. Básicamente las naciones europeas renunciaron a su autonomía estratégica pero no construyeron una colectiva. El caso de España es paradigmático. En la cuestión geopolítica, su adversario es Marruecos (además de que tiene una diputa con Inglaterra). Sin embargo, la OTAN y la UE son socios de Marruecos, lo que “obliga” a España a realizar política contra sus intereses nacionales como colaborar con la monarquía marroquí en la cuestión del Sahara y enfrentarse con Argelia, de la que depende en el suministro de energía.
Para el caso que nos interesa, en Europa hay algunas líneas en las que se pueden agrupar políticas. Los ex estados de loa Europa comunista especialmente Polonia, los bálticos, pero también Rumania o los checos, Son particularmente antirrusos y agresivos, aunque no son potentes. Los estados con gobiernos de la “nueva derecha” o “patriotas” como se los llama desde trincheras opuestas. Agrupan a partidos y gobiernos (no en una unidad) como Italia, Hungría, Eslovaquia, primeras minorías como Francia o Alemania (como señalamos no son una unidad, sus ideas públicas son parecidas) aunque pueden variar de acuerdo a las circunstancias electorales, y la calificación ideológica, esta sujeta a cuestionamientos. Tenemos la línea de la Francia de Macron que sostiene hace años la necesidad de construir “autonomía estratégica” sin que ese discurso se plasme en la práctica, Cosa que no sucederá sin que Alemania despierte. Y esta el establishment globalista de la UE es el que controla el aparato, con Von der Leyen a la cabeza en la presidencia de la “comisión europea”. es una coalición transeuropea que ha logrado sostenerse en ese aparato escindido de la población, a pesar de la evidente animadversión popular. O más bien, a pesar de ser completamente ajenos a los ciudadanos de los distintos países. En torno a estas líneas se agrupa las políticas europeas. Y vemos un claro ascenso de partidos que proponen un cambio en las instituciones con mayor incidencia de los estados nacionales y una política distinta hacia Rusia. El triunfo de Trump sin dudas impactará, como más aun la decisión de obligar a Ucrania a ceder territorio, ante una rusia que ha sido identificada por estas elites como un enemigo geopolítico y cultural.
Putin en Kazán declaró que todavía había un tubo que permitía llevar gas a Alemania, que solo bastaba una decisión de los alemanes para tocar un botón y que comencé a funcionar. Solo la “alternativa por Alemania”, o Sara Wagnerketch (de la nueva izquierda del pueblo) pueden escuchar, el resto solo oirá ruidos, Pero nuestra opinión es que hoy Europa estará fuera de las mesas de negociación, no es sentido literal (sin dudas habrá europeos en las negociaciones), nos referimos al sentido de que sean determinantes. Si hay un perdedor claro de esta guerra, y un bloque mundial en retroceso en todas las variables, económicas, industriales, demográficas, culturales y militares: es Europa, con la senil y castrada Alemania a la cabeza. O cambian o se reinician. O su decadencia será notable.
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Para finalizar tenemos los actores del complejo de poderes transnacionales. Los encaramos brevemente. Son ese actor oscuro que a los conspiranoicos les gusta identificar con entes maléficos. Pero es real que, en la actual etapa, poderoso fondos de inversión, empresas transnacionales, ONG de diverso tipo, centros de difusión e inculcación de cultura, comunicaciones, etc. representan actores con capacidad propia. En general estas fuerzas del escenario mundial son parte estructural de las políticas de la globalización del occidente geopolítico (occidente cultural en sentido gramsciano, también) y apoyan e impulsan la guerra. No solo ni principalmente por intereses económicos. Sino porque han sido sujetos del mundo globalizado homogéneo, de libre circulación de capitales, personas, ideas y autoridad por sobre los estados nacionales. Mientras en general la oposición en occidente mismo, y el los bloques alternativos de la multipolaridad, sustentan políticas donde el estado nacional y la diversidad de regímenes tenga primacía, o sea que estas organizaciones transnacionales tengan que aceptar reglas por arriba de ellas y sujetarse a los limites nacionales.
Así vemos que la fuerza dominante en el feminismo, el ecologismo, los DDHH, la ideología de género, etc. como es contaría a los regímenes que impulsan el mundo multipolar, son contrarias a las oposiciones antiglobalización occidental, y han sido férreas opositoras a Trump. Por lo tanto, será otra contra tendencia para la paz. O para el acuerdo en lo que hace a la guerra ruso ucraniana. Aunque no esta de mas poder imaginar que en un reparto de esferas de influencia, los intereses que se puedan desplegar o los negocios que se puedan hacer bajo las condiciones en que se realicen los acuerdos pueden producir reputados no homogéneos entre esos actores transnacionales. Quienes además de su poder (señalamos con firmeza) siguen dependiendo en grado muy alto de los escenarios que les otorgan los poderes estatales. De hecho, hemos visto en EEUU que el mismo Elon Musk, ejemplo de estos grupos, cambió de bando, hecho que merecería un análisis aparte.
Para cerrar podemos afirmar que en primera instancia la resolución de la guerra en Ucrania depende hoy de dos jugadores en forma determinante, lo que EEUU pueda acordar y lo que Rusia pueda aceptar, si en ambos conjuntos de intereses hay una intersección, allí estará el acuerdo. Pero puede suceder simplemente que solo sea un acuerdo que permita proclamar la victoria por ambas partes, sin embargo, sea temporal. Y hoy estamos hablando del fin de la que en una década llamemos primera guerra de Ucrania.
*Guillermo Martín Caviasca, Doctor en Historia UBA / Autor de libros de historia sobre el movimiento obrero, historia militar y geopolítica / Experto en Defensa. Miembro del equipo de PIA Global
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