Europa

Türkiye y Grecia: moratoria sobre la escalada

Por Damir Islamov* –
A principios de diciembre de 2023, el presidente turco R.T. Erdoğan voló a Grecia en su primera visita oficial en seis años.

Algunos han calificado este acontecimiento de “nueva fase” en las relaciones entre ambos países, pero la alternancia de periodos de declive y tensiones crecientes entre Turquía y Grecia es bastante habitual. En estos momentos, Turquía ya tiene muchos problemas de política exterior relacionados con el conflicto palestino-israelí, las relaciones azerbaiyano-armenias, la crisis ucraniana, la situación en Siria, etc., que es probablemente la razón por la que Ankara simplemente no quiere mantener otro foco de tensión con Grecia.

Ya en 2021 hubo intentos de distender las relaciones entre ambos países, cuando se reanudaron las rondas de reuniones consultivas. A pesar de ello, en 2022 ambas partes volvieron a las duras declaraciones y a las críticas mutuas, centradas en las cuestiones del mar Egeo. El presidente turco pidió que se detuviera el envío de armas a las islas griegas e incluso amenazó con atacar Atenas con un misil balístico Typhoon. Desde el devastador terremoto que asoló Turquía en febrero de 2023 se ha producido una notable desescalada.

Grecia fue uno de los primeros países en ofrecer ayuda a Turquía y envió inmediatamente equipos de búsqueda y rescate, mientras que el ministro griego de Asuntos Exteriores, N. Dendias, visitaba la zona del terremoto y se reunía con su homólogo turco, M. Cavusoglu. Erdogan y el primer ministro griego K. Mitsotakis también se reunieron al margen de la cumbre de la OTAN en Vilna y posteriormente en la Casa de Turquía en Nueva York en el marco de la 78ª Asamblea General de la ONU.

No hay que olvidar el factor de las elecciones celebradas en Turquía y Grecia en mayo-junio de 2023. La retórica “antiturca” o “antigriega” era una baza tradicional en manos de los políticos de ambos Estados para consolidar a su electorado. Al final, Erdogan y Mitsotakis lograron conservar los cargos de presidente y primer ministro, respectivamente, y su coalición y su partido obtuvieron la mayoría de escaños en los parlamentos turco y griego. Esto permitió reducir el lenguaje duro y abrió el camino a un diálogo pragmático.

¿Qué se acordó?

Durante la visita de Erdoğan a Atenas, se celebró la quinta reunión del Consejo de Cooperación de Alto Nivel Turquía-Grecia, creado en 2010 para abordar cuestiones urgentes en las relaciones turco-griegas. La reunión anterior se celebró antes del intento de golpe de Estado en Turquía, en marzo de 2016, en Esmirna.

Ambas partes firmaron una Declaración sobre Relaciones Amistosas y Buena Vecindad y 15 acuerdos, centrados en la llamada “agenda positiva” en los ámbitos del comercio, la economía, el turismo, el transporte, la energía, la innovación, la ciencia y la tecnología, la agricultura, la política humanitaria, etc. Una de las decisiones más famosas fue la concesión a los ciudadanos turcos de una exención de visado de siete días para visitar diez islas griegas en virtud de la exención de Schengen. Al mismo tiempo, las autoridades turcas y griegas declararon que “no hay problemas irresolubles” y manifestaron su intención de duplicar el volumen de intercambios comerciales entre ambos países hasta alcanzar los 10.000 millones de dólares.

De ello se deduce que Ankara ha decidido aplicar parcialmente en sus relaciones con Atenas el formato de “campos de integración” (es decir, promoción de proyectos sociales, culturales, educativos y económicos), que se ha utilizado activamente en los últimos años en la aplicación de la política turca en los Balcanes. En este contexto, las cuestiones políticas más agudas se relegan a un segundo plano o no se tocan en absoluto para seguir profundizando o restableciendo la cooperación con la otra parte.

No olvidaremos las contradicciones….

Durante esta visita, las partes omitieron deliberadamente la discusión de problemas crónicos de las relaciones, que en cualquier caso serían imposibles de resolver a corto plazo.

En primer lugar, se trata de la llamada “disputa del Egeo” sobre el mar Egeo y el espacio aéreo sobre él. Ankara reprocha a Atenas su deseo de ampliar sus aguas territoriales de 6 a 12 millas náuticas, lo que podría conducir a la transformación del mar Egeo en un “lago griego” y limitar la libre navegación de los barcos turcos. Además, la parte turca no reconoce la zona aérea griega de 10 millas alrededor de las islas, que “debería limitarse a las 6 millas prescritas”, manteniendo así el riesgo de una fase caliente del conflicto entre Turquía y Grecia.

También hay que señalar que las autoridades turcas, representadas por R. Erdogan, declaran constantemente la “militarización” de las islas griegas del mar Egeo, lo que, en su opinión, viola los términos de los Tratados de Lausana y París de 1923 y 1947. Otro agravamiento de esta cuestión se produjo en septiembre de 2022, cuando drones turcos grabaron el despliegue de vehículos blindados griegos en las islas de Lesbos y Samos.

Ese mismo año, la agencia Anadolu publicó una infografía que mostraba que “Atenas ha militarizado ya 16 islas del Egeo”. La preocupación de Ankara radica en que estas islas, aunque relativamente alejadas del territorio continental griego, están bastante cerca de la costa turca. Pero la “disputa del Egeo” no se limita a estas cuestiones, la lista de reivindicaciones mutuas de los dos países en la subregión es más amplia.

Junto al “Egeo”, la “disputa del Mediterráneo Oriental” ha surgido desde finales de la década de 2000 tras el descubrimiento de importantes reservas de gas en la zona, y la subregión se ha convertido en un escenario de competencia entre distintos actores, entre ellos Turquía y Grecia, que reclaman la plataforma continental y las zonas económicas exclusivas (ZEE).

En este sentido, el escollo en las relaciones turco-griegas ha sido la isla de Kastellorizo, la más oriental de Grecia, alejada de otras islas griegas y adyacente al territorio continental turco. Kastellorizo es la isla más oriental de Grecia, alejada de otras islas griegas y adyacente al territorio continental turco. Según la postura griega, todas las islas forman una ZEE de pleno derecho. Turquía, por su parte, considera injusta esta postura, ya que reduciría la ZEE turca, a pesar de que Ankara tiene una larga costa.

Además, existe una cuestión chipriota sin resolver, en la que Atenas ha apoyado tradicionalmente a la República de Chipre y Ankara a la República Turca del Norte de Chipre (RTCN). En los últimos años, R. Erdogan ha promovido activamente una agenda para reforzar la entidad internacional y reconocer la independencia de la RTCN, impidiendo de facto la creación de un Estado chipriota unificado. Por ejemplo, en 2022, Turquía logró presionar para que la Organización de Estados Turcos (OET) concediera a Chipre del Norte el estatus de país observador.

Además, Turquía protesta contra cualquier esfuerzo emprendido por la República de Chipre para explorar y explotar recursos dentro de la ZEE chipriota por no tener en cuenta los intereses de la TRNC. Ya en 2011 Ankara concluyó un acuerdo con el norte de Chipre sobre la delimitación de la plataforma continental, lo que hizo posible la búsqueda de yacimientos de petróleo y gas en una amplia zona frente a la costa de Chipre. Sobre esta base, Turquía reclama una parte de la ZEE de la República de Chipre, apoyando paralelamente las reivindicaciones de la RCTN.

Y en noviembre de 2019, Turquía firmó un memorando con el Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA), en aquel momento reconocido por la ONU como gobierno interino de Libia, sobre la delimitación de zonas marítimas en el mar Mediterráneo. Estas acciones también pretendían abrir una brecha en la posibilidad de llevar a cabo el proyecto de gasoducto del Mediterráneo Oriental, promovido por Grecia, Israel y la República de Chipre con el apoyo de Francia. Este grupo de países hizo todo lo posible por excluir a Turquía de este proyecto no invitándola al Foro del Gas del Mediterráneo Oriental.

¿Es Grecia la clave para mejorar las relaciones con Occidente?

Unas buenas relaciones con Grecia también podrían conducir a unas mejores relaciones entre Turquía y Occidente. Estados Unidos también está aumentando su cooperación con Grecia, al percibirla como una importante cabeza de puente en el Mediterráneo Oriental. En 2021, ambas partes firmaron un Acuerdo de Cooperación para la Defensa Mutua actualizado, que incluía el derecho de Estados Unidos a estacionar tropas en cuatro bases más, además de las cinco ya existentes.+

El reto más serio de Turquía en materia de adquisiciones militares tiene que ver con la adquisición de nuevos cazas F-16 a Estados Unidos para modernizar su envejecida flota. En 2019 Washington prohibió la venta de cazas F-35 de quinta generación debido a la compra por parte de Ankara de SAM rusos S-400, excluyendo posteriormente a Turquía del programa de producción de F-35. Además, en mayo de 2022, el primer ministro griego K. Mitsotakis instó al Congreso estadounidense a no aprobar la venta de armas a Turquía, incluidos los cazas F-16. En este momento, la Fuerza Aérea griega está siendo reforzada con cazas F-16 estadounidenses modernizados y cazas Rafale franceses.

Al viajar a Grecia, el presidente turco probablemente también quería demostrar a sus socios occidentales su disposición a discutir la adquisición de los F-16, no sólo a cambio de aprobar el ingreso de Suecia en la OTAN, sino también como parte de la “mejora” de las relaciones con Grecia.

A ello se suman las relaciones entre Turquía y la UE, en las que Ankara busca principalmente actualizar la unión aduanera y simplificar el régimen de visados para los ciudadanos turcos. No debemos olvidar la difícil situación económica de la propia Turquía, donde el nombramiento del ministro de Finanzas, M. Şimşek, y del director del Banco Central de Turquía, H.G. Erkan, señaló la intención del presidente turco de cambiar parcialmente el vector económico del país. Recientemente, R. Erdogan ha animado abiertamente a los inversores internacionales a invertir en el país, calificándolo de “refugio seguro para la inversión”.

Al mismo tiempo, a pesar de la controversia sobre el proyecto de gasoducto East Med, Ankara y Atenas son socios en el gasoducto transadriático como componente del Corredor Meridional del Gas, que se considera una alternativa parcial al suministro de gas ruso al sureste de Europa.

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Así pues, los siguientes factores han contribuido a la actual reducción de las tensiones entre Turquía y Grecia. En primer lugar, la presencia de un número importante de focos de tensión en torno a Turquía le anima a no crearse una nueva zona de este tipo, es decir, el “caso griego” no es una prioridad.

En segundo lugar, Turquía y Grecia no quieren existir en la inestable región del Mediterráneo Oriental, a pesar de que ambos actores apoyan a bandos opuestos en el conflicto palestino-israelí y mantienen contradicciones sobre la construcción del gasoducto East Med. En tercer lugar, Grecia es uno de los “puestos avanzados” del mundo occidental, y el deseo de R. Erdogan de llegar a un acuerdo con Occidente sobre la compra de material militar y la atracción de inversiones extranjeras al país sigue siendo relevante.

Además, Turquía y Grecia son socios en el proyecto del Corredor Meridional de Gas, que también sigue siendo atractivo para la UE. Al fin y al cabo, tanto R. Erdoğan como K. Mitsotakis triunfaron en las elecciones de 2023, por lo que la retórica dura contra su vecino tiene menos demanda que antes.

*Damir Islamov, Estudiante de posgrado, Instituto de Relaciones Internacionales, Universidad Federal de Kazán.

Artículo publicado originalmente en RIAC.

Foto de portada: EPA-EFE/YANNIS KOLESIDIS

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