Análisis del equipo de PIA Global Área Árabe Islámica Norte América

Trump y el Medio Oriente

Por Guillermo Caviasca* –
En el periodo de transición entre la administración de Joe Biden y la de Donald Trump se van definiendo los perfiles que tendrá la política del futuro presidente.

Sus afirmaciones de campaña, las esperanzas de sus votantes, los temores de sus adversarios y enemigos, las incertidumbres de los observadores del resto del mundo, no se despejarán hasta los días posteriores a su toma del gobierno. Sin embargo, para pensar el futuro disponemos de una serie de elementos que nos permiten hipotetizar. Uno, el hecho de que se considera a su presidencia un signo de los cambios históricos que estamos viviendo. Segundo que sus promesas y afirmaciones marcan posibles rumbos de una política, que en muchos casos es audaz o al menos implica cambios de forma respecto de lo hecho hasta ahora por los demócratas. Tercero que mientras pasan las semanas desde su triunfo se va conociendo el personal político que ocupara los puestos claves. Abordaremos aquí en términos de hipótesis la política de EEUU para medio oriente y sus posibles consecuencias

Mencionemos algunos de sus funcionarios cuyo perfil tendrá significación.

El descendiente de cubanos exiliados Marcos Rubio, será el secretario de Estado de la administración Trump. En sintonía con lo que esa comunidad representa en los EEUU ha mostrado una línea dura frente a China, Cuba y Venezuela. Ya ha se ha manifestado enemigo del Irán y los palestinos (aunque esto es algo mayoritario en los políticos de EEUU), sosteniendo la necesidad de derrocar al gobierno iraní, mediante acciones armadas de organizaciones internas o “revoluciones de colores”. Sus declaraciones sobre Medio Oriente han sido extremas. Aunque su perfil claramente debería ser atendido en lo que respecta a América latina y especialmente el Caribe, que hace a lo más profundo de su identidad. Es sin dudas un “halcón”, de origen republicano, contrario a Trump, lo que lo haría aún más predecible; sin embargo, es muy probable que en algunos temas muy destacados como lo es Medio Oriente, el magnate desee hacerse cargo personalmente de las políticas y los funcionarios nombrados sean controlados (o eso intente).

Pete Hegseth será secretario de Defensa, desde donde deberá liderar el Pentágono, ámbito estratégico del poder de los EEUU con el que Trump, tuvo serios roces en su anterior administración. Como nota de color, Hegseth se encuentra profusamente tatuado con símbolos de los Cruzados medioevales, según parece es creyente en teorías cristianas sionistas radicales apocalípticas. Ex combatiente es un duro sin que nos aporte ninguna novedad respecto de otros funcionarios por su trayectoria que no es destacada. Su rol no ha sido importante más allá de sus posiciones públicas, su perfil duro y a que es presentador de FOX, donde desarrolló su apoyo a Trump. Se destaca en su lucha contra la inclusión de las mujeres en las FFAA en roles de combate en igualdad con los hombres. Y sobre todo por lo que considera la penetración woke en las filas del ejército. No nos aporta demasiado para este análisis en el tema Medio Oriente, su nombramiento parece destinado a ser un ariete de Trump hacía en interior de las FFAA norteamericanas. Es probable que Trump quiera un duro sin compromisos que le permita avanzar en ese frente en el que se sintió frustrado durante el primer mandato. Teniendo en cuanta que el magnate se implicó directamente nen acciones destacadas como el asesinato de Soleimaní o la retirada de Afganistán, (también señaló sus intenciones de disminuir la presencia de EEUU en Irak y Siria), temas en los cuales el Pentágono es un organismo que tiene ideas propias.

El texano John Ratcliffe liderará la Agencia Central de Inteligencia, CIA. Señalaba Trump, “Será un luchador intrépido por los derechos constitucionales de todos los estadounidenses, al tiempo que garantizará los Más Altos Niveles de Seguridad Nacional, y la PAZ A TRAVÉS DE LA FUERZA”. Actualmente, se desempeña como vicepresidente del Centro para la Seguridad Estadounidense del America First Policy Institute, un think tank vinculado a Trump. Priorizan confrontar a China e Irán, reforzar el ejército de EE.UU., apoyar enérgicamente a Israel, ser reacios a brindar ayuda a otros países aliados y distanciarse de encuadrar prioritariamente a EEUU detrás de organizaciones internacionales[1].

Hawai Tulsi Gabbard fue seleccionada por Trump para el cargo de directora de inteligencia nacional.  Conocida figura del Partido Demócrata y precandidata a la residencia Tulsi se incorporó recientemente al Trumpismo. Es públicamente contraria a al aguerra de Ucrania, y se la ha acusado de tener afinidad por Vladimir Putin y Bashar al-Assad. Realmente en EEUU puede que una actitud expuesta en estos temas sea sobredimensionada, lo cierto es que la nueva directora de inteligencia en 2017, cuando aún era congresista demócrata, viajó a Siria se reunió con Assad y señalo que “no era un enemigo de los EEUU”. Y en el 2022 cuando se inició la invasión a Ucrania señaló que occidente había provocado a Rusia. En ciertos aspectos es la única personalidad de las mencionadas aquí que parece tener una visión matizada de Medio Oriente. Como directora de Inteligencia, estará al cargo de 18 departamentos de espionaje diferentes. También tendrá entre sus cometidos la elaboración del informe diario de los servicios de inteligencia para el presidente.

Pero Mike Huckabee designado embajador en Israel, un cristiano evangélico radical sionista, es extremadamente duro. «Él ama a Israel y al pueblo de Israel, y del mismo modo, el pueblo de Israel lo ama a él», afirmó Trump. En el 2008 Huckabee señaló que «No existe algo así como el palestino». Según él, hay árabes y persas. Pero el término «palestinos» es «un instrumento político, para arrebatar territorios a Israel». Siempre habla de Judea y Samaria, en vez de referirse a Cisjordania. A los asentamientos ilegales los llama «comunidades». Un radical defensor de las políticas extremas sobre los palestinos muy comprometido en el tema por creencias religiosas.

Steve Witkoff será el enviado especial para Medio Oriente. Witkoff es una figura de alto perfil en el ámbito inmobiliario sin experiencia diplomática previa, también es judío. En una entrevista con Fox News en julio, describió el discurso del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu ante el Congreso como «fuerte» y señaló que era «épica» su presencia. También criticó a los demócratas que optaron por boicotear el discurso. Según Trump es un “empresario filántropo” que impondrá la Paz en Medo Oriente.

Mike Waltz aparece como asesor de seguridad nacional. De perfil decididamente anti-China y anti “woke”; con el ejército podría convertir su gestión un lugar de conflictos ya que su intención es avanzar sobre los mandos y políticas internas del mismo. Para Waltz, China representa una amenaza en múltiples aspectos desde la industria tecnológica hasta los derechos humanos, lo que nos indica por donde puede ir su gestión. Considera al régimen chino un enemigo directo de los valores occidentales. Y es un duro opositor a conciliar con el gobierno Bolivariano: “Debemos mantener las sanciones existentes contra el régimen y tratar de ampliar las sanciones para minimizar los recursos de Maduro para abusar de las libertades y la prosperidad del pueblo venezolano” tal como señaló en un comunicado el pasado 18 de noviembre, después de que la Cámara de Representantes del Congreso de ese país aprobó la llamada Ley Bolívar, que prohíbe al gobierno estadounidense tener relaciones comerciales con Maduro y sus aliados.

Elise Stefanik será embajadora en la ONU. Stefanik ha sido sistemática sostenedora de la política “Israel first” de Trump. Esto implica, acabar rápido con el problema de Ucrania y concentrarse en solucionar Medio Oriente acorde a los intereses de EEUU: los de la Paz rápida con una victoria de Israel. Irán en su cosmovisión es claramente un enemigo; y el objetivo estratégico es China. El resto del mundo no está en su mapa en forma clara.  

Por último, se encuentra el “Alfil” Elon Musk, para quien se creó un área ad honoren destinada a la reforma del estado; pero parece extender su influencia en otros sectores. Quizás oficie como un hombre que moviéndose fuera de la estructura del estado le permita a Trump disponer de un grado de libertad inédito en las RRII. Señalamos que más allá de su función, Musk ha tenido cierta presencia en el conflicto de Ucrania con su apoyo mediante su red star link (es conocido su desafío con el Checheno Kardilov de hacer un combate en la plaza de Grozni), o sus ataques a Maduro, prometiendo terminar con él. Pero el caso para esta nota es que se difundió la existencia de una reunión secreta e informal entre Musk y el embajador iraní en la ONU. Negada enfáticamente por el gobierno iraní, pero no por la prensa del país persa. Lo que indicaría vías paralelas de negociación con Iran por fuera de los extremos discursivos (sabemos que ya hay líneas entre EEUU e Irán que funcionan para amortiguar las escaladas israelíes)

En resumen, si tuviéramos que hacer un balance de la política que desarrollará Trump en medio Oriente en función de la historia de los funcionarios nominados, habría que ser pesimista. Realmente habría pocas dudas de que los palestinos y Hizbollah no tendrían tregua e Israel contaría con apoyo y una carta blanca. Pero la cuestión es más complicada. La política de Trump no será la de los demócratas. Pero tampoco será el “dejar hacer” a Israel, la atención demostrada parece indicar una presencia de Trump interfiriendo con ganas en la región, por el contrario, es probable que los israelíes tengan que lidiar una interferencia norteamericana que intente ponerse por arriba de ellos, asumiendo sus intereses.  De hecho, la política demócrata consistió en la práctica en ser solo un amortiguador frente a la comunidad internacional para las políticas del Estado Judío en esta guerra. Y un sistemático apoyo económico: en abril, la administración Biden firmó $14.3 mil millones en asistencia de seguridad de emergencia para Israel, y en septiembre, aprobó un paquete de ayuda de $8.7 mil millones, que incluye $3.5 mil millones para adquisiciones en tiempos de guerra y $5.2 mil millones para sistemas de defensa como Iron Dome y Onda de David[2]. Vemos una realidad más allá de las intenciones (¿reales?) de moderar excesos nunca llevadas adelante. ¿Qué cambiará Trump? Veremos.

Para comenzar veamos los antecedentes del primer mandato trumpista. Son tres muy destacables desde nuestra perspectiva: Trump trasladó la embajada estadounidense a Jerusalén, y reconoció como territorio israelí la parte oriental de la ciudad conquistada en 1967 y los Altos del Golán, anexionados en 1981 violando el derecho internacional.

Propuso el “acuerdo del Siglo” redactado por un equipo encabezado por el asesor principal de Trump y yerno judío, Jared Kushner. Para una autonomía palestina limitada, sin que Israel tuviera que perder terrenos conquistados en Cisjordania, con un intercambio de territorios en la zona de Gaza por los apropiados por los colonos en Cisjordania. Y el reconocimiento de un Estado palestino, sin capacidades militares propias y monitoreado. Dada la guerra actual, total y sin visos de alcanzar una paz estable; y las intenciones de colonización y de que Gaza no vuelva a manos palestinas, parecen muy difícil reflotar esa propuesta

Posiblemente una de las misiones principales del equipo de Trump en lo que hace a la región, será reflotar y expandir los históricos Acuerdos de Abraham (el tercer antecedente), y llevar a Arabia Saudita al grupo para convertirla en el bloque de naciones más poderoso de la región contra el «Eje de Resistencia». Como estrategia central, los “acuerdos de Abraham” implicaban el reconocimiento por los estados árabes del estado de Israel, con una normalización regional en base a la aceptación de las propuestas anteriores. Esto ampliará las seguridades económicas y militares de los árabes frente a Irán y otros competidores.

Claro esto necesitaba algún tipo de reconocimiento para palestina muy limitado pero real. Y el mundo que dejó Trump hace 4 años era distinto al actual. Varias de estas propuestas parecen inviables hoy. El 7 de octubre del año pasado la ofensiva palestina pateó el tablero (no está de más recordar que los israelíes no habían aceptado la propuesta de Trump y continuaban la ocupación y avance sobre Cisjordania). Hoy el príncipe saudí señala con claridad que aceptar una propuesta de este tipo sin nada a cambio puede costarle la vida. Como sabemos Arabia Saudita (Emiratos y Egipto) al igual que Irán, son de los BRICS; que, si bien no son un bloque homogéneo en RRII, si son una articulación alternativa en muchos aspectos con un camino lento pero constante de maduración.

También debemos recordar que la anterior administración de Trump fue confrontativa con Irán. Ya mencionamos lo de Soleimani, y es bueno aclarar que ese asesinato tuvo que ver con que este general era el hombre que tenía como responsabilidad la relación con las milicias del “eje de la resistencia”. Y creemos que está en la agenda de Trump, lograr la paz, no eliminando a Irán, cosa que podría llevar a una guerra regional, que puede ser el deseo de Israel, pero para nada lo es de EEUU. Pero si “neutralizar” al “eje”, y como señalamos, volver a Israel un actor seguro y con estados de la región armonizados en esta política (los acuerdos de Abraham). También en la anterior administración Trump opero sobre Irán atacando su programa nuclear mediante sanciones, de la misma forma intentado debilitar al país. Pero insistimos el mundo está cambiando y redes paralelas de comercio y finanzas emergen lo que ira cada vez más haciendo filtrables las sanciones occidentales.

Así, creemos que Trump tiene la real convicción de “imponer la paz” en Medio Oriente. Algún tipo de paz. Que tendría como perdedores principales a los palestinos y libaneses. Realmente la situación para una paz en la región parece más difícil que en Ucrania. “Paz mediante la fuerza” es la consigna.  Según destacan los medios israelíes “Trump mismo ha transmitido: Antes de su asunción, el 20 de enero, Israel debe poner fin a la guerra actual, que se desató contra Hamas en Gaza después de la atrocidad del 7 de octubre de 2023, pero que ahora se ha expandido a al menos seis frentes más: Hizbollah en Líbano, los hutíes en Yemen, grupos terroristas en Iraq, Siria y Cisjordania, y por supuesto, Irán”.

Nos preguntamos ¿cómo puede ponerse fin a una guerra en dos meses con el triunfo israelí, si las fuerzas judías no han conseguido ninguno de sus objetivos estratégicos? No sabemos, es probable que se pueda acordar algún tipo de precaria tregua en los momentos en torno a la asunción de Trump, ya que Netanyahu puede desear no desairar al líder norteamericano. Pero parece muy probable que Israel pretenda en estos meses usar toda la fuerza que disponga para intentar garantizar al menos una parte de sus objetivos y no solo terminar en conflicto con un baño de sangre, acusaciones de genocidio, sin eliminar a sus enemigos y con una región más desestabilizada donde se encuentra más aislada. Cosa que tampoco está en los planes del trumpismo. Sin dudas la gestión norteamericana pretenderá en un tiempo que no serán semanas ni meses, lograr un equilibrio en la región favorable. Algo difícil con Rusia dentro, con los árabes y los turcos con agenda propia, con los chinos logrando acuerdos en forma paralela, etc. Y sobre todo con Irán articulando una política regional.

Por otra parte, según el Jerusalén Post “el nuevo equipo de Trump podría llegar a apoyar la soberanía israelí en Judea y Samaria y lo que el ex embajador estadounidense David Friedman llama «Un Estado Judío» en su nuevo libro, también podría volver a la anexión de asentamientos combinada con el establecimiento de un estado palestino previsto en el plan de paz de 2020. Se dice que el ministro Smotrich ya ha encargado hacer preparativos para una anexión el año entrante” 2025.

Es probable que la atención de limpieza étnica se centre en las denominadas zonas C, que constituyen alrededor del 60 por ciento de Cisjordania. En las zonas C se encuentran las carreteras de conexión entre poblaciones palestinas, por lo que los palestinos dentro de Cisjordania ya se encuentran rodeados de la ocupación israelí. Hoy con ya muchos años de acción de los colonos hay más israelíes que palestinos viviendo en las zonas C.

Sin embargo, es un paso audaz. El embajador alemán en Tel Aviv, Steffen Seibert, advirtió inmediatamente que el anuncio amenazaba la estabilidad de la región: «Cualquier preparativo para realizar este objetivo viola claramente el derecho internacional». Aunque los europeos y especialmente los alemanes han demostrado estar incapacitados para cualquier acción real contra Israel, sin embargo, es una advertencia. Ya que por ahora tanto los europeos como los EEUU siguen apoyando la solución de dos Estados.

Es una posibilidad que EEUU de Trump de vía libre a Israel un tiempo, pero que intente ser el que lleva la batuta, imponiendo alguna solución, inclusive a Israel. Paz mediante la fuerza es también una amenaza a Irán, pero es un posible problema a la absoluta autonomía israelí, con la que se movió en la gestión Biden. Algún tipo de orden debería salir en un tiempo prudencial. Recordemos siempre el marco estratégico, sistémico del conflicto que aborda EEUU y que Trump pretende dedicarle la atención primordial: China, no Medio Oriente (aunque sí, más Medio Oriente que Ucrania). Sin dudas habrá múltiples negociaciones, a múltiples bandas, en el plano de lo visible y del secreto. Pero como señalan los mismos periódicos israelíes, el estado judío tiene tal cantidad de frentes que no imaginamos como puede cerrarlos en forma favorable en el corto plazo. Mas con una situación militar que no muestra encaminarse a un orden aceptable.

 Guillermo Martín Caviasca*, Doctor en Historia UBA / Autor de libros de historia sobre el movimiento obrero, historia militar y geopolítica / Experto en Defensa. Miembro del equipo de PIA Global

Foto de portada: Amir Levy / Getty Images.

Referencias:

[1] https://americafirstpolicy.com/issues

[2] https://www.defensa.com/otan-y-europa/estados-unidos-israel-firman-mayor-acuerdo-ayuda-militar-hasta Aún está vigente el memorándum de entendimiento entre Israel y EEUU firmado entre Obama y Netanyahu en el 2016 y que tiene vigencia por 10 años.

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Guillermo Martín Caviasca

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