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Trump en Israel para monitorear la primera fase del acuerdo

Por PIA Global*– Un alto el fuego acordado, el intercambio de rehenes y prisioneros, y un desplazamiento masivo de retorno hacia unas zonas que ya no existen tal como las recordaban sus habitantes.

Hamás y las Brigadas Al‑Qassam entregaron 20 prisioneros israelíes, gestionados por el Comité Internacional de la Cruz Roja, e Israel procederá a la liberación de 250 condenados a perpetua y alrededor de 1.700 detenidos desde octubre de 2023. También comenzó el ingreso masivo de ayuda humanitaria —hasta 600 camiones diarios en la fase inicial, rehabilitación de plantas de agua, equipos de remoción de escombros y la apertura de campamentos temporales—, además de una retirada parcial de las fuerzas israelíes hacia una línea acordada dentro de Gaza.

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, supervisó personalmente los preparativos en el centro médico Sheba Tel Hashomer, destinado a recibir a los rehenes liberados y brindar atención a los soldados heridos. En declaraciones públicas, calificó a los militares internados como “héroes” y destacó la fortaleza del espíritu nacional, enmarcando la narrativa oficial en términos de reconstrucción y resiliencia.

Mientras que en Gaza, familias enteras volvieron a pie por la carretera al‑Rashid, cargando lo que quedó de sus vidas —carros y burros arrastrados sobre asfalto partido— para encontrar tierras baldías en lo que fueron sus hogares. La imagen oficial de “reconstrucción” y “reconciliación” convive con el espectáculo del retorno a escombros y con la prioritización visible de una narrativa que coloca la liberación de ciudadanos israelíes en el centro del relato mediático internacional.

La oficina de Netanyahu reiteró que los prisioneros palestinos serán liberados conforme al cronograma, pero bajo estrictas condiciones de control, incluyendo la deportación forzosa de al menos 154 individuos hacia terceros países. El exilio forzado significa que quienes son liberados vuelven a una condición de desplazamiento, privados de la posibilidad de reencontrarse con sus familias. Es, además, una técnica política de expulsar a activistas y militantes para reducir la capacidad de movilización y eliminar a partícipes potenciales de la reconstrucción política en el propio territorio.

En este contexto, la visita de Donald Trump a Tel Aviv esta mañana tiene como objetivo supervisar directamente la implementación de la primera fase del plan, reafirmar el papel de Estados Unidos como garante del acuerdo y coordinar la operación de los hasta 200 miembros del personal militar estadounidense ya estacionados en el Comando Central (CENTCOM); la vocería oficial matizó que no se trata de un despliegue en suelo gazatí, pero la presencia logística y de coordinación civil militar estadunidense subraya la dimensión hegemónica del patrocinio.

Trump declaró ante los miembros del Parlamento Israelí que la “era del terror y la muerte” había llegado a su fin tras el acuerdo de alto el fuego en Gaza, calificando este momento como el inicio de lo que denominó “el amanecer histórico de un nuevo Medio Oriente”.

Las autoridades israelíes ya liberaron dos grupos de prisioneros. El primero, de 96 palestinos, liberados más temprano desde la prisión de Ofer, al oeste de Ramallah, llegó al Palacio Cultural de Beitunia y fue recibido con emociones encontradas por familiares y vecinos, y el segundo grupo, salió desde la prisión de Ketziot, ubicada en el desierto del Néguev, con destino a la Franja de Gaza. Según el corresponsal de WAFA, fueron transportados en 38 colectivos y 10 ambulancias hasta el Complejo Médico Nasser en Khan Yunis, donde fueron recibidos por sus familias y multitudes de civiles. Muchos debieron ser atendidos por médicos antes de regresar a sus hogares, reflejando el largo período de detención y las condiciones de salud deterioradas que arrastraban.

Las organizaciones de defensa de prisioneros palestinos estiman que más de 11.000 palestinos permanecen detenidos en cárceles israelíes, sujetos a condiciones que incluyen tortura, hambre, negligencia médica sistemática y confinamiento prolongado. Entre los números más críticos se encuentran 350 prisioneros condenados a cadena perpetua, 53 prisioneras (tres de ellas de Gaza) y aproximadamente 400 niños encarcelados en Ofer y Megiddo.

En paralelo, en Egipto se desarrolla la Cumbre de Paz de Sharm el‑Sheikh, convocada para el mediodía de este lunes bajo la copresidencia del mandatario egipcio Abdel Fatah El‑Sisi y del presidente estadounidense. Netanyahu no asistirá al encuentro pero le agradeció a Trump por sus esfuerzos en favor de la paz tras su visita a Tel Aviv y su intervención en la Knesset antes de viajar a Egipto.

Egipto, Qatar y Turquía aparecen como facilitadores y garantes del proceso; Argel, Abu Dabi y otras capitales del Golfo ofrecieron apoyo político y logístico. Sin embargo, no todos los actores están en la mesa: Irán, en términos formales, se apartó; teóricos aliados de la resistencia advirtieron sobre el riesgo de una normalización que no ponga la justicia en el centro; Hezbolá manifestó su alarma respecto de lo que percibe como un proyecto geoestratégico más amplio que busca consolidar un “Gran Israel” a costa de la fragmentación de la sociedad palestina.

Foto de portada: Canal de Telegram GAZA NOW

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