Desde principio de noviembre de 2020, en el norte etíope se desató el conflicto armado entre los milicianos rebeldes que responden al TPLF y las fuerzas federales, el ejército regular de Etiopia.
El triunfo electoral del actual Primer ministro Abiy Ahmed, trajo consigo cierto aire de renovación a una región del Cuerno de África sacudida y asediada por una serie de conflictos sin resolver. Cuestiones limítrofes entre países vecinos se fueron resolviendo de forma pacífica y diplomática, por ejemplo con Eritrea. Por estas negociaciones y posterior solución Abiy fue condecorado con el premio Nobel de la Paz. También se fueron solucionando conflictos con Sudan del Sur y se mantienen diálogos fluidos, duros pero fluidos por la mega obra etíope de la Gran represa del Renacimiento en el Nilo Azul.
Pero un conflicto “interno”, rompió con estos esfuerzos pacificadores.
El 4 de noviembre de 2020, tras un cruel atentado se desató la guerra. El antiguo partido gobernante, el TPLF, con asiento en la zona norte del país y con apoyo externo, comenzó una serie de ataques terroristas que fueron condicionando al gobierno federal etíope. La crueldad de los atentados, la toma de rehenes, el secuestro o destrucción de la ayuda humanitaria que se enviaba a la zona, también sacudida por la sequía más importante en los últimos 20 años, hicieron que la respuesta del gobierno de Abiy no demorara en llegar.
La guerra estaba allí, dos años antes que los medios de comunicación nos cuenten la crueldad del conflicto en Ucrania.
Las mentiras del TPLF, son las mentiras de occidente
En un comunicado emitido por la embajada etíope en Kenia se deja constancia de las mentiras y las verdaderas intenciones que se escoden detrás del accionar del TPLF. “Mentir patológicamente es el carácter perenne del Frente Popular de Liberación de Tigray. Desde la cuna hasta la tumba, vender mentiras es el pan y la mantequilla de esta camarilla terrorista”, reza el escrito que además amojona el comienzo del conflictoen el 4 de noviembre de 2020, después de que milicianos tigrayanos degollaran sin piedad a miembros del Comando Norte del ejército mientras dormían.
El TPLF, esgrimió en aquel momento que el acto fue en respuesta a un (inexistente) ataque previo del Gobierno Federal. A raíz de esta espantosa masacre, el ex Secretario de prensa del antiguo gobierno, Sekoutoure Getachew, declaró que al “golpear de forma preventiva al TPLF ha destruido el Comando del Norte”, exponiendo así una fachada falsa detrás de la brutalidad y un apetito insaciable por la guerra.
De manera similar, el 13 de octubre de 2021, el TPLF declaró que está “dispuesto a ir al infierno para destruir Etiopía”, en un claro mensaje desestabilizador, luego de perpetrar un atacar a las Fuerzas de Defensa Nacional de Etiopía (ENDF), una vez más, el TPLF proclamó descaradamente que las ENDF lo atacaron previamente. Con estas provocaciones, el TPLF mostró al mundo, desde los medios de comunicación que eligen reflejar solo una parte de situación, que el método de lucha terrorista estaba plateado con claridad y que, además no se ahorrarían esfuerzos en el derramamiento de sangre de civiles inocentes. No hay límites para su hipocresía.
Mientras causaba estragos en la región de Amhara sin provocación, el TPLF alegaba que fue atacado por la ENDF desde el frente de Raya. El portavoz del TPLF asegura que “se ha roto la tregua”, lo cual es cierto ya que es la acción del TPLF, la agota esa instancia propuesta por el gobierno federal.
El TPLF está mintiendo con sus narrativas destructivas e irracionales emblemáticas de sus métodos para ejercer presión sobre un gobierno que propone otros caminos posibles y se enfrenta a problemas endémicos de pobreza y hambruna que se ven aún más agravadas por los ataques del TPLF. La junta terrorista del TPLF no puede sobrevivir sin un ecosistema de traiciones, mentiras, mentalidad de asedio y caos. En pocas palabras, el TPLF no puede habitar en la esfera de lo humano, lo compasivo y lo empático.
Las palabras y los hechos del TPLF prueban indiscutiblemente que no tiene en cuenta la dignidad de la vida humana, incluidos los niños que reclutan como soldados para su irregular ejército. Sus transgresiones cotidianas y sus tendencias terroristas atestiguan este mismo hecho. El reclutamiento forzoso de niños de Tigray como “soldados” y la movilización coercitiva de la población general de Tigray al servicio de su misión suicida es una demostración constante de su insaciable apetito por desestabilizar Etiopía y el Cuerno de África por cualquier medio necesario, incluso si significa exterminar a civiles. Lamentablemente, a la comunidad internacional no parece importarle la pérdida de innumerables vidas, al menos en este rincón del mundo que no es Ucrania. Etiopia tampoco es Rusia. Las noticias y análisis que podemos encontrar en algunos medios solo reflejan la postura que el TPLF quiere mostrar y para el cual, por ejemplo el AFRICOM, brinda su apoyo.
El gobierno se mantiene y resiste
Mientras que el gobierno ha estado tomando medidas de fomento de la confianza para resolver pacíficamente el conflicto en Tigray, el TPLF está empeñado en frustrar el proceso de paz. Por un lado, el TPLF habla de la posibilidad de negociar con el Gobierno Federal. Por otra parte, se dedica incesantemente a una amplia ofensiva militar y violando además flagrantemente la tregua humanitaria impuesta para la llegada de la ayuda tan necesaria. Los esfuerzos del gobierno para brindar acceso sin restricciones a la asistencia humanitaria en Tigray chocan permanentemente con la guerrilla tigrayana.
El 12 de julio de 2022, el gobierno estableció un Comité de Paz de Alto Nivel dirigido por el Viceprimer Ministro y Ministro de Relaciones Exteriores para liderar los esfuerzos del gobierno para poner fin al conflicto en el norte de Etiopía a través de negociaciones. Al instituir dicho comité, el gobierno demostró su compromiso de buscar una salida pacífica y constructiva con el TPLF, que mantiene su postura de no incluir un equipo negociador.
El TPLF es un espectro de violencia tanto en Etiopía como en la región del Cuerno de África, mientras agrega combustible a las conflagraciones globales, amenazando la paz mundial. Mientras relega todos los esfuerzos de paz del gobierno de Etiopía por temor a extinguirse en su falta de relevancia y propuesta política clara y constructiva. De hecho el TPLF envió una carta a dignatarios extranjeros amenazando con otra guerra sangrienta si no se cumplen sus demandas. Demandas que solo reflejan la intención de doblegar por la fuerza al gobierno de Abiy Ahmed.
En 24 de agosto de 2022, el TPLF lanzó una extensa ofensiva militar con el pretexto (otra vez) inventado de “ser atacado por el ejército federal”, reavivando el conflicto y violando flagrantemente la tregua humanitaria que el gobierno de Etiopía había trabajado hasta entonces.
En el comunicado mencionado anteriormente, queda establecido que “Irónicamente, el TPLF alegó que el gobierno inició otra “guerra en toda regla” a través de múltiples frentes”. La máquina de propaganda del TPLF es un arma de doble filo que difunde esta falsedad y traiciona los esfuerzos por la paz y la reconciliación. Sus últimas acciones aceleraron su deseo de muerte mientras impulsaban al pueblo etíope a defender y apoyar a la sociedad civil tigrayana, que están siendo rehenes del TPLF.
A través de sus diferentes medios y redes sociales y digitales, el TPLF también se ha dedicado intensamente a socavar los esfuerzos de paz, denigrando y atacando a la Unión Africana, al liderazgo de la Comisión y al Alto Representante para el Cuerno de África, Olusegun Obasanjo.
Es la firme convicción del gobierno de Etiopía que los esfuerzos de paz bajo los auspicios de la Unión Africana y otros organismos internacionales que están detrás de la paz en el Cuern, deben llevarse a cabo sin condiciones previas, y la comunidad internacional debe condenar la intimidación de los funcionarios de la UA por parte del TPLF y la frustración de los esfuerzos de paz al unísono.
El silencio obsecuente de algunos sectores debe terminar, solo así la comunidad internacional se hará eco y deberá apoyar a la Unión Africana en la conducción del proceso de paz y la facilitación para lograr cordura y seguridad en una de las regiones más conflictivas del mundo.
A pesar de las reiteradas denuncias sin fundamento, el gobierno continúa con sus esfuerzos para encontrar una solución duradera a los diversos desafíos sociales y políticos del país a través del mecanismo de Diálogo Nacional.
Por último, la comunidad internacional debe condenar unánimemente esta violencia imprudente enviando un mensaje claro y contundente al TPLF para que deponga las armas y se siente pronto en la mesa de negociaciones, ya que el camino hacia la paz comienza con el silenciamiento de las armas. Hasta ahora solo se oyen pequeñas voces que evidentemente no alcanzan para tapar a los megáfonos occidentales del TPLF.
Lo que está ocurriendo en Etiopía es una guerra, más allá de los esfuerzos (interesados) en ocultarla, desdibujarla o negarla, el pueblo etíope está en guerra contra un puñado de terroristas que sin el apoyo de las fuerzas internacionales obsecuentes e interesadas no serían nada, pero con estas cuidándoles las espaldas y brindando herramientas que van más allá del apoyo militar.
El silencio mediático o la mentira, también son parte de esta guerra sin prensa.
*Beto Cremonte es docente, profesor de Comunicación social y periodismo, egresado de la UNLP, Licenciado en Comunicación social por la UNLP. Estudiante avanzado en la Tecnicatura superior universitaria de Comunicación pública y política de la FPyCS en UNLP.