Asia

Tailandia y Camboya reavivan una vieja disputa que sacude al Sudeste Asiático

El Sudeste Asiático ha vuelto a ser epicentro de una peligrosa escalada militar, esta vez entre Tailandia y Camboya.

Lo que podría considerarse una disputa fronteriza de larga data ha adquirido una dimensión mayor, con implicancias regionales e internacionales que amenazan con desestabilizar una de las zonas más estratégicas del planeta.

En medio de la consolidación de un mundo multipolar, el caos en el Sudeste Asiático representa una amenaza directa para China y su entorno inmediato. La tensión es alta, el conflicto ha dejado al menos 15 muertos del lado tailandés y más de 100.000 desplazados, y la militarización crece minuto a minuto.

El detonante de una vieja herida colonial

El conflicto territorial entre Camboya y Tailandia no es nuevo. Ambos países comparten una frontera de más de 800 kilómetros, en gran parte sin demarcar adecuadamente, y plagada de referencias confusas heredadas de la época colonial.

Mientras Camboya fue protectorado francés desde 1863 hasta 1953, Tailandia (entonces Siam) logró mantener su independencia formal, aunque en medio de presiones externas también aceptó cesiones territoriales.

La disputa más emblemática gira en torno al templo jemer de Preah Vihear, una joya arquitectónica del siglo X enclavada en lo alto de una escarpada colina. Aunque en 1962 la Corte Internacional de Justicia falló a favor de Camboya, el entorno del templo sigue siendo reclamado por Tailandia, lo que alimenta un sentimiento nacionalista por ambas partes.

La chispa volvió a prenderse en 2008, cuando la UNESCO reconoció al templo como Patrimonio de la Humanidad a petición de Nom Pen. Desde entonces, los enfrentamientos se han repetido con distintas intensidades.

El actual enfrentamiento: artillería pesada y evacuaciones masivas

La situación se deterioró gravemente esta semana. Según fuentes oficiales, el jueves pasado Tailandia empleó aviones de combate F-16 para atacar posiciones camboyanas, mientras que Phnom Penh respondió con salvas de cohetes de fabricación rusa que impactaron en territorio tailandés.

Se reportaron enfrentamientos en al menos seis puntos de la frontera común. Un día antes, varios soldados tailandeses habían sido heridos por minas terrestres que, según Bangkok, fueron colocadas recientemente por Camboya.

El primer ministro camboyano, Hun Manet, acusó a Tailandia de actuar de forma “premeditada y deliberada”, y elevó una queja formal al Consejo de Seguridad de la ONU, que convocó una reunión de emergencia para abordar la crisis.

Mientras tanto, las relaciones diplomáticas entre ambos países se han deteriorado: Tailandia retiró a su embajador en Nom Pen y ordenó el cierre de varios pasos fronterizos clave.

El resultado inmediato es una catástrofe humanitaria: más de 100.000 personas han huido de las zonas afectadas, desplazadas por el fuego cruzado y el temor a una guerra abierta. La posibilidad de una escalada total preocupa a toda la región.

Una región clave para el equilibrio asiático

Este conflicto no puede entenderse únicamente como una cuestión bilateral. El Sudeste Asiático es hoy una zona geopolítica de alto valor estratégico, vital para las rutas comerciales, las cadenas de suministro globales y el equilibrio regional de potencias como China, India y Estados Unidos.

Cualquier intento de “caotizar” esta región termina afectando directamente a China, cuya seguridad y estabilidad dependen en parte del entorno inmediato del Indo-Pacífico.

En este sentido, los enfrentamientos entre Tailandia y Camboya pueden ser leídos también como parte de una dinámica mayor de desestabilización, en la que actores externos podrían tener interés en fomentar tensiones locales para contener la proyección regional de China.

No se trata solo de un litigio por ruinas ancestrales, sino de una disputa cargada de simbolismo, recursos, rutas y posibilidades geopolíticas.

Un conflicto con eco global

La velocidad con la que se ha degradado la situación es alarmante. La utilización de armamento moderno y tácticas ofensivas indica una preparación previa, mientras que la postura diplomática de ambos gobiernos se endurece.

La intervención del Consejo de Seguridad de la ONU es una muestra de la gravedad de los acontecimientos, pero también del temor a que el conflicto pueda salirse de control y convertirse en un punto de fractura mayor en la región.

No se puede perder de vista que el Sudeste Asiático ha sido históricamente un tablero donde se cruzan intereses contradictorios: las aspiraciones regionales de China, la influencia residual de Estados Unidos, las disputas marítimas en el Mar de China Meridional y las tensiones internas entre países que comparten una historia colonial desigual. En ese tablero, cualquier chispa puede encender una mecha más larga de lo que parece.

El conflicto fronterizo entre Tailandia y Camboya está lejos de ser un simple enfrentamiento local. Las implicancias regionales y globales de esta escalada ponen de manifiesto la fragilidad del equilibrio en el Sudeste Asiático y la posibilidad real de que terceros actores se beneficien de su inestabilidad.

Si caotizar esta región implica debilitar la retaguardia de China y obstaculizar el avance de un mundo multipolar, la pregunta urgente es: ¿quién gana con la guerra? Y, más aún, ¿cuánto tiempo queda antes de que esta crisis se convierta en algo mucho más grande?

*Foto de la portada: France 24

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