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Tailandia y Camboya: otro capítulo de la segunda guerra fría

Por Omar Hassaan Fariñas*. Especial para PIA Global. –

El 24 de julio de 2025, estallaron una vez más enfrentamientos violentos entre Camboya y Tailandia, un nuevo capítulo del largo conflicto fronterizo entre ambos países. Al menos 34 personas, entre civiles y soldados, murieron, hasta los momentos. Aunque el conflicto ha surgido en varias ocasiones, en la actualidad ha adquirido dimensiones más agresivas y bélicas.

Ahora bien, Tailandia es un aliado principal de Estados Unidos, bajo el control de militares conservadores desde su independencia. El ejército tailandés es un actor dominante en la política de este reino, como parte de un triunvirato de clases – el ejército, la monarquía y las élites económicas. Desde 1932, Tailandia ha pasado por 12 golpes de estado exitosos y al menos 11 fallidos, además de múltiples constituciones, a menudo con las fuerzas armadas derrocando a un gobierno democrático. El ejército se presenta como el máximo defensor de la monarquía, y sus intervenciones suelen ser para “salvar” a esta.

La alianza con Estados Unidos se remonta a la firma del Tratado de Defensa Colectiva del Sudeste Asiático, también conocido como Pacto de Manila, en 1954. Durante la guerra de Vietnam, Tailandia albergó activos de la Fuerza Aérea estadounidense en algunas bases aéreas, incluyendo bombarderos B-52, y miles de soldados tailandeses lucharon en contra de Vietnam del Norte. Los lazos entre Washington y Bangkok se han mantenido, con este país asiático clasificado como un importante aliado no perteneciente a la OTAN, lo que le otorga beneficios especiales que le han permitido disfrutar de décadas de apoyo estadounidense a sus programas de armamento.

EEUU y Tailandia se movilizan en el mayor entrenamiento militar del Sudeste Asiático para reforzar la respuesta en el Indo-Pacífico (REUTERS/Napat Wesshasartar)

Tailandia y el Comando Indo-Pacífico de Estados Unidos coorganizan el ejercicio militar anual “Cobra Gold”, que comenzó en 1982, y desde entonces, ha sumado a decenas de participantes. Es el ejercicio militar internacional de mayor duración del mundo. Además de Cobra Gold, las fuerzas tailandesas y estadounidenses realizan más de 60 ejercicios conjuntos. Finalmente, es importante señalar que la mayoría de los golpes de Estados en Tailandia se dan para eliminar gobiernos que pretender variar su política exterior y no seguir siendo satélites de Estados Unidos.

A su vez, el ejército de Camboya es joven en comparación con el de Tailandia, establecido en 1993 tras la fusión de las fuerzas del gobierno comunista (Jemeres Rojos) con dos ejércitos de resistencia no comunistas. Los vínculos de defensa más importantes de Camboya son con China y Vietnam. Los proveedores claves de armamento son Rusia y ahora China. Pekín ha establecido la base naval de Ream en Camboya, la cual puede albergar portaaviones chinos. Camboya y China completaron la séptima edición de su ejercicio militar conjunto anual “Golden Dragon” (Dragón Dorado) en mayo de 2025, que se promocionó como el mayor de la historia e incluyó escenarios de entrenamiento con fuego real. “China y Camboya son amigos incondicionales que… siempre se apoyan mutuamente. Ambos ejércitos mantienen relaciones inquebrantables y una sólida hermandad”, declaró el Ministerio de Defensa chino.

La disputa entre Tailandia y Camboya se remonta a más de un siglo, con los tratados franco-siamés de 1904 a 1907. Estos tratados fueron el resultado de la crisis franco-siamesa de 1893, cuando Siam se vio obligado a ceder extensos territorios a la Indochina francesa. Los tratados generaron nuevas fronteras con desviaciones significativas de las realidades en el terreno, especialmente la ubicación del templo de Preah Vihear. Las autoridades tailandesas estacionaron tropas en las cercanías del templo, mientras que Camboya se quejó de que Tailandia estaba en su territorio. Esto se debió al uso de diferentes fuentes por parte de cada Estado para comprender las fronteras entre ellos, un error originalmente creado por la potencia colonial europea (al igual que el problema del Esequibo entre Venezuela y Guyana). Camboya se quejó ante la Corte Internacional de Justicia en 1959, y esta dictaminó en 1962 que el templo está situado en territorio camboyano. La decisión de la corte no puso fin al conflicto.

Esta misma disputa fronteriza, que se extiende a lo largo de más de 800 km de frontera, ha regresado en varias ocasiones, casi siempre estimulada por una coyuntura en la cual las crisis políticas internas buscan ser “exteriorizadas”, por parte de los actores políticos. El episodio más reciente comenzó en mayo de 2025, cuando las tropas intercambiaron disparos brevemente en una zona disputada, matando a un soldado camboyano. Esto dio lugar a una serie de represalias por parte de ambos gobiernos: Tailandia impuso restricciones fronterizas con Camboya, mientras que este último prohibió la importación de comida, entre otras medidas.

La tensión se intensificó aún más en julio, cuando cinco militares tailandeses resultaron heridos por minas terrestres mientras patrullaban. Los tailandeses, que alegan que las minas terrestres eran recientes, cerraron sus cruces fronterizos del noreste con Camboya, retiraron a su embajador y expulsaron al embajador camboyano en protesta. Camboya afirmó que estaba degradando sus relaciones diplomáticas con Tailandia a su nivel más bajo y retirando a todo el personal camboyano de su embajada en Bangkok. Ha negado haber colocado nuevas minas terrestres.

Este enfrentamiento representa un desafío geopolítico para la menguante influencia de Washington, en una región considerada como un escenario crucial en la competencia geopolítica entre Estados Unidos y China. Para Estados Unidos, Tailandia es un socio estratégico clave, esencial para mantener la presencia militar y diplomática estadounidense en la región. Para China, Camboya es un actor central en sus ambiciones regionales en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, sirviendo como punto de apoyo estratégico. Ambas potencias mundiales reconocen que hay mucho en juego: la inestabilidad podría socavar sus respectivas alianzas regionales e intereses económicos, mientras que una postura demasiado agresiva corre el riesgo de profundizar la competencia geopolítica.

Las realidades en el terreno entre Tailandia y Camboya nos confirman dos aspectos fundamentales de nuestro sistema internacional multipolar. Primeramente, las disputas cada vez más toman formas violentas en vez de institucionales, asunto que no tiene su origen en la guerra entre la OTAN y Rusia en Ucrania, sino la invasión de Estados Unidos a Irak, en el 2003. Recurrir a las agresiones y las interacciones diplomáticas bilaterales (los dos contrincantes directos) o cuadrilaterales (los dos contrincantes directos y las dos potencias globales que los apoyan), ha incrementado en relación a dirimir las diferencias en los ámbitos multilaterales internacionales.

El segundo aspecto es que seguimos viviendo, en lo que podemos identificar como una “segunda Guerra Fría”, una que posee poco en común con la primera, salvo lo que caracteriza a este tipo de conflictos: enfrentamiento entre dos o más potencias rivales en un sistema regional o global, que por una razón u otra no pueden enfrentarse militarmente de manera directa (quizás por poseer armas nucleares), por lo cual lo hacen a través de terceros. Desde el regreso del Señor Trump a la Casa Blanca, el enfrentamiento entre Washington y Moscú ha cambiado de forma, pero no de fondo, mientras que el conflicto con Pekín se ha intensificado severamente. El enfrentamiento directo militar entre las potencias de esta Guerra Fría (Washington, Rusia y China) suele materializarse en el Sur Global, (caso Tailandia y Camboya). Solo que el mundo actual ya no es bipolar, sino multipolar, y ya no hay un “Tercer Mundo”, sino un “Sur Global”, una categoría que se identifica con la complejidad de un sistema multipolar internacional.

Omar José Hassaan Fariñas* Internacionalista y Profesor de relaciones internacionales en la Universidad Bolivariana de Venezuela. Colaborador de PIA Global

Foto de portada: fm.uc.edu.ve/

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