“Debemos abordar las necesidades básicas de las masas: la creación de empleos, viviendas, la ampliación de la electricidad, la construcción de escuelas y hospitales, la provisión de educación gratuita y obligatoria de calidad, agua corriente y carreteras pavimentadas. Esas deben ser nuestras prioridades”, dijo Nelson Mandela luego de ganar las primeras elecciones libres y democráticas que dieron fin al apartheid.
El claro mensaje del líder sudafricano hoy parece olvidado, incluso por el mismo partido que lo llevo a ganar todas las elecciones desde 1994 de forma indiscutida. Las disputadas elecciones del pasado 29 de mayo quedaran en la historia por ser las primeras en las que el CNA pierde su hegemonía electoral. Las prioridades que marcó Mandela para su Congreso Nacional Africano no se han cumplido. Sudáfrica se descompone paulatinamente acuciado por el crimen, el desempleo y la corrupción que han dejado vetustos los servicios públicos y han erosionado la confianza en la tan ansiada democracia.
Con el 97.73% del voto escrutado, los resultados provisionales de la Comisión Electoral Independiente (IEC) indican que el Congreso Nacional Africano ganó las elecciones generales con el 40,12% de los votos y así obtiene su peor resultado en treinta años. Esto obligará al presidente Cyril Ramaphosa a formar alianzas con otras formaciones políticas para optar a un segundo mandato de cinco años.
Este resultado representa una caída significativa del 57,5% obtenido en 2019 y marca un cambio histórico en la política sudafricana desde las primeras elecciones multirraciales del país. La pérdida de la mayoría absoluta destaca la necesidad de renovación y alianzas estratégicas dentro del CNA para mantener su posición de poder.
Nuevos partidos y viejas deudas sociales
En el análisis necesario de este escenario, nuevo para muchos sudafricanos y no tanto para otros, debemos hacer especial hincapié en una serie de factores que solos o conjugados terminaron por dar fin a una hegemonía electoral de treinta años y que de no torcer el rumbo a tiempo quizás sea el comienzo el fin para el histórico partido de Mandela.
En principio podemos señalar que la división de electores a partir de una gran oferta de candidatos independientes y nuevos partidos termina minando el terreno en el que el CNA afincaba su mayoría. La ley de oferta y demanda parece que no solo se puede aplicar a la economía. Y en esa oferta electoral podemos encontrar un variopinto de partidos que van de extremo a extremo.
Por ejemplo, el segundo lugar fue para la Alianza Democrática (AD). Este histórico partido liberal comandado por empresarios afrikáners del Cabo Occidental en etas elecciones llevó a John Steenhuisen a la cabeza, sumando el 21.72% de los sufragios. Este resultado es una leve mejora respecto al 20.77% obtenido en 2019, consolidando su posición como la principal oposición al CNA. Una oposición que muy difícilmente llegue a cuajar en posibilidades de llegar a ocupar la presidencia de la nación. Su representatividad está sujeta a una porción estanca de la población sudafricana donde el color de la piel sigue siendo el parte aguas. Aquí es conveniente señalar también que el país al día de hoy todavía clasifica a sus ciudadanos en el censo según las categorías raciales del apartheid.
El tercer lugar en este podio electoral lo ocupa un viejo conocido del CNA, ya que el partido recientemente creado uMkhonto weSizwe (Partido MK), nuevo sello electoral del expresidente Jacob Zuma, quién sumó el 14.80% de los votos. La aparición del Partido MK ha influido significativamente en la división del voto del CNA, evidenciando las fracturas internas y la fragmentación del electorado del partido gobernante.
Cabe recordar que el Tribunal Constitucional impidió a Zuma, condenado en 2021 a quince meses de cárcel por desacato, concurrir a estas elecciones, sin embargo su partido logró arrebatarle el tercer lugar a los Luchadores por la Libertad Económica (EFF) de Julius Malema, que con su magro 9.39% incluso podrían ser la llave que le abra la puerta para un nuevo gobierno de Cyril Ramaphosa.
La izquierda, a un paso del poder
Como señalamos el EEF de Julius Malema ya se posiciona para ser la llave que pueda formar gobierno en Sudáfrica. El exlíder de las juventudes del CNA y fundador del partido de extrema izquierda Luchadores por la Libertad Económica que se autoproclama como el único partido que enarbola las viejas banderas del manifiesto legado de Nelson Mandela y aquel (parecido) extinto CNA. El EFF lleva en su agenda una política de redistribución de la riqueza para acabar con lo que consideran que es el “apartheid económico”.
En Sudáfrica, la población blanca, cercana al 8% del total, todavía cobra hasta tres veces más de media que la mayoría negra, que forma el 80% del país. Si bien hace una década era hasta seis veces más, la desigualdad de ingresos en los años en democracia no solo no se ha reducido, sino que ha aumentado, según los datos del coeficiente Gini. Por ello dentro de la plataforma de Malema se observan los ideales ligados al socialismo, aquel que otrora tuvo el CNA, pero que no llegó a cumplir acomplejado por el orden occidental. Entre sus principales medidas se incluyen la expropiación de las tierras sin compensación, la nacionalización de sectores clave como la minería y la energía y la creación de trabajos públicos en respuesta a la acuciante falta de empleo, sobre todo en la porción joven de la población sudafricana.
Por supuesto que este mensaje es criticado por la oposición, es tildado de “populista” alegado además que nacionalizar las empresas privadas y expropiar la tierra sin compensación llevaría al país al caos económico. Muchos ponen el ejemplo de la eléctrica estatal Eskom, que desde 2007 lleva a cabo apagones de electricidad diarios que llegaron hasta las 12 horas el año pasado ante la falta de capacidad energética de un país que todavía depende del carbón y no ha ampliado su red, con proyectos condenados por la corrupción.
La posible llegada del líder del EFF al gobierno preocupa en Occidente por su visión económica y su acercamiento a Rusia. Las relaciones entre Washington y Pretoria no están en su mejor momento tras los titubeos del CNA, que no condenó la invasión rusa en la ONU y al que han acusado de suministrar armas al Kremlin. Malema ha justificado que se arme al Ejército ruso y la invasión de Ucrania como algo necesario para “combatir al imperialismo”. La Casa Blanca tampoco está muy a gusto con que sea justamente Sudáfrica quién lidere la demanda por genocidio contra Israel ante la Corte Internacional de Justicia.
Generación “born-free”
Decíamos que otro de los puntos clave en estas elecciones es juventud sudafricana. El CNA ha sustentado su poder en el recuerdo de la liberación y sus históricas luchas en contra del apartheid, pero lo cierto es que ya hay toda una generación a la que ese discurso no le llega, no por ilegitimo ni válido sino por atemporal. La denominada “generación born-free”, son aquellos con menos de 30 años, ya nacidos en democracia, a los que el CNA no interpela ni convence.
Para esta “generación born-free”, la prioridad es la falta de oportunidades ya que Sudáfrica actualmente tiene un 45% de desempleo juvenil, también es el país africano con mayor crimen callejero y el quinto del mundo. La imagen del partido gobernante y sobre todo la de sus últimos dos líderes no tiene raíz que pueda florecer en una gran porción de la juventud que concurrió a votar, muchos de ellos por primera vez. Jacob Zuma debió dimitir a la presidencia por un renombrado caso de corrupción y Ramaphosa quien se comprometió a combatir la corrupción de la época de Zuma, también se vio enredado en un escándalo donde se le acusó de esconder cuatro millones de dólares en una finca de su propiedad.
En este escenario podemos afirmar que el CNA continuará al frente del gobierno sudafricano, seguramente deberá hacer acuerdos y concesiones, pero no vemos un escenario que haga peligrar la dirección que hasta ahora lleva en el poder. Si creemos que tal vez este golpe sirva para mejorar un alicaído CNA.
Los acuerdos para formar gobierno deberán estar centrados en conquistar la voluntad de los electores del EFF y de los representantes que ocupen una banca por Jabob Zum. Debemos recordar que el sistema electoral sudafricano es un del tipo parlamentario inspirado en el Británico. El Presidente de Sudáfrica es el jefe de Estado y el Jefe de Gobierno y es elegido por el parlamento bicameral, que consiste en la Asamblea Nacional de Sudáfrica o cámara baja y el Consejo Nacional de las Provincias, o cámara alta, por un período de 6 años. El Presidente nombra al Vicepresidente y a los ministros; les asigna sus facultades y funciones, pudiendo destituirlos.
Cerca de 28 millones de sudafricanos estaban habilitados para elegir a los 400 miembros de la Asamblea Nacional, que a su vez escogerán al presidente, así como a las autoridades de las nueve provincias del país. Pero según IEC la tasa de participación provisional fue del 58.59%, por debajo del 66% registrado en 2019. Un claro síntoma de la realidad de descontento en la que se encuentra el país.
*Beto Cremonte, docente, profesor de Comunicación Social y Periodismo, egresado de la UNLP, Licenciado en Comunicación Social, UNLP, estudiante avanzado en la Tecnicatura superior universitaria de Comunicación pública y política. FPyCS UNLP.