Colaboraciones Nuestra América

Sobre soberanía y defensa en el espacio argentino

Por Guillermo Martín Caviasca* Especial para PIA Global
La soberanía es una e indivisible.

El 14 de marzo, la Embajada de EEUU anunciaba que “Durante el Argentina National Space Day en nuestra Embajada, Daniel Ceperley, CEO de LeoLabs anunció su inversión en Tierra del Fuego en radares destinados a monitorear la actividad satelital”. LeoLabs es una empresa estadounidense que está colocando una red de radares en todo el planeta para cubrir la observación y control del espacio[1].

El radar a construir, para mantener la vigilancia y seguridad en las órbitas bajas según explicita el CEO, es fundamental porque existe una “brecha de seguridad” en el hemisferio sur relacionada con el monitoreo de los satélites para mantenerlos en órbita correcta o corregir su posición, monitorear basura espacial etc. La ubicación del AGSR permitirá a LeoLabs tener un mejor conocimiento de la situación en el hemisferio sur y reducir las incertidumbres de posición, lo que se traducirá en mensajes de datos de conjunción más precisos y confiables

Jorge Arguello, embajador de nuestro país en EEUU, ex representante argentino en la ONU, y uno de los principales impulsores de la relación con el país del norte, señaló que «La elección de Argentina para la ubicación de un nuevo radar de LeoLabs es una gran noticia (…) Nuestra embajada prioriza la promoción de este sector en todas sus actividades de promoción comercial y atracción de inversiones en Washington DC y, a través de nuestros consulados generales, en todo Estados Unidos. Nuestro sector espacial está muy valorado y la interacción de los expertos de LeoLabs con nuestros ingenieros ha sido enriquecedora y fructífera. Es muy importante abordar el tema de la sostenibilidad en el sector espacial y este radar contribuye a ello».

¿Qué es LeoLabs?

LeoLabs aparece como una empresa de vanguardia, en occidente al menos. En la actualidad las empresas comerciales y los organismos estatales de todo el mundo lanzan y rastrean misiones en órbita terrestre baja. A través de su sistema tecnológico integrado verticalmente, LeoLabs Vertex, la empresa ofrece la información necesaria para dar la batalla en la carrera espacial actual, donde un mayor número de países están insertos (ya no solo las potencias como en el siglo XX). La empresa propagandiza como gracias a “una cobertura LEO[2] inigualable, seguimiento en tiempo real y potentes conocimientos, las empresas y los gobiernos confían en LeoLabs para innovar y ejecutar de forma segura una amplia gama de operaciones en el espacio”. Básicamente LeoLabs aparece como una empresa de alta tecnología integrante del complejo aeroespacial de los EEUU con iniciativa y capacidad de dar la disputa frente a competidores por los espacios abiertos en países como Argentina.

Dos son los aspectos que debemos tener en cuenta para comprender la importancia del tema en discusión y sus implicancias. Uno, que el complejo militar industrial en EEUU está profundamente imbricado con el capital privado (ya el mismísimo Eisenhower advertía de algunas cuestiones y riesgos al respecto), de hecho, la industria de la defensa es privada, el desarrollo es estatal o privado, la ciencia y la tecnología etc. Todo se mueve con contratos del estado a grandes corporaciones privadas. Complementariamente la concepción de Defensa es para EEUU (como para todos los países que entienden la importancia de la soberanía y la defensa nacional) un plano que abarca mucho más que las armas y tácticas para el campo de batalla. La Defensa requiere capacidad estratégica y operacional de abarcar el comando y control de los múltiples dominios que hacen a la misma y el espacio es uno de los más destacados hoy. Lo es tanto para el mínimo funcionamiento de las fuerzas militares como para las diputas en el campo de la información, comercio, exploración, observación etc. Quien controle el espacio sobre determina la soberanía en el futuro. Y en EEUU esto se lleva adelante abriendo el camino a sus empresas.

Segundo, los anglosajones y el espacio geopolítico y cultural “globalista”, la OTAN, el G20, han definido el campo de enfrentamiento inconciliable para los próximos tiempos. Es en función de la disputa por el ordenamiento mundial para este siglo. Uno de esos campos es el espacio. Está definido en forma literal, que en primera instancia China y en segunda Rusia, son los enemigos a batir. Rusia, hoy en lo coyuntural militarmente (aunque es considerada “peligrosa” en términos de régimen no integrado), China estratégicamente como potencia económica competidora. Definen la lucha como integral, cultural, de formas institucionales, de relaciones internacionales, financieras, productivas, por recursos y obviamente en lo militar. En América latina esto se refleja en las reiteradas declaraciones del departamento de Estado en su área de América latina, del Comando sur como procónsules regionales y de todos sus organismos destinados a la región: Donde nuevamente aparece China (y también Rusia) como desafíos a enfrentar y/o frenar su avance sobre la región.

Señalan los EEUU como terreno de disputa de “su” (“nuestro” en palabras de sus referentes) hemisferio, donde garantizar que los recursos de Latinoamérica sean “americanos” (o sea “norteamericanos”) o de un “espacio económico común”. Específicamente sus documentos, declaraciones, indicaciones a nuestros funcionarios marcan una serie de ítems. Ahí entran el 5G; la presencia pesquera china en el atlántico sur; la presencia China en la hidrovía, el puerto de Montevideo (y de hecho en todo el complejo aceitero); la presencia China en la explotación del Litio y la base china espacial en Neuquén. Todos estos temas son manifestados como preocupación por los organismos de EEUU, entre ellos los militares. Y aquí entra el tema de la radarización y control del espacio. Lo que vemos con LeoLabs es una batalla por el espacio entre China y EEUU en la que Argentina es un terreno de combate.  Lo que debemos tener en mente cuando pensamos en esta disputa no es principalmente “con quien nos quedamos” sino que Argentina es (aun hoy) un país con muy buenas posiciones en el desarrollo de satélites, vectores y radares, lo que desde nuestro punto de vista debe ser prioridad: la “soberanía en el espacio” nueva dimensión de la misma y nuevo dominio de la defensa, y desde allí pensar los socios, adversarios y el marco de las RRII en el tema.

Veamos cómo funciona el sistema en Argentina, y sus antecedentes.

Lo que podemos llamar sistema aeroespacial básico se compone de tres grandes áreas: el subsistema de lanzamiento (el cohete y su infraestructura); el subsistema espacial (satélites o cargas útil espaciales que el cohete impulsa; y subsistema terrestre (estación terrena, sistemas de control, recepción, envió de información y radares de utilidad espacial). Argentina puso su primer satélite experimental en órbita a principios de los años 90, era de la Fuerza aérea y lo impulsó un lanzador ruso. El satélite funcionó un tiempo y se perdió, era el primero. Aunque en la FAA siguieron con gente interesada en el tema y con sus ingenieros trabajando, los proyectos de satélites no siguieron por ese camino. Como sistema de lanzamiento el “misil Cóndor”, que también era de la Fuerza aérea, fue un proyecto muy avanzado en su época, pero finalmente desmantelado por decisiones políticas.

La decisión de la década del 90 fue producir lo que se entendía como un viraje estratégico en las RRII de argentina, asumiendo el alineamiento automático con EEUU la potencia dominante de la región, lo que se llamó “Realismo periférico”; la doctrina de RRII ofrecida desde argentina para sumarse al Consenso de Washington. Su hipótesis era que un estado que por motivos de “nacionalismo” confrontara con la potencia hegemónica tendría mucho más que perder en costos directos e indirectos que si agachaba la cabeza sonreía y se alineaba con ella.  Los costos del enfrentamiento para asegurarse una plena soberanía no serían compensados por éxitos, y las perdidas finalmente sería muchas. Así Argentina debía demostrar, en el caso que nos interesa, el abandono de cualquier actitud de defensa nacional que implicara un riesgo para el orden de la región, y en ese orden estaba el de la presencia británica. El desarrollo del interés económico y geopolítico en el atlántico suroccidental requería una serie de “renuncias” argentinas. Por lo tanto, el “realismo periférico” imponía la realización de las “Declaraciones de Madrid” mediante las cuales argentina renunciaba a cualquier reclamo que no sea diplomático sobre la región ocupada, se comprometía a colaborar en el plano económico y a no ser una amenaza militar. Esto se daba la mano con los intereses norteamericanos que sostenían impedir un desarrollo en áreas sensibles y estratégicas (en este caso misiles satélites etc.) de aquellos países que quisieran ser parte del orden mundial occidental.

Debemos destacar dos cosas. Una, que, a pesar de estas intenciones, con el paso de las décadas, se ha visto surgir otros países del antiguo tercer mundo con capacidades de este tipo (que antes lo poseía entre ellos Argentina o India). Segundo, que el desarrollo de tecnología aeroespacial no está vedado, sino que lo que pretendía EEUU es que fuera “controlado”, vinculado estrechamente a sus agencias y, sobre todo, por fuera de áreas vinculadas a la defensa nacional, y menos aún a las FFAA. Esto es importante, ya que argentina disponía de un buen nivel de desarrollo en el tema aeroespacial, no solo dentro de las FFAA (donde trabajaban civiles, de ingenieros y científicos, centro de estudio etc.); sino también en otros ámbitos por fuera de las instituciones militares o vinculadas.

Este viraje estratégico de nuestro país, en lo que hace la de defensa nacional, produjo (impuso) una ola de desarme. Pero surgió una institución exclusivamente civil que se haría cargo de los temas Espaciales: A partir de este periodo la antigua agencia controlada por las FAA, la CNIE (que era exitosa) fue disuelta. Y fue creada CONAE, el 28 de mayo de 1991 por el gobierno de Carlos Menem. Esta heredó las instalaciones de la Fuerza Aérea en Buenos Aires y Córdoba. Y recomenzó las investigaciones con una nueva  orientación y “desde cero” aunque con el conocimiento del personal civil heredado de la CNIE[3]. Es de destacar que en el decreto de creación de la CONAE[4] se señala explícitamente que debe tener el monopolio será “el único organismo del Estado Nacional competente para entender, diseñar, ejecutar, controlar, gestionar y administrar proyectos y emprendimientos en materia espacial” y que “rechaza toda utilización militar de las actividades”. Lo que ha llevado a que cualquier requerimiento de incorporar satélites para uso militar de defensa “inclusive” fuera rechazado o que no se discutiera la posibilidad de uso dual de los vectores o de las tecnologías implicadas en sus desarrollos espaciales.

A partir de entonces se desarrollaron los Satélites de la serie SAC (SAC-A, SAC-B, SAC-C, SAC-D) destinados a cumplir funciones de transmisión de datos, imágenes y otros registros físicos durante largos períodos, fueron desarrollados junto a INVAP. Además, se comenzó la serie SAOCOM en el marco del SIASGE (Sistema Italo Argentino de Satélites de Emergencias), provistos de un sistema de Radar de apertura sintética (SAR), sirven para la medición de la humedad del suelo y aplicaciones en emergencias, tales como detección de derrames de hidrocarburos en el mar y seguimiento de la cobertura de agua durante inundaciones.

El más ambicioso es el proyecto Inyector Satelital de Cargas Útiles Livianas (Iscul)​ también conocido como Tronador, en el marco del Programa Investigación y Desarrollo de Medios de Acceso al Espacio del Plan Nacional Espacial Tronador 2 250 kg a 600 km Tronador 3 1000kg a 600 km. La relativamente alta complejidad del proyecto dado el tipo de combustible requerido viene retrasando su puesta a punto. 

La otra agencia estatal que se encuentra dentro de este complejo aeroespacial es INVAP (Investigación aplicada). Fue creada en 1976 mediante un convenio entre el Gobierno de la provincia de Río Negro y la Comisión Nacional de Energía Atómica de Argentina, naciendo como un proyecto de egresados del Instituto Balseiro. Es una sociedad del estado con participación del instituto Balseiro y la Provincia de Río Negro. Ha avanzado exitosamente en la producción de radares, satélites y reactores nucleares. Desarrolló el satélite Argentino Geoestacionario de Telecomunicaciones (ARSAT) para AR-SAT[5]. Y ha puesto ya en funcionamiento los radares tácticos INVAP RMF-200V para el ejército y el radar RPA-170M es un radar táctico de defensa aérea 3D de mediano alcance de última generación instalado en Tierra del Fuego, que permitió la detección en su zona de cobertura de vuelos entre Punta Arenas y el Atlántico sur Malvinas, las plataformas petroleras, en territorio argentino o de ocupación británica.

Una tercera institución es CITEDEF (Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa) este como su nombre lo indica dependiente del ministerio de Defensa y dedicado a desarrollos vinculados a las FFAA. Es la única institución vinculada a las fuerzas de defensa. Desarrolla sistemas de control de tiro, sistemas de vigilancia de uso dual, drones y vectores. Los proyectos más importantes fueron el Gradicom[6] 1, 2 y 3 (misil balístico de uso militar). Más allá de las características técnicas, lo interesante de este proyecto que ya se encontraba en su etapa final con prototipos fabricados. Es que cuando se produjo el cambio de gobierno con la asunción de Mauricio Macri, este presidente en persona se encargó de su destrucción, fue traslado e incendiado y algunas de sus partes destruidas en la misma CITEDEF ante la mirada atónita de los científicos. Los más adultos fueron obligado a retirarse. Pero los más jóvenes rescataron los proyectos y tratan de recomenzar el desarrollo.  

La persona clave de toda esta etapa en CONAE es Conrado Varotto un científico de muy alto nivel egresado del instituto Balseiro quien es fundador también de INVAP en 1976 y fue presidente de CONAE desde 1994 hasta el 2018. Sostiene junto con su equipo una orientación de desarrollar este campo exclusivamente para el uso civil, deslindando cualquier sospecha en otro sentido. El motivo se debe (más allá de cualquier prejuicio posible de algunos sectores “progresistas” a las cuestiones de defensa) a que con el veto de EEUU el avance hubiera sido mucho más dificultoso sino imposible. La CONAE trabaja en asociación con la NASA y con la agencia espacial italiana (Varotto es italiano de nacimiento). En los wikiliks aparece esta relación.

Como vemos el sistema aeroespacial argentino cuenta con una serie de agencias de gran capacidad y prestigio con personal científico técnico de comprobada capacidad con proyectos muy avanzados y promisorios y otros claramente exitosos. A esto hay que sumar las universidades que trabajan en conjunto en algunos proyectos. Pero, como vemos existe un cierto grado de dispersión de esfuerzos. Vemos entonces que, además que desde la potencia hegemónica se veta el desarrollo relacionado con defensa o se lo mantiene bajo estricto control; se suma una “volubilidad” de la política que de acuerdo a su origen desalienta, impulsa o cambia de orientación, o lo hace parcialmente con luchas internas.

La ausencia de un proyecto nacional de largo plazo que oriente la política del Estado[7].

Veamos la situación actual respecto del nuevo radar privado en Río Grande desde el punto de vista de la defensa nacional

Existe una seria necesidad de que argentina cree en el ámbito del nuevo dominio de la guerra (el espacio) una fuerza de defensa propia que se dote de los instrumentos necesarios para la vigilancia y control del espacio ultraterrestre cercano por sobre nuestro territorio. Y articular en ella (o en apoyo a esta) a las agencias existentes. La Fuerza Aérea que es la responsable en la actualidad del control del Aero espacio, no atiende principalmente en rigor a las cuestiones espaciales, sino que solo se ocupa de la atmósfera, de lo que podríamos denominar la “capa más baja de la vigilancia y control” y más específicamente en la zona norte de nuestro país vinculada al narcotráfico (problema real, pero hipótesis de conflicto, impulsada por EEUU, acorde a sus intereses nacionales). En tiempos muy recientes, por una decisión política consciente y correcta desde el ministerio de defensa se ha instalado un nuevo radar en Río Grande, que ha permitido ver los mencionados vuelos ilegales desde chile hacia el Atlántico, pero nada en cuanto a la problemática Espacial.

Se está también trabajado en planes de inversión nacional desde el ministerio de Defensa que incluyen la producción de sensores para observar la tierra. También se ha presentado la necesidad de avanzar en la capacidad de lanzadores de bajo porte, o sea micro lanzadores que nos permitan colocar nano y microsatelites en órbita bajas para dar solución a las necesidades de la defensa, y que respondan a los estrictos niveles de seguridad en su empleo. Esto, que se encuentra plenamente al alcance del desarrollo nacional, permite evitar recurrir a empresas que dudosamente prioricen los intereses soberanos de la república argentina y sus necesidades de defensa; y cuyas características privadas permiten quesean compradas con facilidad. O, evitar el copamiento de este desarrollo por intereses directamente extranjeros.

Caso de la empresa nacional Satellogic es una muestra muy clara. Fue propagandizada en su origen como una empresa nacional privada que mostraba el camino para el país. Un emprendedor argentino fundaba una empresa de alta tecnología y tenía éxito. Pero Satelogic fue impulsada con fondos del estado, del MINCYT y bajo ninguna exigencia legal de lealtad, los beneficios son discutibles para el estado argentino, ya que fue vendida a un Exsecretario del Tesoro de EEUU[8]. Y, finalmente, terminó prestando servicios de imágenes satelitales para uso militar a Ucrania. Lo que demuestra que este tipo de cosas deben ser mantenidas bajo estricto control nacional, ya que después, siendo privadas, sin “vínculos win win”[9] y de lealtad con el estado argentino, terminan siendo funcionales a los intereses de los estados extranjeros. Debemos sumar que gran cantidad de recursos humanos de CONAE, VENG y de la UNLP fueron a parar a SATELLOGIC, absorbiendo en consecuencia energías, voluntades y cerebros argentinos en materia espacial.

La CONAE y la Defensa nacional

Otro gran e histórico problema es el marco en que funciona la CONAE, que deviene de su decreto fundacional. Es la institución central desde la década de 1990 hasta hoy en día en estos temas. Sin embargo, nunca dio respuesta, ni invirtió un solo recurso en lo militar o a la problemática de defensa: esto es entendible dado su marco legal y el presupuesto que asumen desde su fundación: la necesidad de establecer vínculos estrechos con la NASA, con la ESA (de la Unión Europea). Actualmente aparece China como actor con intereses en el área en nuestro país lo que introduce un elemento contradictorio en la “colaboración” con agencias extranjeras, ya que todas están vinculadas a sus respectivos aparatos militares y de defensa, y entran en colisión en nuestro país. Así la CONAE (siguiendo una idea fuerza en la diplomacia de nuestro país, hegemónica en el Ministerio de RREE) adopta una postura de vinculación con actores y agencia extranjeras para en primera instancia “uso pacífico, científico y productivo”, lo más alejadamente posible de la defensa y lo militar local.

Toda esta situación encubre un mayor problema, principalmente porque los aportes del estado argentino en desarrollos de satélites o concesiones brindadas por la CONAE a estas agencias foráneas siempre son directa o indirectamente volcados en beneficios de las áreas de defensa de estos estados extranjeros; como por ejemplo la instalación de las estaciones terrenas que se encuentran en nuestro país de la ESA y de China. O sea, somos “pacifistas” y apostamos a la desmilitarización de todo el tema espacial, pero eso lo hacemos para argentina, no para los países con los que nos asociamos, que sean EEUU, Europa, o China tiene su desarrollo altamente vinculado a la Defensa, espionaje y lo estrictamente militar. Más que pacifistas, lo que hemos hecho desde las “Declaraciones de Madrid” y el menemismo, fue resignar nuestra defensa en las relaciones de fuerzas externas, y resignarnos a una primera y baja capa de las cuestiones militares más en la “frontera” con la seguridad. La defensa como la naturaleza le tiene horror al vacío, si n ostros no lo ocupamos para nuestros intereses de defensa, lo ocupan otros, para sus propios intereses militares y de seguridad.

Ahora, lo extraño es que toda esta postura antimilitar en lo local sostenida hasta hoy en día, se parece revertir cuando se ve que existe la posibilidad de hacer uso de los fondos proporcionados por el FONDEF[10]. Así la empresa VENG, subsidiaria de la CONEA que se dedica al tema de satélites, ha cambiado puntualmente histórica postura y ofreciendo (en asociación de la universidad de general San Martin) el desarrollo y la construcción de un ambicioso proyecto denominado FOCUS para producir 3 satélites SAR en banda X de resolución simétricos y de utilidad militar[11]. Esto, parece estar relacionado a que Conrado Varotto ya no es el responsable de la CONEA, por un lado; y por otro, que la enorme restricción presupuestaria hace ver al FONDEF como un nicho de recursos para disputar la posibilidad de seguir el desarrollo de proyectos, ya que este fondo es de estricto uso militar se dejan de lado falsos principios “pacifistas”. El problema (insistimos) no es tanto que existan múltiples iniciativas de construcción de herramientas para la defensa nacional que sirvan para el equipamiento de las FFAA o para otros campos, sino que pone de manifiesto la dispersión de esfuerzos en varias agencias que dependen de diferentes organismos (y de diferentes ministerios).

Caso ARSAT es interesante. Es un proyecto exitoso y que debe ser apoyado y continuado, pero innecesariamente también en sus comienzos se divorció de las cuestiones de defensa o FFAA. En ARSAT los módulos que se colocaron eran de uso civil y aunque quedo capacidad remanente hubo oposición a colocar el transpondedores[12] militares en los satélites. O sea, hoy en día las FFAA deben “negociar” la utilización de espacios de otros.

Así que ninguna de las patas del sistema (CONAE y ARSAT) tuvo la decisión del uso de la capacidad espacial para la defensa. En el medio de estas necesidades existen un montón de charlatanes hablando de la “militarización del espacio” que operan en contra de las necesidades estratégicas de la nación para impedir el desarrollo de esas capacidades espaciales. Sin embargo, vemos que se avanza como nuevo dominio de la guerra sobre el espacio utraterrestre. Y esto es así en otros países de diverso tamaño, con “Capacidades Militares” directas e indirectas. Es vox pópuli y aparece cotidianamente como lugar común de pelea, tanto de EEUU, como China, Rusia, Francia, Inglaterra y todos los países que disponen de la capacidad tecnológica y científica adecuada. Los que no la tienen aún y se piensan en el mundo con una personalidad nacional propia están invirtiendo en la actualidad para dotarse de esa capacidad y esas herramientas.

Que pasa con LeoLabs

Hoy en día existe un plan en el ministerio de Defensa, con una forma de financiamiento adecuada. Está dividido en dos grandes grupos. Uno que aborda el manejo de las capacidades espaciales que son: el segmento terreno, usuario y espacial. y segmento lanzador. El plan obedece a las necesidades propias de unas FFAA modernas y de una futura fuerza espacial que es su consecuencia necesaria.

En uno de los proyectos presentados por la FAA argentina se había previsto la cuestión del radar para vigilancia aeroespacial que después podría ser parte de una red internacional cumpliendo con los requisitos del tema de la geolocalización, el control de la basura espacial etc. (porque los radares son de uso dual, tanto defensa como otras actividades, como el control de reingresos, vigilar si hay desvíos de las órbitas, etc.). Pero en este contexto de avance llegó la propuesta de LeoLabs. Como vemos por otro camino, el trabajo de la embajada, se trajo a una empresa de EEUU mientras el desarrollo argentino (real y posible en poco tiempo) esta aun en sus primeros pasos.

Esto deja a las cuestiones de la soberanía en el espacio y las comunicaciones en un dilema que se debe resolver. Si la decisión del gobierno nacional es concretar el acuerdo presentado en la Embajada de EEUU, como mínimo sería deseable, en este nuevo desafío, que argentina disponga de la capacidad de usar la estructura que va a poner esta empresa. Como debería ser lógico, acordar el uso de una parte de las capacidades de Leolabs desde el ministerio de Defensa y por la CONAE, con la libertad necesaria.

Pero la existencia de un sistema soberano no debería dejar de ser una línea de desarrollo más allá de LeoLabs. Porque, insistimos, esta empresa está vinculada al complejo de los EEUU. Y aun la misma CONAE argentina trabaja codo a codo con la Space Force de EEUU (antes Comando espacial de EEUU) que es la que proporciona e intercambia información con CONAE.

Si prestamos atención al ejemplo del caso del satélite militar chileno: el Fasat-Charlie; vemos que está en uso estrictamente para actividades militares, como Colombia y otros tantos países que en general no tienen una agencia espacial para el uso civil del espacio. Su actividad obedece en primera instancia a las necesidades de defensa, en segunda instancia seguridad, catástrofes, emergencias etc. En toda la información que se brinda para cambio de trayectoria de satélites, subirlos bajarlos etc.; tanto Chile, como todos en la región del cono sur, e inclusive a la CONAE (aun con su definición de rechazo a lo militar), tienen un vínculo estrecho y continuo con la Space Force de EEUU. Esto es porque cuando tienen que hacer cambio de trayectorias los que han construido la red de radares son los yanquis. Son ellos los que les dicen “la probabilidad de impacto en un determinado punto del espacio exterior”, que la basura espacial, que un tornillo, etc. hace necesario desplazar el satélite, etc. Como vemos mantener el monopolio de los radares permite a EEUU mantener el control sobre el espacio y sobre la proyección de los países de la región en el mismo.

El convenio con LeoLabs actualiza la cuestión de la presencia y control del estado nacional sobre las actividades privadas y extranjeras hace a una cuestión estricta y claramente de soberanía territorial (y el espacio hace al territorio) es una necesidad que si se relega o mediatiza afecta la misma naturaleza del estado moderno. Pero para eso es necesaria la voluntad política y una presencia consecuente de personal que asuma su tarea, más allá de lo científico técnica, es nacional y patriótica. Veamos por ejemplo la situación de la estación China en Neuquén cuyo objetivo es el monitoreo del espacio profundo (y uno de los focos de mayor preocupación de EEUU respecto de Argentina).  Cuando se acordó su instalación se firmó el memorándum de acuerdo y la CONAE debía estar allí. A las autoridades militares argentinas no se las incluyó, teniendo en cuanta que los chinos pertenecen al área de defensa de la República Popular y el jefe es un general del ejército chino. El acceso argentino nunca se hizo efectivo. Se podía acceder para tener información, para aprender, para ver que utilización fuera conveniente para nuestro país se puede desarrollar en la base china, o al menos para obtener información de cómo trabajan los chinos. Y no se realizó, por desidias argentinas, y no impedimentos chinos. Con esto, queremos señalar que más allá que la opción de desarrollar el sistema de radares, vectores y satélites propios es la opción más adecuada, y promisoria. Si el estado acepta y promueve que un radar extranjero se instale, las necesidades de defensa, información y aprendizaje deben ser tenidas en cuenta en el acuerdo e implementadas por autoridades adecuadas, que comprendan la importancia del tema y garantices la presencia argentina.

Debemos recordar que Argentina tiene un diferendo territorial con Gran Bretaña que se manifiesta por la ocupación militar de una porción sustancial de territorio y por políticas de injerencia extranjera concreta en los asuntos locales y en la orientación de nuestras RRII. La vigilancia, control, inteligencia y dotación de capacidades militares que respalden la voluntad política del estado de ejercer su soberanía no es un tema difícil de ver. El hecho del Atlántico sur, como la vigilancia y control, de todo el territorio continental, de sus fuertes de riqueza, su logística, hace a la posibilidad de ejercicio real de la soberanía nacional. El desarrollo científico técnico desde la perspectiva de la soberanía integral en clave de proyecto de país, hace también a la seguridad e integración latinoamericana desde sus propias capacidades. Y no para otros.

Es necesario que argentina construya una instancia estatal unificadora de los esfuerzos, para que todos los organismos estatales y públicos en general aporten en una misma dirección, y esto es un tema central de la “defensa”, en donde se debe articular. Se debe, además, sancionar disposiciones que regulen la actividad privada y extranjera en este ámbito. Que garanticen que las empresas privadas que trabajan en el aeroespacio se encuadren en un marco regulatorio que confluya y aporte al interés nacional, y a los proyectos de desarrollo y equipamiento. Por demás argentina tiene en todas sus agencias, militares, civiles, estatales o privadas una gran base para estar a la vanguardia en la región. Y debemos poner y encuadrar esas capacidades en una dirección de obtención de autonomía estratégica.

En definitiva, respecto de Leolabs y todas las propuestas de ese tipo, consideramos que todas estas estaciones extranjeras o privadas deberían estar siendo supervisadas, monitoreadas y operadas por fuerzas militares, y civiles vinculados a la defensa, sin excluir ni desplazar a otros organismos nacionales. Como lo que hacen todos los países del mundo. Porque en política existe una tendencia a aceptar que exista una presencia, o instalaciones, que sean como “embajadas” con una especie de “extraterritorialidad” estatal o de un feudo privado. Fragmentos de superficie de un país que diluye su capacidad soberana y viene creando muchos “Lagos Escondidos de Joes Lewis” en muchas áreas del país.  Es necesario instalar el tema y que los decisores políticos sensibles a su identidad como argentinos cobren conciencia, para no caer en manos de los estamentos del estado que están copadas por funcionario y políticos entregados a intereses privados o de estados ajenos al nuestro.   La soberanía es una e indivisible.

 Guillermo Caviasca* Dr. en historia, docente e investigador UBA/UNLP, autor de libros y artículos sobre historia argentina, historia militar, geopolítica y relaciones internacionales.

Foto de portada: aportada por el autor

Referencias:

[1] El radar espacial de LeoLabs es un radar de antena en fase que opera en la banda S y se utiliza para el reconocimiento y la medición de los parámetros orbitales de diversos objetos (por ejemplo, satélites, desechos espaciales, etapas de cohetes incendiadas, estaciones espaciales) en el espacio cercano a la Tierra. Es una empresa en rápido crecimiento y su red se extiende por Texas, Costa Rica, Alaska, Nueva Zelandia y ahora Argentina (el país más al sur con el que completa el barrido meridiano. El radar a instalar en Tierra del Fuego equipado con tecnología de banda S, también aumentará la capacidad de LeoLabs para descubrir nuevos objetos, como pequeños desechos letales que actualmente no se encuentran catalogados.

[2]  LEO: “órbita terrestre baja”. Los satélites LEO orbitan a en una franja entre 160 km y 1.000 km de altura sobre la superficie del planeta, o entre 160 km y 2.000 km según otras referencias. La fuerza gravitacional de la Tierra se vuelve más fuerte cuanto más cerca se esté. Permiten una comunicación más rápida y una observación más precisa. Los satélites en esa orbita son Ideales para comunicación, inteligencia, estudios de la superficie y el subsuelo.

[3] La CONAE a lo largo de su historia paso por la órbita de Presidencia, de Cancillería, de Planificación Federal y de Ciencia y tecnología. Su estructura de dirección cuenta con representantes de los ministerios o secretarias implicados: RREE, Educación, Ciencia y Tecnología, Defensa y Comunicaciones.

[4] https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/1_0.pdf

[5] Será el primero de tres satélites geoestacionarios que se utilizarán para brindar servicios de telefonía y datos, Internet y TV a usuarios en todo el territorio nacional y Cono Sur. Tras esto, el país se convirtió en una de las ocho naciones en el mundo que desarrollan y producen sus propios satélites geoestacionarios y, junto a Estados Unidos, son los dos únicos en el continente americano. También fue el primer satélite de su tipo puesto en órbita por un país latinoamericano

[6] El GRADICOM Misil de menor complejidad que el Tronador, especialmente por el tipo de combustible más barato y de mayor facilidad de producción actualmente http://argentinaenelespacio.blogspot.com/2020/04/pablo-bolcatto-ojala-el-gradicom-pueda.html

[7] Creemos que en realidad no se pueden alcanzar consensos de avance en esos temas básicos, porque más que ausencia de “Proyecto nacional” lo que existe en un proyecto de transformación de argentina en un “espacio de negocios” donde la “soberanía” sea muy limitada, y el Estado solo cumpla la función de ordenador social y garante de eso negocios. Este proyecto cruza múltiples fuerzas políticas, y tiene a algunas como abanderadas militantes.

[8] https://www.ambito.com/economia/satelites/exsecretario-del-tesoro-eeuu-compra-us150-m-acciones-una-empresa-argentina-n5372538

[9] Es un concepto de márquetin que significa que dos partes tiene intereses estratégicos comunes que hacen que trabajen para el beneficio mutuo y no se rompa ese lazo

[10] Fondo extrapresupuestario, asignado a Desarrollo y equipamiento para las FFAA, “blindado” de otros posibles usos. El FONDEF es probablemente, la primera iniciativa efectiva en temas de defensa nacional que se relaciona con lo militar en términos de largo plazo. Y, quizás, implica la intención de una parte de la elite política de tomar la cuestión de la defensa en lo que hace a las necesidades de la nación y no solo como “peligro” o tema a eludir (abordándolo por el lado de los DDHH y género, o “seguridad” y ONU). Ver: https://www.hcdn.gob.ar/proyectos/textoCompleto.jsp?exp=5111-D-2019&tipo=LEY

[11]El satélite multiespectral captura los datos de la imagen de varias bandas de luz (es básicamente una foto) es un sistema pasivo que recibe la luz del objeto que “mira”. El Banda X es un radar que emite en una banda X (una banda alta mayor que la banda L por ejemplo de los SAUCOM). Esto le permite “ver” de noche y tener penetración mayor a través de follaje, tierra, edificaciones. Requiere de una fuente de alimentación mucho mayor y componentes más complejos, de más difícil obtención por ser proveedores menos cantidad de países. La longitud de onda relativamente corta en esta banda de frecuencias, permite obtener una resolución bastante alta en la proyección de imagen del radar, para la identificación y discriminación de blancos. Es de usos múltiples de uso civil, militar e instituciones gubernamentales, en aplicaciones como radar meteorológico, tráfico de control aéreo, defensa militar y otras. https://www.zona-militar.com/2023/03/30/veng-la-unsam-y-space-sur-presentaron-su-proyecto-de-observacion-y-vigilancia-satelital-para-las-fuerzas-armadas

[12]Aparato que permite la recepción, amplificación y reemisión en una banda distinta de una señal (estos transpondedores se utilizan en comunicaciones espaciales para adaptar la señal satélite entrante/saliente a la frecuencia de los equipos en banda base). Y que permite la respuesta automática de un mensaje (predeterminado o no) a la recepción de una señal concreta de interrogación (su uso normal son las etiquetas RFID, pero también se utilizan en aeronáutica para sistemas de pseudo-radar).

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