Análisis del equipo de PIA Global Elecciones 2025 Europa

Sobre las elecciones alemanas y la “des-nazificación”

Por Guillermo Caviasca*. – El domingo 23 de febrero se desarrollaron elecciones el Alemania. Fue un evento particularmente destacado por dos razones. Una se desarrollaron en medio de una crisis sistémica del occidente europeo que afecta particularmente a Alemania.

Y dos, porque por primera vez desde 1945 aparecía con fuerza electoral un partido al que acusan de enraizarse en el nacional socialismo, y que plantea cambios notorios con las políticas de las últimas décadas. Mas allá del pánico que recorre el mundo político e intelectual occidental de izquierda a derecha por temible el avance de la fuerza “nazi” Alternativa por Alemania (AxA /AfD); pánico que abarca desde Die Linke y socialdemócratas, hasta los liberales y social cristianos, sabíamos desde antes que era muy probable que se impusiera el statu quo.

Así fue. La conservadora CDU/CSU (Socialcristianos, el partido de Merkel) triunfó con un moderado 28% (un crecimiento de un par de puntos porcentuales respecto de las anteriores elecciones) relegando a AxA AfD con un 20% al segundo lugar (que duplicó su caudal electoral). Los Socialdemócratas, otrora fuerza de enorme peso quedó con un 16,4 % perdiendo masas de votantes y siendo la gran derrotada. Ambos partidos eran la expresión del “punto fijo” alemán de posguerra, cuestión que vemos terminada. Los liberales quedaron fuera del parlamento. Lo sorprendente es que los alemanes sigan confiando en una fuerza tremendamente nefasta como los verdes, que sostuvieron un 11% de los votos (aunque disminuyeron su representación parlamentaria siguen siendo un posible actor decisorio para formar una coalición que sostenga el Statu Quo). También hubo un crecimiento importante de la izquierda del sistema: Die Linke, que aumentó espectacularmente del 1% al 8% ganando en Berlín (luego de corregir los aspectos más integrados de su discurso y sin dudas frenando el aumento de Sara y arrebatando votos al SPD). Y desgraciadamente por apenas una décima el grupo de izquierda contraria al régimen, el Bloque de Sara Wagenknetch quedo fuera del parlamento con un 4,9%. Su presencia hubiera sido de una gran significación en este momento de crisis, y una oportunidad para mostrar sus convicciones.

El resultado electoral con CDU/CSU en primer lugar, pero AxA /AfD segunda, señala una muy difícil constitución de coaliciones parlamentarias de gobierno que no sean una notoria continuidad de lo actual. O sea, indica que lo más probable es que las cosas sean similares, pero con una dirección aún más conservadora, ya que los socialcristianos son el núcleo del régimen desde la posguerra, junto al SPD; y su candidato Friedrich Merz es un hombre del régimen sin dudas ni engaños (más belicista y privatista que el saliente canciller). Quizás se reconstruya una coalición endeble incapaz de corregir el rumbo del país con firmeza, y con actores similares a los que llevaron a los germanos hasta aquí.

El resultado deja, además, sola a AxA /AfD como fuerza con propuestas alternativas al régimen globalista guerrerista y ¿progresista? (seguirán siendo “progresistas”). Las fuerzas del régimen especialmente los defensores de la inmigración lograron buenos resultados en distritos donde lo extranjeros e hijos de extranjeros tienen mucha presencia, recordemos que en Alemania un 30 % de los habitantes son total o parcialmente de sangre inmigrante.

AxA /AfD triunfo monolíticamente en la ex Alemania comunista. La participación fue de 82,5% muy alta, lo que muestra un clima en que la población sentía que se debatía algo en Alemania de gran trascendencia.

Es claro que Europa se enfrenta a un desafío de decadencia, el modelo que rige desde la segunda guerra mundial ha llegado a su fin. Es una cuestión más profunda, de ciclos históricos, pero no está demás señalar que las actitudes de Trump respecto de la UE y de la OTAN ponen en la mesa sin tapujos el fin de un modo de acumulación y un orden geopolítico que los europeos, tozudamente, se niegan a asumir.  Alemania en ese sentido víctima de un largo proceso de “deconstrucción” de su identidad nacional aparece como un “gigante invertebrado y miope” incapaz de asumir el rol que se cree que podría tener.

También es claro que Europa se enfrenta al fracaso de las políticas que desde la década del 90 incorporaron a la UE a la globalización. Y especialmente es claro que Alemania, la máxima potencia económica de Europa, es la punta de lanza de ese fracaso. La “clase” política e intelectual alemana entró en una espiral descendente que le impide abordar un mundo distinto al globalizado que previeron. O más bien a un mundo globalizado como lo previó el occidente geopolítico globalista desde la caída de la URSS.

En Europa, las “masas populares”, o una parte sustancial de ellas, reaccionan en los distintos países apoyando a fuerzas que desde el resto del campo político se descalifica como “fascistas”. Es una expresión de la lucha de modelos que hay al interior de ese espacio geopolítico. De modelos, de regímenes de acumulación, no son simples matices, sino distintos caminos: en lo cultural (contra lo “tradicional” contra lo “woke”), en lo económico (los intereses nacionales contra los intereses globales), lo político (las grandes superestructuras globales, contra los Estados nación), las RRII, (un mundo “basado en normas” supranacionales, contra un mundo de estados nación soberanos), etc.

Para frenar a los fascistas, se crean “cordones sanitarios”, se hacen fraudes, proscripciones, se manipula a la justicia, se los ataca virulenta y monolíticamente desde todos los ámbitos políticos y culturales, para evitar su triunfo o deshacerse de ellos. Sea en Rumania, en Francia, en Alemania, o cualquier otro país. Esas fuerzas sin duda alguna abrevan en sus raíces a un pasado que se remonta a formaciones consideradas fascistas, sea la Guardia de Hierro rumana o los Nacional Socialistas alemanes, y todos los grupos que florecieron como movimientos de masas allá por las décadas del 20, 30 y 40 del siglo XX. Pero es de aclarar en la mayoría de estas fuerzas las vinculaciones al pasado es más raíz, o simbólico, o muy parcial, que un programa real. Y solo una de sus posibles raíces. En muchos casos son más liberales y adaptados que sus antecesores fascistas. Estos eran más dirigistas, planificadores, partidarios de “todo dentro del estado”, todo nacional. Antiliberales y totalitarios. Y sin duda mucho más agresivos con los opositores a sus ideas y con los países extranjeros. Propios de una época. Pero, básicamente en el último y muy actual tema, los “fascistas” de hoy son partidarios de la paz, mientras que sus opositores antifascistas lo son de la guerra, por ejemplo. Aunque ojo, no son pacifistas, buscan potenciar los ejércitos de sus naciones por sobre el aparato OTAN, por ejemplo. O sea, estas fuerzas “patrióticas” son sin dudas más suaves. En lo bueno y lo malo, desde mi punto de vista. Pero son alternativas.

Aun así, en Europa hay horror a ellas. Y esto es de esta forma, porque como señala el vicepresidente Vance de los EEUU y señalo también Vladimir Putin, en Europa no hay una democracia plena, solo hay democracia para los que sostienen las cosas tal como son “in totto”. O como señaló el segundo, la independencia de Europa es muy relativa. Pero este señalamiento es explícito y “patético” para el caso de Alemania. Frente a esto los fascistas tendrían la intención de ser más independientes en lo económico, diplomático y militar. Hacer un viraje cultural (algo que los vincula tanto a Trump como a Putin).

Buscarían ser independientes no solo de los EEUU, sino de la OTAN y la UE. Y revertir las políticas culturales europeas de las últimas décadas que abarcan la concepción de la nación, de la familia del ser humano, y con ellas la del rol de la inmigración. No esta demás destacar que el establishment europeo sostuvo la inmigración en un sentido plenamente económico y con ello construyó un paradigma multicultural para abrir a la importación y libre circulación de trabajadores baratos (mercancías, capitales y mano de obra). No seamos ingenuos como suele ser la izquierda posmoderna.

¿Qué es lo que hace especial a las elecciones alemanas? No solo que se dan en la primera economía europea por lejos. Sino que el miedo a AxA /AfD es mucho mayor que al de otras formaciones alternativas ¿Y a qué se debe esto? Aclaramos para definir un límite, AxA /AfD no es “revolucionaria” (en el sentido que lo fueran los fascistas del pasado), ni piensa poner en jaque la autonomía de ninguna clase social. De hecho, los sectores más radicales de esa formación fueron desplazados del centro visible de la misma por la mucho más suave Alice Weidel. El problema de la política alemana es muy profundo y quizás cultural y de identidad, no solo estructural.

Hay una cuestión histórica de peso determinante en el país germano.

En realidad, los alemanes fueron derrotados en la primer y segunda guerras mundiales. Y debemos comprender a ambas confrontaciones como una sola guerra en dos etapas (una tercera guerra de los treinta años en la que se pasó de un tipo de organización internacional y balance de fuerzas entre clases, a otro). Fueron treinta años de un largo conflicto civil y nacional que reconfiguró el mundo. En ese conflicto se disputaba el lugar de los países y las clases. Y Alemania fue el gran perdedor geopolítico. Después de la segunda guerra mundial se inició lo que se dio en llamar “proceso de des nazificación” y los alemanes debían ser reformateados.

Eso en realidad fue un largo lavado de cerebro del pueblo alemán que aún hoy continúa. Y no está relacionado única ni principalmente con eliminar de las mentes alemanas el haber sido parte del consenso activo al Tercer Reich en forma abrumadora; ni en volver innombrable a la década Nazi. De ultima el nazismo fue una década. De un resultado catastrófico, por solo una década en un par de siglos si tomamos a la Prusia de Federico el Grande. Lo que se escondía en ese proceso de des nazificación es otra cosa: eliminar a Alemania como competidora geopolítica, tal como era explícito en las discusiones en las altas esferas (no el mensaje para el vulgo). Eliminar la capacidad alemana de disputar la hegemonía mundial o de ser un actor entre las grandes potencias en las RRII. Y se necesitaba eliminar al “ser nacional” alemán. SE hablaba de el “militarismo alemán”, militarismo si, puede ser, pero para quienes conocimos el mundo dominado por ingleses o franceses o norteamericanos, hablar de “militarismo alemán” nos suena gracioso. De ultima ese “lugar bajo el sol” que decía el Kaiser (ser una gran potencia dirigente), era una situación geopolítica que solo se puede lograr con la fuerza real que la respalde. Como es evidente hoy.

Como ya había señalado Keynes, era un error eliminar la potencia económica alemana. sería muy perjudicial para la economía mundial capitalista. Pero (esto no lo dijo Keynes) era necesario castrar a Alemania políticamente, tal como se venía discutiendo desde la primera guerra mundial. Eso solo se podía hacer castrando a los alemanes, volviéndolos incapaces de ser un gran actor con poder en el escenario mundial, haciéndolos avergonzar de su pasado, atacando su identidad.

Hoy podemos pensar que un pueblo que asume como justa la violación masiva de sus mujeres y la destrucción de un tercio de su territorio (del cual se formó su unidad: Prusia), la limpieza étnica de 10 o 20 millones de personas; o que no puede enunciar los crímenes de sus enemigos; que sostiene tributariamente a un Estado genocida porque cometió crímenes contra gente que ni siquiera tenía idea de la existencia de este Estado, etc. Un pueblo así no puede sin dudas ser artífice de su propio destino. Por eso en Alemania se impuso el statu quo y una coalición de los mismos partidos seguirá en el gobierno. Los alemanes de hoy nada tienen que ver con los que desde la era de Federico hasta el colapso del 1945 dieron que hablar en todas las áreas de la vida humana.

Pero vino Trump. Y este es la expresión de un camino en el que se desarrolla la nueva etapa de la historia humana. No es su generador, es su consecuencia, consecuencia de la crisis en su propio país y en occidente. El mundo que está en conformación impone desafíos que los alemanes no están en condiciones de cumplir, tal como muchos analistas europeos esperan. De la misma forma que ahora parece Trump y deja muy turbados a todos los políticos del statu quo europeo, hace tres años comenzó la guerra en Ucrania y estos europeos apostaron por una aventura militar que no están en condiciones ellos mismos de sostener para imponer un mundo global “basado en normas”, esperando que EEUU cumpliera ese rol.

Pero esa guerra también era la expresión de este cambio de época: Rusia les pateaba el tablero. Y no solo se transformó en una sangría en el campo de batalla, sino en una crisis brutal del ser europeo occidental. Hoy Europa se enfrenta a su intrascendencia. Y Alemania a la impotencia geopolítica para la que fue diseñada después de la segunda guerra mundial, y eso está en la mente de muchos alemanes.

 Alemania es solo economía.

Los errores de las últimas décadas abarcan al gobierno de Angela Merkel con sus concesiones a “los verdes”, con su excesiva vinculación a cadenas logísticas que no puede controlar; ya que su proyecto estaba pensado para una globalización que supuestamente iba a absorber a Rusia. Eso no sucedió. Alemania se conformaba con ser el “motor económico”, mientras que el militar y político eran otros, norteamericanos, hasta franceses; Rusia les proveería materias primas y energía y China mercados.

Para ser sinceros, Rusia, Putin, hizo otra propuesta: la guerra mundial ya pasó, sean alemanes recuperen su independencia y como tales arreglemos de igual a igual intereses compartidos o fronteras geopolíticas, con acuerdos entre estados soberanos. Que es lo que hace Trump ahora con Rusia. Pero los alemanes no pueden hacer eso. Son “eunucos”.

Es de destacar que tanto Rusia como EEUU (como se vio a través de Elon Musk) jugaron en las elecciones alemanas y los hicieron por AxA /AfD (aunque en corrientes distintas). Lo que no sabemos cuánto esto nos hace dudar de la voluntad nacional (o capacidad) de AxA /AfD para colocar en el lugar de gran potencia al gigante económico germano. Lo cierto es que, para el tipo de régimen político institucional, ganaron los partidos del statu quo, representantes de los sectores “globalistas” del establishment económico e institucional mundial, y que buscaran sostener las políticas actuales. Aunque dudamos que ir contra los vientos de la historia augure un buen destino. Como también dudamos que la coalición que se forme sea potente, estable y cuente con el consenso social y económico para conducir a Alemania y desde allí sostener las políticas de la superestructura europea. Quizás corrijan algunos aspectos de la inmigración para satisfacer al electorado mayoritario; pero los grandes capitales alemanes no concuerdan con las políticas de los últimos años que les hacen pagar muy caro una guerra que está totalmente en contra de sus intereses y debilita en forma grave la estructura productiva del país.

La verdad para acompañar el cambio mundial en desarrollo, aunque fueran “poca cosa” o farsantes “debería” haber triunfado AxA /AfD eso significaría que los germanos demostraban la voluntad popular de recuperar su capacidad de ser independientes. No porque este partido vaya a ser realmente el que logre eso, sino porque muestra que hay voluntad de cambio, y de poner en pie una nueva Alemania que recupere su soberanía. Correr de la mente del pueblo alemán y del aparato cultural e institucional alemán las políticas que castran su capacidad de reconstruirse como pueblo nación con alguna convicción de destino. Aunque AxA /AfD solo sea un bluf. Su triunfo hubiera demostrado la conciencia de que los partidos del régimen, y el régimen de posguerra, deben quedar en el pasado. Nuevas fuerzas e ideas deben surgir para entrar en el nuevo mundo con la potencia que su economía pareciera demostrar. Pero eso por ahora no es así. Los “nazis” no ganaron, y los “antifascistas” seguirán el camino actual, aunque la realidad les imponga algunos cambios. Pero si esto no fuera así en algún momento del futuro, y hubiera una sorpresa, nuevos temblores sacudirían el régimen mundial tambaleante.

Para cerrar, lo interesante es que en las zonas donde domino la URSS los alemanes son más alemanes que en occidente, algo a tener en cuenta por muchos ángulos. Uno de ellos es que el sentido de la identificación rusa (o comunista) del tema del nazismo fue muy distinta a la occidental. Pero eso es tema de otro debate

Guillermo Martín Caviasca*. Doctor en Historia UBA / Autor de libros de historia sobre el movimiento obrero, historia militar y geopolítica / Experto en Defensa. Miembro del equipo de PIA Global

Foto de portada: EFE / H. HANSCHKE

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Guillermo Martín Caviasca

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